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Pelea en el parque: el sueño de Tacha
Pelea en el parque: el sueño de Tacha
Pelea en el parque: el sueño de Tacha
Libro electrónico53 páginas44 minutos

Pelea en el parque: el sueño de Tacha

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Tacha y sus amigos Max, Poncho y Álex, tienen la ilusión de montar en el columpio del parque de su barrio. No más llegar, descubren que el columpio ya tiene dueños: los sobrinos del rector de su colegio y el agresivo Cetina. Una historia que se inicia con el reclamo de un derecho, acaba en una feroz batalla campal y en el ataque alevoso a la dulce Tacha.

En esta novela, ganadora en 1991 del Premio Nacional de Literatura Juvenil Fundalectura, Evelio Rosero Diago, uno de los mejores escritores colombianos de la actualidad, revela las tempranas raíces de la intolerancia de una sociedad. Pero, a su vez, ofrece luces de cómo la amistad, la solidaridad y el respeto por el otro son las claves para hallar el camino a la convivencia.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 abr 2015
ISBN9789587734232
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    Pelea en el parque - Evelio Rosero Diago

    Pelea en el parque

    El sueño de Tacha

    Evelio Rosero Diago

    A Julio Daniel Chaparro

    1 Los escondidos

    –¿Nadie quiere pelear? –gritaba el gordo Cetina, escrutando la rama dura de los arbustos que rodeaban el parque.

    –Peleen, vengan acá, miedosos –coreaban los mellizos, sin abandonar las dos silletas del columpio nuevo. Estaban en pleno centro del parque. Cetina los empujaba. Sudaba como una regadera, bufaba; eran los dueños absolutos del columpio amarillo, oloroso a pintura nueva, recién instalado.

    Agazapados, hundidos en la maraña de los arbustos, tres sombras los contemplaban.

    –Hoy no podremos columpiarnos –decía Poncho, lloriqueante.

    –Cállate –dijo Max. Y se arrastraron como serpientes–. Si hablas muy fuerte pueden escucharnos.

    Tacha se puso de pie, decidida. Apretó con fuerza el maletín, tragó saliva. Su voz hervía:

    –Yo no me sigo escondiendo. Debo atravesar el parque para llegar a mi casa. Hace más de una hora que salimos del liceo.

    –Tú eres niña, Tacha –dijo Poncho–. A ti no te harán nada.

    Tacha lo miró sorprendida: Poncho parecía a punto de llorar; con razón era el más pequeño del curso: solo siete años y ya en tercero de primaria. Pero Max. Max tenía nueve, como ella. ¿Por qué tanto miedo? El columpio no estaba en el liceo; estaba en el parque. Era de todos. Claro que Cetina y los mellizos eran los más grandes del curso. Nadie les hacía nada. Hasta el mismo profesor Saurio procuraba hacerse el de la vista gorda cuando Cetina y los mellizos incumplían con las tareas o manchaban de tinta los cuadernos ajenos y destrozaban las cartillas y dejaban como única pista esa misma horrible frase, escrita en lápiz rojo: «Otro golpe del pipí fantasma». Por algo los mellizos eran sobrinos del rector.

    –Adiós –les dijo Tacha.

    Max se volvió a ella, desesperado:

    –Si quieres ir, hazlo ya; y luego no digas que no te lo advertimos.

    –Me voy porque yo quiero –repuso Tacha.

    –Entonces vete de una vez –resopló Max. Estaba seguro de que ya los habían descubierto. No se sentía capaz de mirar hacia el columpio; pensó que de un momento a otro asomarían las cabezas del gordo Cetina y los mellizos por encima de los arbustos, riendo como salvajes; pensó, apretando los ojos, que Cetina agarraría por los pelos a Poncho y empezaría a zarandearlo hasta dejarlo calvo; que Poncho

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