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Peligro Heredado
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Libro electrónico376 páginas5 horas

Peligro Heredado

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Males antiguos amenazan.

Peligro Heredado es el Libro Dos de la trilogía El Amanecer del Poder.

Catrin deja atrás su tierra natal mientras va en busca de conocimiento y paz, inconsciente de que se enfrentará al mayor mal que su mundo jamás haya conocido.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 abr 2017
ISBN9781507179451
Peligro Heredado

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    Peligro Heredado - Brian Rathbone

    Peligro Heredado

    Libro Dos de la trilogía El Amanecer del Poder

    Brian Rathbone

    Brianrathbone.com

    Editado por Andrea Howe

    Blue Falcon Editing

    White Wolf Press, LLC

    Males antiguos amenazan.

    Peligro Heredado es el Libro Dos de la trilogía El Amanecer del Poder.

    Catrin deja atrás su tierra natal mientras va en busca de conocimiento y paz, inconsciente de que se enfrentará al mayor mal que su mundo jamás haya conocido.

    El Mundo de Tierra de Dioses

    Series de Fantasía

    Trilogía El Amanecer del Poder

    Llamado del Heraldo

    Peligro Heredado

    Mineral Dragón

    Trilogía El Balance del Poder

    Regente

    Feral

    Regio

    Trilogía Artefactos del Poder

    La Quinta Magia

    Baluarte del Dragón

    La Séptima Magia

    Tierra Occidental

    Sylva

    Faulk

    Baluarte Adder

    Mar Interior

    Tierras Desiertas del Norte

    Tierra Llana

    Mundleboro

    Astor

    Tierra del Sur

    Tierra Linde

    Prólogo

    Impenetrable oscuridad envolvía a las cuevas frías, y Wendel Volker se estremeció mientras que la helada humedad trepaba por sus huesos. Su persistente tos hacía sacudir su pecho. A pesar que se había ido a su saco de dormir hace horas, su mente se negaba a calmarse. Sus problemas demandaban atención, demandaban que encontrara alguna manera de actuar, alguna manera de arreglar las cosas. Había pensando en poco más por días, pero ninguna solución se le había manifestado, sólo sentimientos de culpa, ira y desesperación.

    Catrin se había ido, y probablemente nunca la volvería a ver. Con toda su fuerza y devoción, había fallado al protegerla, justo como había fallado en proteger a Elsa, y ahora ambas estaban perdidas para él. Como un cobarde, se había ocultado en las cuevas frías cuando Catrin más lo había necesitado. Había confiado en Benjin para ocupar su lugar. Había sido un tonto. Tal vez Elsa había estado mal todos estos años; tal vez ella debió haber elegido a Benjin en lugar de a él.

    Apretando sus manos en puños, Wendel trató de alejar los pensamientos de su mente, pero los recuerdos de Catrin no cedían; lo inundaban con culpa y remordimiento.

    Cuando regresó sus pensamientos a su situación actual, no había consuelo. Catrin había dejado atrás una tierra problemática. Aunque sabía que había hecho lo mejor que podía y estaba inmensamente orgullosa de ella, sus acciones no habían sido suficientes. Alcanzar la paz bajo estas circunstancias era más de lo que cualquier persona podría lograr, y Wendel se preguntó cómo El Puño de Dios superaría el tumulto que amenazaba con consumirlos a todos. Los hombres del General Dempsy aún conservaban el puerto, y nadie podía saber qué planeaban hacer a continuación. El Director Grodin estaba sucumbiendo a la edad, y él regía en la Casa de los Maestros sólo en nombre. Era el Maestro Edling y sus seguidores quien realmente dominaban allí, y su testaruda arrogancia sólo exacerbaba los problemas. Al negarse a otorgar amnistía a los soldados Zjhon que desertaron, habían dividido a los ciudadanos de El Puño de Dios.

