Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El Origen del Zodiaco
El Origen del Zodiaco
El Origen del Zodiaco
Libro electrónico473 páginas6 horas

El Origen del Zodiaco

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En un mundo llamado Zodiak existen 12 Reinos liderados por sus gobernantes: los Signos del Zodiaco.

Todo cambiará cuando una vieja leyenda se vuelva realidad, la vida del mundo dependerá de cuatro pequeñas piedras de los elementos de fuego, tierra, viento y agua, eligiendo a cuatro portadores quienes deberán reunir a todos los líderes para tratar de evitar una tragedia que pone en peligro a todos.

Stella, portadora de uno de los Núcleos, guarda más secretos de los que todos se imaginan, y de ella podría depender la Alianza o la Guerra.

IdiomaEspañol
EditorialDani M.T
Fecha de lanzamiento16 nov 2020
ISBN9781005273248
El Origen del Zodiaco
Autor

Dani M.T

¡Hola a todos, mucho gusto!Primero espero de corazón que ustedes y sus seres queridos tengan salud y bienestar.Mi nombre es Daniela, tengo 22 años de edad, soy una joven escritora de fantasía y aventura que utiliza el seudónimo de Dani M.T. Me veo a mi misma como una persona alegre, honesta, creativa, amorosa y muy trabajadora. Mi vida y mis libros son como una montaña rusa.Mis sueños me han llevado a crear mundos mágicos, personajes cautivadores y criaturas misteriosas. Aspiro a que mi universo de magia pueda ser un imperio del entretenimiento como de Marvel o Disney.Autora del libro “El Origen del Zodiaco: una novela de fantasía” a la venta en físico y digital. Parte de las ganancias se donan a los médicos que luchan con la situación actual.Reconocimientos:1.Sold Out en la FIL de Monterrey 2019 dos veces2.Participación en la FIL de Guadalajara3.Un ejemplar en Nueva York4.Ejemplares en 3 stands diferentes en la UANLEER 20205.Miles de lectores en la plataforma Booknet“Necesitamos un poco de fantasía para sobrevivir a nuestra realidad.”¡Si estás listo/a para el viaje, agárrate y disfruta tu visita!

Lee más de Dani M.T

Autores relacionados

Relacionado con El Origen del Zodiaco

Libros electrónicos relacionados

Fantasía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para El Origen del Zodiaco

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El Origen del Zodiaco - Dani M.T

    El Origen del Zodiaco:

    una novela de fantasía

    Dani M.T

    El Origen del Zodiaco

    Dani M.T

    EL ORIGEN DEL ZODIACO: UNA NOVELA DE FANTASÍA

    Título Original: El Origen del Zodiaco

    Sello: independently published

    Autora: Dani M.T

    2017 Registro INDAUTOR

    PORTADA

    Ilustración: Ana Lucía Villalón Torres

    Cubierta: Vladimir Villareal

    Diseño de interior: Ana Lucía Villalón Torres

    Todos los derechos reservados. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal de derechos de autor.

    Dedicatoria

    Con todo el amor que tengo para mi familia, amigos a quienes les estoy profundamente agradecida y padres que junto a sus hijos abrieron un nuevo capítulo en mi vida.

    Para todo aquel escritor, soñador, emprendedor y todas las personas que necesiten algo que los saque de la rutina, ojalá este libro sea la respuesta que necesitas.

    ¡GRACIAS!

    Vamos a comenzar esta primera aventura juntos. Para disfrutar más de este viaje, ve a la página de Facebook Dani M.T

    https://www.facebook.com/Dani-MT-373320719741981

    O en Instagram danimtoficial

    https://www.instagram.com/danimtoficial/

    Y manda un mensaje para darte tu primer regalo.

    Acerca de la autora

    Daniela Martínez Torres nació en Monterrey, Nuevo León, México en 1998. Actualmente es estudiante de Psicología en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Además de su carrera tiene conocimientos en el área Educativa, Literaria y Marketing.

    Empezó a escribir para dar esperanza a las personas y llegar a todas partes del mundo con la motivación de innovar la literatura como la conocemos.

    Su pasión es escribir, leer, trabajar, jugar videojuegos, escuchar música de diferentes culturas y conocer personas y lugares nuevos.

    Algunos de sus sueños más grandes son: crear su propio Universo de Magia tan grande como Marvel o Disney, hacer películas de sus libros e incluso ganar un Óscar con Guillermo del Toro y un Nobel de la Paz por sus proyectos personales.

