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El Mundo de Urane: Academia del Norte
El Mundo de Urane: Academia del Norte
El Mundo de Urane: Academia del Norte
Libro electrónico461 páginas6 horas

El Mundo de Urane: Academia del Norte

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Información de este libro electrónico

Mireya es una adolescente que tiene la vida planeada: desde muy pequeña ha estudiado, trabajado y ganado un sinfín de concursos y reconocimientos para entrar a la universidad de sus sueños. A pesar de que todo marcha bien, su tía y su prima siempre vivieron preocupadas por la increíble soledad de Mireya; para ella, la amistad solo trae problemas.
Es una adolescente que ha sido víctima de bullying por ser superdotada, introvertida y reservada (detalles de su vida que se van revelando conforme avanza el libro). Por el trabajo de su tía tienen que mudarse y cambian constantemente de escuela lo cual solo refuerza su personalidad frívola y distante. A pesar de esto, en el interior, ella desea compartir su vida con personas que valgan la pena.
Pero un libro que es enviado por su madre puede hacerla cambiar de opinión, y hasta su destino. Desde siempre ha amado las estrellas y el espacio exterior, y esa misteriosa novela, a simple vista, parecía tener todo lo que le gustaba. Sin embargo, cuando lo abre, solo hay páginas en blanco, hasta que de una de ellas brilla y aparecen dos chicos en su habitación.
A lo largo de la historia vemos como Mireya trata de poner su vida personal y escolar en equilibrio dado que ahora tiene muchas responsabilidades, ya que su prima Victoria la inscribe para ser Representante de su preparatoria, ocasionando que todas las miradas estuvieran en ella, tanto buenas, como malas. Esta parte de la novela está basada en hechos y personas reales, solo se cambiaron los nombres para proteger la identidad de los involucrados.
Todo esto hizo desarrollara un estrés estudiantil sumamente alto, la historia toca temas de salud mental y como el modelo académico trata a sus alumnos como números o máquinas y no como personas. Estas situaciones llevan a Mireya a desaparecer de la Tierra una vez completada su misión, por decisión propia. Ahí llega al mundo de Urane, específicamente a la Academia del Norte: una escuela exclusiva que solo entrena a los magos Summoners.

IdiomaEspañol
EditorialDani M.T
Fecha de lanzamiento16 nov 2021
ISBN9781005008826
El Mundo de Urane: Academia del Norte
Autor

Dani M.T

¡Hola a todos, mucho gusto!Primero espero de corazón que ustedes y sus seres queridos tengan salud y bienestar.Mi nombre es Daniela, tengo 22 años de edad, soy una joven escritora de fantasía y aventura que utiliza el seudónimo de Dani M.T. Me veo a mi misma como una persona alegre, honesta, creativa, amorosa y muy trabajadora. Mi vida y mis libros son como una montaña rusa.Mis sueños me han llevado a crear mundos mágicos, personajes cautivadores y criaturas misteriosas. Aspiro a que mi universo de magia pueda ser un imperio del entretenimiento como de Marvel o Disney.Autora del libro “El Origen del Zodiaco: una novela de fantasía” a la venta en físico y digital. Parte de las ganancias se donan a los médicos que luchan con la situación actual.Reconocimientos:1.Sold Out en la FIL de Monterrey 2019 dos veces2.Participación en la FIL de Guadalajara3.Un ejemplar en Nueva York4.Ejemplares en 3 stands diferentes en la UANLEER 20205.Miles de lectores en la plataforma Booknet“Necesitamos un poco de fantasía para sobrevivir a nuestra realidad.”¡Si estás listo/a para el viaje, agárrate y disfruta tu visita!

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    Vista previa del libro

    El Mundo de Urane - Dani M.T

    El Mundo de Urane

    Academia del Norte

    Dani M.T

    El Mundo de Urane

    Por Dani M.T

    EL MUNDO DE URANE ACADEMIA DEL NORTE

    Título Original El mundo de Urane Academia del Norte

    Sello: Independently Published

    Autora: Dani M.T

    2017 Registro INDAUTOR

    PORTADA

    Ilustración: César Garza y Dream your design

    Cubierta: César Garza

    Diseño de interior: Ana Lucía Villalón Torres

    Todos los derechos reservados. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal de derechos de autor.

    Dedicatoria

    A veces en la vida se sufre injustamente por cuestiones externas. En otras, por decisiones que nosotros tomamos en torno a estas situaciones que están fuera de nuestro control.

    Esto va dedicado para aquellos que han sufrido injustamente o han estado en una constante soledad por ser quienes son en realidad, por los que atravesaron dolor en sus vidas por gente que no sentía empatía y se esfuerzan cada día para lograr sus sueños a pesar de los obstáculos del día a día.