    Aunque las tribus de Arghast habían ayudado a defender a aquellos en las cuevas frías, su presencia sólo había servido para confundir las cosas. Una vez que parecía que los Zjhon ya no presentaban una amenaza inmediata, afirmaron haber cumplido su juramento a Catrin pero dejaron atrás una fuerza de treinta hombres montados para vigilar las cuevas frías. Era difícil de creer que habían venido en primer lugar, especialmente desde que declararon estar vinculados a Catrin.

    Tal vez sencillamente no podía aceptarlo, pensó Wendel. Incluso después de presenciar algunos de los acontecimientos en el puerto, no se podía convencer a sí mismo que Catrin era el Heraldo de Istra. Simplemente parecía demasiado irreal.

    Ella era su pequeña niña, no un presagio de destrucción. Se hizo creer que todo era una coincidencia, que Catrin no tenía nada que ver con las extrañas ocurrencias. De cualquier manera, poco importaba ahora. El Puño de Dios estaba atrapado en una guerra de tres lados, y él dudaba que volvería a ver a su hija otra vez.

    La idea de liderar una revolución no tenía atractivo para Wendel, pero se encontró atrapado en esa posición. Sus intentos de desistir al poder habían sido infructuosos; nadie estaba dispuesto a ocupar su lugar. Incluso cuando amenazó con dimitir y dejarlos sin un líder, nadie se ofreció como voluntario.

    Exhausto y mal preparado, luchó con encontrar una solución. Si se rendía a la voluntad de los Maestros, entonces los desertores serían echados con ningún lugar a donde ir, y el derramamiento de sangre comenzaría de nuevo. Wendel no podía aceptar eso.

    Jensen insistía en que tomaran de vuelta las tierras de cultivo y las tierras altas, pero Wendel era reacio a dejar la protección de las cuevas frías. Aquí, por lo menos, tenían el beneficio de fortificaciones naturales. Si retomaban el campo, entonces estarían extendidos muy delgadamente para defenderse a sí mismos adecuadamente. Parecía un rompecabezas sin solución, y sus pensamientos corrían en círculos.

    Sus suministros estaban disminuyendo, y pronto no tendrían más remedio que dejar su refugio a pesar del peligro. Suspirando, trató una vez más de apartar los problemas de su mente. Con la esperanza que alguna revelación llegaría a él por la mañana, rodó sobre su lado y continuó sudando pese al frío.

    Sombras de oscuridad se movían en su habitación, moviéndose como si espectros acecharan en cada esquina. Reprimiéndose por dejar que el estrés lo afectada de tal manera, Wendel rodó hacia la pared de la cueva y cerró apretadamente los ojos.

    Cuando un repugnante olor alcanzó su nariz, ya era demasiado tarde para escapar. Incluso mientras gritaba, una hoja fría separaba su carne.

    Capítulo 1

    La esperanza puede ser tonta o en vano, pero sin ella, todo está perdido.

    —Ebron Rall, sanador

    * * *

    Los mares detrás de la Anguila Resbaladiza se batían en su estela y dejaron un visible oleaje de agua turbulenta. El rastro efímero gradualmente se disipó en la distancia, donde, una vez más, las olas llegaron a ser casi indistinguibles antes de que otra embarcación las volviera a agitar. El Tiburón Sigiloso permaneció a la vista y siguió el ritmo de la Anguila Resbaladiza, pero no cerró la distancia. Los dos barcos estaban igualados cuando estaban en las mejores condiciones, pero la Anguila estaba fuertemente dañada y se revolcaba lentamente. Había estado cogiendo agua desde antes de salir del puerto, y la tripulación no había sido capaz de detener todas las filtraciones. Las bombas de sentina eran las únicas cosas que los mantenían a flote.

    La pérdida de hombres durante su huida de El Puño de Dios dejó a Kenward severamente escaso de personal, pero los cielos claros, vientos justos y mares tranquilos eran una bendición para la tribulación y hacía su trabajo un poco más fácil. Catrin, con su cabello corto, estaba de pie junto a Kenward en la popa, ambos observando el barco que los seguía de cerca.