    Playlist

    Two Steps From Hell – Nero

    Iván Torrent – Before I Leave This World

    Celtic Music – Prophecy

    One Repubic – If I Lose Myself

    BTS – Mikrokosmos

    Coldplay – Sky full of stars

    Thirty Seconds to Mars – Kings and Queens

    Black Veil Brides – In the end

    Adrian Von Ziegler – Land of Wonders

    Skillet – The Resistance

    Ivan Torrent – Skyborn

    Two Steps From Hell – His Brightest Star Was You

    Daniel Olson – Beneath the Starry Skies

    Yaroslav Molochnyk – Starlight

    James Paget – Together as one

    Thirty Seconds to Mars – This is War

    Christopher Haigh – The Awakening

    Thomas Bergersen – Frienship to Last

    Iván Torrent – The Valley of Stars

    Starset – Satellite

    Linkin Park – One More Light

    Starset – Other Worlds Than These

    Adrian Von Ziegler – Stand As One

    Starset – Ricochet (Acoustic Version)

    Future World Music – Aqua Vitae

    Adrian Von Ziegler – Celestial

    IU – Eight

    Dan DeSimone, Moisés Nieto – Lugia's Song

    Mattia Cupelli – Waves

    Legends Never Die

    https://open.spotify.com/playlist/2wcfsM9SFZcYqYTds30Q4g

    Había una vez…

    "Cuando se creó Zodiak, existieron con él cuatro gemas que le daban vida cuyos Núcleos poseían el poder del fuego, tierra, viento y agua. Esto permitió que el mundo se desarrollara de forma magistral. Para mantener el orden, se crearon Reinos que eran liderados por un representante elegido por la gente: los Signos del Zodiaco.

    Hubo paz por un tiempo, hasta que un Reino avanzó a un paso tan acelerado que se volvió el más fuerte de todos, pero eso no era suficiente: el líder quería tener control sobre todos los Reinos con el fin de gobernar el mundo de Zodiak.

    Los Signos del Zodiaco hicieron una confederación, y llegaron a la conclusión de que tanto poder podía enloquecer a cualquiera y poner a todo el mundo en peligro.

    Al verse rechazado, este líder consiguió un arma tan poderosa que no le dejaba opción a los otros Signos del Zodiaco más que obedecer, así que hicieron un último intento para que no se desatara el caos: usaron los Núcleos para detenerlo y para evitar que volviera a suceder, el Reino fue destruido y aquel líder cayó en el olvido.

    Sin embargo, juró venganza, proclamando que si no podía obtener Zodiak, acabaría con todos los Reinos y sus Signos del Zodiaco.

    Para prevenir que los Núcleos cayeran en manos equivocadas, desaparecieron con el paso del tiempo. Acorde a las lecturas de las estrellas, solo se les vería de nuevo cuando Zodiak estuviera en grave peligro, y cada Núcleo elegiría a un Portador con un perfil muy especial para ayudar a los Signos del Zodiaco a combatir contra una amenaza que destruirá el mundo.

    Así fue como esta profecía se convirtió en leyenda con el paso del tiempo, los líderes dejaron mensajes a sus herederos que serían vitales para la futura batalla campal que enfrentarían algún día.

    Para la gente esto era un mito, un cuento de hadas, pero solo los Signos del Zodiaco tenían en cuenta esta leyenda, porque si alguna vez Zodiak se encontraba en peligro, ellos darían todo por sus Reinos."

    Y la historia comienza así…

    Capítulo 1

    Su mirada se concentraba en las estrellas, algunas brillaban más que otras, unas eran más grandes, otras más pequeñas, pero tenían un brillo único que las diferenciaba.

    Suspiró tranquilamente.

    Desde su niñez, todas las noches antes de dormir, le encantaba ver el cielo lleno de estrellas; era una costumbre que jamás perdió con el paso de los años. Se sentó un momento, sin dejar de mirar el espectáculo que le ofrecía el cielo al anochecer. De un momento a otro, un presentimiento la invadió y se sintió… extraña.

    Algo no andaba bien.

    Repentinamente, todas las estrellas comenzaron a brillar con gran intensidad. Todas por igual. Se puso de pie inmediatamente, cambiando su mirada tranquila a una de preocupación. Algo grande estaba a punto de ocurrir. No pudo saber con exactitud si era bueno o malo, pero era algo digno de atención para que las estrellas reaccionaran de esa manera.

    Analizó el cielo, intentando descifrar cuando sucedería ese gran evento. De un momento a otro, una luz brilló aún más que las otras. Iba descendiendo hacia el lugar, corrió hacia donde se dirigía la pequeña estrella que aterrizó. Al llegar ahí no pudo encontrar nada fuera de lo normal, todo permanecía tranquilo como si nada hubiera pasado.

