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Invasión a La Privacidad
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Libro electrónico168 páginas2 horas

Invasión a La Privacidad

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Pueden haber tocado tu cuerpo, pero no dejes que toquen tu alma


Existen recuerdos, amigos, cosas, hermanos que aparecen en algn momento de nuestra vida y de la misma manera se van sin dar un recuento... Y si regresan, me sentira expuesto, vulnerable. Porque les di un pedazo de mi vida, uno muy ntimo, y me desgarraron, e igual se marcharon y eso les da un control sobre m que no saba que tendran

Eres culpable de ser la vctima? Cul es tu crimen detrs del xito? Qu desgracia esconde esa sonrisa? Qu ocultas de los ojos de todo el mundo? Invasin a la privacidad, cinco historias, cinco viajes a la belleza que engalana lo peor de la humanidad el hombre mismo!
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento4 may 2012
ISBN9781463324667
Invasión a La Privacidad
Autor

Enrique Bolaños Contreras

Enrique Bolaños Contreras. Ingeniero de formación, empresario y músico, ha sido finalista en concursos de poesía y cuentos. Sus obras han sido publicadas en antologías en Argentina y España, su poema “Cien años y cien años más”, realizado en colaboración con Beatriz Ramírez, con motivo de las fiestas del Bicentenario de la Independencia de México, fue producido para televisión. Aquí nos presenta su primera obra independiente, “Invasión a la Privacidad”; una colección de emotivas historias que, con una seria ironía, atrapan al lector y lo transportan a los escenarios convirtiéndolo en un personaje de las mismas.

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    Invasión a La Privacidad - Enrique Bolaños Contreras

    Copyright © 2012 por Enrique Bolaños Contreras.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2012907114

    ISBN:                 Tapa Dura                                 978-1-4633-2468-1

                               Tapa Blanda                              978-1-4633-2467-4

                               Libro Electrónico                      978-1-4633-2466-7

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Para pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contacte con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Llamadas desde los EE.UU. 877.407.5847

    Llamadas internacionales +1.812.671.9757

    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    383387

    ÍNDICE

    Agradecimientos

    Prólogo

    La Fotografía

    El Jardín

    El Señor De La Piedra

    Los Guerreros Del Oscuro Mundo Medieval

    Café O Vodka

    CRÉDITOS:

    Texto de contraportada: Beatriz Ramírez y Quique Chan

    Diseño de imagen: PALIBRIO y Beatriz Ramírez

    Fotografías: Beatriz Ramírez y Quique Chan.

    AGRADECIMIENTOS

    A Beatriz por aguantar las historias desde sus inicios y, junto a Obdu y Cristina, rescatarlas de la tragedia tecnológica. A mi madre, Silvia (QEPD), que compartió mis logros aunque no mis gustos. A Helio (QEPD) por animarme a hacer lo que él nunca se atrevió; publicar. A Rocío por la inspiración. A Elizabeth por el ánimo. A mi padre por la crítica. A Eloisa Castañeda y Erick por las poses. A Fernanda por la recámara. A Luis por la iluminación. Al personal de PALIBRIO por su guía y apoyo, siempre profesionales y atentos. Y a todos aquellos que, voluntaria o involuntariamente, cooperaron con estas historias; sin ustedes este libro sería nada.

    PRÓLOGO

    Invasión a la privacidad nos lanza al viaje donde es inevitable ser testigos de personajes y circunstancias, de despojar a las personas de lo que, desde antaño, hemos considerado como sagrado: el derecho a tener una vida íntima, lejos de mirar al prójimo como amenaza y peligro.

    En este recorrido, el lector se involucrará en atribulaciones que entraña sentir la amenaza de convertirse en víctima o de pronto experimentarse infierno para el otro. Estos acontecimientos, latentes en la percepción colectiva de las modernas ciudades, le dan a esta travesía de cinco historias, creadas por Enrique Bolaños C., una atmósfera de suspenso tocado por el amor a la belleza que persuade a no ser viajeros de la indiferencia.

    Martín Mérida

    LA FOTOGRAFÍA

    La tarde era perfecta. El sol iluminaba a través de un cielo claro, con pocas nubes, el acantilado por el costado y cada ola que se estrellaba fabricaba una nueva imagen. La marea estaba subiendo por lo que cada imagen, igual que cada ola, era mayor que la anterior. Y las tres cámaras digitales, cada una en diferente ángulo y en progresión, seguían fotografiando el tronar de las olas contra las piedras del acantilado. En total, una foto cada cuatro segundos. Alexis esperaba sobre la hierba a unos 50 metros del acantilado, como depredador, a la espera de la presa en la trampa. Mientras, el tum, brom del reventar de las olas contra las piedras subía en volumen dominando en el ambiente. Claudia se estacionó a unos 100 metros de Alexis. Al ver el parabrisas salpicado con el agua de mar arrastrada por el viento que aumentaba pensó dos veces en bajar del coche y mojarse y mejor sonó la bocina, pero Alexis no respondió. Era imposible que escuchara, el tum, brom de las olas dominaba. Aspiró profundo y decidió esperar un momento a que el viento amainara mientras contemplaba a Alexis, la leyenda artística de los últimos tiempos, reposando sobre la hierba, en busca del último eslabón de su proyecto actual; una fotografía en especial.