    No lo entiendo, dijo Kenward. "El Tiburón está en una condición mucho mejor que la Anguila; debió de habernos alcanzado mucho tiempo atrás. Fasha y su tripulación definitivamente no están a bordo. El Tiburón está siendo navegado por hirvientes "amateurs" continuó él, sabiendo que a su hermana y su tripulación estaban muertos o varados en El Puño de Dios.

    Lo siento, dijo Catrin, tocando su brazo.

    Fasha es la persona más obstinada y tenaz que he conocido, dijo con un orgullo feroz. "Ella nadará de vuelta al Tiburón si eso es lo que se necesita."

    Su evidente orgullo hacia ella hizo sonreír a Catrin, y volvió a pensar, como lo había hecho tantas veces antes, lo que sería tener un hermano o una hermana. Chase era lo más cercano que tenía, y compartía la pérdida de Kenward. Ese pensamiento la llevó a preguntarse otra vez cómo le había ido a su padre, Benjin, y a los otros. Queriendo desesperadamente verlos o al menos saber que estaban bien, Catrin perdió las esperanzas. Ese conocimiento estaba fuera de su alcance, burlándose de ella. No tenía ilusiones sobre el viaje que tenía por delante, y aceptaba la posibilidad de que nunca volviera a ver a ninguno de ellos.

    Ahí, ¿Lo ves? dijo Kenward de repente. El aparejo está mal, ya se están saliendo de curso. Si estos tontos nos alcanzan, no será la culpa de nadie, sólo mía, se alejó, con una mirada agria en el rostro. Catrin igualó su paso, siguiéndolo al timón.

    ¿Qué puedo hacer para ayudar?

    Ya has hecho suficiente, sin tu magia, no creo que ninguno de nosotros hubiéramos escapado El Puño de Dios, los que vivimos te debemos nuestras vidas

    Y yo les debo mi vida a ti y a tu tripulación, se arriesgaron ustedes mismos para salvarnos, y siempre estaré agradecida. Su mención de magia envió un escalofrío por su espina, ella nunca había considerado que sus poderes fueran mágicos, y la imagen la perturbó.

    Bueno, no lo había pensando de esa manera, dijo Kenward. Y ciertamente podríamos hacer uso de ti, Bryn ha sido promovido, ya que Jimini, el contramaestre, se perdió en la tormenta, Jimini era un buen hombre—el mejor, pero Bryn es merecedor del puesto, pídele que te muestre qué puedes hacer.

    Después de buscar gran parte del barco, Catrin localizó a Bryn, que estaba en lo alto por encima de su cabeza, examinando metódicamente cada parte del aparejo, comprobó la cuerda, la polea, y la vela por daños. Mirando hacia abajo por un momento, la notó, y ella los saludó.

    ¿Podemos hablar cuando tengas un momento libre? le dijo.

    No hay más momentos libres para mí, me temo, gritó él en respuesta, bajaré. Sus movimientos fueron lentos y metódicos en comparación con sus acrobacias anteriores. Aún me duele la cabeza; no tengo buen balance, me siento como un tonto incompetente."

    Pasará, y entonces volverás a ser tu mismo. Sé que estás ocupado y corto de personal. ¿Qué puedo hacer para ayudar?

    Se mostró dudoso por un momento y luego guiñó el ojo mientras ella ponía sus manos sobre sus caderas. Lo primero que debes aprender es cómo atar nudos, todos ellos.

    ¿Eso es todo?

    Bryn rió entre dientes y sacó un pequeño lienzo y un tramo de cuerda flexible, y se los dio. Vuelve cuando los tengas todos dominados, dijo, y Catrin aceptó su desafío.

    Separando el lienzo en la cubierta, lo mantuvo en su lugar con un par de poleas de repuesto, estaba pintado con bellas ilustraciones, representando cada uno y su nombre, el lienzo era intimidante. No sabía que existían tantos tipos diferentes de nudos, ésta en efecto era una prueba.