    Cuando estaba a punto de irse, un diminuto brillo en la orilla del lago llamó su atención, al acercarse lo suficiente pudo ver que era un collar que tenía un pequeño rombo azulado muy hermoso, lo tomó entre sus manos admirándolo por un momento. Era una piedra preciosa, de eso no cabía duda, pero ¿cómo algo tan valioso llegó a ese lugar?

    Decidió conservarlo hasta que averiguara de dónde venía, a quién pertenecía y cómo había llegado. A ese pequeño planeta solo llegaba la gente para entrenar o porque se perdía; aunque lo segundo se daba con más frecuencia. Era la primera vez que encontraba algo tan bello en su pequeña estrella.

    Cuando estaba a punto de volver, el collar comenzó a brillar en su mano con un tono azul. Fue tan grande el resplandor que tuvo que soltarlo y cubrirse los ojos. Al abrirlos de nuevo, el pequeño cristal parecía apuntar hacia las estrellas.

    —¿A dónde quieres llevarme? —susurró con temor.

    Volvió a tomarlo entre sus manos y su brillo se incrementó provocando que cerrara sus ojos nuevamente por unos segundos.

    En un parpadeo, ya se encontraba en una pequeña colina rodeada de naturaleza: el césped brillaba gracias a la luz del día, los árboles se movían de acuerdo con la brisa y las hojas volaban hacia alguna parte. Entre el paisaje, había un espacio que revelaba una encantadora vista hacia una ciudad rodeada de un gran bosque.

    Miró atentamente su alrededor asegurándose de que no hubiera ninguna amenaza y trataba de decirse a sí misma que estaría bien; con esos pensamientos logró calmar su inquieto corazón y su tembloroso cuerpo producto de la preocupación. Tomó el collar entre sus manos y lo atrajo hacia su pecho, de alguna manera sabía que aquella joya era algo muy importante que debía cuidar.

    Caminó con cierto miedo hacia aquella ciudad y se acomodó su capa, ocultando su vestido celeste y su rostro con capucha, también peinó su flequillo de tal manera que su mirada no fuera llamativa, esperaba que no se fijaran en una persona como ella, así podría recorrer el lugar con más tranquilidad, buscando información acerca de su ubicación y del misterioso cristal.

    Llegó rápidamente a su destino; para su buena suerte, no era la única persona con capucha. A pesar del agradable viento el calor era intenso, por lo cual varios habitantes tenían un vestuario similar al suyo. Mientras avanzaba, observó todo con cuidado, no encontraba diferencias físicas entre ella y los habitantes de ese mundo, nada fuera de lo normal.

    Los niños reían y jugaban, toda la gente iba de un lugar a otro comprando cosas en lo que pudo identificar como un mercado. Tiendas sencillas, cada una ofreciendo productos diferentes como telas, comida, ropa, entre otras necesidades.

    Tan concentrada estaba mirando a su alrededor que no se percató de que alguien caminaba veloz entre la gente. Ambos chocaron y pudo sentir como, por descuido, se le cayó su cristal azulado de las manos y casi perdía el equilibrio. Al otro extraño también se le cayó algo, pero no pudo identificar qué era ya que lo tomó rápidamente y escapó.

    En cuanto se recuperó del choque, recogió su collar y fue tras él.

    —¡Espere! ¿Se encuentra bien? —le preguntó, pero la ignoró y por más que intentó alcanzarlo, ese sujeto fue más rápido y lo perdió de vista.

    Tomó la decisión de no darle importancia por ahora y retomó su misión. Entonces decidió ver un poco el cristal, ya no estaba del mismo color azul… ahora tenía un color esmeralda. Tenía la misma forma romboide, el mismo brillo intenso…

    Se sintió extraña, había algo diferente en ese collar y no podía identificar con exactitud qué era. Sus ojos turquesa mostraron la desesperación que ya no podía ocultar, y buscaban algo o alguien que pudiera ayudarla.

    Volteaba hacia todos lados intentando encontrar a la persona con la que había chocado.

    A pesar de su esfuerzo, no volvió a localizarla.

    Sintió una mano en su hombro, contuvo su respiración y giró bruscamente. El joven retiró su mano de inmediato.

    —Disculpa, ¿estás bien? ¿buscabas algo?

    Definitivamente, suficientes cosas le habían pasado en un día.

    Capítulo 2

    Debió quedarse en su hogar, eso le decía su mente una y otra vez. Inmediatamente guardó el collar en uno de los bolsillos de su capa y trató de regular su respiración, en vano, mientras miraba a la persona que tenía frente a ella.

