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Sobreviví a una masacre cometida por las Farc
Sobreviví a una masacre cometida por las Farc
Sobreviví a una masacre cometida por las Farc
Libro electrónico181 páginas2 horas

Sobreviví a una masacre cometida por las Farc

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Sin que esto estuviera dentro de mis planes, las circunstancias del destino condujeron por fuerza de las mismas, a que después del licenciamiento como soldado raso y de trabajar en una microempresa particular en la convulsionada región del Urabá antioqueño, ingresara a la Brigada Móvil No 3, en calidad de soldado profesional.
Tal vez, como la última y para mi atribulado y enredado pensamiento — era la única opción que quedaba para recuperar la identidad personal—, luego de soportar la crueldad de las torturas, la pérdida de los seres queridos y de evidenciar en el terreno de los hechos que la primavera de las violaciones de los derechos humanos por parte de las Farc, supera con creces, escasas estadísticas que se publican al respecto.
Luego de sufrir la amarga experiencia de un prolongado secuestro, tuve la certeza que ni las muertes de mis familiares, ni las de cientos de bandoleros caídos en acción de guerra, resuelven el complejo problema de la violencia en el país.
Por ende, no es aventurado preconizar que las Farc no renunciarán a la “lucha armada” para negociar la paz, porqué la deteriorada situación de orden público en Colombia, favorece la concepción estratégica de sus planes triunfalistas y no se vislumbra acción correctiva de los gobiernos de turno.
A esta realidad, se suma la extrema facilidad que tienen las guerrillas comunistas colombianas, para conseguir recursos financieros derivados del narcotráfico, las extorsiones, los secuestros, a la par con elevados réditos que recogen por concepto de inversiones financieras en entidades internacionales, en las que blanquean exorbitantes sumas, tanto en Colombia como en el exterior.
Mientras las Farc delinquen con base en un plan estratégico, articulado con minucia en el espectro político, armado y financiero, con el fin de conducir la guerra total, metódica e integral contra el Estado colombiano, la contraparte adolece por sustracción de materia, la falta de una respuesta concreta contra la agresión, reflejada en la ausencia de acciones contundentes, desprendidas en una estrategia clara orientada a resolver el problema de la violencia.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 mar 2020
ISBN9780463556740
Sobreviví a una masacre cometida por las Farc
Autor

Luis Alberto Villamarin Pulido

Luis Alberto Villamarín Pulido, natural de Fusagasugá - Cundinamarca, coronel retirado del Ejército colombiano, con 25 años de experiencia militar (1977-2002), más de la mitad de ellos dedicado a las operaciones de combate contra grupos narcoterroristas en Colombia, y después de su retiro del servicio activo, profuso investigador de temas relacionados con la geopolítica del Medio Oriente, el Asia Meridional y el continente americano; el terrorismo internacional islámico y comunista, historia y proyección estratégica de grupos islamistas como Al Qaeda, Isis, Hizbolá, el conflicto árabe israelí y la Primavera Árabe, así como la amenaza nuclear del régimen chiita de Teherán.Sus obras Narcoterrorismo la guerra del nuevo siglo, Conexión Al Qaeda, Primavera Árabe: Radiografía geopolítica del Medio Oriente, ISIS: la máquina del terror yihadista, el Proyecto Nuclear de Irán y Martes de Horror (atentados terroristas del 9-11), son referentes para el estudio, conocimiento de la complejidad política, geopolítica y geoestratégica del convulso Medio Oriente.Algunas de sus obras han sido traducidas a inglés, francés, alemán, portugués y polaco. Su libro En el Infierno traducido a inglés como In Hell, es base para una película en Hollywood-California, y los demás textos son utilizados como material de estudio en diversas universidades del mundo.

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    Sobreviví a una masacre cometida por las Farc - Luis Alberto Villamarin Pulido

    Sobreviví a una masacre cometida por las Farc en Urabá

    Coronel

    Luis Alberto Villamarín Pulido

    Ediciones LAVP

    www.luisvillamarin.com

    Sobreviví a una masacre cometida por las Farc en Urabá

    Colección Historia del conflicto armado en Colombia N° 10

    © Luis Alberto Villamarín Pulido

    © Ediciones Luis Alberto Villamarín Pulido

    Tel 9082624010

    New York City USA

    www.luisvillamarin.com

    Email:

    lualvipu@hotmail.com, info@luisvillamarin.com, lualvipu@gmail.com

    Actualización a marzo de 2020

    ISBN: 9780463556740

    Smashwords Inc.

