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Operación Jaque-Cinematográfico rescate de 15 secuestrados en poder de las Farc
Operación Jaque-Cinematográfico rescate de 15 secuestrados en poder de las Farc
Operación Jaque-Cinematográfico rescate de 15 secuestrados en poder de las Farc
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Operación Jaque-Cinematográfico rescate de 15 secuestrados en poder de las Farc

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Recuento histórico y análisis estratégico de la fulgurante operación militar de rescate de secuestrados mas connotada en toda la historia del hemisferio, que por su contenido es equiparable a las célebres maniobras del Caballo de Troya, el Gran Sasso y Chavín de Huantar.

Mediante una asombrosa maniobra de engaño derivada de la interceptación técnica de comunicaciones al grupo terrorista, la suplantación de las radio-operadoras y la incursión desarmada de una supuesta Ong humanitaria, el Ejército colombiano propinó a las Farc, el golpe de mayor trascendencia estratégica durante varias décadas de guerra de Colombia contra el flagelo del terrorismo comunista.

En la cinematográfica operación fueron rescatados sanos y salvos quince secuestrados, entre ellos tres contratistas norteamericanos, una ex candidata presidencial y once miembros de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Sin usar armas, sin disparar un solo cartucho, sin emplear la fuerza, un grupo de especialistas de inteligencia militar del Ejército colombiano, con entrenamiento en técnicas avanzadas de infiltración y maniobras especializadas de engaños al adversario en el campo de combate, rescataron a un importante número de rehenes, cuyas liberaciones eran manipuladas por las Farc y sus cómplices internacionales, en aras de lograr el estatus de beligerancia para el grupo terrorista.

Complementada por abundante material fotográfico, Operación Jaque reconstruye paso a paso, todo el proceso histórico, del planeamiento, ejecución y desenlace de la audaz maniobra táctica, cuya asombrosa ejecución incrementó las pugnas internas y obligó al cabecilla de las Farc a mentir por enésima vez, al asegurar que César y Gafas los dos "carceleros" engañados, eran traidores que se aliaron con el Gobierno colombiano para liberar a los 15 secuestrados.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 mar 2017
ISBN9781370503650
Operación Jaque-Cinematográfico rescate de 15 secuestrados en poder de las Farc
Autor

Luis Alberto Villamarin Pulido

Luis Alberto Villamarín Pulido, natural de Fusagasugá - Cundinamarca, coronel retirado del Ejército colombiano, con 25 años de experiencia militar (1977-2002), más de la mitad de ellos dedicado a las operaciones de combate contra grupos narcoterroristas en Colombia, y después de su retiro del servicio activo, profuso investigador de temas relacionados con la geopolítica del Medio Oriente, el Asia Meridional y el continente americano; el terrorismo internacional islámico y comunista, historia y proyección estratégica de grupos islamistas como Al Qaeda, Isis, Hizbolá, el conflicto árabe israelí y la Primavera Árabe, así como la amenaza nuclear del régimen chiita de Teherán.Sus obras Narcoterrorismo la guerra del nuevo siglo, Conexión Al Qaeda, Primavera Árabe: Radiografía geopolítica del Medio Oriente, ISIS: la máquina del terror yihadista, el Proyecto Nuclear de Irán y Martes de Horror (atentados terroristas del 9-11), son referentes para el estudio, conocimiento de la complejidad política, geopolítica y geoestratégica del convulso Medio Oriente.Algunas de sus obras han sido traducidas a inglés, francés, alemán, portugués y polaco. Su libro En el Infierno traducido a inglés como In Hell, es base para una película en Hollywood-California, y los demás textos son utilizados como material de estudio en diversas universidades del mundo.