    Aquel hombre era notablemente más alto, tanto, que tenía que alzar de forma considerable su cabeza para observarlo. Ojos verdes, piel ligeramente bronceada, su cabello era negro, de complexión tonificada y usaba un sencillo pero elegante traje. La seguía mirando, esperando pacientemente a que le dijera algo; permaneció en silencio.

    Después de un tiempo, decidió responderle.

    —¿En dónde estoy?

    —En la ciudad de Polúx, la capital del Reino de Geminorum. Viniste a uno de los mejores destinos turísticos. Te ves un poco perdida, ¿quieres que te acompañe a caminar un poco? —la joven asintió con duda y desconfianza, pero eso no lo detuvo —. Por cierto, me llamo Gabel, ¿y tú?

    —Stella.

    —Lindo nombre — la halagó mientras le sonreía.

    Esa era una de las ocasiones en que no sabía qué decir. Gabel era el primer hombre (que no consideraba parte de la familia) que le decía algo así, pero ahora no era momento para pensar en eso. Debía concentrarse.

    —Gracias.

    —Sígueme, y trata de mantenerte a mi lado o podrías perderte, Polúx es una ciudad muy grande.

    Mientras Gabel le explicaba sobre las diferentes tiendas y mercancías, la mente de Stella estaba en otro lado. Seguía haciéndose tantas preguntas y había tanto misterio sobre el origen de esa gema, eso comenzaba a ponerla aún más inquieta. Veía como toda la gente miraba a Gabel con alegría e incluso admiración. A él no parecía molestarle en lo absoluto, saludaba a las personas con el mismo respeto y entusiasmo.

    Cuando se aseguró de que nadie la miraba, sus ojos turquesa brillaron un poco más como diamantes y mechones de su corta cabellera rubia y ondulada se alzaron. Su alrededor se oscureció como si solo estuviera Gabel presente y veía su complexión humana de color esmeralda, similar a la de un cristal; aquel joven hombre poseía un aura poderosa. Probablemente le daría una buena batalla si se lo proponía. Stella estaba segura de que era alguien importante, por eso la gente lo trataba con formalidad. Indagó más al respecto, pero no encontró nada peligroso en él, salvo algunos detalles contradictorios.

    Una parte de él era oscura, como si tuviera algo que lo estuviera atormentando pero no le dio importancia en ese momento; todos tenían problemas sin resolver, ella los tenía también. De ahí en fuera, no había nada sobresaliente que la hiciera sentirse incómoda.

    Al asegurarse de que estaba a salvo con él, su mirada y su cabello volvieron a la normalidad.

    Escuchó que Gabel le hablaba pero solo miraba a la nada, hasta que un comentario llamó su atención.

    —No eres una persona de muchas palabras —intuyó el joven.

    —…No —admitió Stella.

    —Si te soy sincero, yo tampoco —dijo Gabel poniendo una mano sobre su cuello con media sonrisa.

    —No pareces serlo.

    —La gente nunca es lo que parece.

    Una sonrisa dibujó sus labios y no pudo reprimirla, a ella le agradaba ese tipo de personas con pensamientos realistas y sinceros. Le recordaba mucho a sus amigos.

    —¿En qué piensas?

    —Gracias por ser realista.

    Sin saber por qué, también sonrió.

    —¿De dónde vienes? —decidió preguntar Gabel.

    Stella tardó en responder, miraba hacia el suelo como si fuera lo más interesante de ese mundo. Él seguía haciéndole muchas preguntas, a las cuales ella casi no respondía. No era que no confiara en él, su aura era bondadosa y no era mala persona, el problema era que ni ella misma sabía qué estaba haciendo ahí. Todo era difícil de explicar.

    Ambos siguieron caminando sin hablarse nuevamente hasta que él rompió el silencio.

    —¿Por qué no quieres decirme muchas cosas?

    —No revelo mis asuntos a desconocidos.

    —… Ya veo, entonces tendré que ganarme tu confianza.

    —No confío en la gente tan fácilmente.

    —Bien, nos estamos conociendo.

    No sabía el por qué Gabel buscaba ganar su confianza, pero no se lo pondría nada fácil aunque fuera de fiar.

    Al ver como se ocultaba el sol por el horizonte, decidió que era hora de despedirse de él y tratar de descubrir la historia sobre su collar.

    —Se está haciendo tarde —dijo Stella—. Debo irme, gracias por mostrarme la ciudad.

    —De acuerdo, ¿en dónde te estás quedando a descansar?

    —Dormiré en los bosques.

    —¿Qué? Eso no, ven conmigo.

