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La fortaleza del dragón
La fortaleza del dragón
La fortaleza del dragón
Libro electrónico247 páginas3 horas

La fortaleza del dragón

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Información de este libro electrónico

El Multiverso está conformado por una infinidad de diferentes dimensiones, cada una protegida por su respectivo guardián. Un joven es condenado a morir y renacer en diferentes épocas y en diferentes dimensiones por toda la eternidad. Conforme cumple su condena, su destino se entrelaza con el del Multiverso en el que habita. Éste es el comienzo de su travesía.


Cuando el Jeath abrió los ojos lo primero que vio fueron las fauces de un dragón que intentaba devorarlo, en ese mismo instante apareció de la nada un naipe de color negro que le salvó la vida. Lo último que recordaba antes de ese momento era haber sal¬tado de un puente para suicidarse. ¿Fue esa carta negra la que lo trajo a este mundo? ¿Está muerto acaso? ¿Qué es lo que está pasando?


Mientras tanto en la Cámara de las Puertas, el verdadero centro del Multiverso, los Guardianes de las diferentes dimensiones se reúnen, la Baraxa Os¬cura, su arma más poderosa, ha sido robada…

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 sept 2018
La fortaleza del dragón

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    La fortaleza del dragón - Omar Castillo Santiago

    © Omar Castillo Santiago.

    © Grupo Rodrigo Porrúa S.A. de C.V.

    Lago Mayor No. 67, Col. Anáhuac,

    C.P. 11450, Del. Miguel Hidalgo,

    Ciudad de México.

    (55) 6638 6857

    5293 0170

    direccion@rodrigoporrua.com

    1a. Edición, 2018.

    ISBN:

    Impreso en México - Printed in Mexico.

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

    sin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Características tipográficas y de edición:

    Todos los derechos conforme a la ley.

    Responsable de la edición: Rodrigo Porrúa del Villar.

    Corrección ortotipográfica y de estilo: Graciela de la Luz Frisbie y Rodríguez /

    Rodolfo Perea Monroy.

    Diseño de portada: Omar Castillo Santiago.

    Diseño editorial: Grupo Rodrigo Porrúa S.A. de C.V.

    AGRADECIMIENTOS

    *A Ana Gloria Domínguez Nava, por compartir conmigo los mejores años de su vida y de la mía. Te debo más de lo que puedo darte.

    *A Sabrina López García, por tu cariño, tu apoyo incondicional y tu paciencia infinita. Por fin lo tienes en tus manos.

    *A Berenice Luna Ortiz, por chutarte dos veces la lectura de esta tesis y apoyarme con tus comentarios.

    *A Montserrat Xenia Mayuel Hernández Hernández, por darte el tiempo de leerme y corregir mi ortografía aunque tenías mejores cosas que hacer.

    *A Gabriel Estrada García, por aportarme tus valiosos y despiadados comentarios que tanto me ayudaron a mejorar.

    Gracias a todos, este libro no sería lo que es sin ustedes. Que la vida se los recompense, porque yo no tengo cómo.

    *A mi abuelita Carmelita: Por mostrarme el amor verdadero.

    *A mi amadre Lupita: Por darme alas para volar.

    *A mi tía Teté: Por mostrarme el camino.

    *A mi hermana Mxry: Por llevarme a volar más lejos de lo que jamás pensé que llegaría.

    *A Maricela Téllez Romero: Por darme la patada en el trasero que me obligó a comenzar.

    *A Sabrina López García: Por ser la pieza que faltaba en mi vida. Te quiero Neko.

    A su recuerdo, que vivirá por siempre entre las páginas de esta historia.

    Quién no aprendió de su pasado, está condenado a repetirlo.

    Inspirado en una historia real.

    UN NUEVO DESPERTAR

    Estaba él, sin nadie a su lado. Una gota de agua se desprendió del barandal para morir en un suspiro, pero su intento fue frustrado por el rostro de la joven en la fotografía. Era la primera fotografía que se habían tomado cuando se hicieron novios, la primera que tenían juntos, de hecho. La foto yacía en el suelo mojado del puente peatonal, con el rostro de la joven distorsionado por la refracción de la luz sobre el cadáver de la gota de agua.