    Pero también para aquellos que no se sienten cómodos con sus vidas por las decisiones que tomaron en su momento y están atravesando por una etapa en donde no saben a dónde ir o lo que realmente desean; quienes están pasando por un cambio, el cual es parte de la naturaleza humana y todos atravesamos constantemente en esta vida.

    Esto es para ustedes

    Acerca de la autora

    Daniela Martínez Torres nació en Monterrey, Nuevo León, México en 1998. Es egresada de Psicología por parte de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Además de su carrera tiene conocimiento y experiencia en las áreas de Educación, Literatura y Marketing.

    Estos libros de fantasía fueron creados con la intención de relacionarse con la vida de la persona que lo lee para crear un vínculo entre la fantasía y la realidad de acuerdo a las diferentes personalidades y problemáticas de los personajes que se pueden asociar a la vida de quién lo lea, brindando una sensación de espacio seguro y compañía ante el día y día.

    Algunos de sus sueños más grandes son: crear su propio Universo de Magia tan grande como Marvel o Disney, hacer películas de sus libros e incluso ganar un Óscar con Guillermo del Toro y un Nobel de la Paz por sus proyectos personales.

    Para cumplir estos objetivos, próximamente viajará al extranjero para seguir estudiando y llevar su trabajo a nivel global

    ¡Gracias por la oportunidad

    Hay un capítulo adicional que te ayudará a entender algunas conductas de la protagonista, y a empatizar más con el personaje. Pueden leerlo en cualquier punto de la historia, pero si de verdad quieren llorar con este libro y algunas de sus escenas, es recomendable leerlo en los primeros capítulos.

    https://docs.google.com/document/d/1uCariC104S13fGNEkTjdcmkUKls2S8DL/edit?usp=sharing&ouid=109116002995447748823&rtpof=true&sd=true

    Playlist

    Two Steps From Hell – Star Sky

    King – Years & Years

    Bad Liar – Imagine Dragons

    Breaking Inside – Shinedown

    Second Chance – Shinedown

    Fix you – Coldplay

    Over my head – Sum 41

    Disparity by Design – Rise Against

    Breaking the Habit – Linkin Park

    Numb – Linkin Park

    Closer to the Edge – Linkin Park

    Mic Drop – BTS

    Last Resort – Papa Roach

    Look What You Made Me Do – Taylor Swift

    UGH! – BTS

    Time of your life – Green Day

    I don’t care – Apocalíptica

    Everdream – Epic Soul

    Ricochet – Starset

    Goodbye – SR-71

    I can’t stop me – Twice

    This is your life – The Killers

    Nightsky – Tracey Chattaway

    Runnin' – Adam Lambert

    I want to live – Skillet

    The Good life – Three Days Grace

    https://open.spotify.com/playlist/0HEvCGx7rbrfHxbBtjWCWA

    El comienzo de otra vida

    En el salón podía sentirse un aura llena de indiferencia. La gran mayoría de los alumnos estaban dormidos en las bancas, o incluso en el respaldo del asiento. Había pocos que de verdad estaban prestando atención, o al menos lo intentaban. La maestra suspiró con cansancio, siempre era lo mismo: se volteaba dos minutos para explicar algún problema matemático y cuando regresaba su mirada a los estudiantes todos estaban distraídos, o dormidos. Se acercó a la alumna que estaba concentrada leyendo su libro y se lo retiró.

    La joven de tez blanca, cabello café liso que ocultaba sus ojos del mismo color detrás de unos lentes negros, estaba demasiado concentrada en su lectura como para molestarse en ver a su alrededor. Su figura oscilaba entre media y delgada, su vestimenta era una sencilla camisa azul y pantalones de mezclilla con tenis converse negros. Aunque se veía imperturbable, no tardó en expresar su molestia a través de sus anteojos cuando le quitaron el libro.

    —¿Por qué me quita mi libro si sabe que yo siempre soy la calificación más alta de la clase?

    La maestra volvió a suspirar.

    —No es por que quiera, Mireya. Sabes las reglas, ten por seguro que a tus compañeros les irá peor.

    La maestra tomó el gran libro de Matemáticas de su escritorio y lo soltó, provocando un gran ruido que se escuchó fuertemente en el salón y despertó a todos los estudiantes.

    —Todos harán las páginas 190 a 197 para entregar, no pienso ayudarlos. Las únicas personas que se salvan de esta tarea son Mireya y los pocos compañeros que intentaron aprender algo en esta clase. Váyanse.

    Mireya recogió sus cosas, sacó de su mochila una bolsa más pequeña, le pidió a la maestra que le devolviese su libro y ella lo hizo sin dudar. Salió del salón, atravesó todo el patio escolar y subió unas escaleras dirigiéndose a un edificio más pequeño. Al entrar, encontró varios escritorios con sillas para una gran cantidad de personas, y más allá, la bibliotecaria acomodaba uno de los muchos libros que había en ese lugar. Era una mujer de ya casi tercera edad, no necesitó ni ver a Mireya para saber que era ella.