    Decidida, comenzó con un nudo fácil, era un patrón sencillo, pero la cuerda se retorcía en sus manos y parecía resistirse a formar incluso el sencillo nudo as de guía. Pero persistió y estaba admirando orgullosamente su primer nudo cuando Nat se acercó.

    Creo que deberíamos hablar.

    Supongo que deberíamos, respondió Catrin, sin gustarle la expresión en sus ojos o su tono.

    Estoy seguro de que Benjin tenía planeado decirte ciertas cosas, dijo. Espero que ya haya discutido esto contigo. ¿Recuerdas a tu madre?

    Catrin se volvió bruscamente y lo miró fijamente. No se había esperado una pregunta tan personal, y en respuesta, ella asintió con tristeza. Los recuerdos de su madre eran borrosos, más como imágenes traslucidas, pero cuando Catrin pensaba en ella, se sentía cálida y segura y a menudo olía a rosas, su madre había amado las rosas.

    ¿Te habló tu padre alguna vez de la familia de tu madre?"

    No, a él no le gusta hablar de ello, y nunca quise hacerlo infeliz, así que nunca lo pregunté, respondió Catrin.

    ¿Te habló Benjin de su relación con ella? preguntó, con un aspecto un tanto asqueado.

    Benjin y yo nunca hemos hablado de mi madre por las mismas razones, contestó ella.

    Nat suspiró. Debieron habértelo dicho, pero como no lo hicieron, lo haré yo, lo siento hubiera sido mejor si esto viniera de Benjin o de tu padre.

    Catrin se puso nerviosa, insegura de querer oír lo que tenía que decir. Creo... que no... no creo que quiera saberlo, dijo ella, pero su imaginación ya estaba evocando imágenes espantosas que continuamente empeoraban.

    Lo siento, Catrin pero tu destino es Tierra Grande, y tu vida puede depender de esta información, dijo firmemente, y ella asintió. Probablemente has escuchado que mi padre estaba trastornado, y las personas dicen que heredé su enfermedad. Mi padre tenía visiones, él vio cosas que lo impulsaron a tomar un curso de acción sobre otro, no eran siempre cosas específicas, eran más como una intuición abrumadora. Observó su reacción.

    Ella había escuchado los rumores, pero juzgaba a Nat por sí misma, después de todo, él le había dado información que había sido instrumental en su escape de El Puño de Dios. Sin su ayuda, puede que ella nunca hubiera salido, le debía su vida. Pensando en lo que Kenward había dicho, se dio cuenta que todos ellos debían sus vidas el uno al otro, ninguno de ellos podría haber sobrevivido solo.

    ¿Cómo supiste qué escribir en tu carta? preguntó ella repentinamente. ¿De dónde provinieron esas palabras, la parte sobre la tierra y el agua? ¿Cómo pudiste ver el futuro?

    Era el turno de Nat de quedarse boquiabierto. ¿Ver el futuro? No puedo ver el futuro, esas palabras se me ocurrieron mientras escribía, ahora que lo pienso, ni siquiera estoy seguro de lo que significan. Pareció pensativo por un momento. ¿Fueron de algún modo proféticas?

    Sus palabras habían parecido extrañas cuando las leyó porque no tenían sentido, pero cuando necesitaba inspiración, sonaron en su mente.

    El agua le da forma a la tierra.

    Su extraño poema había cambiado el curso de la historia. Mientras ella relataba lo que sucedió en la meseta, sus ojos se agrandaron con cada detalle.

    Cuando terminó, se sentó mirando sus manos. Mi carta cambió la cara de El Puño de Dios y mató a cientos de hombres.

    No estoy orgullosa de ello, dijo Catrin un poco a la defensiva.

