“La pandemia representó una ruptura en la alimentación de muchas personas”, asegura Liliana Retana, directora de la plataforma digital de bienestar y nutrición Zertú, con seguidores en México y Latinoamérica. “Como con el covid-19 el nivel de mortalidad más grande se dio entre quienes tenían enfermedades metabólicas como la diabetes, en estos dos últimos años la nutrición dejó de ser considerada como una moda. Se empezó a tomar conciencia sobre lo que se come”, agrega Retana. Algo similar asegura la nutrióloga Renata Neri, que tiene su consultorio en la Ciudad de México, pero que a raíz de la crisis sanitaria empezó a ver pacientes a través de videollamadas. “Tuve un aumento de las consultas de alrededor de 60%. Con la cuarentena, muchos consultaron porque vieron un incremento en sus niveles de ansiedad: así, llenaban huecos emocionales con comida, que con el confinamiento estuvo más que nunca al alcance de la mano, en la alacena, el refrigerador, etcétera”.
Por otro lado, a pesar de que hoy, más que nunca, el conocimiento científico está al alcance de casi todos, a un solo clic de distancia –al menos en la web–, “muchos siguen creyendo en soluciones mágicas o inmediatas, como dietas o pastillas milagrosas, en lugar de hacer cambios que se puedan sostener en el tiempo”, prosigue Retana. Y revela que los mitos alimentarios siguen, por desgracia, a la orden del día. Por ejemplo, en la pandemia, “creció mucho el interés por la dieta keto, que se enfoca en el consumo de proteínas y grasas y elimina los