    Alexis trabajaba en una imprenta cuyo principal producto eran los pergaminos con frases bonitas para ocasiones especiales. Su trabajo consistía en redactar los textos de los pergaminos. Para hacerlo sólo le bastaba compilar lo que leía en cualquier parte, lo que escuchaba en la calle, y lo acomodaba de forma tal que parecía poesía; aunque sin rimas ni métrica, sólo pensamientos… y plagiados. Era un trabajo sin futuro pero que le daba para vivir.

    Hasta que un día un grupo de música popular hizo una canción con el texto de uno de sus pergaminos y la fama le llegó de repente. Ahora se le llamaba poesía a su trabajo que seguía sin lograr rimas ni respetar métricas. Y los pergaminos que antes costaban $10.00 en las papelerías y tardaban en venderse ahora se costeaban a $50.00 y volaban como pan caliente. Y todo lo que hacía se le reconocía. Fue en esos comienzos cuando conoció a Claudia, quien ahora era su representante, y quien, además de la suerte, había hecho mucho para llevar a Alexis a la cúspide de la fama. ¡Vaya, la publicidad puede lograr bastante en un mundo de comida rápida y tan falto de ídolos!; se repetía tanto Claudia.

    Fiel a su filosofía, Claudia consiguió que los pininos esculpiendo de Alexis se vendieran en galerías de NY y Europa a precios estratosféricos. De igual forma hizo con los rayones en lienzos que realizaba Alexis cuando la depresión le llegaba y los colocó en el mercado como arte abstracto que refleja el sentir agónico de su autor.

    Alexis y Claudia hicieron mucho dinero. Pero hacía más de dos años que Alexis había desaparecido del escenario y Claudia no quería que esto pasara. Y es que Alexis traía una obsesión, ahora tomando fotografías, que Claudia ansiaba explotar pero que Alexis impedía porque, a voz de Alexis, le hacía falta aún una fotografía más; la misma que ahora, esa tarde, en ese acantilado, Alexis aseguraba conseguiría.

    El proyecto de Alexis, Dioses revelados, consistía en fotos de siluetas, de sombras, de contornos instantáneos que simulaban dioses. Nació a partir de una expedición de buceo en la cual, al fotografiar un banco de peces junto al arrecife coralino, apareció retratada al fondo la silueta de una sirena; una foto entre 60. Luego tuvo algunos logros con nubes y con olas obteniendo imágenes de ángeles y hasta una del imponente Poseidón en el reventar de unas olas contra un barco a punto de naufragar; su promedio mejoró a 1 entre 50. Un día, desde lejos, fotografió la ciudad capital y lo que la foto reveló era magnificente; se veía a la ciudad con los colores de la bandera en los costados y las nubes simulaban a Zeus sonriendo a la ciudad, como bendiciéndola. Claudia se maravilló con esa foto, la vio con precio altísimo, era como vender la explicación gráfica del por qué el país estaba en calma y su economía en boga. Esa foto valía mucho. Pero Alexis estaba a la caza de una imagen huidiza. Una que empezó a ver, sin lograr fotografiar, a partir de un programa televisivo en el que hablaba de su proyecto fotográfico y en el cual se autoproclamó la única persona ante la cual los dioses se revelaban mostrando su belleza y magnificencia. Declaración que le valió muchas críticas, pero también mucha publicidad manteniendo su nombre vigente. Alexis hacía mucho que había perdido el piso víctima de sus propios excesos pero eso nadie se lo haría ver, no era negocio.

    Alexis consideró a esta imagen Atenea. Sí, la diosa de la sabiduría. Tenía que ser ella. Ahora oía voces que dirigían su mirar a ciertos lugares. Y allí, como sombra, como visión, como flashazo, aparecía su Atenea, hermosa, etérea. Tenía que fotografiarla. Sería la cereza de su pastel artístico. Claudia sólo admiraba la paciencia de Alexis para este proyecto, el primero al cual veía que le dedicaba tiempo y trabajo; si la paciencia es un arte Alexis está en camino a ser un verdadero artista; pensó y rió para sí. Luego abrió la portezuela, dispuesta a mojarse un poco al ver que el viento no amainaba, sino arreciaba, tomó su celular con cámara para fotografiar a Alexis pensando en hacerle burla después con las fotos y salió del coche mientras el tum, brom del mar era cada vez más estruendoso.

    Alexis se levantó al divisar una figura en el mar que se acercaba. Atenea pensó. La veía claramente deslizarse por debajo de las olas, como una enorme sombra. Es el momento. Vio que sus cámaras no lograrían tomar la imagen perfecta. Desmontó una y se acercó al acantilado con la cámara preparada como si fuera rifle a la espera del salto de la liebre. Al llegar a la orilla del acantilado vio una enorme ola levantarse. Tomó su cámara. Apunto y disparó. Creyó que el sonido de la ola fue distinto esa vez, pero fue un instante. No vio llegar un brazo de agua por el costado que ocasionó que resbalara y se estrellara contra las rocas al fondo del acantilado.

