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El club de los billonarios: Parte dos
El club de los billonarios: Parte dos
El club de los billonarios: Parte dos
Libro electrónico107 páginas1 hora

El club de los billonarios: Parte dos

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Nunca confíes en un atractivo desconocido. El Club de los billonarios era demasiado bueno para ser verdad, y los hombres que formaban parte de él eran peligrosos. Aunque puede que no todos. No estuve el tiempo suficiente como para conocerlos a todos. Solo hubo un hombre allí para mí. Un hombre que destrozó todo lo que yo conocía.

Anderson. O Anders, como prefiere ser llamado. Es mi pecado irresistible, y sigo sin saber casi nada de él. Todo lo que sé es que es guapísimo, misterioso, y que siente un deseo por mí que no puede ser saciado.

Necesito escapar de él, pero, ¿cómo? Él sabe dónde vivo. Sabe dónde trabajo. Y sabe cómo manipular mi corazón y mi cuerpo. Debería alejarme de él, pero soy una adicta. Necesito probarle una vez más. Solo una vez más.

IdiomaEspañol
EditorialBabelcube
Fecha de lanzamiento10 nov 2018
ISBN9781547554928
El club de los billonarios: Parte dos

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    El club de los billonarios - Sky Corgan

    CAPÍTULO UNO

    Él me ha destrozado. Solo le conozco desde hace dos semanas y media y me ha destrozado. ¿Cómo pude dejar que me embaucara de tal forma que creyera que toda la mierda que decía era verdad? Este lugar. El club de los billonarios. Todo mentira.

    Llorando mientras empaqueto mi ropa, me maldigo por haber sido tan estúpida. Puede que leer tantas novelas románticas me haya ablandado el cerebro. Desde que llegué aquí, no he sido capaz de distinguir entre la realidad y la ficción. Y ahora estoy pagando por ello.

    Él está casado. Ese pensamiento hace que me recorra una sensación tal de repugnancia que llega a doler. No sé por quién me siento peor, si por mí o por su esposa. Por supuesto, ella tiene que saberlo todo, puesto que ha aparecido por el club de los billonarios. Pero también es cierto que él miente muy bien. Puede que le haya mentido a ella también. No me sorprendería.

    Pero eso a mí no me incumbe. Ellos no son mi problema. Él no es mi problema.

    Quiero desesperadamente escapar de aquí. Estoy desesperada por huir de mi humillación. Ya no quiero seguir con esto. Con la fantasía, el sexo y las mentiras. Esto no es para mí. No merece la pena ni por todo el dinero del mundo. Evelyn tendrá que entenderlo. Ya se lo devolveré de alguna manera, pero no puedo seguir aquí. Y menos cuando sé que he estado follándome al marido de otra mujer. Eso va contra todos mis principios morales.

    Ni siquiera me molesto en notificar mi salida. Simplemente me voy. No quiero arriesgarme a que Anders vuelva a aparecer sigilosamente detrás de mí. Él es bueno en eso. Si me pilla yéndome, tendré que hablar con él, y no creo que pueda soportarlo en estos momentos.  Tendría que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no entrar en un ataque de cólera, y lo último que quiero es ponerme en ridículo más de lo que ya lo he hecho.

    Las lágrimas me caen silenciosamente por la mejilla mientras voy en el taxi hacia mi apartamento. Me siento culpable por no despedirme de Stephanie, pero lo último que me apetece escuchar ahora mismo es un te lo dije. Además, de todos modos no creo que hubiéramos seguido siendo amigas al salir del club de los billonarios. Ella es mucho más sofisticada de lo que yo espero llegar a ser nunca. Y probablemente no tiene amigas como yo en su vida personal.

    Ese pensamiento me hace fruncir el ceño. Es como si mi subconsciente estuviera intentando hundir mi auto-estima. Visualizo a la esposa de Anders de pie frente a la recepción. Su maravilloso cabello rubio perfectamente peinado. Su delgada y torneada figura. Su perfecto sentido de la elegancia. Yo soy un trol horrible en comparación. Fea y estúpida. Soy una estúpida por pensar que un hombre como él querría de verdad estar conmigo teniendo a alguien como ella.

    Mi día se volverá incluso peor. Cuando llegue a mi apartamento, tendré que explicar a Evelyn por qué dejé el club de los billonarios. Puede que ella se disguste por malgastar su dinero. Pero ahora no pienso molestarme en pensar en ello. Ahora mismo lo que necesito es ser egoísta para conservar la cordura.