    Sin autorización escrita del autor, no se podrá reproducir este libro ni parcial ni totalmente, ni en ninguna de las formas químicas, físicas, reprográficas, gráficas, de audio, de video, fílmico, impresas o electrónicas. Todos los derechos reservados. Hecho el depósito de ley en Colombia.

    Dedicatoria

    Libro dedicado a las madres colombianas, en reconocimiento a la oportunidad que nos brindan de prolongar la especie humana, a pesar de la insensatez de los violentos.

    Sobreviví a una masacre cometida por las Farc en Urabá

    Dedicatoria

    Breve biografía del autor

    Prefacio

    Capítulo I La horrible noche

    Capítulo II Por los senderos del calvario

    Capítulo III Momentos de un drama

    Capítulo IV Antes y después de la semana de pasión

    Capítulo V Y… la tortura continúa

    Capítulo VI Contradicción entre paciencia y desespero

    Capítulo VII El final de un laberinto

    Otras obras del autor

    Breve biografía del autor

    Luis Alberto Villamarín Pulido, natural de Fusagasugá-Cundinamarca, coronel de la reserva activa del Ejército colombiano, con 25 años de experiencia militar, más de la mitad de ellos dedica do a las operaciones de combate contra grupos narcoterroristas en el país.

    Distinguido entre sus compañeros de armas en quehaceres operacionales y académicos castrenses, pues, además de ser un brillante comandante de tropas en el campo de batalla, ha plasmado su visión investigativa en 38 libros y más de 1800 artículos de su autoría, relacionados con el complejo conflicto colombiano, el terrorismo internacional, la geopolítica, la defensa nacional y la historia patria.

    Miembro de la Sociedad Bolivariana de Colombia, la Academia de Historia del Huila y la Academia Colombiana de Historia Militar; este oficial lancero, paracaidista y contraguerrillero rural ha recibido los galardones Latino Literary Awards 2003 por el libro La Silla Vacía en Los Ángeles-California; Verdadero Orgullo Hispano 2006 por la obra Delirio del Libertador, en Elizabeth New Jersey; y Premio Internacional de Literatura, Jairo Hoyos Salcedo 2009 en Washington D.C, por el texto Complot contra Colombia.

    Algunas de sus obras han sido traducidas a idiomas inglés, portugués, alemán, francés y polaco. Su libro titulado En el Infierno es base para una película en Hollywood-California, y los demás textos son utilizados como material de estudio en prestigiosas universidades del mundo, tales como Harvard en Estados Unidos, Complutense en España, Autónoma de México y Los Andes de Colombia, para la elaboración de tesis de pregrado, post grado, maestrías o doctorados en temas afines a sus escritos.

    Ha sido entrevistado como analista especializado para programas de opinión en estaciones de radio y televisión de diversos países, de manera individual o como participante en paneles de expertos internacionales en asuntos estratégicos atinentes al terrorismo, los conflictos armados, la guerra de guerrillas, la geopolítica, la defensa nacional y la seguridad hemisférica.

    El Instituto Colombiano de Ciencia y Tecnología de Colombia (Colciencias) avaló su registro en el CVLAC en las especialidades de Ciencias Militares, Ciencias Políticas y Ciencias Sociales, en la base de datos que agrupa a los investigadores científicos de Latinoamérica y el Caribe.

    Prefacio

    El cúmulo de vivencias experimentadas durante el periodo subsiguiente al circunstancial ingreso al Grupo Mecanizado de Caballería N° 2 Juan José Rondón en Buenavista Guajira, para cumplir con el deber ciudadano, de prestar servicio militar obligatorio en condición de soldado regular, integrante del quinto contingente de 1994, fijaron con particular énfasis en mi mente, una duda crítica frente al contenido filosófico de la primera estrofa del himno nacional.

    Como joven del común y corriente, sin ser patriota a ultranza, ni romántico, ni lírico soñador, cuasi-bachiller, por avatares del destino serví bajo banderas en calidad de soldado regular.

    Divagué mucho y en reiteradas oportunidades detuve extensos horizontes juveniles del pensamiento, para analizar y por ende configurar la propia visión, alrededor del trascendente significado de aquella frase inserta en la primera estrofa del himno patrio, que con mucha atención escuché desde niño y forzado por las circunstancias aprendí a repetir en el cuartel.

