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La generación X: Selyna Jensen
La generación X: Selyna Jensen
La generación X: Selyna Jensen
Libro electrónico699 páginas10 horas

La generación X: Selyna Jensen

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La tercera parte de la saga narrativa La generación X nos mantiene en una galaxia distópica plena de conflictos entre seres artificiales y orgánicos y su lucha por el poder. En este escenario, se oye la voz de una nueva protagonista:



Me llamo Selyna Jensen y soy una artificial. Mi vida cambió de un modo que jamás hubiese podido sospechar.

Existen historias, como esta, que contienen de todo (lo malo, lo bueno…) y que te enseñan que nada es blanco o negro, sino gris… Historias que no se pueden resumir, sino que se deben vivir.

Acompáñame en este viaje y descubre el sendero que recorrí, hacia dónde me condujo y cuál fue su desenlace. Ese será el premio a tu curiosidad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 nov 2023
ISBN9788468579269
La generación X: Selyna Jensen

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    La generación X - Miguel Ávalos

    1.

    ATERRIZAJE PARTICULAR

    Aquí estoy, en una nave espacial rumbo al quinto planeta del sistema PI 11. Nos estamos aproximando, en breves momentos estaremos pisando un lugar no visitado antes por la humanidad, ni por artificiales. Tampoco por cualquier civilización orgánica restante conocida. La emoción de la misión me envuelve y al mismo tiempo la prudencia. Una expedición en busca de una nueva gema requiere de cuidado y estado de alerta por parte de todo el equipo y esta gema es especial. Una mezcla de guardia alta y estímulo, esos son los ingredientes necesarios para afrontar con éxito esta clase de tareas. La nave sigue su curso rumbo al planeta. Yo estaba en mi habitación particular, pensando en cuanto tiempo llevaba deseando que algo así se cumpliera, pero era hora de mentalizarme y acudir con mi grupo, de modo que así lo hice.

    —¿Cómo va eso?—pregunté a mi chico Dorian.

    —Muy bien, cielo, dentro de poco estaremos ahí abajo. ¿Nerviosa?—bromeó Dorian.

    —¿Se me ve nerviosa?—le devolví la broma a mi chico.

    —Hum, un poco.—dijo Dorian.

    —Intentaré convertir los nervios en concentración.—yo seguía bromeando con él.

    —Conociéndote de sobra es sabido que lo conseguirás.—sentenció Dorian.

    —Aproximándonos al planeta, en breve comenzará el ciclo de aterrizaje.—quien acaba de hablar es Joe Vega, nuestro piloto.

    —Vale ¿Quién avisa al encanto de nuestro jefe de grupo de que ya estamos cerca? Tranquilidad, he apagado los comunicadores de la nave, no nos oye si declaramos que es un encanto.—os lo reconozco, casi me echo a reír, y Dorian puso una cara que sugería que quien había soltado la gracia no tenía remedio, osease Vincent Coleman, nuestro copiloto. Joe Vega ya estaba muy acostumbrado a su jerga.

    —Conecta los comunicadores, gañán, ya se lo digo yo, a fin de cuentas manejo este trasto.—declaró Joe Vega.

    —Tú mandas, socio.—dijo Vincent.

    —Ya te vale...Harvey, persónate en el puente cuanto antes, nos estamos aproximando.—dijo Joe.

    Te presento formalmente a Joe Vega. Un piloto extraordinario. Ya antes de la guerra se oía hablar de él, pero esta le proporcionó todavía mucha más reputación. Las nuestras y los nuestros hacían cola para estar en su misma división porque sabían que con Joe Vega manejando una nave, las posibilidades de volar en pedazos eran menores. No creo que en la galaxia existan demasiados pilotos tan eficaces. Si tuviera que cruzar literalmente un millón de galaxias con un grupo y si de mí dependiera, escogería con una venda en los ojos a Joe Vega como piloto. Por no hablar de su cualidad más importante, y es que se le nota un buen muchacho y alguien con mucho honor, algo que escasea hoy en día.