    —¿Disculpa? —preguntó confundida.

    —No te dejaré dormir en el bosque. El viento por la noche es más fuerte que durante el día. Podría pasarte algo.

    Para ella, era de esos pocos momentos en los que ya no sabía qué decir. No quería, ni debía, quedarse ahí por mucho tiempo. Pero se le estaban acabando las opciones; por lo tanto, asintió levemente con la cabeza.

    —Al menos dame la oportunidad de acompañarte a encontrar un lugar dónde dormir. Conozco buenas opciones, estoy seguro de que disfrutarás de tu estancia en Pólux.

    Accedió, siguiendo al joven que le enseñó desde casas sencillas hasta más grandes. Pero no servía de nada, ya que estaban llenas y no tenían más espacio. Nuevamente, en todas partes la gente le hablaba con mucho respeto a su acompañante.

    Gabel explicó que tal vez los hoteles estaban llenos debido a que en esa temporada el clima era bastante agradable y Polúx era una ciudad tan grande que daba la impresión de que nunca terminarías de conocerla.

    Salieron de una pequeña casa en donde les dijeron lo mismo que en las anteriores: no había espacio para alguien más. Resignados, caminaban sin rumbo por la gran ciudad de Pólux. Ya no había tanta gente como antes, y el viento comenzaba a hacerse más fuerte.

    —Puedes quedarte en mi hogar si lo deseas —informó Gabel.

    —… Te agradezco mucho lo que has hecho por mí, en serio… No te vayas a ofender, pero ¿tú aceptarías el hogar de alguien que acabas de conocer?

    —Oye, como ciudadano de Pólux, ¿no crees que lo menos que puedo hacer por mis invitados es que su visita sea una buena experiencia? Creo que ya te has dado cuenta de que soy alguien importante en este lugar, me interesa que los visitantes se lleven una buena imagen de este Reino.

    Stella se quedó callada.

    Siguieron por un camino de pequeñas plantas tales como lirios del valle, lavanda y claveles. Los gigantes árboles de nogal y haya en ese momento se teñían de diversos tonos de verde debido al sol y sus bellas hojas se movían al mismo tiempo que el viento. Era un espectáculo que, definitivamente, nunca olvidaría.

    Es hermoso pensó para sí misma.

    —Nunca has estado aquí, ¿cierto? —le habló sin necesidad de mirarla.

    —No, es la primera vez que vengo —confesó.

    Volvió a enfocar su mirada al frente, específicamente en alguien. Analizó con más cuidado la situación: un día en su tranquilo hogar aparece un extraño collar que parecía indicarle que fuera a un lugar que no conocía. Choca con un extraño, después de eso su collar cambia de color, luego otro desconocido le daba un paseo por la ciudad y no solo parecía preocuparse con ella, sino que ahora iba camino a su hogar. Todo eso en un solo día. No sabía qué pensar, pero sentía que era su deber estar allí.

    ¿Y por qué había aceptado ir con él? Porque su presencia no era maligna, en caso contrario, ella lo sabría; detectaba cuando una persona tenía malas intenciones y el aura de aquel joven era noble. Gabel la sacó de sus pensamientos.

    —Es aquí.

    Lo siguiente que pudo apreciar fue un edificio antiguo de varios pisos, con un bello y grande jardín. La estructura era de planta rectangular, se encontraba en una colina. Solo se podía subir por medio de una escalinata que estaba en medio de la colina y llevaba directamente a la puerta de color blanco. El edificio tenía cinco pisos, balcones en el último y ventanas de diferentes tamaños. Gabel comenzó a subir las escaleras.

    Stella miró hacia atrás, quedaba poca luz del día y el viento comenzaba a ser más fuerte. Nuevamente, no tenía otra opción. Se puso en guardia en caso de que cualquier cosa pasara y siguió a Gabel, quien tocó una puerta un par de veces y enseguida lo recibió un hombre de tercera edad con ropa muy formal.

    — Bienvenido, Señor —habló el mayordomo muy educadamente abriendo completamente la puerta para que Gabel entrara, le indicó con la mirada a Stella que pasara también y ella, con desconfianza, entró.

    La primera habitación tenía unas enormes escaleras para ir al siguiente piso, alrededor había diversos muebles con bellos detalles. Los grandes ventanales iluminaban muy bien la estancia.

    —¿Necesita algo, Señor? —preguntó el hombre.

    —Una cena y una habitación lista para nuestra invitada, si no es mucha molestia.

    —Claro que no, Señor. En un momento sus peticiones serán cumplidas. Por favor, pase al gran comedor —miró a Stella—. ¿Necesita algo, Señorita?