    —Tus libros están en el fondo, querida. Como siempre.

    —Muchas gracias.

    Mireya se dirigió a uno de los escritorios más alejados de la biblioteca y se sentó, abriendo la bolsa y comenzando a consumir unos trozos de manzana y a punto de terminar de leer el libro que no pudo concluir en clases. No tuvo ni un minuto de paz cuando escuchó una voz escandalosa irrumpir en aquel pacífico lugar.

    —¡Mireya!

    La joven lectora le puso atención a la visitante, mirándola con una ceja alzada. Su cabello era largo, negro y liso, ojos de color castaño resaltaban gracias al maquillaje que usaba al igual que sus rosados labios y complexión media. Vestía unas sandalias cafés, falda corta color rosa, blusa blanca con botones rosa y una diadema de color lila, todo el atuendo era ideal para su tez blanca rosada.

    Era obvio que la personalidad extrovertida de la chica contrastaba abismalmente con la de Mireya.

    —¡Te estaba buscando!

    Mireya parpadeó varias veces, incrédula.

    —¿Victoria? ¿Qué haces aquí?

    —¡Ven, sígueme!

    Victoria levantó a Mireya de su asiento y la llevó fuera de la biblioteca.

    En la cafetería, casi todas las mesas estaban llenas, y como el lugar estaba atestado de gente era difícil atravesarla. Mireya comenzó a preguntarle cosas a Victoria, pero ella no le respondía.

    Finalmente, se detuvieron en una mesa y ambas tomaron asiento. Varias jóvenes las recibieron con afecto, algo a lo que Mireya fue neutral, ya que ella no estaba acostumbrada a la más mínima prueba de cariño que no fuera el de Victoria. En pocos segundos, el grupo de chicas comenzó a hablar sin parar, haciendo que Mireya se abstuviera de decir una sola palabra. No era que la presencia de las chicas la incomodara, pero no sabía de qué hablar cuando estas empezaron a parlotear sobre ropa, maquillaje y otros temas de los cuales no tenía conocimiento o en pocas palabras, no eran de su interés.

    Una de ellas, de las cuales no conocía su nombre, se percató de su falta de comunicación y le habló:

    —Tu prima nos ha comentado cosas muy interesantes de ti. ¿Te gusta leer mucho, verdad?

    Mireya sonrió un poco, al menos la conversación estaba tomando un rumbo interesante.

    —Bueno, si…

    —Yo también he leído algunos libros.

    El rostro de Mireya era la definición de felicidad en ese momento. Una sonrisa se asomó por el rostro de Victoria.

    —¡¿En serio?! ¿Cuáles?

    —Leí casi toda la trilogía de Crepúsculo en cuanto vi que salieron las películas, también…

    A la séptima palabra que salió de su boca, Mireya volvió a su semblante serio y dejó de prestar atención.

    —¿Ocurre algo?

    —Olvidé algo en mi mochila.

    Mireya se puso de pie y salió como pudo de ahí.

    —¿Eso qué significa?

    Victoria vio con algo de molestia el lugar donde Mireya estuvo sentada.

    —Eso significa que no volverá.

    Victoria se removió el cabello, puso los codos en la mesa y recargó su cabeza entre sus manos.

    No comprendía, Mireya era una chica muy simpática y divertida, pero pareciera que solo era así cuando ambas estaban juntas, ¿por qué no quería comportarse de esa manera con los demás?

    Estaba segura que tendría muchos amigos y ya nadie la vería como la adolescente arisca y huraña que todos pensaban que era.

    Al final del día, Mireya y Victoria caminaron unas cuadras hasta llegar a un pequeño y elegante restaurante francés. Ambas tenían un elegante pantalón negro y camisa del mismo color con líneas maestras blancas. Sus cabellos estaban recogidos en coletas altas y solo algunos mechones caían en sus rostros. Terminando su jornada laboral, ambas tomaron sus mochilas y, cruzando la calle, se dirigieron a unos departamentos vigilados por varios oficiales de seguridad.

    De camino al departamento había una pequeña plaza con un poco de todo lo que cualquier persona podría buscar. Victoria vio una tienda de ropa y miró a Mireya con ilusión, como si le estuviera pidiendo permiso. Mireya rodó los ojos con cansancio y suspiró.

    —Si te tardas más de veinte minutos juro que me voy a casa sin ti.

    Victoria desapareció de su vista en tan solo segundos. Al percatarse de eso, Mireya se preguntó cómo no se levantaba Victoria así de rápido por las mañanas. Buscó con la mirada algo que llamara su atención, como un restaurante para sentarse a comer un poco antes de la cena y hacer tarea, pero en lugar de eso, vio lo que parecía ser una librería.