    Mil disculpas, sé que hiciste lo mejor, simplemente estoy sorprendido por el efecto de mis palabras espontáneas. Tú estabas protegiendo tu tierra natal, y eres un verdadero héroe.

    Catrin no se consideraba un héroe. Era una niña asustada, no preparada para afrontar los retos que se avecinaban. Kenward y Bryn, que habían estado observando al Tiburón Sigiloso vagaban más lejos, se acercaron antes de que tuviera oportunidad de ordenar sus sentimientos.

    No creo que tengan la habilidad de atraparnos, señor, dijo Bryn. No han ganado nada de tiempo durante nuestras reparaciones, y ahora que podemos aumentar la velocidad, podríamos perderlos.

    Necesitamos comida, y ahora es el momento de pescar, dijo Kenward. Si llenamos nuestra bodega, no moriremos de hambre cruzando los mares estériles, pero eso nos retrasará. Si esos tontos descubren lo que están haciendo, nos podrían atrapar.

    Podríamos echar por la borda a los peces si atrapan un viento milagroso, y yo, por una vez, preferiría no morir de hambre, dijo Bryn.

    Kenward sonrió. Dejen caer las líneas, hombres, pesquemos.

    Grandes recipientes con redes de arrastre fueron preparadas con múltiples líneas, anzuelos y carnada. Catrin respiró con dificultad mientras una alfombra verde esmeralda comenzaba a cubrir las aguas alrededor de la nave, excepto por el rastro de agua oscura en su estela.

    Es de la tormenta, dijo Kenward. Nosotros lo llamamos un oasis de tormenta. La fuerza de la tormenta draga los nutrientes del fondo marino, y grandes cantidades de plancton surgen en las aguas normalmente estériles. Los campos de plancton atraen a los peces, y ellos atraen más peces y aves. Apuntó hacia el lado de estribor, y Catrin se esforzó por ver. De repente, una creatura enorme se elevó sobre la superficie, y ella retrocedió con miedo.

    Ballenas, habrá más. Mantén tus ojos en los mares, y verás cosas que nunca has imaginado.

    Catrin observó a las ballenas, temiendo que atacaran a la nave. Kenward le aseguró que no presentaban ninguna amenaza, pero seguía ansiosa por esas creaturas tan grandes. Unas marsopas jugaban en la estela de la embarcación. Le chasqueaban a Catrin y a la tripulación, entreteniéndolos con sus travesuras, algunas saltaban alto en el aire, mientras otras caminaban sobre el agua en sus colas, y la belleza natural tomó la mente de Catrin de todo aquello que la abrumaba.

    Más tarde, cuando la tripulación recogía la primera red de arrastre, se energizaron mientras se forzaban por trabajar el torno, y dejaron salir un grito de entusiasmo cuando tres atunes enormes fueron tirados a la cubierta.

    Grandes arcas de sal y cajas de pino fueron traídas de la bodega. Los pescados limpios fueron colocados en las cajas y empacados con sal de mar seca. La sal sacaría la humedad de los pescados y prevendría su descomposición. Catrin y Nat ayudaban tanto como podían, después de ver a Nat filetear los pescados con cortes eficientes y hábiles, la tripulación parecía mirarlo con un respeto recién adquirido, pronto se estuvieron riendo con él y dándole palmaditas en la espalda mientras intercambiaban relatos y técnicas.

    Catrin no tenía habilidad para eviscerar peces y tenía poco deseos de aprender, así que se preparó para empaquetar sal alrededor de los pescados. El suministro de sal disminuyó rápidamente, pero la tripulación ya estaba hirviendo grandes ollas de agua de mar en un esfuerzo por reponer su suministro, era un proceso lento y tedioso.