    —No, muchas gracias —le respondió con amabilidad.

    —¿Podría prepararle ropa cómoda en su habitación? —pidió Gabel.

    —Claro que sí, Señor. Con su permiso, me retiro —dijo el sirviente y se marchó.

    —¿Quién eres en realidad? —preguntó Stella, cuando se aseguró de que estuvieran completamente solos.

    Finalmente fue ella la que decidió iniciar una conversación por la duda que la intrigaba desde que lo conoció. Desde el principio, no le pareció mala persona y si aceptó ir con él fue por el comportamiento que tenía la gente, porque su alma tenía buenas intenciones y sus poderes no se equivocaban.

    —No te responderé hasta que me digas quién eres tú —la desafió—. Las damas primero.

    Ambas miradas permanecían desafiándose, esperando a que el otro aclarara todas sus dudas. Stella, sabiendo que él no respondería, fue la primera en hablar.

    —Soy Stella Leitfaden, mi hogar se llama Efyén, casi nadie sabe de su existencia. Es tu turno.

    No era del todo mentira, últimamente, se quedaba más en Efyén que en su propio hogar, pero no podía confiar en Gabel todavía, ya que él tenía mucho que contar. Dudaba que le hubiera creído, sin embargo, no la cuestionó.

    —Soy el gobernante de Pólux, la ciudad más grande de Geminorum y por ende eso me hace el líder de este Reino. Es un honor que alguien de otro lugar nos visite. Eres totalmente bienvenida, espero que te agrade la visita.

    —Señor —el mismo sirviente que estaba en la puerta volvió a aparecer—, la habitación de la invitada está lista. En unos momentos estará servida la cena.

    —Si no es molestia, me gustaría irme directamente a mi habitación —pidió Stella.

    —… Está bien —le indicó con la mirada a su sirviente que la acompañara.

    —Sígame, Señorita.

    Le dedicó una última mirada rápida a Gabel antes de seguir al sirviente. Subió las blancas y bellas escaleras hasta el último piso. Siguió al sirviente por un largo pasillo hasta la habitación del fondo, al abrir la puerta para que Stella pasara, contempló una habitación bella y grande de color blanco con algunos detalles de color azul; en la gran cama que estaba en medio del cuarto vio un simple vestido verde similar al suyo: le llegaba por debajo de las rodillas, tenía mangas largas y era ideal para una salida casual o para dormir.

    Había una gran alfombra que cubría casi toda la habitación, un mueble de madera con un espejo sencillo y un ropero del mismo material. Al frente de ella, vio una puerta que conducía hacia un bello balcón.

    —La puerta que está en su derecha conduce al baño. Ese vestido era la única ropa que teníamos para mujer, espero le guste y se sienta cómoda. Si necesita ayuda pregúnteme a mí o algún otro sirviente del palacio de Geminorum.

    —Muchas gracias —le dijo con una sincera sonrisa. El mayordomo hizo una respetuosa reverencia y se fue.

    Stella se quedó sola en la habitación. Tomó el vestido para dormir, se quitó su capucha dejando ver su cabello de color rubio claro ondulado; se fue al baño para darse una ducha y cambiarse.

    Al salir ya con el nuevo vestido puso su anterior vestuario en el ropero. Se dirigió hacia el espejo y vio su reflejo. En ese momento, tenía puesto el collar, no había tenido la oportunidad de observarlo con detenimiento, puso una mano en el cristal y ahí fue cuando se dio cuenta de algo que tampoco pudo identificar si era bueno o malo.

    —Este no es el collar que yo encontré —susurró.

    Salió un momento al balcón, necesitaba aclarar sus pensamientos cuanto antes. Como siempre, se concentró en las estrellas, estas brillaban graciosamente en el cielo oscuro, como pequeñas luciérnagas. A pesar de que el viento era agresivo, a ella no le incomodó. Puso nuevamente su mano en el collar, esto provocó que las estrellas brillaran aún más todavía. Inmediatamente retiró su mano del cristal descubriendo que posiblemente estaba relacionado con ese lugar.

    Antes de entrar, miró lo que le ofrecía el paisaje de la ciudad de Pólux: había muchas casas y estaba segura de que más allá de las pequeñas montañas en el horizonte se encontraba más gente. Vio de reojo un palacio, idéntico al palacio en que se encontraba pero no había escaleras. Decidió que lo mejor era volver a su habitación, tendría muchas cosas que preguntarle al líder por la mañana. Se acostó en la cama pensando en qué le diría a Gabel al día siguiente.