    Sus ojos brillaron como los de Victoria al ver una tienda de ropa. Se dirigió a ese lugar y antes de entrar puso una alarma en su teléfono para no estar ahí demasiado tiempo. La editorial tenía un nombre peculiar, por lo que supuso que era una pequeña y poco reconocida. De esas editoriales ya había encontrado tesoros antes, y decidió darle una oportunidad.

    Entró por la puerta de cristal y no vio a nadie que la recibiera… o alguien que siquiera trabajara ahí. No le tomó mucha importancia y se fue a ver en los estantes algo que llamara su atención. Solo había en un punto clave unos pocos libros que eran bestseller y los demás no eran muy reconocidos. Aquel lugar tenía más libros de los que se esperaba, la mayoría no eran ni muy grandes ni pequeños y existía una gran variedad de géneros. Mireya solo leyó la parte trasera de dos libros que llamaron su atención y luego los dejó. Tenía gustos muy específicos y era estricta en todos los sentidos posibles.

    Finalmente, sus manos encontraron un contenido particular. No dudó en sacarlo de ahí y encontró un libro que la cautivó. En su rostro cansado se asomó una sonrisa de la más pura felicidad.

    Lo contempló un momento: en la portada había una especie de mundo de un curioso tono de azul, luego estaba el espacio exterior con muchas estrellas brillando a su alrededor, y en la parte superior decía El Mundo de Urane. Buscó al autor en la parte inferior pero no venía ni un seudónimo, nombre o alguna letra. Nada.

    Decidió explorar la descripción de la parte de atrás, pero tampoco se encontró con alguna escritura, solo el espacio exterior. Volvió a ver el libro con extrañeza, faltaban datos vitales y nunca había escuchado hablar de una obra con ese título, estaba segura de ello; siempre buscaba obras de los que el mundo no supiera de su existencia, ella tenía los ejemplares más raros y únicos.

    Lo siguió analizando sintiendo que, una vez que lo abriera, algo pasaría. Supuso que se sentía así porque el libro iba a atraparla con su historia o con sus personajes.

    Cuando estuvo a punto de abrirlo, la alarma de su celular sonó. No lo pensó mucho y fue a pagar a la caja, esperando a alguien que le cobrara el libro y deseó que el ejemplar no tuviera un precio demasiado alto. Esperó con paciencia a que una señora de tercera edad saliera de una pequeña habitación y fuera a la caja para cobrarle el libro. Mireya estaba lista para sacar su dinero en cuanto le dijeran el precio.

    —Oh, lo siento. Parece que este libro no tiene precio —Mireya parpadeó varias veces.

    —¿Entonces, ¿cómo sé cuánto debo de pagarle?

    —Puedes llevártelo si lo deseas, no tiene etiqueta y la verdad nunca he oído hablar de este libro. Ni siquiera está registrado —le dijo la señora mirando el libro por todos los ángulos posibles.

    Ambas chicas se dirigieron a su departamento con una sonrisa en sus rostros cargando una mano con sus bolsas de compras. Pasaron por el estacionamiento y subieron las escales hasta llegar al segundo piso, Mireya sacó del bolsillo de su pantalón una llave y abrió con ella la puerta del departamento.

    El lugar, a pesar de ser sencillo, tenía un buen espacio. Todo el lugar estaba alfombrado de color gris oscuro, por lo que daba más sensación de comodidad. Fácilmente podía vivir una pequeña familia ahí. Dejaron sus mochilas en la sala de estar, donde había un par de sillones negros de tapizado moderno, una mesa de metal y un mueble que sostenía una televisión.

    Se dirigieron a la cocina y entre las dos se prepararon una cena normal. Sirvieron los alimentos y comieron en la mesa de madera que estaba en la cocina.

    Ambas no dijeron nada, como si no hubiera nada que decir, pero no era así.

    —Fuiste de nuevo a la biblioteca hoy, ¿cierto?

    La pregunta de Victoria no sorprendió a Mireya, era como si la estuviera esperando.

    —Así es.

    Victoria soltó un suspiro, desesperada.

    —Sé que es difícil para ti, para mí también lo es, pero creo que puedes hacer al menos el esfuerzo de convivir con los demás.

    —Tú sabes por qué hago esto. Además, hemos llegado aquí desde hace una semana, los amigos no aparecen por arte de magia.

    Mireya no dijo nada más, como si el comentario no le importara.

    Victoria se rindió, se llevó sus platos al fregadero y los lavó.

    —Estaré en mi habitación intentando hacer la tarea de matemáticas.

    Victoria agarró su mochila y se encerró en su habitación dando un portazo. Mireya miró brevemente la puerta de Victoria, era de rosa pálido y estaba decorada con un poster de Justin Bieber, rodó los ojos con molestia y procedió a lavar sus platos también. Justamente cuando lo hacía, el teléfono sonó y ella contestó mientras seguía con la tarea de limpiar los trastes.

    —¡Hola, Mireya!

    —¿Tía Maura?