    Kenward miraba atentamente mientras Catrin y los otros trabajaban junto a su tripulación. Me gustaría dar la bienvenida a los nuevos miembros de la tripulación, puede que no reconozcan la proa de la popa, pero trabajan como si sus vidas dependieron de ello, dijo él, sonriendo ampliamente, y Catrin lo consideró un extraño cumplido, pero la tripulación vitoreó y pisoteó el suelo. Catrin se sonrojó pero se alegró de haber ganado su respeto. También estaba encantada de ver a Nat trabajando como parte de la tripulación, nunca antes había parecido tan feliz.

    Los mares produjeron una gran recompensa, y al final del día, casi la mitad de la bodega estaba llena con atún salado, pescados redondos, y tiburón. Grubb, el cocinero del barco, preparó un festín de pescado fresco para la cena, y el aroma de la cocina hacía agua las bocas.

    Catrin se sintió bien por sus esfuerzos, el trabajo duro siempre le había ayudado a no preocuparse por cosas que no podía cambiar.

    Después de guardar la cuerda y el lienzo en su camarote, buscó a Nat. Su conversación no había acabado, y ella necesitaba saber qué más planeaba decirle. La puerta de su camarote estaba cerrada, pero podía escucharlo moviéndose en el interior, tocó la puerta ligeramente y esperó.

    Nat abrió la puerta y suspiró cuando la vio. Adelante, supongo que quieres oír el resto, dijo él mientras se tiraba a su hamaca. Miró fijamente al techo mientras hablaba.

    "Cuando tu padre, Benjin, y yo éramos de tu edad, mi padre tuvo una visión. Él estaba convencido de que los Zjhon atacarían a El Puño de Dios. Yo no le creí entonces, hasta donde yo sabía, nuestra gente no se había enfrentado a nadie en cientos, si no miles, de años. Había comenzado a ver algo de verdad en lo que los otros decían de él, pensé que estaba afectado por la locura.

    Trató de convencerme de ir a Tierra Grande en busca de información. Pero me rehusé, yo sólo quería cortejar a Julet y convencerla de que se casara conmigo. Él dijo que cosas terribles sucederían si yo no iba, pero era joven, terco y tonto, dijo él, su voz estaba revestida por las oleadas de angustia que vertían de él como una fuente.

    Se dio por vencido conmigo y se acercó a tu padre. Wendel era orgulloso e impetuoso y haría cualquier cosa para demostrar su valentía. Cuando mi padre lo desafió, tu padre tomó la carnada, el anzuelo y la línea, no había nada que nadie pudiera hacer para disuadirlo, no que muchos supieran de la situación. Inhaló un respiro profundo antes de continuar. Benjin pensó que la búsqueda era una ilusión, y discutió con tu padre, pero de alguna manera Wendel lo convenció de ir."

    El tono de Nat había cambiado gradualmente hasta que parecía estar hablando consigo mismo, habiendo olvidado que estaba allí, consumido como estaba en sus propios recuerdos. Padre hizo los arreglos, Benjin y Wendel se embarcaron en un pequeño barco pirata a lo largo de las costas del sur de El Puño de Dios. Se suponía que viajaban a las Islas Halcón, pero de alguna manera lograron viajar hasta Tierra Grande abordo de ese pequeño buque. Es una maravilla que no hayan muerto. Nat se quedó callado, cerró sus manos en puños, y Catrin creyó oír un gruñido escapando de su garganta. Comenzó a hablar varias veces pero tuvo que detenerse para recuperar la compostura.

    Traté de olvidarme de ellos y de las advertencias de mi padre, pretendí que nada de ello era real, diciéndome que todos ellos estaban locos, pero entonces la dulce Julet murió.  Aspiró un tembloroso respiro antes de continuar. Ella fue mordida por una víbora de cristal, que son extremadamente venenosas y usualmente sólo se encuentran en el desierto. Cómo llegó a estar en sus sábanas sigue siendo un misterio, pero me costó todo, todas mis esperanzas y sueños murieron con Julet, que su alma sea libre.

    Ninguna palabra podía expresar adecuadamente las condolencias de Catrin, y no podía pensar en nada que decir que no sonara trivial. En cambio, eligió poner sus manos en las suyas y darle un suave apretón, le dio unos momentos para lamentarse, cuando se había recuperado, continuó.

