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En la oscuridad
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Libro electrónico65 páginas38 minutos

En la oscuridad

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Información de este libro electrónico

Mamá dijo: —Quédate ahí que no me tardo. —¿Me lo prometes, mamá? —¡Claro que sí! Sólo voy a comprar un kilo de arroz para la cena. —Ella mintió. No regresó. Me quedé sola.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 jun 2017
ISBN9786071650238
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    En la oscuridad - Júlio Emílio Braz

    PRIMER AÑO

    Los primeros momentos

    MAMÁ DIJO:

    —Quédate aquí que no me tardo.

    —¿Me lo prometes, mamá?

    —¡Claro que sí! Sólo voy a comprar un kilo de arroz para la cena.

    Ella mintió. No regresó. Me quedé sola.

    Entré al supermercado. Entré. Salí. Volví a entrar. Salí otra vez. Lloré. Busqué a mi mamá. Mi mamá desapareció. Me fui caminando por la banqueta.

    —Mamá —grité—. Mamá. Mamá. Mamá.

    La soledad cada vez más intensa. El miedo aumentaba. Me cansé. Me senté en la plaza. El mundo creció alrededor de mí con la soledad. Me asustó. Las personas vienen y van. Todos tienen prisa. Huyen. Me evitan. No quieren saber nada de mí. Estoy sola. La plaza crece. La noche llega. No hay estrellas. Nubes negras ruedan por los cielos. Los relámpagos me hacen correr. Tengo miedo, mucho miedo. Mamá…

    Plim plim, plim…

    Está lloviendo. Tengo miedo.

    ¡Mamá! ¡mamá!

    Tengo seis años y el mundo es grande y negro.

    Estoy temblando de miedo. No sé si llorar, no sé si correr. Nadie me oye. Estoy sola con la lluvia y la lluvia me asusta.

    Doca. Se apareció como un ángel. Salió de dentro de mi dolor y mi soledad con una sonrisa que iluminaba todo su rostro. Ella tenía los ojos llenos de confianza, una manera muy suya de burlarse de nosotros, de crecer frente a nuestros ojos. Era tan grande como la sonrisa y la confianza que se encontraban en su cara negra como la noche. Negra y mojada.

    —¡Niña, tonta! —dijo ella, con su tono de gente grande, muy lejos de sus de diez años.— ¿Qué estas haciendo bajo la lluvia? ¡Quítate de ahí!

    Me jaló hacia abajo del puente. Tenía una casa allá. Bueno, parecía una casa —era un montón de restos de madera y cartón arreglados de cualquier manera, era un lugar para resguardarse de la lluvia y de las miradas hostiles de las personas. Otros rostros salieron de la oscuridad. Me llevaron adentro. Bebí algo caliente en una lata.

    Niñas. Otras niñas. Varias niñas. Éramos todas niñas y Doca era la mayor.

    Vivimos en torno a Doca. Ella hace y nosotras hacemos. Ella dice y nadie tiene el valor de ir contra ella. Ella sabe más. Hace más tiempo que sufre. Además, es la más fuerte y tiene la mano pesada. Ya lo sentí dos o tres veces. Santiña otras tantas. Todas ya lo sintieron. Parece ser parte del aprendizaje.

    Alguien debe haber golpeado a Doca también. La golpeó más fuerte y de muchas maneras, la golpeó dejando huellas profundas, pero de ellas Doca no habla. Doca decide todo. Es ella la que negocia con los

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