    El cigarrillo que sostenía en su mano tuvo más suerte, su cuerpo hecho cenizas sí terminó sobre el pavimento, se había consumido casi por completo sin que le hubiera dado una segunda bocanada. Los ojos cristalinos del joven veían hacia la nada; antes de que la última brasa del cigarro desapareciera, lo tomó y lo apagó en el dorso de su mano izquierda. Sintió un dolor punzante a causa de la quemadura, su rostro hizo una mueca involuntaria; el dolor físico lo apartaba por un instante del dolor que sentía dentro de su alma. Tiró la colilla al suelo y en su mano izquierda quedó una cicatriz circular, recordatorio eterno de su flagelación.

    Se levantó del piso y caminó hacia el barandal, vio la carretera que pasaba debajo de él y se perdía en el horizonte, el ir y venir de los autos conducidos por gente que jamás conocería y que no le importaba en lo más mínimo. La brisa acariciaba su cara, el ruido de los autos era ajeno a sus oídos.

    —¡Qué ironía! —pensó en voz alta.

    —El último día de mi vida pudo haber sido el más feliz.

    Sacó el anillo de su bolsillo y lo jugueteó entre sus dedos sin voltear a verlo. Sus dedos vieron por él, percibió la forma del anillo: dos corazones entrelazados en cuya unión se encontraba sujeto un pequeño diamante de corte marquise¹, el más grande que sus casi inexistentes ahorros pudieron pagar. Uno de los corazones estaba hecho de oro amarillo, el otro de oro rosa, ambos montados sobre una argolla de oro blanco que jamás sería usada por la legítima dueña para la que fue mandada a hacer. Se colocó el anillo en el dedo anular de su mano izquierda y subió al barandal.

    Apoyó los pies sobre el barandal del puente peatonal intentando mantener el equilibrio, se levantó por completo, abrió los brazos y respiró profundo para sentirse vivo por última vez. Cuando se disponía a saltar, el sol que se colaba entre las nubes se oscureció súbitamente tras una extraña sombra. El objeto se deslizó por el aire hasta obstruir completamente su vista, el joven perdió el equilibrio, resbaló del barandal y se sintió caer al vacío…

    El dolor que subía a lo largo de su espalda lo devolvió a la realidad. Había caído de sentón sobre el frío concreto del puente. Sobándose la cadera para

    aliviar el dolor del golpe, tomó el objeto que lo había cegado momentáneamente y lo apartó de su rostro para verlo bien. Era una carta de color negro hecha de un material desconocido.

    Observó la carta a contraluz. En ese momento tuvo la sensación de haberse quedado ciego, sintió como si su vista atravesara más allá de la carta y se extendiera hasta el espacio lleno de estrellas. Unos segundos después la carta comenzó a brillar, primero sólo fueron unos puntos de luz dispersos, pero luego estos resplandecieron con más intensidad, como si los rayos del sol la atravesaran de lleno, hasta que se convirtió en una luz blanca cegadora que ocultó el mundo a su alrededor. La luz se fue desvaneciendo lentamente hasta que al final todo se volvió oscuridad.

    Al abrir los ojos se encontró a oscuras rodeado de una espesa niebla entre la cual no lograba distinguir nada más allá de su nariz. Cuando trató de moverse entre la niebla pudo percibir cómo el piso era una superficie llana de roca áspera.

    Se levantó para poder caminar pero en ese instante sintió que algo pasaba junto a él, grandes pasos cimbraban el suelo y arrastraban tras de sí un objeto pesado, la criatura gruñó con voz profunda. Él se tiró al suelo intentando con todas sus fuerzas contener la respiración y evitar que el miedo lo paralizara, luego se arrastró lejos de aquello que se movía en la oscuridad.

    Cuando levantó nuevamente la vista pudo distinguir un resplandor frente a él. Era sólo una delgada línea de luz, pero era la única luz que penetraba en ese lugar. Como un mosquito embelesado se arrastró hacia ella y extendió la mano para intentar tocar la abertura. Esta comenzó a crecer como anteriormente lo había hecho la luz de la carta.

    En la niebla, la criatura percibió el brillo por el rabillo del ojo y volteó para ver qué pasaba. La luz de la puerta que comenzaba a abrirse lo iluminó: era una especie de gólem de piel grisácea y orejas puntiagudas con gruesas espinas que nacían de la piel de sus hombros y antebrazos.

    Urolg, el gólem protector de la Cámara de las Puertas, lanzó un rugido similar al de un león, soltó la maza que llevaba en la mano y salió corriendo a toda velocidad para alcanzar al intruso. Casi lo logra. Extendió su zarpa y se lanzó al aire para atraparlo, pero el forastero atravesó el portal antes de que pudiera hacerlo. El joven pudo oír el grito de frustración del gólem mientras flotaba envuelto en una luz blanca, antes de perder el conocimiento.