    Varias horas después Claudia fue levantada por un equipo de urgencias y llevada al hospital en estado de shock, temblando y diciendo incoherencias. No, tú no repetía una y otra vez. Fue considerada en primera instancia culpable del asesinato de Alexis pero las cámaras demostraron que Claudia nunca apareció en escena. Una vez exonerada, permaneció en una institución psiquiátrica por voluntad propia ocho meses más.

    Así que, como pudieron ver, Claudia, la otrora representante artística de Alexis, no quiso opinar sobre la exposición que la hermana de Alexis inaugura hoy en el Museo Nacional a un año justo de la muerte de Alexis. La tan esperada serie Dioses revelados, que le costó la vida a Alexis, incluye todas las fotos del último día de vida de Alexis en el acantilado y la ola que le quitó la vida, con excepción de la que se rumora posee Claudia y de la cual tampoco quiso hacer comentario alguno. Reportando en vivo desde…; y la imagen de televisión mostraba al fondo a Claudia entrando a su domicilio con un bulto en las manos y con el reportero en primer plano.

    Gracias por esperarme Mónica, dijo Claudia esbozando una sonrisa con un dejo de fastidio a su amiga, que yacía en el sillón viendo a Claudia en el segundo plano de la toma televisiva.

    Son desesperantes. Te entiendo amiga; dijo Mónica al tiempo que apagaba la tv. Un día vas a tener que hablar con alguien. ¿Lo sabes? Claudia contestó afirmativamente con un movimiento de cabeza mientras entraba a la cocina con las bolsas de víveres. ¿Cuándo piensas volver al trabajo? Y reviró; ¿de dónde habrán sacado esa patraña de la fotografía que tú tienes?

    Claudia regresó a la sala. Permíteme dijo. Y sacó de la vitrina de copas su viejo celular. Se aseguró que encendiera y se lo puso a Mónica en las manos. En la pantalla había una foto de algo que parecía una silueta de una mujer con los brazos abiertos pero Mónica no le tomó forma. No es una foto, ¡son dos! Presionó un botón y la imagen cambió mostrando ahora la silueta de la mujer moviendo un brazo hacia su pecho. Mónica, con gesto de extrañeza, seguía sin tomarle forma. Ahí tienes a Atenea, a la Atenea de Alexis prosiguió Claudia; Alexis molestó a los dioses, no me cabe la menor duda. Allí está retratado como Atenea se llevó a Alexis; la expresión de Mónica era cada vez de mayor asombro. Encontró en la foto la pequeña figura de Alexis y distinguió a la imponente Atenea. Escuché un grito grave que se mezclaba con el tronido de las olas diciendo ¡TÚÚÚÚ NOOOOO! Lo escuché claramente y vi la figura mirando con odio a Alexis. Mónica distinguió los ojos de Atenea en la foto y su expresión volvió a cambiar, ahora era preocupación, y llevó su mano a su frente como entendiendo lo que Claudia le contaba. ¡Aún se me eriza la piel al recordar esa voz! Después Atenea levantó un brazo y lanzó a Alexis al precipicio. Sabes, Atenea, o esa ola, como quieras llamarle, estuvo erguida frente a Alexis como medio minuto… Alexis escribía pensamientos malos, no poemas. No era artista. Su único pecado fue dejarse llevar por la fama y venderse como artista… Pero la sociedad lo compró… continuó Claudia ensimismada, abstraída de su entorno, como culpándose. Tal vez fue culpa de todos. Pero a Alexis le tocó pagar los platos rotos… terminó.

    Mónica tragó saliva. Tengo que irme. Tengo que cubrir la nota del Museo Nacional y miró su reloj. Claudia la abrazó con lágrimas en los ojos, su rostro reflejaba una carga de la cual acaba de librarse y un profundo descanso en su alma. ¿Nunca pensaste en vender estas fotos? ¡Valdrían millones! Preguntó Mónica ya sobre la puerta de salida.

    No. Para nada. Nunca… Alexis traicionó al arte. O tal vez sólo representó la prostitución de las artes, aunque quienes traicionamos a las artes fuimos todos. Sólo que apreciaba a Alexis y nunca traicionaría su amistad negociando con su muerte. Claudia vio a su amiga partir en su coche, vio la tormenta que se formaba rápidamente y cerró la puerta. No más artes en su vida.

    Mónica sacó su celular y contempló las fotos de Atenea llevándose a Alexis. ¡Dios bendiga a los celulares con infrarrojo!; exclamó. Arrancó su coche y tomó la carretera. La lluvia comenzó estrepitosa. Algunos relámpagos cruzaron el cielo y otros cayeron en la tierra; PUUUMMM. ¡Con estas fotos de mi loca amiga me voy a hacer millonaria! Y creyó escuchar que un trueno sonó ¿TÚÚÚÚÚ? Luego se vio la luz del relámpago que golpeó la carretera.

    FIN

    EL JARDÍN

    Amapola despertó con el golpe del periódico contra la losa del pórtico. Hace algunas semanas eso hubiera

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