LAS ESPÍAS EN EL FRENTE
Da igual que se mantuvieran fieles a un bando o que renegaran de él, que se jugaran la vida por amor a la patria o que lo hicieran por dinero. Tampoco importaba que fueran las más audaces o las más inseguras, que lucharan por Hitler o por Churchill o que fueran olvidadas después, a pesar de que sus acciones resultaron decisivas para el éxito de operaciones tan importantes como el desembarco aliado en Normandía o la invasión nazi de la URSS. Todas las mujeres que, de una forma u otra, realizaron tareas de espionaje durante la Segunda Guerra Mundial tenían en común una de estas dos cosas: o que sus propios superiores desconfiaron de su capacidad al principio o que el enemigo tardó mucho en considerarlas una amenaza real.
Por eso, cuando Nancy Wake adelantó con su bicicleta a aquel grupo de soldados nazis en la Francia ocupada y los saludó tranquilamente con una sonrisa, a ninguno de ellos le pasó por la cabeza que esa mujer era la espía más buscada por la Gestapo y que se ofrecían cinco millones de francos por su cabeza. “¿Quiere usted registrarme?”, llegó a preguntar inocentemente en uno de los controles de la carretera, con el corazón temblándole por dentro a causa del miedo. “No, mademoiselle, puede usted continuar”, fue toda la respuesta que le dio el confiado oficial alemán entonces.
Este es apenas un ejemplo de la determinación y capacidad de sufrimiento que demostraron las espías que participaron en el conflicto más devastador de la humanidad, en todos los frentes y en ambos bandos. Ese mismo día, de hecho, Wake tuvo que pedalear
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos