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Irokuro 4: La ley del más fuerte
Irokuro 4: La ley del más fuerte
Irokuro 4: La ley del más fuerte
Libro electrónico165 páginas2 horas

Irokuro 4: La ley del más fuerte

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Información de este libro electrónico

Tras muchos años encerrado, Sek, el guardián del rayo, ha sido liberado. Su objetivo es muy sencillo: Apoderarse de todas las piedras elementales para obtener el poder absoluto y crear un nuevo mundo en el que la tiranía de los fuertes se imponga sobre los débiles, y en el cual él, como el más fuerte de todos, domine al resto de una forma cruel y despiadada.

Sin embargo no lo tendrá fácil ya que un cuarteto de valientes heroes formado por un rápido guerrero, un musculoso luchador, una pequeña maga y un invocador se han enterado de sus malvados planes y no piensan quedarse de brazos cruzados.

¿Podrán estos cuatros heroes salvar al mundo o logrará Sek su objetivo y gobernará el mundo con mano de hierro?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 mar 2015
Irokuro 4: La ley del más fuerte
Autor

Roberto Pérez Muñoz

Mi historia comienza a principios del 2012 cuando mis padres deciden reformar la casa. ¿Tiene algo que ver esto con los libros? Pues como verás a continuación, sí. Tenía que estar en casa mientras los albañiles realizaban la obra y fue cuando comencé a escribir. Lo que empezó como una manera de olvidarme un poco de la reforma y sus martillazos, su polvo y sus mil y un ruidos infernales ha acabado convirtiendose en una gran afición.

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    Irokuro 4 - Roberto Pérez Muñoz

    La ley del más fuerte

    Roberto Pérez Muñoz

    Portada:

    Roberto Pérez Muñoz

    José Miguel Pérez Muñoz

    Registrado en el Registro de la Propiedad Intelectual

    Nº de registro- V-831-13

    © 2013-Roberto Pérez Muñoz – Todos los derechos reservados

    PRÓLOGO

    Al principio no había nada. Luego llegó el Creador y creó el mundo y lo llenó de montañas, de ríos, de islas y de un montón de cosas más. Acto seguido, creó las piedras del poder, unas piedras en las que se acumulaba todo la energía del mundo y que mantenían el equilibrio del planeta. Cada una de ellas tenía un elemento: el fuego, el rayo, la tierra, el viento y el agua. Después se lío a crear bichos y plantas por doquier y finalmente creó a los dinosaurios, pero como eran muy escandalosos, un día el Creador hizo un meteorito gigante, lo lanzó contra el mundo y mandó a tomar por el culo a todos los dinosaurios. Entonces creó al ser humano, y al ver la obsesión que tenía por obtener todo el poder que pudiera conseguir, decidió crear a seis dioses, seis guardianes que protegerían las piedras del poder de las codiciosas manos del ser humano. El primero de los guardianes que fue creado se llamó Sek, dios del trueno, de los rayos y las centellas, el segundo fue Saf, dios del fuego, las llamas y las cerillas, el tercer guardián fue una mujer, Sil, diosa de la tierra, los campos y la agricultura, el cuarto fue Sot, dios del viento, los vendavales y los ciclones, y por último, para la piedra del agua, fueron creados dos seres, Sun, diosa del agua, la lluvia y la gota fría y otra mujer llamada Suz, diosa del hielo, la nieve y del iceberg contra el que se chocó el Titanic. No se sabe a ciencia cierta porque fueron creados dos seres para proteger la piedra del agua, ya que el agua en estado sólido era hielo, y lógicamente, el hielo en estado líquido era agua, pero hay una teoría que dice que de esta manera habría seis dioses, tres de género masculino y tres de género femenino y por lo tanto igualdad de género. La misión de estos dioses era proteger las piedras del poder de cualquiera que quisiera hacerse con ellas, ya que si alguien lo lograba, podría controlar todos los elementos del mundo y un mal uso de ellos provocaría graves daños al planeta, pudiendo llevarlo a su completa destrucción. Una vez creado el mundo y unos seres que lo protegieran, el Creador se fue a crear otro mundo ya que era su hobby favorito. Durante muchos años el mundo vivió en paz y armonía pero todo eso cambió el día en que a Sek, dios del trueno, se le hincharon las pelotas de ver las payasadas que hacían los humanos. ¿Por qué él, el primer guardián que fue creado y dios del trueno, tenía que soportar a los estúpidos humanos? Era mucho más poderoso que todos ellos juntos y podía eliminarlos con un sólo dedo. Decidido a convertirse en el dueño del mundo, se fue en busca de las otras piedras del poder, si lograba hacerse con todas, tendría todo el poder del mundo, convirtiéndose en el ser más poderoso del planeta y pudiendo hacer lo que le diera la gana cuando quisiera. Sek creía que los otros dioses pensaban como él pero no era así, Sil, Sot, Suz y Sun sabían que habían sido creados con el único fin de proteger las piedras y no tenían ningún interés en obtener más poder. Saf, al igual que Sek, odiaba a los humanos pero sabía que su misión era proteger las piedras y eso era lo único que iba a hacer. Intentaron quitarle de la cabeza esa idea pero Sek puso en marcha su plan y se vieron obligados a enfrentarse con él. Después de una larga pelea, consiguieron encerrarlo dentro de la piedra del rayo, acabando con la amenaza que suponía Sek y a la vez dejando la piedra sin un guardián que la protegiera. Fue un grave error no caer en ello, ya que miles de años después, por culpa de los deseos de venganza de un humano, el mundo volvió a estar bajo la amenaza del perturbado guardián.