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    Operación Jaque-Cinematográfico rescate de 15 secuestrados en poder de las Farc - Luis Alberto Villamarin Pulido

    Índice

    Nota del Autor

    Los secuestros son parte activa del Plan Estratégico de las Farc

    La Estrategia de Seguridad Democrática frente al secuestro

    La farsa del acuerdo humanitario

    Primeros pasos para la Operación Jaque

    Regreso a la libertad

    Bibliografía

    Otras obras del autor

    Nota del Autor

    La Operación Jaque realizada el 02 de julio de 2008, cuyo desenlace fue el rescate sanos y salvos de 15 secuestrados que eran torturados desde hacía varios años por la primera cuadrilla de las Farc, pasará a la historia como el punto de quiebre a favor del Estado colombiano, del prolongado conflicto armado, que asedia al país, a partir del momento en que el Partido Comunista inició la agresión contra la institucionalidad, con la obsesiva idea de tomar el poder e implantar una dictadura marxista-leninista, enmascarada con el falaz argumento de las luchas por las reivindicaciones populares y los supuestos cambios sociales.

    Los historiadores e investigadores de las Ciencias Sociales o Políticas, que en el futuro pretendan compendiar la realidad de la guerra de Colombia contra el narcoterrorismo comunista, hallarán en esta cinematográfica incursión desarmada sobre una guarida de las Farc, un suceso similar a la célebre y formidable acción del Caballo de Troya en la Antigua Grecia.

    Fue una operación militar perfecta, realizada con igual o quizás superior nivel de precisión y calidad, que el rescate de Entebbe efectuado en 1976 por el Ejército israelí en Uganda; o el asalto nazi ordenado en 1943 por Adolfo Hitler al Gran Sasso para liberar a Mussolini; o la sorpresiva Operación Chavín de Huantar, efectuada en 1997 para liberar a unos diplomáticos secuestrados por el movimiento terrorista Túpac Amaru (Mrta) en la embajada de Japón en Lima.

    Sin usar armas, sin disparar un solo cartucho, sin emplear la fuerza, un grupo de especialistas de inteligencia militar del Ejército colombiano, con entrenamiento en técnicas avanzadas de infiltración y maniobras especializadas de engaños al adversario en el campo de combate, rescataron a un importante número de rehenes, cuyas liberaciones eran manipuladas por las Farc y sus cómplices internacionales, en aras de lograr el estatus de beligerancia para el grupo terrorista.

    La Operación Jaque fue un demoledor golpe táctico de profundas connotaciones estratégicas contra las Farc, puesto que cambió el curso de la guerra contra el narcoterrorismo en Colombia, ahondó diferencias internas en la organización terrorista, y dejó sin aliento a Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega, la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB), los izquierdistas recalcitrantes del Foro de Sao Paulo y otros izquierdistas complotados contra Colombia.

    La noticia de la espectacular liberación de los secuestrados se esparció como pólvora. Los medios de comunicación de todo el planeta registraron el hecho con inusitado despliegue periodístico. Igual que cuatro meses antes con la muerte de Raúl Reyes, el gobierno colombiano y sus Fuerzas Militares fueron el centro de atención de la opinión pública nacional e internacional.

    Hastiada de la violencia terrorista, la población colombiana expresó de diferentes maneras su alborozo, porque el Ejército Nacional propinó el impensable golpe a las Farc y su Plan Estratégico, y de paso, el Estado logró la más importante victoria política en la historia de la guerra contra el narcoterrorismo comunista.

    Capítulo I

    Los secuestros son parte activa del Plan Estratégico de las Farc

    Primeros secuestros

    El ganadero huilense Oliverio Lara y el industrial vallecaucano Harold Eder, se convirtieron en 1965 en las primeras víctimas de secuestro extorsivo y posterior asesinato a manos de las Farc. Pero como es la usanza marxista-leninista, Tirofijo y sus corifeos del Partido Comunista Colombiano, negaron hasta la saciedad ser los responsables de esos crímenes.

    Quince años más tarde, en agosto de 1980 en Puerto Crevaux-Meta, dos suboficiales y once soldados orgánicos del Batallón Vargas, fueron los primeros militares secuestrados en forma masiva por las Farc.

