Cosas que la oscuridad siempre ha ocultado

Por Terry M. West

Baker Johnson es físico, demonólogo y exorcista, y vive en Nueva York en la década de 1930. Brillante pero con serios defectos, Baker tiene una percepción extrasensorial que le permite leer a la gente con solo un vistazo. En "Cosas que la oscuridad siempre ha ocultado", Baker es contacado por un peligroso mafioso conocido como Johnny Stücke. La sala negra de Baker, un lugar donde se catalogan y custodian objetos encantados, guarda un antiguo artículo que Stücke está determinado a poseer. Baker es introducido a la sociedad secreta conocida como las Criaturas de la Noche. Y puede que él sea lo único que se interpone entre el mundo de los humanos y la amenaza más peligrosa jamás conocida.

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 12 ene 2020
• ISBN: 9781071513071

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3 de mayo de 1937

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Baker siguió la luz de la mañana hasta que se topó con el intruso en la cocina. Era demasiado temprano para demonios, así que Baker no se sorprendió al ver a Sherman Drummond haciendo café.

Sherman solía entrar sin avisar. Aún conservaba una llave maestra, aunque había dejado el puesto de casero años atrás.

—Buenos días, Sherman —dijo Baker, aún cansado tras perseguir a una atractiva muchacha la noche anterior. Había dormido solo, y temía estar perdiendo sus encantos.

—¡Buenas! —dijo Sherman, que llenaba una taza de café—. Deja que te prepare una taza.

—No eres mi sirviente, Sherman —le amonestó Baker—. Pero ya que te has investido como tal, ¿podrías añadir un pelín?

Sherman sonrió, alcanzó la botella de brandy y echó un chorrito.

—Sólo porque estamos de año sabático.

Baker asintió y se sentó en el sofá.

Sherman alargó la taza a Baker y se posó junto a él.

—Ya veo con qué has ocupado tu tiempo. Yo he empleado el mío escribiendo mucho. Ha sido un descanso muy productivo, pero estoy ansioso por comenzar un nuevo caso.

—Sabía que este respiro era demasiado bueno para durar —dijo Baker.

—Oh, para —dijo Sherman con una risita—. Sabes que ansías tanto como yo volver al trabajo.

Baker no lo tenía claro. Sospechaba que la pasión de Sherman ardía con más fuerza que la suya propia. Baker apenas recordaba al desmarañado casero que había conocido por primera vez una década atrás. Sherman Drummond había aprendido mucho como ayudante de Baker. Y había sacado un buen partido de su relación. Ahora, si Baker tan solo pudiera lograr que vistiese un traje decente...

—¿Sabes algo de Nadia Simms? —preguntó Sherman.

—Sí —dijo Baker, que hizo una pausa para sorber su café—. Ahora anda en conversaciones con el dueño de la casa Winchester en San José sobre una investigación.

Sherman se iluminó.

—California. Nos llevaría cuatro días en tren.

Baker se estremeció ante la idea.

—Tendré que llevar una