La Lista del Diablo
Por Terry M. West
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"Cuando se trata de escenas de horror brutal y narración tan penetrante como el filo de un machete, Terry M. West es uno de los maestros". -Bob Milne, Beauty in Ruins
La Lista del Diablo es una oscura historia de locura y horror de Terry M. West. En el pequeño pueblo Pleasant Storm en Texas durante el verano de 1985, Chuck Beall se embarca en un viaje de brutalidad y locura. Convencido de que está poseído por un demonio que lo obliga a matar, la asesina atención de Chuck cambia de transeúntes al azar, a aquellos a quienes más culpa por su pasado abusivo.
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La Lista del Diablo - Terry M. West
Pleasant Storm, Texas
Septiembre 1985
E
l cadáver de Paw Paw apestaba hasta el cielo. Charles Richard Beall apostó a que ese hedor probablemente era la única parte del viejo malvado que se acercaba a las puertas nacaradas. Paw Paw estaba con los pantalones largos que llevaba desde hace nueve meses y, por Dios, seguiría vistiendo esas inmundas ropas sucias. Charles -—cuyo apodo era Chuck para la mayoría de la gente-—habría sentido como un golpe al tratar de quitarle la desagradable sábana al cuerpo de Paw Paw.
El viejo ya debería haber sido enterrado. El clima estaba tan seco y caliente que los árboles estaban persuadiendo a los perros. Eso fue hasta, por supuesto, la mañana después de que Paw Paw se fue. Al estilo típico de una tormenta de verano en Texas, la lluvia llegó el día después de la muerte de Paw Paw, hace dos días. Y esa lluvia vino fuerte. Como si fuera en venganza. Fue un bienvenido descanso al vicioso calor, pero ablandó tanto la tierra que no se podía enterrar un cuerpo.
Chuck consideró preservar a Paw Paw en el gran congelador de carne. Pero la caza fue buena durante el verano y estaba repleto de venado, pato y el cadáver desnudo de Christina Gage.
La cara del anciano quedó atrapada en el último suspiro. Su dentadura de goma gris quedó en un vaso de agua sobre la mesita de noche. Los labios y boca de Paw Paw estaban arrugados como botones de flores, pero como si estuvieran echando el primer vistazo afuera. Era la misma cara a la que Chuck le presionó una almohada, excepto que los ojos ahora estaban cerrados.
Chuck no podía culpar a este Monstruo de Ojo Brillante que se arraigó en él. El cual estaba en Chuck, pero esta fue una muerte por misericordia. Si lo redujeras, podrías decir que fue obra de Dios, por lo cual Chuck sacó todo. Ese enfisema en Paw Paw se estaba tomando su tiempo, y el tanque de oxígeno en la cama simplemente no estaba ayudando. Así que después de dos semanas seguidas de escuchar a Paw Paw maldecir y suplicar que la agonía terminara, Chuck se puso los pantalones de adulto y lo atendió. Paw Paw no se resistió, pero estaba débil, dopado y tan delgado que no podías ver su sombra.
La casa del anciano, la cual Chuck hizo suya, se encontraba en el boscoso centro de Pleasant Storm. Diez acres, aunque el veterano usaba solo el espacio suficiente para la pequeña cabaña que llamaba hogar. Bueno-—Chuck lo llamó hogar, supuso, avanzando. También había un gran cobertizo de herramientas en la orilla del bosque que Chuck aprovechó al máximo. Le encantaba hacer trabajos manuales.
Chuck levantó del tocador la lata de desinfectante genérico en aerosol Piggy Wiggly. Roció completamente el cadáver pálido de su abuelo y sus pantalones largos y gruesos. Había una gran mancha de orina en la entrepierna del anciano y Chuck estaba seguro de que se cagó en la cama. Literalmente. Podía oler las heces a través del aerosol dulce y el hedor a muerte, que hacían una extraña combinación para empezar.
Paw Paw cuyo nombre de pila era el señor Bennett Beau Beall, era relativamente alguien de fácil convivencia a pesar de su temperamento legendario. Él y Chuck miraban los mismos programas y estaban de acuerdo en muchas cosas. Compartieron puntos de vista similares sobre política y semejantes. Pero Paw Paw en su juventud fue un hombre difícil. Esto fue mucho antes de que se convirtiera en el abuelo de Chuck. Él era bebedor y jugador. Y engañó varias veces a Maw Maw, la abuela de Chuck, quien falleció antes de que Chuck tuviera edad suficiente para tener recuerdos de ella. Le había pegado al papá de Chuck, el joven Bennett Beau Beall, peor que a un maldito hijastro pelinegro. O eso decía el papá de Chuck.
Y para Papi, no era su especialidad estar encorvado, pensó Chuck, su cuerpo recordaba el dolor. Provocó todas las emociones de las que era capaz. Pero Chuck se estaba confundiendo en ese momento. Había cosas más importantes que hacer.
Esas palizas que Chuck recibió después de que su madre falleció fueron la razón por la que dejó la escuela y se mudó para cuidar a Paw Paw. Estaba en noveno grado cuando la abandonó. No la extrañó ni un poco.
Afortunadamente, la abominable vena de Paw Paw se secó en su mayor parte. El enfisema la estaba apretando en ese entonces y para Chuck era la única sangre de Paw Paw que podía soportar.
Pero tampoco era un santo para entonces. Era un gritón y una fuente maligna y quizás te arrojaría algo, en un ataque. Pero seguimos adelante, pensó Chuck.
Él recordaba con cariño la