    Sin que mi entendimiento realizara el proceso de asociación y comprensión para dilucidar por qué, sin mayor raciocinio, en todos los rincones de Colombia cantamos a pleno pulmón en forma mecánica:

    —¡Cesó la horrible noche, la libertad sublime derrama las auroras de su invencible luz!

    La dura realidad de aquel instante en que la duda existencial —línea espiral absorbente invisible y penetrante, que durante periodos marcados invade el comportamiento de los seres humanos— sumada a las trágicas y dramáticas vivencias que configuran esta narración, dentro de la categoría de un relato real, analítico y descriptivo; me indicaron con dolorosa especificidad, que contrario al alegórico contenido del himno patrio, por desgracia en Colombia, no cesó la horrible noche.

    Acorde con la compleja evolución de los acontecimientos, resulta peor predecir, no cesará, mientras no se concreten acciones reales y verificables, para resolver graves problemas sociales que nos aquejan, mediante el diseño y ejecución de soluciones, que conduzcan a la desmovilización de las agrupaciones armadas de diferentes vertientes ideológicas.

    Grupos ilegales armados, que invocan y reivindican monstruosas actuaciones a nombre de causas justas, con el supuesto propósito de lograr la redención de los menos favorecidos, pero en la práctica hunden al país entero en el turbio panorama de la ya enquistada violencia fratricida.

    A pesar del amplio bagaje de conocimientos prácticos adquirido en la universidad del pueblo, como a grandes rasgos se pudiera definir el entorno sociológico y humano, que a diario circunda a las personas pertenecientes a las instituciones militares dentro y fuera de los cuarteles nunca tuve claridad, pues no es del todo convincente la idea matriz de la estrofa referida.

    En realidad, mis ojos y oídos de soldado regular, captaron en las exóticas tierras de la Guajira, que toda Colombia está atrapada por la insensatez de una desgarradora guerra, que fundamentada en la teoría marxista de la lucha de clases, ominosa devora las entrañas de la sociedad civil, a pesar de la contradictoria riqueza natural que abunda dentro del territorio nacional, disponible para ser explotada y trabajada en beneficio común de todos los colombianos.

    Ni imaginé, ni sospeché, que tres años después del primer alejamiento de mis familiares y amigos y del posterior retorno al humilde hogar, por término del servicio militar obligatorio, sumido en la cotidiana condición de trabajador dentro del grueso conglomerado social que Ortega y Gasset denominara "masas amorfas", yo, un disciplinado y tímido reservista de primera clase del Ejército colombiano, sería actor y testigo de una dantesca escena de horror, que por infortunio se repite en diversos lugares de la geografía colombiana.

    Anómala y cruda realidad acerca de la cual, inexplicablemente no se pronuncian para enjuiciar a las Farc, algunas organizaciones no gubernamentales, proclives a la ideología y metodología procedimental de quienes tanto promulgan y osan defender, la aplicación de los derechos humanos dentro del conflicto armado del que por ideología y línea de conducta política, son actores y generadores principales.

    El paso por las filas militares del Grupo de Caballería N° 2 Juan José Rondón en la Guajira, fue pródigo en enriquecedoras experiencias para alguien, nacido y criado en Valledupar, hijo de padres venezolanos, de aquellos ciudadanos que por ley de la costumbre y por residir en cercanías a una frontera; solamente demarcada por conceptos geográficos, usualmente y de acuerdo con conveniencias de momento, portan sendas cédulas de ciudadanía, con las que se identifican como nativos de cualquiera de los dos países, para eludir el control de las autoridades locales, depende del territorio donde se encuentren temporalmente.

    Debido al relativo nivel intelectual que me diferenció entre los demás soldados del contingente en gracia, y gracias a la claridad mental demostrada para asimilar las instrucciones básicas de formación militar, pronto fui distinguido como dragoneante.

    Luego, como reconocimiento a virtudes personales, que son referente para estimular la pericia y el talento de los militares, resumidas en la creatividad, la obediencia, la responsabilidad y el temple para asumir con madurez situaciones difíciles, fui seleccionado para participar en operaciones sorpresivas de alto riesgo, con un grupo especial de contraguerrillas, unidad con la que actué en una exitosa operación militar contra la cuadrilla Virgilio Rodríguez del Epl.

    Fue la primera vez que vi personas muertas en las áreas rurales, como consecuencia del fuego cruzado, que a diario se dispara, dentro del absurdo conflicto que consume a los colombianos, en la primera ola de la civilización universal.