    Ella no daba su confianza a nadie de inmediato, pero él le ofreció su ayuda, le mostró las diferentes tiendas y lugares de la ciudad (aunque no le había puesto atención porque estaba distraída). Incluso se molestó cuando le ofreció un techo dónde dormir y en el tiempo que estuvo con él, no pudo detectar nada negativo en su aura.

    Incluso su presencia la hacía sentir tranquila.

    Demostró que era una persona digna de confiarle el asunto que la llevó ahí. Reflexionando un poco más, tal vez fue demasiado fría y distante a pesar de que Gabel siempre fue educado y atento.

    Concentrada en lo que haría al día siguiente, se quedó dormida. Mientras descansaba, no pudo notar que alguien se asomaba por el balcón, la observó por unos momentos, sonrió y justo como apareció, se fue.

    En el comedor, Gabel cenaba tranquilamente. A veces, se sentía bien estando solo, pero esta no era la ocasión. Le hubiera gustado que Stella lo acompañara un rato, que le contara más sobre ella, su hogar y qué hacía ahí en primer lugar. Se veía perdida y asustada cuando la vio, no podía evitar pensar qué la puso en ese estado y que necesitaba ayudarla.

    Miró la amplia mesa, donde fácilmente podían sentarse unas treinta personas pero solo estaba él. Su mirada fue a sus sirvientes que estaban a su izquierda y a su derecha. Al dejar su plato vacío, todos los sirvientes regresaron a hacer sus deberes, menos uno.

    El mismo hombre mayor que siempre le había sido fiel y lo atendió.

    —Señor, usted tiene buen corazón, eso puede verse. A veces trae extranjeros a su hogar como muestra de hospitalidad y demostrar que Geminorum es una potencia como Reino. Sin embargo, la Señorita de hoy…

    No pudo terminar de hablar, ya que su Señor lo interrumpió: —Tiene una energía diferente a cualquier persona que hayamos conocido. Una energía muy peculiar, si me permites decir. No hay por qué preocuparnos, no es peligrosa; incluso me atrevo a decir que irradia luz.

    Capítulo 3

    Stella abrió los ojos poco a poco, parpadeó varias veces hasta terminar de despertarse. Se levantó de la cama con lentitud y bostezó mientras avanzaba hacia el espejo para arreglarse el cabello. Justo cuando se hizo el último arreglo, escuchó como tocaron la puerta.

    —Adelante.

    La persona que entró era el mismo sirviente que la atendió ayer. Le sonrió.

    —Buenos días, Señorita. El Señor la espera para desayunar.

    —Iré de inmediato.

    El sirviente se retiró y Stella lo siguió mientras se preparaba para la conversación que tendría con Gabel, esperando recibir la información y orientación que necesitaba.

    Antes de llegar a su destino vio que una familia se despedía de otro empleado.

    —El Señor permite que la gente se hospede en su hogar, no le cierra las puertas a nadie. Ha demostrado ser un líder de confianza —le explicó el hombre.

    Al llegar al comedor, vio que Gabel ya no tenía su sencillo atuendo de ayer, sino que ahora lucía ropajes más finos, cómo si se tratara de un príncipe. Sin embargo, su mirada era la misma que el día anterior, por lo tanto, no se sentía incómoda.

    Él, al verla con ese vestido, no pudo evitar sonreír un poco.

    —Buenos días —saludó Stella.

    —Buenos días. Ven, siéntate conmigo —pidió. Stella esta vez no dudó y se sentó a su lado—. ¿Quieres algo especial para desayunar?

    —No, gracias.

    En cuestión de segundos, varios sirvientes aparecieron con diferentes platillos, los pusieron en la mesa e hicieron una reverencia antes de retirarse. Stella les dedicó una pequeña sonrisa, algo que no pasó desapercibido para Gabel.

    —Tienes una linda sonrisa, deberías enseñarla más seguido.

    —…Gracias —le dijo mirándolo y sonriéndole un poco.

    Degustó platillos que nunca en su vida había probado y tuvo que admitir que eran exquisitos, pero no estaba ahí para eso. Su débil sonrisa rápidamente desapareció ante ese pensamiento, y Gabel se dio cuenta de eso. Debía volver a enfocarse en su misión, y lo hubiera hecho si Gabel no se hubiera adelantado.

    —¿Disfrutas de tu hospedaje aquí? —preguntó, y Stella asintió con la cabeza tímidamente—. Me alegro. ¿Sabes algo? para alguien que quiso venir a conocer otra ciudad, es raro que no hayas traído alguna bolsa, maleta o algo así.

    Comenzaba a acorralarla.

    —No planeaba quedarme mucho tiempo —le respondió Stella tratando de que su preocupación no se notara.