    Previo reportaje periodístico manipulado, que luego fue publicado como primicia exclusiva por el semanario Voz Proletaria, Jacobo Arenas dispuso la liberación de los 13 uniformados, tras dictarles varias charlas de adoctrinamiento ideológico enfocadas en resaltar las letras EP (ejército del pueblo) añadidas a la sigla Farc durante la sexta conferencia guerrillera en 1978, con el fin de proyectar el estatus de beligerancia.

    Iniciada la farsa de las insulsas conversaciones de paz con el laxo presidente Belisario Betancourt (1982-1986), en aras de difundir la falsa imagen del cumplimiento al cese bilateral del fuego, Jacobo Arenas ordenó a las cuadrillas de las Farc que a la par con el impuesto de gramaje a los narcos, incrementaran los secuestros extorsivos para acumular recursos financieros, pero que responsabilizaran a otros grupos delictivos.

    Por su parte, Tirofijo mintió ante los medios de comunicación, al asegurar que los secuestros atribuidos a las Farc en esa época, eran obra de los organismos de seguridad del Estado, de los paramilitares, y de algunos desertores de las Farc que delinquían a nombre de ellos.

    Ante la insistencia de los periodistas, que por ejemplo el médico payanés Álvaro Mosquera Chaux, fue secuestrado en el Cauca por la octava cuadrilla de las Farc, por cuya liberación su familia pagó una gruesa suma de dinero, Tirofijo contestó:

    —Eso fueron desertores de las Farc que orientados por el ejército oficial utilizan nuestro nombre para desprestigiarnos. No quiero ser delator, pero le puedo averiguar y decir los nombres de quienes cometieron esos hechos—

    Por razones obvias, Tirofijo nunca suministró los nombres de los supuestos secuestradores, pues en realidad, encubría a sus compinches.

    A finales de la década de los ochenta, las Farc incrementaron los secuestros de militares y policías, con el fin de buscar diálogos regionales con el gobierno nacional, propuesta que en el fondo pretendía dividir para reinar quitar la capacidad decisoria del gobierno central y buscar el reconocimiento del estatus político de los terroristas, desde la provincia hacia el gobierno central.

    Uno de dichos casos ocurrió en San Carlos-Antioquia el 24 de diciembre de 1990, cuando a nombre de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, un grupo combinado de la novena cuadrilla de las Farc, el Frente Carlos Buitrago del Eln y la pandilla Elkin González del Epl, asaltaron el poblado y secuestraron a varios agentes de policía. Varias semanas después fueron liberados, previo despliegue mediático consentido por la gobernación de Antioquia y uno de los párrocos del municipio.

    Este tipo de secuestros fueron paralelos con la inmersión de las Farc en el tráfico de cocaína, el asentamiento de delegaciones farianas en el exterior encargadas de hacer diplomacia paralela y guerra política contra el Estado colombiano, así como las acciones masivas de bloques de frentes, con unidades que operaban como infantería ligera, con alta capacidad de concentración para atacar y fácil dispersión inmediata.

    Igual que ha sucedido en todas las etapas del desarrollo del Plan Estratégico de las Farc contra Colombia, en ese momento histórico hubo oportunistas ansiosos de protagonismo personal, sin importar el daño que pudiera significar para el destino del país, el hecho de hacer el juego a los terroristas.

    Uno de estos personajes, fue el entonces Presidente del Senado Carlos Espinosa Faciolince, quien producto de actuación como gestor de paz, durante los fracasados diálogos del gobierno Gaviria con la Coordinadora Nacional Guerrillera en Tlaxcala-México, conversó a puerta cerrada con los terroristas, una idea que además de populista era un exabrupto, del cual no tuvo reparo en hacer publicidad en diversos escenarios, desde septiembre de 1991 hasta comienzos de 1993.

    Espinosa Faciolince generó una tormenta periodística y política, cuando afirmó que en una reunión de parlamentarios costeños, se había acordado que si el gobierno nacional no confería total autonomía a la Costa Atlántica para el manejo descentralizado de sus recursos, dicha bancada proclamaría la República Independiente de la Costa Atlántica, y que inclusive, ya tenían militares oriundos de esa región, listos para comandar las fuerzas armadas seccionales.