    Mireya estuvo sola toda su vida. No conoció a sus padres, ni siquiera sabía sus nombres o como eran. Su tía Maura se había hecho cargo de ella desde que tenía memoria. Prácticamente era lo más cercano a una madre y Victoria a una hermana. Ambas eran su familia, la única que tenía.

    —Hola pequeña, lamento haberlas cambiado de escuela de nuevo, sé que para ti no es nada fácil.

    Mireya permaneció en silencio por un momento mientras terminaba de acomodar los platos. Su tía Maura siempre estaba viajando por asuntos del trabajo, Victoria y ella solían cambiar de escuelas por ello, o hasta de país, ya que su tía era muy protectora. A donde ella iba, ambas jóvenes debían seguirla lo más de cerca que pudieran porque las chicas se quedaban solas.

    —Está bien, lo entiendo.

    —La buena noticia es que parece que no tendremos que mudarnos de nuevo, o al menos hasta que entren a la universidad.

    Mireya tomó asiento en la mesa de la cocina, puso el codo en la mesa y su mano en su rostro. Temía que su tía Maura le diera esa noticia, no habían pasado ni un mes en esa preparatoria y ya quería mudarse de nuevo. Odiaba a sus compañeros, pero al menos le entretenían sus clases. Hizo cuentas mentales de cuánto tiempo se quedarían ahí, y el resultado fue…

    —Espera, ¿nos quedaremos aquí hasta que acabemos la preparatoria?

    —¡Sorpresa!

    La joven hizo todo el esfuerzo posible para no soltar ninguna queja. Su tía tenía demasiado trabajo por delante y su propio estrés más el de ella no le traerían nada bueno a ninguna de las dos.

    —Como sea, Vicky y tú ya saben las reglas: Si quieren ganar dinero extra, tendrán que ganarlo por su cuenta, yo cubriré sus gastos básicos. Si ambas van a una fiesta, me avisan y llegan a horas prudentes. No quemen el departamento. Asegúrate de que Victoria no haga nada estúpido, cuídala bien… ¿Olvido algo?

    —Tía… respecto a la universidad… Verás…

    —Eso te lo tienes que ganar por tu cuenta, Mireya. Consigue toda la beca que puedas y después hablamos.

    Mireya soltó un ligero suspiro de cansancio.

    —Entiendo, ya va siendo hora de que me vaya a dormir. Buenas noches tía, te quiero.

    —Yo también, Mireya. Hablamos luego.

    Mireya alejó el teléfono de su oreja y cortó la llamada.

    Recorrió la sala de estar, la cocina y se dirigió a una puerta blanca con un póster del álbum A beautiful lie de Thirty Seconds to Mars y entró.

    En su habitación a la izquierda había una sencilla cama pegada a la pared, detrás de esta, un enorme librero con libros perfectamente acomodados por tamaño y colores, un par de muebles de tamaño pequeño de color negro, un armario y al final de aquel cuarto un escritorio con su laptop con algunos papeles y una ventana que iluminaba el lugar.

    En las paredes de color azul oscuro se hallaban diversos posters de todo lo que le gustaba a Mireya: sus bandas favoritas tales como Linkin Park, Dragonforce, Green Day, Iron Maiden, entre otros, sus videojuegos favoritos (TLoZ, Final Fantasy, Pokemon y diversos juegos de los años 90) anime como Yu Gi Oh, Digimon, Saint Seiya y demás series que veía en su infancia.

    Dejó el libro en su escritorio, se dirigió a la única ventana de la habitación y recogió del suelo un telescopio.

    No era muy grande, mucho menos moderno, pero la joven aprendió a usarlo con excelencia y se dedicó a ver las estrellas un rato. Una de las cosas que más le relajaba, además de leer, dibujar y jugar videojuegos, era ver el cielo estrellado. Intentó encontrar algunas luces pequeñas en el cielo, pero era muy difícil ya que, estando en la ciudad donde más había contaminación, debía poner mucho empeño de su parte si quería ver algo llamativo. Acercó la silla de su escritorio e intentó buscar algo, lo que fuera.

    Después de varios minutos de búsqueda suspiró con decepción al no poder encontrar absolutamente nada. Se recargó en la silla y abrió una de sus libretas de dibujo. En su laptop tenía sus mejores obras, lo que la convertía en una gran artista y diseñadora; un gran porcentaje de sus trabajos era sobre lo sobrenatural ya que era gran amante de todo lo relacionado con la magia.

    Cuando terminó de entretenerse, fue por su nuevo libro para empezarlo. No lo pensó mucho y lo abrió lentamente, dispuesta a leer su contenido.

    Para su sorpresa, y decepción, las páginas estaban en blanco.

    Recorrió con paciencia casi todo el libro buscando algo, lo que fuera, pero no había nada que mostrar. Con cada hoja que avanzaba, perdía más y más el interés. No podía creer que un libro pudiera estar así, por lo que se detuvo en una página y la observó fijamente, como si esperara a que apareciera algo.