    Gabel la miró, sin creer nada de lo que decía. Ninguno de los dos volvió a decir nada. Stella, sabiendo que no llegaría más lejos, lanzó un gran suspiro. Gabel sonrío y apoyó su codo contra la mesa sosteniendo su cara con la mano.

    —Te escucho.

    Gabel puso ambas manos a la altura de su cabeza completamente abiertas sin borrar su sonrisa. Al ver la cara de resignación de Stella decidió simplemente cruzarse de brazos sobre la mesa, inclinando su cuerpo hacia adelante para demostrarle que tenía toda su atención.

    —Yo… buscaba a alguien que pudiera ayudarme.

    —Puedo ayudarte.

    Stella también quería creer eso.

    —Tú, siendo un gobernante, sabes muchas cosas. Cosas que la población en general ignora.

    Gabel asintió con la cabeza confirmando lo que dijo Stella y mostrando una mirada seria, concentrándose totalmente en cada palabra que su visitante le decía. Ella guardó silencio por algunos segundos que a él le parecieron horas. Al sentir que todo se le venía encima, sabía que ya no podía dar marcha atrás.

    —Esto apareció en mi hogar —le mostró la joya esmeralda que llevaba puesta debajo del vestido. Se quitó el collar, lo tomó en su mano derecha y lo extendió un poco hacia él.

    Gabel abrió completamente sus ojos en cuanto vio el cristal y se puso de pie en menos de un segundo.

    Stella se asustó por su reacción, pero al menos Gabel sabía perfectamente lo que era, su corazón comenzó a latir con rapidez y tragó grueso. Pocas cosas podían impresionarlo, y esa era una de ellas.

    —¿Cómo conseguiste esto? ¿Cómo apareció en tu hogar?

    —En Efyén, puedo ver muchas estrellas de diferentes lugares. Ayer, pasó una estrella fugaz, o al menos eso creía que era, pero era una luz… extraña. Aterrizó en la orilla de un lago. Pero lo extraño no es eso; cuando llegué a Geminorum, choqué con alguien a quien no pude reconocer. Después de eso me di cuenta de que el cristal se me cayó, pero ya no era de color celeste, sino esmeralda —terminó de relatar.

    Gabel volvió a mirar el cristal quedando en completo silencio, lo que incomodó a Stella. Se quedó pensativo por más tiempo del que le gustaría admitir.

    Miró a Stella por un momento y de nuevo al collar.

    —Hay algo que necesitas saber —dijo Gabel—. Será más creíble si lo ves por ti misma. Por favor, sígueme.

    Ambos se retiraron del comedor. Gabel entró a una enorme sala donde en el techo había una gran variedad de ventanas medianas, permitiendo entrar la luz del día como si estuviera al aire libre, algunos pequeños muebles en cada esquina de color blanco y detallados de madera exquisitos, una alfombra azafrán que se extendía desde la entrada hasta el final donde se hallaba un trono adornado con diversas piedras preciosas como el cristal, berilo y topacio.

    Gabel caminó rápidamente hacia el trono, se colocó a un lado de él y lo empujó con fuerza. Entre más empujaba, más podía notarse una vieja puerta y la abrió cuidadosamente, tomó una de las viejas antorchas que estaban adentro de la habitación y en un parpadeo la encendió e invitó a Stella a seguirlo. Antes de acompañarlo, se detuvo al ver una frase en el trono que no pudo entender, parecían ser letras de argot. Gabel, al notar que no lo seguía, vio la curiosidad de la joven en aquel antiguo escrito. Entonces leyó:

    "Al pensador y comunicador

    sus pensamientos e ideales

    no requerirán de la fuerza

    si se razona sabiamente"

    Nuevamente, volvió a entrar al pasadizo tomando una antorcha y esta vez Stella lo siguió y bajó con cautela unas escaleras de espiral. Al llegar al fondo se encontraba una sala vacía con un gran muro donde estaban grabados una serie de signos antiguos y, debajo de ellos, dibujos que debido a su antigüedad no podría descifrarse.

    —Es la leyenda más vieja de nuestro mundo, te explicaré —comenzó Gabel—. Dice:

    "Desde que se creó el mundo de Zodiak, existieron cuatro elementos, y cada uno es fundamental para su existencia: fuego, aire, tierra y agua. Cada elemento tiene un Núcleo y son vida para cada uno. Cuando se manifiestan, forman objetos pequeños, como piedras, para que sea más difícil localizarlos. Por lo tanto, se elegirá un portador para que los prodigios, quienes serán los líderes de cada Reino, formen una Alianza para

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1