    Ansiosas de cristalizar la propuesta de los diálogos regionales muy apropiada para la demagogia de Espinosa y desde luego conveniente para los terroristas, las Farc que en ese momento tenían a más de 30 militares secuestrados en diferentes lugares del país, hicieron un montaje publicitario para entregar en Pasca-Cundinamarca al controversial senador Espinosa Faciolince, a dos suboficiales del Ejército secuestrados por alias Marco Aurelio Buendía.

    Al término del acto propagandístico, Espinosa Faciolince resaltó su vocación de pacifista, e insistió en el planteamiento de independizar a la Costa Atlántica, pero ni obtuvo el eco esperado, ni el tema prosperó. La integridad territorial siguió intacta y con el paso de los días, la macondiana sugerencia del desubicado senador quedó en el olvido.

    Conscientes de las ganancias políticas derivadas de la ambición egocentrista de muchos dirigentes políticos ansiosos de participar en liberaciones cargadas de oportunismo mediático, el Secretariado de las Farc, dispuso como línea de acción inmediata, el secuestro de militares y policías que viajaran vestidos de civil en vehículos particulares o transporte público, o, que fueran copados en acciones de combate.

    Producto de esta nueva metodología terrorista, en un retén ilegal ordenado por Simón Trinidad cerca de Curumaní-Cesar, fueron secuestrados los tenientes de la Armada Nacional Álvaro Morris y William Alvarado Saavedra, quienes se encontraban en vacaciones y viajaban a bordo de un vehículo particular.

    Los padecimientos, torturas y vejaciones de los dos oficiales quedaron al descubierto cuando fue liberado Alvarado, quien relató las circunstancias en que los terroristas asesinaron a Morris, en el momento que pretendía escapar del cautiverio.

    A pesar de los riesgos contra su vida y de las advertencias de todas las autoridades, Gloria Villamarín la joven viuda de Morris, viajó sola hasta la Serranía del Perijá y obligó a los secuestradores, que entregaran los despojos mortales de su esposo, para luego darles sepultura cristiana en Bogotá.

    Enfoque político y estratégico al tema de los secuestros

    Diseñado como una metódica e inalterable hoja de ruta para la toma del poder político, mediante la combinación de todas las formas de lucha, el Plan Estratégico de las Farc, revisado y actualizado durante la Octava Conferencia guerrillera en 1993— cuando estaba en furor el secuestro fuera de combate de militares y policías— determinó las líneas de acción política, armada y financiera del grupo terrorista.

    Por razones inherentes a la disciplina de partido marxista-leninista, el componente político implica el 70% del quehacer fariano y el 30% en la búsqueda de recursos o las acciones armadas. Por ende, el trabajo político-organizativo requiere permanente agitación y propaganda dentro y fuera del país.

    Durante las décadas de los ochenta y los noventa, las Farc persistieron con el tema de los diálogos regionales, reforzados con la creciente presencia fariana en los corazones geopolíticos del país, el incremento de los secuestros extorsivos, el anillamiento de frentes guerrilleros sobre la cordillera oriental, los asaltos a muchos municipios desprotegidos, las limitaciones de movilidad operacional de las Fuerzas Militares, y de remate, la débil autoridad de los gobiernos Barco, Gaviria, Samper y Pastrana.

    Desde entonces, la línea política-propagandística fariana ha pretendido con mayor vehemencia, deslegitimar al Estado colombiano, quitar el rótulo de terroristas tanto a los integrantes de las Farc como a sus acciones; tergiversar la realidad de los hechos y ganar espacio político en cada una de sus actividades, en particular las calculadas liberaciones de los secuestrados, en aras de lograr el estatus de beligerancia, que garantice a las Farc, reconocimiento y apoyo de todos los órdenes, por parte de los gobiernos confabulados con su ideología totalitaria.