    PRIMERA PARTE:

    EL COMIENZO

    CAPÍTULO 1:

    SEKIDO Y RICKY COELLO

    Esta historia se desarrolla en una época muy lejana, una época en la que había muchos caballeros, magos, ogros, dragones y todo ese tipo de bichos raros, una época dominada por la espada y la brujería. El protagonista de esta historia es Sekido. Es un hombre de aspecto joven, de estatura media, con barba, el pelo castaño y largo y los ojos azules. Va vestido con una camisa de color azul oscuro de manga larga, unos pantalones también oscuros y unas botas negras. En las manos lleva unos guantes negros, en la cabeza una bandana de color rojo y en la cintura lleva dos katanas, cada una dentro de su funda. Sekido es conocido alrededor de todo el mundo como uno de los mejores luchadores que existe, su gran habilidad con las espadas unida a su velocidad y reflejos le convierten en un gran adversario. Sekido vaga por el mundo ayudando a todo aquel que esté en peligro y aceptando el desafío de cualquiera que quiera luchar con él. Un día, mientras atravesaba el bosque de las tierras del Norte, apareció un guerrero dispuesto a luchar con él, su nombre era Ricky Coello. Era un hombre de veinticuatro años, alto, muy corpulento, con el pelo rubio y largo y los ojos marrones. Vestía una gabardina de color verde que llevaba desabrochada, unos pantalones marrones y unas botas negras. Debajo de la gabardina no llevaba nada más, por lo que se veía su torso desnudo con todos los músculos marcados. En la espalda llevaba una enorme espada cuya hoja media dos metros de largo y veinticinco centímetros de ancho.

    -Tú eres ese al que llaman Sekido, ¿verdad?- le preguntó.

    -¿Quién lo pregunta si puede saberse?- le contestó.

    -Soy Ricky Coello y voy a convertirme en el mejor guerrero de la historia y para conseguirlo antes tengo que derrotar a los mas fuertes, y tú, eres uno de ellos.

    -¿Estás retándome a un duelo?- dijo Sekido mientras ponía su mano derecha en una de las katanas.

    -Sí, ¿aceptas?

    -Por supuesto- le contestó sonriendo.

    Coello cogió su espada y lanzó un ataque horizontal contra Sekido, que esquivó el golpe con gran facilidad. Coello realizó varios ataques más, tanto horizontales como verticales, y todos acabaron igual, sin poder dar en su objetivo.

    -Los ataques que puedes hacer con esa espada son muy lentos, y para alguien tan rápido como yo, fáciles de esquivar- le dijo Sekido.

