¿SE PUEDEN PREDECIR?
Los geólogos y geofísicos son los primeros en reconocer que un terremoto es casi imposible de predecir, sobre todo cuando la meteorología, con su gigantesca red de observatorios y satélites, fracasa a menudo en sus pronósticos. Comprender lo que ocurre bajo la corteza terrestre es bastante más difícil que observar el cielo y las estrellas, por la misma razón que nos resulta más cómodo dirigir nuestra mirada hacia el exterior que hacia el interior.
Los terremotos suelen iniciarse con sutiles alteraciones del aire y el magnetismo del lugar. Quizá por eso el instinto permite a muchos animales presentirlos, como ha demostrado repetidas veces la historia.
Entre los ejemplos de una conducta animal frenética antes de un seísmo tenemos a las ratas, comadrejas y roedores que abandonaron la ciudad griega de Helicea antes de que fuera arrasada; las inmensas bandadas de aves marinas que aparecieron chillando sin cesar sobre la ciudad de Concepción (Chile), precediendo a su destrucción en 1835, o el aullido incesante de los perros que auguró el