    También te presento a Vincent Coleman. Un auténtico granuja y sinvergüenza, pero de los decentes. Aún así, miedo me da saber en cuantos casinos, clubes, tiendas etc. debe dinero. Vincent es de esos que si gana un millón de créditos, lo celebraría tanto que se puliría otro millón extra. Un viva la virgen cableado para resumirlo. Joe ya vivió en cable propio lo que significa estar de celebración en el mismo lugar, o por lo menos en la misma ciudad que Vincent Coleman. Suerte que le echó una mano. ¿No te lo he dicho aún? Joe y Vincent son grandes amigos, se conocieron antes de la guerra y Vincent ha sido copiloto de Joe en varias de sus hazañas. Ómicron 9 fue la más movida, pero Chi 7, Tau 15 y Omega 3, también tuvieron lo suyo. A propósito, es un auténtico zorro no solo con las damas, también rastreando y encontrando. Alguien así resulta de mucha utilidad. Dio con el paradero de varios de los artificiales fugitivos de nuestra generación. Y de los más buscados. Gracias a él se les pudo capturar durante la guerra y nuestro bando obtuvo información valiosa. Si tengo que escoger a un buen rastreador, Vincent Coleman está contratado.

    Mientras tanto, en otra habitación de la nave.

    —Harvey querido, cuéntame que vamos a hacer cuando nos hayan dado la pasta gansa que nos espera por esta misión.—estás escuchando la voz de Loreta Clavel.

    —Verás, nena, cuando estemos forrados hasta los cables más profundos, tú y yo nos vamos a ir al este de la galaxia a corrernos una juerguecita pasada por cable. Después, voy a abrir mi casino, puede que en algún sistema de por allí, tirando para Omega Centauri o más para la Nebulosa de Carina, eso aún no lo tengo claro, pero en cualquier caso no será más que el principio, pequeña. Voy a esparcirme como la pólvora en este negocio más pronto o más tarde, será por tiempo. Cuando menos se lo espere la peña, el este se conocerá por territorio Harvey Kramer.—si, tal como lo has leído, el que se estaba regodeando acerca del negocio que va a montar, se llama Harvey Kramer.

    —Ajá, y un negocio así de importante, sofisticado y delicado, requerirá una primera dama que respalde al dueño principal me imagino...¿No, Harvey?—aunque más tarde te la voy a presentar como es debido, ya te puedes hacer a la idea de que a Loreta Clavel le entusiasmaba oírse a sí misma.

    —Qué bien me conoces, preciosa.—añadió Harvey.

    —¿Y quién va a ser la afortunada que acompañe al futuro artificial más famoso del este de la galaxia en una empresa de tamaña responsabilidad?—preguntó Loreta.

    —Es curioso...yo diría que acabo de echar los cuatro mejores polvos de mi vida cableada en este cuarto de la nave con ella.—imaginaos la sonrisa de Harvey.

    —Ah...bueno ¿Entonces qué me dices? ¿No hay cuatro sin cinco verdad?—Loreta fue directa al grano.

    —Nena, me encanta cuando me lees los cables con tanta eficacia.—Di que sí Harvey, te ha quedado muy bonito.

    —Harvey, persónate en el puente cuanto antes, nos estamos aproximando.—la voz de Joe Vega por el comunicador de la nave frustró la diversión de la parejita feliz.

    —Buf, sólo con oírle me agoto... —refunfuñó Loreta.

    —Nena, es el piloto de la nave, nos toca aguantarlo durante un rato. Total, cuando acabemos esta misión, toda esta gente a tomar por culo, no les veremos nunca más, tú y yo vamos a marcarnos un triunfo espectacular.—Harvey lo tenía cristalino.

    —Vamos, uno más y de los rapiditos.—Loreta Clavel, que aplicada.

    —Nena, ¿Uno rapidito? Si de mí dependiera serían diez, pero la pasta es la pasta y no acude sola, es el único defecto del dinero. Tenemos que ponernos en marcha.—sentenció Harvey.

    —Soportar al memo piloto y al pavo copiloto, eso aún se puede llegar a soportar. Ahora que, ese idiota gemólogo... y sobre todo la zorrubia sabionda...por eso deberíamos cobrar el triple.—yo también te quiero Loreta.

    —Tú lo has dicho, pero en breve comenzaremos a compensar lo de hoy.—dijo Harvey.

    Harvey Kramer y Loreta Clavel se personaron instantes después en el puente de mando. La tensión se mascaba por si sola, estaba claro que a ninguno de mis dos compañeros, ni a mi chico ni a mí, nos hacían ninguna gracia, pero La Corporación X les incorporó porque al parecer tenían un montón de experiencia en esta clase de expediciones. Cuando otros mandan sobre ti, te toca tragar. Es lo que tiene que un proyecto no sea exclusivamente de tu propiedad.

    —Capitán en el puente.—el sarcasmo de Harvey solo le hacía gracia a él—A medida que pasa el tiempo esa frase me parece cada vez más gilipollas, en fin. Muy bien empieza el espectáculo, Joe y Vincent ya sabéis lo que tenéis que hacer, Loreta prepara el equipo, ahí abajo es territorio desconocido.