    El primer episodio de gran magnitud, dentro de la manipulación propagandística de la liberación de secuestrados, ocurrió en junio de 1997 en Cartagena del Chairá, mediante el espectáculo mediático consentido por el gobierno central, luego de la desmilitarización de 13.000 kilómetros cuadrados, para que los terroristas entregaran a la Cruz Roja Internacional, a 60 miembros del Ejército Nacional secuestrados tras el sangriento asalto a la base de Las Delicias en el Putumayo, y a diez infantes de marina plagiados en el Chocó.

    El bochornoso acto alcanzó dimensiones insospechadas, debido al escaso espacio de maniobra política nacional e internacional, que tenía el desprestigiado presidente Ernesto Samper Pizano, acorralado por recibir seis millones de dólares para su campaña electoral, provenientes del cartel de Cali, y fuera de eso, soportar la vergüenza pública de perder la visa para entrar a los Estados Unidos por ese motivo; circunstancias que aprovecharon sus adversarios políticos para asediarlo e impedirle que intentara gobernar.

    Hechas la autocrítica y la valoración teórica, la primera liberación de militares secuestrados con mediación internacional y espectáculo mediático incluidos, resultó exitosa para los terroristas.

    En consecuencia, en forma paulatina el Secretariado de las Farc dejó a un lado la estratagema de los diálogos regionales, que siempre fueron rechazados por los colombianos, dada su improcedencia, pero incorporó dentro del Plan Estratégico, dos líneas de manipulación propagandística del secuestro.

    La primera: presionar al Congreso de la República, para que aprobara una Ley de Canje Permanente. La idea básica era secuestrar soldados y policías fuera de combate, o tras arrasadoras incursiones armadas contra unidades indisciplinadas o con reducidas posibilidades de recibir apoyo táctico, para luego canjearlos por terroristas encarcelados.

    El objetivo de esta línea de conducta proyectada a mediano y largo plazos, busca el reconocimiento internacional del estatus de beligerancia, algo que también podría surgir de los diálogos regionales, pero con mayor demora.

    La segunda: Difundir la auto denominación de Estado paralelo, que emite disposiciones legítimas para financiar el aparato terrorista, materializada en la expedición de la Ley 002, mediante la cual justifican el secuestro extorsivo como una acción revolucionaria válida, con el argumento que si los ricos pagan impuestos al Estado colombiano para financiar a las Fuerzas Militares, también deben pagar tributos al ejercito del pueblo.

    La audaz mixtura delictiva pretende enmascarar el proyecto estratégico de la izquierda recalcitrante, ansiosa de imponer una dictadura comunista en Colombia; legalizar el intercambio de militares secuestrados en cualquier circunstancia, por terroristas presos en las cárceles; legitimar el secuestro extorsivo denominado retención económica y cambiar el nombre de secuestrados por el de prisioneros de guerra.

    En síntesis, con el nuevo enfoque de los secuestros, las Farc dejaron atrás la idea de los diálogos regionales, e intuyeron la posibilidad de enmarcar la Ley de Canje dentro de propagandísticos acuerdos humanitarios tendientes a la legitimación internacional.

    Con el consuetudinario cinismo comunista, Rodrigo Granda describió las justificaciones farianas para cada uno de los tipos de secuestros, como si las Farc fueran un estado vigente y paralelo dentro del Estado colombiano:

    —Esta ley (002) fue sacada (sic) por las Farc cuando estábamos en San Vicente del Caguán y por ella, quienes posean unas utilidades superiores al millón de dólares, sean personas naturales o jurídicas, empresas nacionales o extranjeras, tienen obligatoriamente que pagar un impuesto del 10% para la paz de Colombia—

    —¿Qué ocurre si en los Estados Unidos se viola la ley impositiva o en Europa? Allá, quien desfalque al fisco o no cumpla las cuestiones fiscales, sencillamente se le mete a la cárcel—