    —Esto debe ser una mala broma.

    Su buen humor se esfumó por completo y tomó el libro entre sus manos dispuesta a cerrarlo y aventarlo en algún lugar de su habitación.

    En ese momento, las páginas del libro emitieron una luz, casi imperceptible a simple vista, pero dentro de poco tiempo fue haciéndose más notable. Mireya soltó el libro y cayó hacia atrás, retrocediendo hasta topar con su gran librero; cuando el brillo fue demasiado fuerte, su única opción fue cerrar los ojos.

    Cuando sintió que su habitación finalmente regresó a la normalidad, volvió a abrir los ojos lentamente, hallando el libro abierto en el suelo. Reguló su respiración, buscó calmarse un poco, soltó un suspiro de molestia y comentó en voz alta.

    —Hoy ha sido un día agotador y estoy imaginando cosas, solo quiero dormir.

    —Yo no, ya he dormido mucho tiempo.

    Se paralizó por completo. No conocía esa voz masculina, y estaba completamente segura de que ella y Victoria estaban solas. Miró lentamente hacia arriba y no pudo describir lo que sintió cuando encontró a dos siluetas frente de ella

    Tratando de entender

    Cualquier persona al ver a dos sujetos desconocidos en su habitación se asustaría, gritaría o llamaría a la policía.

    ¿Mireya? Ella agarró un bate de metal escondido detrás de uno de los muebles.

    —¡Llama a seguridad, Victoria!

    Antes de que los jóvenes dijeran una sola palabra, Mireya ya los estaba amenazando con el bate y una siniestra voz.

    —¿Qué quieren y cómo entraron aquí?

    Los dos individuos pusieron sus manos en el aire, aterrados por la intensa actitud que la chica tomó.

    —Cuánta delicadeza, me agradas —dijo el chico de vestimenta negra.

    —¡Cállate!

    —¡Mireya!

    Victoria entró sin permiso a la habitación y se preocupó al encontrarla en el suelo. Mireya no decía nada, solo estaba apuntando con su bate al frente.

    Victoria notó un libro tirado en el suelo y miró cada esquina de la habitación, sin ver nada anormal.

    Mireya apenas le prestó atención a su prima, ya que seguía en el suelo, sin mover un dedo, y preguntándose una y otra vez como era posible que Victoria aún no se diera cuenta del joven hombre de vestimentas beige que estaba a su lado, sereno, como si la reacción de ambas chicas no le sorprendiera en lo absoluto.

    —Lo siento —Mireya bajó el bate—, vi una sombra en la ventana, es todo.

    —Estás muy cansada, creo que solo necesitas relajarte y dormir.

    Siguió con la mirada a Victoria sin decir nada, al escuchar la puerta de su habitación cerrarse, se atrevió a observar la puerta donde Victoria desapareció hace poco.

    —Tu amiga es algo rara.

    Mireya reaccionó y encontró al otro personaje a un lado de ella. Se alejó de inmediato y chocó con la esquina de su cama, golpeándose un poco la cabeza.

    —No debiste de hacer eso, ellas aún no saben nada.

    —¿Viste sus caras? Lo haría de nuevo.

    Miró con cuidado a ambos jóvenes: los dos tenían vestuarios muy raros, como si fueran antiguos. Eran de complexiones altas y delgadas, a simple vista parecían tener pocos años de diferencia.

    Uno de ellos vestía lo que parecía ser un traje antiguo de una pieza de color negro, siendo su cabello azabache desordenado y tenía unos ojos de igual color, su piel era increíblemente blanca.

    El otro era casi todo lo opuesto: su ropaje era beige, cabello de un tono rubio platino más acomodado que le llegaba hasta los hombros, piel ligeramente bronceada y sus ojos eran de azul metálico; Mireya supuso que él era el mayor, ya que poseía una mirada más comprensiva y madura.

    Este último, le habló en voz baja:

    —Tranquila, Señorita Mireya. No le haremos daño.

    —¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quiénes son y qué carajos está pasando aquí?

    El adolescente de negro interrumpió.

    —Porque tu amiga lo dijo hace menos de un minuto, ¿no estabas poniendo atención o qué?

    Los dos tenían una manera de hablar muy particular. Sin embargo, los entendía a la perfección, como si hablaran en su propia lengua; el otro joven volvió a hablar.

    —¿Por qué estamos juntos en esto? —cuestionó en voz alta y sin ocultar un poco de molestia en su voz—. Teniendo en cuenta la falta de tacto de mi compañero, yo responderé con detalle a su segunda pregunta. Mi nombre es Lucis.

    —Y yo soy Orek —El adolescente con vestimenta negra realizó una exagerada reverencia—, a tu servicio.

