RANK SINATRA, CON UN VASO DE SCOTCH EN LA MANO -el era bien difícil de conseguir por aquel entonces en nuestro país- y un pitillo en la otra, cruza despacio la penumbra del amplio salón del Gran Hotel Felipe II de El Escorial en dirección a su solitario piano. Las parejas, que hace apenas unos minutos bailaban y bebían en él, han ganado, ávidas, sus habitaciones in y el pianista, aliviado, ha salido a la terraza a refrescarse. Los centenarios pinos que rodean el hotel no han advertido aún la ausencia del maestro y continúan moviéndose al ritmo que marca la brisa primaveral. Sinatra está melancólico. Y cansado. Harto de la película que está rodando, en la que da vida a Miguel, un imposible guerrillero español que no solo lucha contra la Grand Armée napoleónica, sino también con Cary Grant