    El zumbido de un insecto volando junto a su oído lo hizo reaccionar, cuando movió la cabeza para alejar al bicho pudo sentir el pasto en sus mejillas, lo acarició bajo sus manos, escuchó el susurro del viento y el correr del agua en un riachuelo cercano. Olió el aroma de flores y de comida que alguien estaba cocinando cerca de ahí. Entonces percibió las voces de gente que se estaba reuniendo a su alrededor, escuchó sus pasos sobre la hierba, personas susurrando junto a él.

    El murmullo de la gente se volvió más agitado, los pasos ahora sonaban como si las personas estuvieran corriendo, alejándose del lugar. Oyó un grito de terror que lo hizo despertar y abrir los ojos de golpe:

    —¡¡¡DRAGÓN!!!


    1 Marquise: Se pronuncia /marquís/ Significa marquesa. Cuando a un diamante se le corta para darle forma y brillo, se le pueden dar diferentes figuras, el corte marquise es de una forma ovalada.

    Dos grandes fauces llenas de afilados dientes ocuparon toda su vista; sintió el aliento incandescente de la bestia que le llenó los pulmones. La dentellada pasó a centímetros de su cara. Pudo sentir el potente golpe de aire producido por el aleteo y vio pasar sobre él una sombra que le pareció ser el cuerpo y la cola. La bestia pasó rozando el suelo con sus garras y remontó nuevamente el vuelo.

    El joven giró la cabeza y se colocó pecho tierra para poder verlo bien; el dragón parecía un dinosaurio con alas y cuernos, su piel era negra y tenía una textura similar a la de roca volcánica, parecía más una armadura que piel de verdad. Entre sus articulaciones brillaban líneas de color rojo y las membranas de sus alas resplandecían con igual intensidad, como si se tratara de roca fundida. No se parecía en nada a la imagen que recordaba de Smaug en la pantalla del cine.

    Asombrado, se incorporó para poder ver mejor la figura alada elevándose en el cielo, sin poder dar crédito a sus ojos. Poco después oyó un ruido tras de él y volteó para ver de dónde provenía; sin pensarlo dos veces salió corriendo en la dirección contraria. Detrás de él se acercaba a toda velocidad un segundo dragón, corriendo sobre cuatro robustas patas. Este dragón no tenía alas, era tan grande como una casa y tenía el cuerpo recubierto por una armadura de hueso, sobre su cabeza llevaba, a manera de casco, un cráneo que ostentaba dos largos cuernos curvos como los de un carnero y, naciendo de la punta de su hocico, emergía otro enorme cuerno que atravesaba la armadura de hueso. Parecía un rinoceronte prehistórico que arremetía a toda velocidad y que amenazaba con aplastar cualquier cosa que se cruzara en su camino.

    Surcando el cielo se acercaban dos dragones más. El primero, apenas más grande que el dragón de magma, era de color blanco con escamas que resplandecían al sol como madreperla y las alas cubiertas de plumas. Incrustado en su pecho se alcanzaba a ver lo que parecía ser un diamante del tamaño de un puño y tenía tres cuernos amarillos sobre su cabeza, dos salían de su nuca y el tercero nacía de su frente, como el cuerno de un unicornio.

    El último de los cuatro dragones era el más grande de todos. Cuando sobrevolaba el campo, parecía que sus grandes alas de piel traslúcida, rasgadas por el fragor de múltiples batallas, ocultaban el sol. Su piel era de un color blanco azulado y la armadura de escamas y espinas que la recubría era tan dura como el mismo diamante. Largas y afiladas garras plateadas coronaban cada una de las puntas de sus alas y su cola, la cual ondeaba en el aire con un movimiento semejante al de la cola de un cocodrilo impulsándose para nadar.

    Cada vez que respiraba, un resplandor azul iluminaba su pecho, como si respirara relámpagos de tormenta; incluso sus feroces ojos parecían irradiar luz propia. Dos grandes cuernos crecían en la parte posterior de su cabeza, coronando tan colosal armadura. Le llamaban Fearstorm² y con justa razón.