    Tres terroristas del Epl, que portaban armas de largo alcance, municiones, granadas, material de intendencia y un equipo de comunicaciones, perecidos en combate, reflejaron para mi entendimiento juvenil de soldado obediente dispuesto a luchar por la defensa de la soberanía nacional, la realidad evidente de una confrontación armada.

    Guerra, en la que dirigentes políticos de los grupos armados al margen de la ley, semejan obstinados engendros sin rostro, que con habilidad mental y calculada destreza en la comisión del delito, comprometen personas incautas en un desangre indefinible, constitutivo de la interminable tragedia, soportada por quienes estamos absorbidos por el conflicto.

    El fondo del drama que padece Colombia, es que aquella operación militar exitosa efectuada en la Guajira —al igual que en cientos de casos similares— no fue seguida ni complementada con acciones de beneficio social para la comunidad por parte de Estado colombiano.

    Esta falla estructural, sirve de disculpa a los terroristas para reclutar nuevos incautos que engrosan las guerrillas, muchos de ellos, convencidos que serán la salvación a todos los problemas que aquejan al país, sin importar cuántos compatriotas, cayeron antes en desarrollo de la misma guerra que los nuevos alzados en armas, prolongan y en cierta forma repiten sin sentido.

    Sin embargo, mis envolventes pensamientos, gravitaron alrededor de la convicción personal y a ella sigo apegado, que mientras pertenezca al Ejército, cumpliré con el deber legal y con la obligación moral, de combatir con las armas de la legalidad, contra los agentes generadores de violencia.

    Esa es la misión legal que imponen la constitución y las leyes vigentes; sumado a que en el seno del hogar, mis padres, hermanos y familiares allegados manifestaron, durante mi primera vinculación al Ejército Nacional, muestras de orgullo, en razón a que el más distinguido de los hijos, sirvió con éxito a la patria bajo banderas.

    En una misiva cargada de sencillos, pero muy sinceros términos, que denotan el enorme orgullo de mi humilde madre, por parabienes personales de su retoño, la amorosa anciana escribió:

    —"Mijito (sic), no sabe cuánto lo extrañamos todos en casa. Tampoco imagina cuanto nos llena de orgullo, leer sus cartas y saber que los señores, que mandan allá en el cuartel, lo felicitaron y lo escogieron como dragoneante. Pórtese bien que mi Dios sabrá recompensar sus esfuerzos—

    Unas frases escritas con rústica caligrafía, de puño y letra de mi madre, permanecen intactos en los recuerdos, como si fueran talla de cincel sobre el mármol.

    Inclusive recito de memoria el estimulante mensaje, al evocar la época en que presté el servicio militar obligatorio, a la vez que resalto con inusitada tristeza, que este es el más hermoso recuerdo de la adorable mujer campesina, quien tantas veces me estimuló para vivir y luchar, en medio de las rudas experiencias del tránsito por el mundo de los mortales.

    Sin que esto estuviera dentro de mis planes, las circunstancias del destino condujeron por fuerza de las mismas, a que después del licenciamiento como soldado raso y de trabajar en una microempresa particular en la convulsionada región del Urabá antioqueño, ingresara a la Brigada Móvil No 3, en calidad de soldado profesional.

    Tal vez, como la última y para mi atribulado y enredado pensamiento — era la única opción que quedaba para recuperar la identidad personal—, luego de soportar la crueldad de las torturas, la pérdida de los seres queridos y de evidenciar en el terreno de los hechos que la primavera de las violaciones de los derechos humanos por parte de las Farc, supera con creces, escasas estadísticas que se publican al respecto.

    Luego de sufrir la amarga experiencia de un prolongado secuestro, tuve la certeza que ni las muertes de mis familiares, ni las de cientos de bandoleros caídos en acción de guerra, resuelven el complejo problema de la violencia en el país.

    Por ende, no es aventurado preconizar que las Farc no renunciarán a la lucha armada para negociar la paz, porqué la deteriorada situación de orden público en Colombia, favorece la concepción estratégica de sus planes triunfalistas y no se vislumbra acción correctiva de los gobiernos de turno.

    A esta realidad, se suma la extrema facilidad que tienen las guerrillas comunistas colombianas, para conseguir recursos financieros derivados del narcotráfico, las extorsiones, los secuestros, a la par con elevados réditos que recogen por concepto de inversiones financieras en entidades internacionales, en las que blanquean exorbitantes sumas, tanto en Colombia como en el exterior.

    Mientras las Farc delinquen con base en un plan estratégico, articulado con minucia en el espectro político,

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