CUSTER CABALGANDO HACIA EL INFIERNO
EN 1865, TRAS LA GUERRA DE SECESIÓN ESTADOUNIDENSE, HABÍA LLEGADO EL MOMENTO DE TRAER EL LEJANO OESTE HASTA EL RESTO DE LA NACIÓN. Sería necesario conquistar las vastísimas Grandes Llanuras entre el río Mississippi y las Montañas Rocosas para luego tapizarlas de vías férreas que llevarían el progreso a todos los rincones del país, “de mar a mar brillante”. Pero el ambicioso proyecto tenía un gran inconveniente. Suponía arrebatar a los indios las tierras que llevaban ocupando desde tiempos inmemoriales y acometer la caza a gran escala de los bisontes –pilar fundamental de su subsistencia–, para alimentar a los miles de personas que trabajaban en la construcción del ferrocarril. El ejército se encargaría de protegerlos. Y también a los buscadores de oro que emigraban al oeste en busca del preciado metal descubierto en Montana en 1862.
UNA GUERRA SIN TREGUA
El camino más transitado era la ruta Bozeman, que partía desde Fort Laramie, Wyoming, el primer puesto de guarnición en el Lejano Oeste, hasta los yacimientos de Virginia City, en Montana, y enlazaba con la ruta de Oregón, que llevaba a las colonos hasta las fértiles tierras de esa región. La ruta discurría a lo largo del territorio del río Powder, al pie de las montañas Big Horn que corren en la parte norte de Wyoming y la sur de Montana, la principal reserva de caza de los sioux, por lo que el enorme flujo de intrusos blancos provocó primero resentimientos y finalmente ataques indios. En 1866, el ejército construyó tres fuertes a lo largo de la ruta (Reno, Kearny y C. F. Smith), que eran continuamente hostigados por los 4.000 guerreros del jefe sioux Nube roja, entre los que se encontraba un joven de 25 años llamado Caballo Loco. El clímax de los enfrentamientos llegó el 21 de diciembre de 1866, cuando el capitán Fetterman y sus 80 hombres de Fort Kearny fueron emboscados por Caballo Loco. Todos murieron y fueron horriblemente mutilados. El capitán se había jactado de que con 80 soldados sería capaz de dominar a toda la nación sioux…
El gobierno se sintió profundamente impresionado por lo que se llamó la matanza Fetterman. En abril de 1868, con la ruta Bozeman intransitable, se despachó una comisión de paz a Fort Laramie encabezada por el mismísimo general William Tecumseh Sherman, al frente del departamento del río Mississippi, con la misión de convencer a Nube Roja y a sus sioux de que aceptaran vivir en una reserva. Sherman se había granjeado fama de crueldad durante la Guerra Civil, y su intención, como había comunicado por telegrama a su superior, el comandante en jefe Ulysses S. Grant, una semana después de la matanza, era “actuar con fervor vengativo contra los sioux hasta que lleguemos a exterminar a sus hombres, mujeres y niños. Es lo único que atajará el problema de raíz”. La Solución Final. Con tan solo cambiar una palabra podría ser un mensaje de Hitler a Heydrich…
Sherman quería matar indios, los que fueran y donde fuera. Su intención era lanzar el verano siguiente una gran campaña de búsqueda y destrucción en Kansas contra los cheyennes, los oglalas del sur, los arapahoes y otras tribus de