    Mi padre me culpó, dijo él con dificultad. Dijo que había ofendido al destino, y el destino me había tratado del mismo modo, en un desesperado intento por convencer al destino de regresar a mi Julet, traté de arreglar las cosas. Sabía que nunca funcionaría, pero eso no me detuvo de intentarlo. Ya no podía soportar la vista de mi patria, todo me recordaba mi fracaso, de cómo mis acciones habían matado a Julet, dijo él, golpeando sus puños contra sus muslos. "Dejé El Puño de Dios en un pequeño barco pesquero con la esperanza de encontrar a Wendel y Benjin. Fue un viaje terrible, y me llevó más de un año encontrarlos, cuando lo hice, conocí a tu madre.

    Fue un tiempo difícil, dijo él, mirándola a los ojos por primera vez desde que empezó a hablar. Lamento tener que decirte esto, dijo, y se detuvo como si no estuviera seguro de si debía continuar.

    "Tu madre capturó tanto el corazón de Wendel como el de Benjin, ella parecía realmente no saber de sus sentimientos, y la tensión creció. Wendel y Benjin se llenaron de rencor hacia el otro y ambos fueron miserables, un día le dijeron a Elsa que tendría que elegir entre ellos, pero ella sentía cariño por ambos y se negó. Eventualmente la tensión fue demasiado grande, y Benjin desafió a Wendel. Argumentaron al principio, pero escaló, y lucharon como locos, casi matándose entre sí. Elsa y yo los separamos, y ambos fuimos heridos en el proceso. Nos combatieron ciegamente y no agradecieron nuestra interferencia.

    Después de la pelea, Elsa atendió las heridas de Wendel. No estoy seguro si fue la pérdida de su amigo o la silenciosa decisión de Elsa lo que lo influenció, pero Benjin se fue sin decir una palabra. Tu padre se entristeció por su partida pero no fue tras él.

    Catrin podía sentir su corazón romperse mientras escuchaba, incapaz de soportar la idea de que su padre y Benjin pelearan. ¿Por qué me estás diciendo esto?

    Te lo estoy diciendo porque hay muchos en Tierra Grande que recordarán a tus padres y los acontecimientos que rodearon su salida de Tierra Grande. Verás, tu madre era la hija de un noble muy rico, un miembro prominente de la sociedad. Hizo una pausa para mirar a Catrin. Y tú eres su viva imagen.

    Lágrimas hacían borrosa su visión, Catrin no pudo soportar más y huyó de la cabina.

    * * *

    Nat no estaba orgulloso de sí mismo, pero había empezado a hacer lo que era correcto. Aún así, temía lo que vendría después y dudaba que cualquier palabra hiciera entender a Catrin. Con un profundo respiro, intentó dormir, pero el sueño no vendría. Una sensación inquietante pero familiar creció con firmeza, y se preparó a sí mismo. El sabor de sangre llenaba su boca mientras sus músculos se apretaban y la visión abrumaba sus sentidos.

    La tierra temblaba bajo el peso de una luz débil y verde. Un demonio horrible con ojos de hielo desgarraba el aire, y los cielos se prendieron en llamas. En el camino del demonio, Catrin estaba de pie, abandonada y sola, sus brazos extendidos y el poder fluyendo a su alrededor. Rugiendo como venía, el demonio la envolvió en sus llamas, y ella desapareció en la conflagración.

    Nat inhaló un respiro profundo mientras el ataque lo liberado, y sintió ser desgarrado, arrancado de las visiones, el deber y la ira de los hombres muertos hace largo tiempo.

    Capítulo 2

    El pasado es indeleble, pero cada una de nuestras acciones teje la tela del futuro.

    —Enoch Giest, el Primero

    * * *

    Catrin evitó a Nat por los próximos días y se mantuvo ocupada practicando nudos. Dominarlos todos le daba un gran orgullo, y buscó a Bryn que la observó dar una demostración.