    Lucis ignoró aquel gesto de presentación y siguió hablando:

    —Nosotros venimos del mundo de Urane, como Orek dijo, estamos a su servicio. Su madre, Urania, nos pidió que esperáramos pacientemente a que su hija pudiera acceder a sus nuevos poderes. Nosotros le protegeremos a costa de nuestra vida porque usted es nuestra invocadora ahora.

    En cuanto escuchó la palabra madre y el nombre Urania Mireya cambió su expresión de enojo por una de sorpresa y abrió ligeramente sus labios; era la primera vez que alguien hablaba de ella, nadie sabía nada, ni siquiera su tía Maura.

    —Oye —Orek interrumpió— ¿Dónde están los demás?

    Lucis miró a su alrededor e inmediatamente le dio la razón a Orek.

    —Es cierto, no están aquí —centro nuevamente su atención en Mireya—. Sé que todo esto es muy inesperado, y no dudo que para usted nada de esto tenga sentido, pero tiene que creernos. Denos una oportunidad de explicarle.

    —Mi madre… Urania… ¿ese era su nombre?

    Lucis esperó con paciencia a que Mireya terminara de procesar todo lo que estaba pasando, era claro que la joven nunca había recibido información de su progenitora y que su presencia cambiaría su vida radicalmente; Mireya debía aceptar la nueva realidad que tenía por delante y ellos se asegurarían de que así sería. Después de unos momentos de silencio, Lucis continuó:

    —Tiene la magia Summoner: el poder de los invocadores. Nosotros no somos los únicos, su madre le dejó un legado con más guardias. Debemos buscarlos y reunirlos lo antes posible para que de esa manera pueda regresar al mundo de Urane.

    Mireya permaneció en silencio un rato más, tratando de comprender toda la información que aquel ente, Lucis, le explicó. Mireya se levantó con una tranquilidad envidiable, pasó entre los dos personajes como si no estuvieran ahí, sacó algo de su mueble y antes de retirarse de la habitación, murmuró en voz baja:

    —Esto es un mal chiste sacado de algún libro cliché de fantasía.

    Acto seguido, salió de la habitación.

    Orek no tardó en expresar su opinión.

    —¿Pero qué…?

    —Está confundida, y no la culpo —razonó Lucis—. No puedo creer que la señorita Urania no le haya dejado la más mínima información a su hija sobre el mundo de Urane, de sus poderes o de nosotros. Aquí hay algo que no cuadra, ella no le haría eso a Mireya…

    —¿Estás seguro de que podremos trabajar con ella? ¡Mira cómo reaccionó!

    —Ten en cuenta que el planeta Tierra no tiene magia, según recuerdo, Urania dijo que era algo inexistente. Dime algo, si un día normal de tu vida, dos personas salieran de un libro y dijeran que son de otro mundo, revelaran información de tu familia que no sabías y trataran de persuadirte de que tienes poderes que debes de desarrollar, ¿cómo reaccionarías?

    Orek permaneció pensativo un momento. Lucis tenía un buen punto, sin embargo…

    —Por cierto… ¿sentiste eso?

    —¿La gran energía que desprendía? Si, lo sentí. Soy muy poderoso.

    —¿Crees que llegamos a tiempo para intervenir?

    —…Espero que sí.

    La puerta de la habitación se abrió. Mireya entró vistiendo una camisa de tirantes para dormir color turquesa y un short deportivo azul. Dejó los tenis en la orilla de la cama, acomodó sus lentes a un lado de la almohada y se acostó, dándoles la espalda a los invitados inesperados.

    Orek miró a Lucis, molesto, y su compañero negó lentamente con la cabeza.

    —Hay que darle su espacio para que pueda aceptarlo.

    Aunque Mireya los escuchó, optó por no decirles nada, solo se empeñó en dormir, estando casi segura que todo eso era un mal sueño.

    A la mañana siguiente, su alarma sonó.

    Se removió un poco con molestia antes de levantarse, estaba segura que si ella no se levantaba para apagarla, Victoria no lo haría. Puso sus pies descalzos en el suelo y fue a silenciar la alarma que marcaba 5:30 am. Ahogó un bostezo y fue a la habitación de su prima, tocándole la puerta con algo de fuerza.

    —Ya es hora.

    Se dio media vuelta para ir al baño principal y darse una buena ducha, hasta que abrió sus ojos con sorpresa al ver a Orek y Lucis sentados en la cocina. Los contempló, y se dio cuenta que no era un sueño como ella pensaba, y debía afrontar la realidad… si a eso se le podía llamar realidad.

    Fue a la habitación del fondo, que era para invitados y entró para tomar una ducha.

    Mientras el agua caía en su cabeza y se deslizaba por su cuerpo, cerró los ojos y respiró profundamente. Era cierto que estaba estresada, pero no al punto de alucinar; jamás estuvo ni cerca de que el estrés académico perjudicara a ese punto su salud mental. Si, debería pedir ayuda, pero…

    ¿Qué pasaba si no le permitían seguir estudiando o si eso repercutiría en la universidad que quería estudiar?