    Milagrosamente, Evelyn y su marido no están en el apartamento. En su lugar hay cajas y cajas y cajas. Instantáneamente entro en pánico, y las lágrimas me recorren progresivamente el cuerpo en tremendos sollozos. Se van a mudar. Se van a mudar y ella ni siquiera se ha molestado en decírmelo.

    Me siento enferma al darme cuenta de que en realidad no me había enviado al club de los billonarios por amistad. Era simplemente un truco para sacarme del apartamento, y así poder mudarse con Martin sin que yo lo supiera. ¿Por qué si no me habría ocultado esta información? Ella sabía que yo temía que esto sucediera desde que le había tocado la lotería. Incluso habíamos hablado sobre ello una vez, y ella juró que nunca me abandonaría.

    Siento que mi vida gira en espiral, escapando de mi control. El mundo está lleno de mentirosos. No queda nadie en quien pueda confiar. Quiero simplemente morir.

    Me voy a mi dormitorio, dejo las maletas en el suelo, y me tiro a la cama antes de enroscarme con las almohadas y gritar contra ellas. Nunca, en toda mi vida, me había sentido tan sola...ni tan estúpida. Engañada dos veces en una semana. Realmente no debo ser ni la mitad de inteligente de lo que pensaba que era si no puedo darme cuenta de que el hombre del que me estoy enamorando no tiene el menor interés en mí, ni de que mi mejor amiga está intentando librarse de mí. Stephanie tenía razón. Soy demasiado ingenua.

    Mientras estoy tumbada y planeo mi siguiente movimiento, (literalmente, mi siguiente movimiento. No puedo quedarme aquí. No puedo permitirme el alquiler de ninguna manera), se me empiezan a cerrar los ojos. Llorar agota a una persona. El llanto y la depresión combinados son como una pastilla para dormir para mí. Mis problemas seguirán estando aquí cuando me despierte, clavándose en mi corazón como si estuvieran intentando asesinarme. Dormir es la única forma que tengo de conseguir paz, así que me dejo llevar, y le pido a Dios que no me vuelva a despertar.

    Pero sí que despierto, y no de forma natural. Abro los ojos de golpe al notar unas manos sacudiéndome. Cuando miro hacia arriba, Evelyn está mirándome con preocupación.

    Tessa, ¿Qué ha pasado? pregunta ella.

    Me habría gustado preguntarle lo mismo. Casi en el mismo instante en el que mi cerebro reconoce su rostro, me pongo de mal humor. Se supone que ella es mi mejor amiga, y se va a mudar sin siquiera decírmelo. Estoy más que jodida, pero también me siento vulnerable, dividida entre querer hablar sobre lo que sucedió en el club de los billonarios y queriendo gritarle por haber sido tan cabrona conmigo.

    Me fui, mascullo.

    ¿Por qué?

    Es una larga historia, pero prefiero que me cuentes tú por qué todo el jodido piso está embalado.

    Ella suspira, pareciendo decepcionada. Se suponía que iba a ser una sorpresa.

    ¡Bueno, pues vaya sorpresa! Me siento de golpe, con ojos muy abiertos y con expresión sarcástica. Volví a casa antes y lo arruiné todo.

    ¿Por qué estás tan a la defensiva? Su expresión se convierte en expresión ofendida.

    ¿Y por qué no debería estarlo? Te vas a mudar, y ni siquiera me lo ibas a decir. ¿Cómo no iba a joderme todo esto? Sabes que no puedo permitirme este apartamento yo sola. Digo, haciendo un gesto hacia el dormitorio.

    Su boca se tuerce en una sonrisa socarrona, y, dejando salir una pequeña carcajada, dice, ¿es eso lo que pensaste?

    Como ya te he dicho, se suponía que iba a ser una sorpresa. Martin y yo compramos una casa... para todos. Habíamos planeado tenerlo todo instalado antes de que volvieras, incluyendo tu habitación.

    Oh. Me la quedo mirando con la cara blanca, sintiéndome como una completa idiota. Ahora yo soy la que parece una mierda de amiga, acusándola de abandonarme. Definitivamente, no debería haber despertado nunca.

    Las lágrimas llegan a mis ojos en una mezcla de alivio, vergüenza y puro sufrimiento. Mi cuerpo no puede contener tanta emoción. Han sucedido demasiadas cosas en un periodo de tiempo demasiado corto. Probablemente voy a pasarme el resto de la noche llorando.

    Oye, vamos, no pasa nada. No lo sabías. Evelyn me rodea con su delgado cuerpo en un abrazo mientras yo sollozo de forma incontrolada en sus brazos.

    Todo

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