    No está mal, dijo él, pero en un barco, tienes que ser capaz de atarlos sin pensar  o ni siquiera mirar lo que estás haciendo, regresa cuando puedas hacerlos todos con los ojos cerrados.

    La decepción fue superada por la necesidad de triunfo, negándose a fracasar, Catrin se agachó en la cubierta. Con los ojos cerrados, encontró sus otros sentidos intensificados. Las cosas que normalmente complementaban su imagen visual eran ahora su única fuente de percepción. Cuando Nat cruzó la cubierta, lo reconoció por el chasquido rítmico de su bastón contra la cubierta. El sonido se acercó y se detuvo, y no se sorprendió cuando habló.

    Lo siento Catrin, no quería hacerte daño.

    ¿Entonces, por qué lo hiciste? ¡Podrías hacerme dicho simplemente que me parecía a mi madre y que puede que la gente me reconociera! dijo ella, dándose cuenta incluso cuando las palabras salían de su boca que estaba siendo irrazonable, Nat no era el culpable por el dolor que su mensaje suscitó en su interior.

    Lo siento, dijo él.

    No, soy yo quien te debe una disculpa, reaccioné mal y he estado actuando como una niña. Por favor siéntate conmigo, dijo, señalando el espacio junto a ella. Nat se acercó lentamente a la cubierta, gruñendo mientras se acomodaba.

    Me estoy volviendo viejo.

    He querido preguntarte algo, dijo Catrin. ¿Cómo lograste nadar y aferrarte a tu bastón al mismo tiempo? Recordó su propia zambullida en el mar.

    La espalda de Nat se tensó y su rostro se endureció. Tuve que elegir, dijo él. Tuve que elegir entre mi vida y los últimos deseos de mi padre. Sabía que no podía nadar con el bastón en mis manos, al menos no muy bien. Pero abandonar el bastón hubiera sido traicionar a mi padre. No aceptaría las consecuencias, no de nuevo—no podría. El veneno que se derramaba de él, como si hubiera sajado una herida enconada, sorprendió a Catrin. Dijeron que estaba loco por aferrarme al bastón, que sólo un loco intentaría nadar con un bastón de hierro, dijo él con una mirada furiosa y afligida hacia la tripulación.

    Ya veo, dijo Catrin, mirándolo a los ojos.

    Era el turno de Nat para sentirse tonto; parecía darse cuenta de que la tripulación no podría haber sabido el daño  que le causaría eso, y sacudió la cabeza. Debo haberles parecido un loco, arriesgando mi vida para salvar un trozo de madera y metal. No había manera en que ellos pudieran haber entendido, hubiera muerto sin su ayuda.

    Suspiró. Miró a la cubierta, rompiendo el contacto visual con Catrin. Me duele molestarte más, pero debo hacerlo. Te fuiste antes de que pudiera contarte el resto. Yo no puedo ir contigo a Tierra Grande, soltó él.

    Catrin se reclinó tan rápidamente que golpeó su cabeza en caseta de navegación. Incapaz de formular una respuesta, se limitó a mirarlo fijamente en estado de shock.

    "No es que no quiera ir. Por favor entiende, sé que juré protegerte, y lo haré por todo el tiempo que pueda. Pero no puedo ir a Tierra Grande, me fue prohibido.

    Catrin no estaba segura de cuánto más podría soportar.

    En su lecho de muerte, me hizo jurar que nunca volvería a poner un pie en Tierra Grande. Él dijo que si lo hacía, ocurriría algo mucho más terrible que la muerte de Julet, y no puedo permitir que eso suceda.

    Miró directamente a Catrin. "Parece que he tomado demasiados juramentos, y ahora debo elegir, porque no puedo obedecerlos todos. ¿Tú, Catrin Volker, Heraldo de Istra y mi querida amiga, me

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