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Piel: Parte Quince
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Piel: Parte Quince
Libro electrónico41 páginas31 minutos

Piel: Parte Quince

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Caen una tras otra, como fichas de dominó.

Lo único en lo que Amy puede pensar es en componer las cosas con Lucian. Se portó muy mal con él la última vez que estuvieron juntos y lo atacó verbalmente en un ataque de ira. Ahora crece el remordimiento y un nueva parte de la sumisa en ella sale a flote.

Nada es lo que parece cuando su mundo gira por completo. Lucian está ignorándola otra vez y Amy tiene demasiadas cosas que hacer como para tener tiempo de lidiar con todo lo que va mal en el trabajo y Janice, quien está emocionalmente destrozada tras subir la intensidad a tope en Flesh.


Nivel de calor: Caliente

Este es el décimoquinto fascículo de la serie.

IdiomaEspañol
EditorialBabelcube
Fecha de lanzamiento6 sept 2018
ISBN9781547545896
Piel: Parte Quince

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    Piel - Sky Corgan

    CAPÍTULO UNO

    –Serví un poco de vino –sonrío e intento esconder con fuerzas que no noto la cara de desdén de Lucian.

    –¿Me quieres matar? –refunfuña.

    –¿Qué? –mi expresión se torna en confusión.

    Cierra los ojos y niega con la cabeza. «Perdón, he tenido un día difícil».

    –Bueno, pues entra y haré que mejore –hago un gesto para indicar que entre a mi departamento.

    Da unos pasos rápidos para entrar a la estancia y se queda ahí, de pie, con los brazos cruzados. Parece estar formado un tipo de pared protectora; nunca lo había visto así.

    Entro a la cocina para ir por las copas de vino y regreso para ofrecerle la suya. Observa mi mano como si fuera una serpiente a punto de atacar. Toma la copa de forma titubeante.

    –Cuéntame de tu día –hago un intento por mantenerme alegre. Tal vez si soy amable con él, componer las cosas sea mucho más fácil.

    –¿De verdad para eso me llamaste? –mira las burbujas en su copa. Me duele que no me mire, que sea tan frío.

    –Ya te dije para qué te llamé. Quiero arreglar las cosas –respiro profundo y me acerco a él para recargar mi cabeza sobre su pecho.

    La parte de mí que cree conocerlo espera que me tome entre sus brazos, pero no lo hace y mi corazón se rompe. Es como tratar de abrazar una estatua. Está inmóvil, indiferente.

    –Hoy no es el mejor momento para eso –se aparta de mí y da unos cuantos pasos para poner su copa en la barra.

    –Ok, entonces podemos vernos mañana –sugiero.

    –Mañana estoy ocupado.

    –¿El domingo?

    –También el domingo –gira la cabeza, pero no me mira –. Es hoy o nunca; es lo único por lo que estoy aquí.

    –Entonces hay que aprovechar el día –camino tras él y pongo mis manos en sus hombros para masajear sus músculos que se sienten como hierro bajo la punta de mis dedos. Está tan tenso que dudo estar sirviendo de mucho.

    Suspira y da un vistazo a su copa de vino. Su cuerpo comienza a relajarse y espero poder hacer un avance. En lugar de hablar, continúo frotando sus hombros y bajo hacia su espalda. Darle un masaje mientras está de pie es raro, pero no voy a detenerme; es lo mínimo que se merece de mi parte.

    –Hoy perdí un paciente ­–su voz es tan baja que apenas puedo oírle.

    –¿Qué? –hago una pausa, incapaz de sopesar lo que dijo.

    Toma un respiro hondo y levanta el rostro hacia el techo. «Era una mujer mayor, una paciente desde hace tiempo. Regresó por su tercera cirugía facial. Yo quería

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