Educación alimentaria durante la infancia y el crecimiento

Por Roberta Graziano

En los últimos años se habla cada vez más de la "globesidad", la nueva epidema general de obesidad y sobrepeso que afecta a millones de personas, de la que no se salvan los niños ni los adolescentes. Su alcance es tal que la Organización Mundial de la Salud ha empezado a tomar cartas en el asunto.

Si no se le pone freno inmediatamente se verá afectada seriamente la salud de millones de chicos.

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 15 sept 2016
• ISBN: 9781507155134

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ÍNDICE

Obesidad infantil: la nueva emergencia sanitaria

En los últimos años se está dando en los países industrializados un nuevo tipo de emergencia sanitaria: el problema de la obesidad infantil.

Últimamente se ha producido un cambio tanto en los hábitos alimenticios de las personas (tanto a nivel cualitativo como cuantitativo) como en el estilo de vida. 

En cuanto al aspecto cualitativo, se ha ido abandonando la dieta mediterránea, basada en un mayor consumo de alimentos de origen vegetal, cereales y derivados, legumbres, fruta y hortalizas, y un consumo moderado de carne, huevos, lácteos y pescado. Hoy en día, en cambio, consumimos más grasas, proteínas y azúcares en detrimento de las hortalizas, legumbres y frutas, que están casi por debajo de los niveles recomendados. 

A nivel cuantitativo, han aumentado las porciones de carne, huevos y lácteos, mientras que las frutas y verduras han pasado a ser de consumo más limitado. Estas restricciones se han visto reflejadas en la aparición de enfermedades por carencias nutricionales o incluso al contrario, por exceso.

La prevención básica consiste en seguir una correcta alimentación, una actividad física constante y regular y mantener un peso acorde con la altura de los niños. Estos hábitos son considerados por todos los expertos del sector una buena práctica para prevenir y reducir el riesgo de contraer ciertas enfemedades.

El exceso de peso puede provocar en los niños y adolescentes problemas tanto físicos como psicológicos. Así pues, es necesario un sistema de prevención básico a seguir no solo por aquellos que ya presentan problemas de obesidad o sobrepeso, sino por toda la población.

Uno de los principales pilares de la prevención básica es enseñar a los chicos (y también, principalmente, a los adultos), la importancia de comer correctamente y de manera equilibrada. Los padres tienen que implicarse, ya que son las primeras personas con las que los niños entran en contacto, de modo que también son los que más  observan e imitan. En consecuencia, si un adulto come de manera sana, sus hijos también comerán del mismo modo, y todo aquelllo que aprendemos de pequeños lo seguimos aplicando en la edad adulta. Así pues, si el niño adquiere hábitos correctos desde pequeño, los conservará cuando sea mayor.

Pero muchas veces el problema está en los adultos, que no suelen considerar la alimentación como una parte de un correcto estilo alimentario o uno de los principios en los que se basa un estilo de vida correcto.

Sin embargo la alimentación es fundamental para el correcto crecimiento y desarrollo de nuestros hijos. Numerosos estudios han demostrado que un niño con sobrepeso tiene muchas posibilidades de seguir con sobrepeso en la adolescencia y convertirse en un adulto obeso, con todas las consecuencias que ello comportará en su estado de salud. Otro resultado de los estudios es que los niños que engordan en edad escolar tienen un 30% más de posibilidades de convertirse en adultos obesos.

Los niños y adolescentes obesos están expuestos desde la infancia a dificultades respiratorias, problemas con las articulaciones y movilidad reducida, además de molestias en el aparato digestivo y de carácter psicológico.

Obesidad y sobrepeso son dos condicionantes asociados a enfermedades crónicas como las cardiovasculares, ictus, diabetes, algunos tumores (endométricos, colorectales, renales, y de mama en la post-menopausia), colecistitis u osteoartritis. Otros problemas asociados pueden ser hipertensión, hipercolesterolemia, apnea nocturna y problemas respiratorios, asma, aumento del riesgo quirúrgico, complicaciones durante el embarazo, hirsutismo e irregularidades menstruales.

En la siguiente tabla (Tab. 1) se citan algunas de las enfermedades asociadas a un exceso o carencia de nutrientes.

Si añadimos a todo esto el estilo de vida sedentario, se encuentran graves consecuencias para la salud tanto de los adultos como de los chicos.

La actividad física cotidiana es indispensable, de hecho entre los objetivos de prevención primaria se encuentra motivar a los padres y a los hijos a reducir el tiempo delante de la televisión y el ordenador y limitar todos los hábitos sedentarios en general (usar el ascensor, coger el coche incluso para pequeños desplazamientos, etc.). Los chicos deberían ser capaces de identificar las actividades físicas que más les gusten y practicarlas habitualmente

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Bibliografía

Bambini in sovrappeso, segunda edición, (2012), Barbara Asprea, Tecniche Nuove.

Crescere bene dallo svezzamento all’adolescenza – Manuale dedicato ai genitori, Educazione Alimentare Grana Padano.

Nutrizione pediatrica dalla nascita all’adolescenza. Principi e pratica, (2005), Franchini F. et all., Piccin.

Obesità del bambino e dell’adolescente: consensus su prevenzione, diagnosi e terapia, (2006), Sociedad Italiana de Pediatría.

Più ortaggi, legumi e frutta. Educazione alimentare e del gusto nella scuola primaria. Manuale per la formazione dell’insegnante, INRAN.

Raccomandazioni per la diagnosi e il trattamento ambulatoriale dell’obesità essenziale in età evolutiva, (2004), Documento aprobado por la Comisión Consultiva para productos destinados a una alimentación particular, Ministerio de Sanidad, Departamento de prevención y