    —Somos el germen de un nuevo Estado. Hemos legislado en esta materia que si una persona, o una empresa que sabemos que tienen utilidades superiores al millón de dólares, se le reconviene para que cancele ese dinero a las Farc. Si no lo hace, indudablemente puede ser retenida y llevada a nuestras cárceles del pueblo—

    —Nosotros no hablamos de secuestro, hablamos de retenciones de carácter económico de acuerdo a nuestra ley vigente 002, porque además son el Estado colombiano y son los ricos, los detentadores del poder quienes impusieron la guerra contra el pueblo y las masas. Nuestro pueblo no tiene dinero y la guerra que nos impusieron la tienen que pagar ellos. Son ellos los que tienen la plata… Entonces, nosotros hacemos la ley 002 para que se pague ese impuesto para la paz en Colombia—

    —Las Farc no tiene (sic) estructuras carcelarias determinadas. Por ende las tenemos en la alta montaña. Entonces allí llevamos a la gente. Cancela su impuesto y recobra su libertad. Por eso nosotros no hablamos de secuestro—

    —Ahora, en la confrontación propiamente militar se producen prisioneros de ambas partes. La mayor cantidad de prisioneros que tiene (sic) las Farc, son prisioneros de guerra. Han caído en las ciudades, son (sic) la gente que salen (sic) a cumplir alguna tarea como correos de la organización, o gente que sale enferma y que es retenida en las alcabalas (sic) del Ejército o que, de una u otra manera, son señalados por los sapos, como decimos en Colombia, que les acusan de pertenecer a nuestra organización guerrillera—

    —Entonces, nosotros consideramos que todos estos son prisioneros de guerra. Igualmente, nosotros en combate les capturamos policías, soldados, oficiales, suboficiales, agentes del DAS, agentes de la inteligencia, caídos en operaciones de carácter militar—

    —Mientras exista la guerra en Colombia es una necesidad para los ejércitos, para el gobierno colombiano y para la organización guerrillera, las Farc, hacer este intercambio humanitario—

    Por su parte Raúl Reyes agregó:

    —Para nosotros en ningún caso hay secuestro, porque se trata del resultado de una confrontación del pueblo en armas, las guerrillas revolucionarias en Colombia, y un Estado que tiene una ramificación en los tres poderes, Ejecutivo, Judicial y Legislativo—

    —Los soldados en nuestro poder son prisioneros de guerra y el resto prisioneros políticos. En el grupo que nosotros denominamos canjeables, está Ingrid Betancourt, una candidata a la presidencia y antes senadora, pero del sistema que combatimos. Por eso no es una secuestrada—

    Secuestros masivos de militares y policías

    Luego de analizar y evaluar la experiencia acumulada en el asalto a la base de las Delicias, los bloques Sur y Oriental de las Farc realizaron otros ataques masivos y arrasadores contra unidades militares y cuarteles de policía, con el fin de concretar réditos políticos, propagandísticos y publicitarios, enfocados en aprovechar la débil autoridad del presidente Ernesto Samper y la poca credibilidad de su gobierno en el hemisferio.

    El 21 de diciembre de 1997, integrantes del Bloque Sur de las Farc arrasaron la base militar donde operaba la repetidora de comunicaciones del batallón Boyacá, ubicada en el Cerro Patascoy en el departamento de Nariño. Al final de la cruenta incursión armada, cayeron en poder de los asaltantes los cabos Pablo Emilio Moncayo y José Libio Martínez, junto con nueve soldados.

    Casi cuatro meses después, el 03 de marzo de 1998, producto de la indisciplina y la falta de medidas tácticas de prevención y seguridad de un batallón de contraguerrillas, comandado por un oficial inepto quien estaba en observación para ser llamado a calificar servicios por incapacidad técnica profesional, fueron secuestrados en El Billar-Caquetá, el sargento viceprimero Ricardo Marulanda Valencia, así como los cabos primeros William Pérez, Luis Alfonso Beltrán Franco, Luis Arturo Arcia, Julio César Buitrago, y José Miguel Arteaga.

