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Irokuro 5: La ley del Talión
Irokuro 5: La ley del Talión
Irokuro 5: La ley del Talión
Libro electrónico130 páginas1 hora

Irokuro 5: La ley del Talión

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Información de este libro electrónico

Kenzo es un adolescente cuyo concepto de la justicia es la ley del Talión: Ojo por ojo y diente por diente. El joven inicia un viaje para encontrar a Werner, el capitan del ejercito de Mesto, y castigarlo según esta ley. El capitán no parece ser muy popular ya que Kenzo no es el único que va tras él y por el camino encontrará varios aliados.

Lo que ninguno de ellos sabe son las verdaderas intenciones de Werner, y lo peor de todo, el propio capitán no es consciente de que al llevar a cabo su plan estará trayendo de regreso a un ser cruel y despiadado.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 mar 2015
Irokuro 5: La ley del Talión
Autor

Roberto Pérez Muñoz

Mi historia comienza a principios del 2012 cuando mis padres deciden reformar la casa. ¿Tiene algo que ver esto con los libros? Pues como verás a continuación, sí. Tenía que estar en casa mientras los albañiles realizaban la obra y fue cuando comencé a escribir. Lo que empezó como una manera de olvidarme un poco de la reforma y sus martillazos, su polvo y sus mil y un ruidos infernales ha acabado convirtiendose en una gran afición.

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    Vista previa del libro

    Irokuro 5 - Roberto Pérez Muñoz

    La ley del Talión

    Roberto Pérez Muñoz

    Portada

    Sony-Shock

    Registrado en el Registro de la Propiedad Intelectual

    Nº de registro V-1859-13

    © 2013-Roberto Pérez Muñoz - Todos los derechos reservados

    PRÓLOGO

    -No es justo. No le hemos hecho nada malo. ¿Por qué nos ha hecho esto?

    -Si algo es justo o no depende de cada persona. Lo que para ti puede ser algo injusto para otro puede ser justo.

    -Mírame, ¿te parece esto justo?

    -Por supuesto que no.

    -Entonces no es justo

    -Entonces haz justicia.

    -Has dicho que si algo es justo o no depende del criterio de cada uno.

    -Y así es pero existe una justicia verdadera. Apoyándote en ella todo cuanto hagas será justo.

    -¿Y cual es esa justicia?

    -La que se aplica siguiendo la ley del Talión. Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida y golpe por golpe.

    PRIMERA PARTE:

    EL VIAJE DE KENZO

    CAPÍTULO 1:

    BUSCANDO INFORMACIÓN

    Un hombre vestido con una toga negra con una capucha que le tapaba la cara se encontraba en un bar tomándose una cerveza apoyado en la barra cuando vio entrar en el local a un chico joven, de unos dieciséis años. Tenía el pelo corto y negro y los ojos del mismo color. Era alto y delgado pero tenía los músculos del cuerpo marcados. Iba vestido con una camisa negra sin mangas y unos pantalones de color marrón oscuro. Los brazos los llevaba al descubierto y en ellos se podían apreciar varias cicatrices. El chico vio al hombre de la toga y se acercó a él.

    -Busco información-le dijo el chico con un susurro.

    -Ven conmigo-le contestó el hombre mientras le hacía un gesto con la mano para que lo siguiera.

    El chico fue tras él y los dos se sentaron en una mesa de madera que se encontraba en un rincón del bar un poco apartada del resto.

    -¿Qué es lo que buscas exactamente?-le preguntó el hombre mientras hacía un gesto con la mano para llamar a una de las camareras.

    -Busco información sobre un hombre. Se llama…

    -¿Qué os pongo?-dijo la camarera que acababa de llegar a la mesa en ese momento.

    -A mí de mal humor-dijo el chico antes de fulminarla con la mirada. Si las miradas matasen esta no sólo la habría matado si no que le habría hecho daño previamente.

    -Vaya unos modales que tienes. Deberías disculparte con la chica inmediatamente.

    -¿Disculparme yo? ¿Por qué?

    -Ha sido de mala educación lo que le has dicho.

    -¿Acaso no ha sido ella maleducada al interrumpirme mientras hablaba? Ha recibido lo que ha dado. No soy un maleducado, soy justo.

    -Tráeme otra cerveza, por favor-le dijo el hombre de la toga a la joven camarera-El chico no quiere nada.

    La camarera se fue a por la bebida y el joven prosiguió con la conversación.

    -Busco a un hombre llamado Werner.

    -¿Werner? Conozco a muchos con ese nombre. Tendrás que especificar un poco más.

    -Pertenece al ejército de Mesto.

    -Werner de Mesto. Sí, sé quién es.

    La camarera volvió con la cerveza y la dejó en la mesa. El hombre sacó unas monedas de la toga y le pagó el importe de la bebida y un poco más.

    -Es por las molestias ocasionadas por mi acompañante.