    Ella trabajó muy duro desde pequeña para estar en la universidad de sus sueños, una de las mejores del mundo, ¿aceptarían a alguien con ese expediente en su casa de estudios?

    No quería saber esa respuesta.

    Solo le faltaba poco, además, podía controlarlo. Siempre fue madura, inteligente y sabía qué hacer, encontraría una manera de salir de aquello. Mientras tanto, los ignoraría; en algún punto tenían que irse o se acostumbraría a ellos y seguiría con su vida normal.

    Se enrolló una toalla y buscó algo para ponerse, esa mañana por prestarle atención a sus dos espíritus guardianes olvidó su ropa en la otra habitación.

    Salió del baño solo para encontrarse a Lucis y Orek esperándola. Los tres se sonrojaron un poco, pero más la joven al darse cuenta de que tal vez ya nunca obtendría privacidad.

    —¡Tengan la decencia de darse la vuelta! ¡Váyanse!

    Los dos chicos atravesaron la habitación como fantasmas y desaparecieron de la vista de Mireya. Fue a vestirse y se encontró con Victoria sirviéndose cereal.

    —¿Y ese milagro de levantarte temprano?

    —Debo terminar la tarea de Matemáticas, ¿me explicas en el salón?

    —¿Tengo otra opción?

    Al no ver a Lucis y Orek cerca, Mireya consiguió pensar un poco más mientras desayunaba con Victoria. La observó mientras comía hasta que la chica se dio cuenta de la intensa mirada de Mireya.

    —¿Qué? No he hecho nada, me acabo de levantar.

    —¿Me has notado extraña últimamente?

    Victoria entrecerró todavía más los ojos sin entender a lo que se refería.

    —Tú siempre has sido extraña —respondió Victoria, sin mucha seguridad si esa era la respuesta que Mireya buscaba.

    Mireya cerró los ojos y volvió a respirar. No tenía caso, ella no notaba nada particularmente raro y ella en sí misma tampoco, ¿fue algo que ocurrió el día de ayer? Pero si había sido otro día aburrido y normal.

    Entonces, ¿por qué?

    ¿Qué estaba pasando con ella?

    Las chicas lavaron sus platos y arreglaron los últimos detalles para irse, las dos salieron del apartamento y Mireya pudo distinguir que unos metros atrás de ellas estaban sus espíritus guardines. Por el resto de la mañana se dedicó a ignorarlos y trato de seguir con su vida normal. No hablaban, intuyó que era porque los ignoraba. Bien, eso iba a ser fácil para ella.

    Pasaron horas, días y noches, pero Lucis y Orek seguían ahí. Un día que Mireya iba camino a la biblioteca, se aseguró de que no hubiera gente a su alrededor y miró a Lucis y Orek con recelo.

    —Solo yo puedo verlos y escucharlos, bravo —dijo Mireya en voz alta con sarcasmo.

    —Ya era hora de que nos hicieras caso —renegó Orek cuando Mireya les habló—. Nosotros estamos exclusivamente a tu servicio, solo tú puedes vernos, escucharnos e incluso utilizarnos para algún medio porque no estamos en un mundo donde predomine la magia.

    —Debo estar sufriendo alguna enfermedad mental por no descansar —dijo Mireya sin siquiera voltear a verlos— ¿Qué quieren de mí? —les preguntó sin interés.

    —Necesitamos que despierte su verdadera identidad, así logrará descubrir el gran poder que tiene, es nuestro deber asegurarnos de eso —le respondió Lucis.

    Mireya no lo pensó mucho.

    —¿Y si no quiero?

    —Vamos a morir —declaró Lucis en voz baja, perdiendo cada vez más la esperanza de que Mireya les creyera.

    —Eso ya es su problema, busquen alguien más —replicó con indiferencia y continuó su camino.

    —¡No es tan fácil, maldita sea! —estalló Orek—. Si tuviera opción ya te hubiera dejado desde que nos mandaste al demonio, pero no. Ojalá tuvieras una mente más abierta, empatía, o los dos; te hacen mucha falta.

    Mireya apretó los puños y volteó a ver a Orek con una mirada feroz; si los ojos son el reflejo del alma, entonces podías ver a un asesino en ellos.

    El adolescente de vestimenta oscura, en lugar de sentirse intimidado, sonrió de medio lado y se inclinó para que su rostro y el de Mireya quedaran a la misma altura, pero conservando cierta distancia entre los dos.

    —Justo donde te duele, interesante. Tienes muchas cosas en ti que aumentan mi magia oscura, ¿quieres competir por ver quién está más destruido?

    Lucis no pensó que las cosas resultarían de esa forma, una decisión que parecía ser definitiva acabaría con ellos sin siquiera

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