Memorias del poder
A los personajes públicos, especialmente a los que han ejercido el poder, les da por escribir sus “memorias” para que todo el mundo se entere de lo que pensó y vivió el sujeto de referencia, creyendo por vanidad que la posteridad estará ansiosa de conocer, de su puño y letra, sus vivencias, explicaciones, justificaciones, razones y hasta sus mentiras. Los ejemplos abundan en la historia mundial, y cada vez que aparece publicada alguna de estas “memorias”, causa gran expectación, como la muy reciente de Barack Obama, Una tierra prometida, que además es un éxito de ventas, aunque no sé si esa sea la razón fundamental para escribirlas; espero que no.
Por supuesto, muchos de los gobernantes de México también han padecido esta imperiosa necesidad de dejar constancia escrita de “su verdad”. A veces, las memorias de nuestros mandatarios adquieren un tono edificante; otras, de plano, tratan de justificar la conducta del autor; en ocasiones son pretexto para seguir figurando en el escenario político, y no faltan las que son un antídoto contra el olvido. De todo hay y hasta de distintos tamaños, que van
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