    Cuando la camarera se alejó de la mesa, el hombre siguió donde habían dejado la conversación.

    -Werner de Mesto, un tipo importante. Si quieres información sobre él vas a tener que ofrecerme una buena cantidad.

    El chico se arremangó el pantalón y cogió una bolsita que llevaba atada a la parte interior, después se la pasó al hombre, el cual la abrió y miró su contenido.

    -Parece que hay una buena suma.

    -Entonces habla. ¿Qué sabes de él?

    -Tras la muerte de Sek, muchos fueron los pueblos y ciudades que crearon grandes ejércitos para defenderse de sus enemigos. Werner se unió al ejercito de Mesto. Entró como un soldado más y poco a poco fue escalando puestos hasta convertirse en lo que es hoy, el líder del ejército y una de las personas más influyentes de Mesto.

    -¿Entonces ahora se encuentra allí? ¿En Mesto?

    -Creo que tú interés por él tiene algo que ver con la muerte.

    -Yo no he dicho nada de eso.

    -A mi no me engañas-dijo el hombre tras beberse la cerveza de un trago-Todos los que venís buscando que os de información lo hacéis por lo mismo: Un hombre que ha sido estafado y busca al que lo ha engañado, un padre que busca al novio de su hija porque se han fugado los dos…Buscáis a través de mi información a esa persona, y cuando la encontráis, ¿sabes qué? Nueve de cada diez aparecen muertos. Sé que Werner en todos sus años en el ejército ha hecho muchas barbaridades. No me extraña que busques su cabeza.

    -Si te da igual, ¿por qué te interesa tanto saber si voy a matarlo?

    -Porque si no quieres que me vaya de la lengua vas a tener que comprar mi silencio.

    -Todo lo que tengo está ahí-dijo el chico señalando la bolsa que momentos antes se había sacado del pantalón.

    El hombre cogió la bolsa y vació su contenido en la mesa, llenándola de monedas. Algunas de ellas cayeron al suelo.

    -¡Si es redonda es mía!-dijo un hombre cuando escuchó como caían las monedas al suelo.

    El chico recogió una moneda del suelo y se la lanzó al hombre.

    -¡Pues aquí la tienes!

    La moneda cruzó todo el bar a gran velocidad e impactó contra la nariz del hombre.

    -Seré una tumba-dijo el hombre de la toga tras haber contado el dinero-Werner no está en Mesto ahora.

    -Pero si has dicho…

    -Sí, he dicho que pertenece al ejercito de Mesto pero eso no quiere decir que no se pueda mover de allí.

    -¿Y dónde está?

    -Se encuentra en Zina. Al ser un pueblo muy pequeño y estar cerca de Mesto, el alcalde ha pedido al ejército que proteja el pueblo a cambio de una contraprestación económica. Werner ha ido a negociar el asunto.

    El hombre que había sido golpeado por la moneda se acercaba hecho una furia hacia la mesa donde se encontraban cuando el dueño del bar lo detuvo.

    -¡No! ¡Más peleas no!-le gritó-Habéis destrozado tantas veces el bar que los del seguro ya no me quieren ver ni en pintura.

    Tras unos minutos de charla, el dueño consiguió calmar a su cliente. Una vez lo logró, fue él quién se acercó a hablar con el joven.

    -Mi hija me ha contado lo que ha pasado antes-dijo el dueño mirando al chico-¡¿Qué modales son esos?! ¡¿Es que no tienes educación?! ¡¿Es que tu padre no te ha enseñado nada?!

    El chico se levantó de su asiento y le dio un puñetazo al dueño del bar que cayó al suelo como un saco de patatas.

    -Esto es lo único que me ha enseñado mi padre-dijo el chico mientras salía del bar-y juro que va a pagar por ello.

    CAPÍTULO 2:

    EL INICIO DEL VIAJE

    Un hombre de sesenta años, con el pelo gris y largo, los ojos marrones y vestido con una bata blanca, se encontraba sentado en una piedra contándose los dedos de la mano con el miedo de que se le hubiese perdido alguno y no se hubiese dado cuenta. Se llamaba Cedric y detrás de él estaba su casa. Era una casa pequeña construida con madera y rodeada de señales y letreros en los que se leía: Prohibido hacer fuego. Cuando el joven llegó a la casa, el hombre dejó lo que estaba haciendo y lo miró.

    -¿No tienes nada que contarme, Kenzo?

    -Que yo sepa no.

    -¿No sabes nada sobre alguien que ha reventado la nariz a un borracho con una moneda y ha dejado inconsciente al dueño del bar?

    -¿Cómo sabes eso?

    -Llámalo como quieras, visión, premonición, instinto femenino… Aunque tal vez haya influido el hecho de que yo sea el médico del pueblo y hayan venido a que los cure. Me han avisado, la próxima vez te impondrán un severo castigo. Llevo tres años protegiéndote, diciendo que

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