    Sekido desenfundó una de sus katanas con su mano derecha y lanzó un ataque contra su rival, que paró el arma con su espada. Sekido entonces cogió su otra katana y la sacó con rapidez y fuerza, golpeando con la empuñadura del arma en el pecho de Coello, haciéndole retroceder unos pasos hacia atrás. Coello levantó su espada hacia arriba y realizó un golpe descendente con todas sus fuerzas contra su rival, que paró el golpe poniendo las katanas en forma de cruz.

    -Ya te lo he dicho, con esos movimientos tan lentos no vas a derrotarme nunca.

    Una explosión en las montañas situadas al Norte de donde estaba teniendo lugar el enfrentamiento hizo que los dos hombres dejaran de luchar. Sekido guardó sus armas y se dirigió rumbo hacia donde había ocurrido la explosión.

    -Eh, ¿adonde vas? ¿Acaso abandonas?- le gritó Coello.

    -Has visto esa explosión tan bien como yo. Algo está pasando allí y voy a averiguarlo. Puede que haya gente en peligro y para mí es más importante salvar una vida que una estúpida pelea. Si tanto deseas luchar conmigo, acompáñame, y cuando haya averiguado que pasa en las montañas, volveremos a pelear.

    -De acuerdo, iré contigo, pero recuerda lo que has prometido. Me debes un combate.

    Y así, los dos rivales unieron fuerzas momentáneamente y se dirigieron hacia las montañas del Norte para averiguar el origen de las misteriosas explosiones.

    CAPÍTULO 2:

    LAS MONTAÑAS HELADAS

    Las montañas del Norte eran conocidas por el nombre de las Montañas Heladas debido a las bajas temperaturas que solían registrarse en aquella zona. Sekido y Coello llegaron a ellas después de andar unos diez kilómetros hacia el Norte, después de haber atravesado el bosque. Durante el trayecto se habían vuelto ha escuchar explosiones por alrededor de las montañas, cada vez en un punto distinto. Cuando llegaron comenzó a nevar, y la tierra, poco a poco, empezó a llenarse de copos de nieve. Además soplaba un fuerte viento helado que aumentaba todavía más el frío que hacia en la montaña.

    -Aquí hace más rasca que en Nebraska-dijo Coello mientras tiritaba a causa del frío.

    -Eso te pasa por ir sin camisa por estos lugares.

    -¿Y tú qué? Tampoco es que vayas muy abrigado...

    -Al menos yo no estoy quejándome como un niño pequeño.

    -Bien, ¿y ahora qué? ¿Cómo piensas descubrir el origen de las explosiones, señor Me estoy muriendo de frío pero no lo quiero reconocer?

    -Calla-dijo Sekido-¿No oyes ese ruido?

    -Sí, se llama explosión y es por lo que estamos aquí.

    -No, no es eso, es otro ruido, como un llanto…-Sekido miró hacia todos lados intentando averiguar de donde procedía el sonido- Creo que viene de allí- dijo señalando una piedra enorme que tapaba la entrada de una cueva.

    -¿Una piedra que llora? Tal vez se trate de una piedra embrujada.

    -O tal vez haya alguien atrapado detrás de la roca. Haz algo útil y rompe esa piedra con tu espada, si es que puedes...

    -¿Dudas de mi fuerza?- dijo Coello molesto- Ahora verás- Cogió su espada y de un golpe en diagonal rompió la roca por la mitad.

    Detrás del pedrusco se encontraba una niña pequeña, de unos ocho años. Estaba en el suelo sentada con la cabeza entre las piernas y no paraba de llorar. Tenía el pelo rubio, largo y ondulado y los ojos grandes y claros. Llevaba un vestido rojo con las mangas blancas y una falda también roja. Sekido entró dentro de la cueva, se acercó a ella y le habló con una voz muy suave.

    -¿Estás bien? ¿Cómo has llegado aquí?

    La niña no le contestó, sólo lloraba sin parar. Coello también se acercó a dónde se encontraba la muchacha.

    -Debe estar asustada, deberíamos de llevarla a algún sitio más tranquilo. Si descendemos por el lado Este de las montañas, llegaremos a un pueblo donde podrá descansar- le dijo Coello a Sekido.

    -Llévala tú en brazos. Yo os protegeré en el

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