    El dragón con piel de roca volcánica dio un rodeo en el aire y, cual halcón cazando a su presa, posó la vista sobre el joven recién llegado, que corría con desesperación. Frente al muchacho, construida en medio del valle se encontraba una ciudad, se dirigió hacia ella, buscando refugio entre sus calles. Se internó en el primer camino que encontró, enmarcado por altas construcciones de tres pisos sostenidas con gruesos pilares de madera. Las paredes de la planta baja estaban hechas de una arcilla rojiza, mientras que los pisos superiores estaban construidos casi en su totalidad de madera.

    Mientras el joven se adentraba en la ciudad, el dragón de magma emprendió el descenso en picada para atraparlo. El muchacho casi llegaba al final de la cuadra, cuando el dragón cayó sobre una de las casas de madera, destrozándola por completo bajo su peso. Una lluvia de escombros se elevó por el aire, eran restos de madera y arcilla, envueltos en una nube de polvo rojo. La fuerza del impacto lanzó al pobre muchacho lejos del dragón, segundos antes de que sus alas derrumbaran el techo de la construcción sobre él.

    El joven quedó tirado en el piso, cubierto de polvo y astillas de madera, estaba adolorido y había sufrido varios raspones, pero no parecía estar herido de gravedad. El muchacho abrió los ojos con dificultad y lo primero que pudo ver fue una pila de vigas de madera y trozos de roca donde antes había un bloque completo de casas.

    Conforme el polvo se fue asentando, pudo distinguir que la pila de escombros se movía ligeramente, como si respirara. Observó con más atención, posando su vista en la negrura debajo de los restos del edificio. Un brillo de color rojo se encendió dentro de esa oscuridad, un temible ojo que posó su mirada sobre el joven que yacía a unos cuantos metros de él.

    El dragón se levantó de los escombros extendiendo sus alas, que brillaron con fuego líquido, arrojando trozos de madera al aire. Como un velociraptor se abalanzó contra el muchacho, que retomó la carrera a través de las calles; el joven giró a la derecha en la esquina de la cuadra para evadir al monstruo, este apoyó una de sus alas en el suelo para poder girar y cambió de trayectoria.

    Al finalizar la calle, la aterrorizada presa dobló hacia la izquierda, volteando hacia atrás para ver si el dragón todavía lo perseguía, pero no vio nada. Cuando creyó que por fin lo había perdido, la mole de garras y dientes atravesó un edificio por la mitad, haciéndolo añicos, giró con gran destreza sobre la calle y continuó la persecución tras del muchacho.

    Las fauces del dragón se acercaban cada vez más a su objetivo quien las sintió tan cerca que pudo percibir como el aliento de fuego le quemaba la piel de la nuca. El joven cerró los ojos y dio vuelta en el primer callejón que encontró, la mordida del dragón pasó por segunda vez a centímetros de su cuerpo mientras sus alas demolían el techo de las casas a su paso.

    Furioso por haber perdido a su presa, el dragón emprendió nuevamente el vuelo. Ya en el aire giró hacia sus compañeros, que se acercaban al valle, y lanzó un agudo chillido llamando al dragón Fearstorm. El joven salió a una explanada en campo abierto, varias carretas llenas de comida, carnes y vegetales estaban dispuestas en el lugar, como un mercado ambulante, algunas de ellas estaban tiradas con la mercancía regada por el suelo, prueba evidente de que sus propietarios habían salido huyendo de ahí a toda velocidad.

    Volteó en todas direcciones buscando con desesperación al dragón que lo perseguía, sin encontrarlo. Entonces escuchó sollozos detrás de él, al voltear distinguió dos figuras femeninas agazapadas detrás de una carreta que estaba volcada: una niña pequeña hecha ovillo, llorando desconsoladamente y una joven que la abrazaba con fuerza y le hablaba, intentando hacer que guardara silencio. Cuando se disponía a acercarse para ayudarles, escuchó un trueno rugir en el cielo.

    Volteó instintivamente para ver de dónde provenía y vio a Fearstorm volando hacia la ciudad. La bestia alada aspiraba aire preparándose para disparar su aliento mortal. En su pecho se iluminó un resplandor acompañado de un rugido que inundó el aire con el sonido de la tormenta. El dragón batió sus alas de huracán y atacó lanzando su thunderbolt³, mezcla de relámpagos y fuego azul, que cruzó el cielo como un cometa. El joven no alcanzó a pensar nada, sólo se colocó de espaldas a las chicas para protegerlas del ataque, cerró los ojos y levantó sus brazos para cubrirse la cara.

    En el instante que lo hacía, otra de

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