    La situación se complicó más para Colombia, debido a una inesperada coyuntura política ocurrida en el ocaso del mandato de Ernesto Samper, la cual oxigenó el Plan Estratégico de las Farc y de paso, sus líneas de acción particulares, relacionadas con el manejo publicitario de la liberación de los secuestrados, en pos de los objetivos generales acordados en las conferencias y plenos guerrilleros.

    Con la inexplicable venia de su partido que lo escogió como el candidato oficial de la colectividad, en contraste a que carecía de la capacidad psicotécnica para ejercer el cargo, pero persistente en ser elegido presidente de la república, para satisfacer su ego y refrendar el abolengo; el dirigente conservador Andrés Pastrana aprovechó los prolongados vínculos afectivos e ideológicos del polémico ex ministro de Obras Públicas Álvaro Leyva Durán con el Secretariado de las Farc, y sin consultar ni con el desprestigiado gobierno de Samper, ni con los organismos de seguridad del Estado, concertó una cita clandestina con Tirofijo en los Llanos del Yarí.

    Al cabo de la insólita reunión sucedida el 09 de julio de 1998, Andrés Pastrana fue fotografiado al lado del anciano terrorista, quien portaba en su antebrazo derecho, un reloj de pulsera con publicidad de la campaña pastranista.

    Fue tal la estulticia egocéntrica del candidato Andrés Pastrana, que salió convencido de esa cita, que él había engañado o por lo menos conminado a Tirofijo para que las Farc cesaran el terrorismo, por ende en un breve lapso venidero habría paz en Colombia, porque las Farc entregarían las armas y se desmovilizarían.

    Por su parte Tirofijo valoró dicha entrevista como la oportunidad que necesitaban las guerrillas comunistas, para meterse al corazón de la burguesía y manipular a sus anchas las improductivas conversaciones de paz, como ya lo habían hecho con Belisario Betancur, Virgilio Barco, Ernesto Samper y César Gaviria.

    En ese momento, Andrés Pastrana representaba para los terroristas, al típico exponente del establecimiento y la oligarquía capitalista, es decir el personaje ideal, cuya interlocución los proyectaría en el ámbito político de la guerra proletaria de clases.

    Cuestionable y grave. Andrés Pastrana se comprometió en un proceso de paz para el cuál no tenía estrategias definidas, ni objetivos precisos. Tampoco poseía la capacidad para convencer a los terroristas que se desmovilizaran. Mucho menos la claridad de un plan alterno en caso que el experimento fallara, porque ni siquiera intuía el comportamiento marrullero del adversario.

    En lugar de ser un plan con programas y metas concretas, la idea de paz pastranista, fue más un embeleco o un arrebato de populismo electorero y egocentrismo, enfocado en la búsqueda del Premio Nobel de Paz, o la eventual candidatura para la Secretaria General de la ONU, actividades personales, para las que dedicó tiempo y recursos del Estado, materializados en múltiples viajes de turismo presidencial por el mundo.

    Limitado por su propia miopía estratégica, Andrés Pastrana despreció la experiencia acumulada en torno al proceder consuetudinario de Tirofijo, demostró ignorancia absoluta acerca del Plan Estratégico de las Farc y antepuso su egocentrismo a los intereses nacionales, con la circunstancia agravante, que el electorado que lo eligió, se dejó enredar con las promesas pastranistas, y por ende, se impuso la amnesia político-electoral de los colombianos.

    De remate, el contendor de Andrés Pastrana para la segunda y definitiva vuelta electoral, fue el candidato liberal Horacio Serpa, desprestigiado en grado sumo por haber asumido la inexplicable e insostenible defensa del presidente Ernesto Samper, quizás el más cuestionado e improductivo mandatario, que haya ocupado la silla presidencial a lo largo de toda la historia de Colombia.

    Frente a las ofertas de las dos candidaturas, el pueblo colombiano optó por la que consideró menos nociva, ornamentada con la ilusoria e irreal propuesta de desmovilizar a las Farc por medio del diálogo, producto del mandato popular en las urnas

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