    —Entendido.—Loreta se puso manos a la obra.

    —Ciclo de aterrizaje a punto, diez minutos para llegar al planeta.—dijo Joe.

    —Parejita de moda, acompañadme al pasillo, hay algo que quiero comunicaros.—Harvey Kramer fue hacia el pasillo principal de la nave y Dorian y yo le seguimos. Cuando se aseguró de que estábamos a solas, iniciamos la conversación con él.

    Antes de que Harvey pudiera iniciar su verborrea delante nuestra, Dorian se le anticipó. La situación no era agradable y se podía palpar.

    —Harvey, con el debido respeto, he observado que en la nave no hay suficiente equipo de arqueología para acceder a cuevas y cavidades. Se trataba de algo esencial. Selyna y yo podemos analizar, estudiar y sacar conclusiones de cualquier gema, pero necesitamos la ayuda de todos, no solo la de Joe y Vincent. Se supone que Loreta y tú tenéis un currículo alto en esta clase de trabajos. No entiendo cómo es posible que el equipo y el material para el acceso a cuevas y—o lugares subterráneos sea tan escaso. ¿No crees que es algo que se debería de haber calculado algo mejor? Entiendo que esperéis mucho de Selyna y de mí, pero un equipo no es un dúo.

    —Me parece que ha habido un grave malentendido en esta misión, no obstante, descuidad que a continuación y con tu permiso, Dorian, me dispongo a aclararos. La Corporación X flipó con vuestro curro y financió esta expedición. Sin embargo, ellos tienen siempre cubiertas minuciosamente todas las posibilidades, entre ellas el hecho de que esa gema luz de luna sea un material moribundo y no quede sino el pedazo insignificante que analizasteis y poco más. Dicho de otra forma, al tiempo que aplauden vuestra labor, también están en mi club. Yo estoy convencido de que vuestra querida gema no es más que el enésimo cuento de hadas de esta jodida galaxia y que en realidad no existe. Voy más allá, creo que en ese globo de mierda al que vamos, no hay nada de nada. Ahora bien, hay que tener en cuenta las matemáticas elementales ¿A que sí? De modo que supongamos que soy yo el equivocado y ahí abajo hay algo. No hagáis nada de nada. Si encontramos cualquier cosa, sea lo que sea, simplemente el primero que debe estar informado soy yo.—dijo Harvey.

    —¿Qué...Harvey, de qué nos estás hablando? Se supone que habíamos venido aquí porque tenían indicios de que luz de luna puede localizarse en esta zona.—antes de que Dorian reaccionara, me adelanté.

    —Sí, preciosa, pero este cometido no trata de indicios, sino de pruebas, por encima de cualquier otra cosa.—replicó Harvey seriamente.

    —Harvey,—Dorian se puso muy serio y miró de frente a Harvey—¿Hay alguna especie de cláusula sobre nuestro contrato que no esté escrita en el papel? Y que de pronto resulte que solamente tú tengas conocimiento de ella.

    —Claro, Dorian, te voy a hablar de esa cláusula, y tan claro que no se te olvidará. La Corporación X se ha gastado millones de créditos en lograr que tú y tu chica estéis aquí para tener la oportunidad de hallar una gema de existencia dudosa. Te aseguro colega, que si tú hubieses conseguido esa cantidad de pasta me inclinaría ante ti y te llamaría maestro...bueno eso no, pero sería admirable. No obstante, algo me dice que no es así. De modo Dorian, que tú y los demás debéis hacer lo que yo diga. Esto es así porque quienes han puesto la guita así lo quieren.—Harvey hablaba en un tono que no admitía réplica, lo cual quería decir que era verdad.

    —Pero...entonces...¿Si no vamos a poder dirigir y orientar al grupo para cuando supuestamente encontremos aquello a lo que venimos, y además tenían tantas dudas desde el principio, se puede saber qué hacemos aquí Dorian y yo?—mi incertidumbre acerca de lo que Harvey Kramer había revelado era patente.

    —Como ya os he dicho, La Corporación X es minuciosa, quieren cubrir todas las posibilidades, por muy absurdas que sean. Si hay una gema desconocida realmente ahí abajo ¿Qué mejor que contar con expertos para la ocasión? Ya lo dice el refrán Mejor prevenir que curar. Feliz excursión pareja.—una vez dijo estas palabras, se marchó igual que había llegado al pasillo para decirnos estas palabras. Resumiendo, Harvey Kramer estaba al mando.

    Volvimos al puente de mando con enorme decepción.

    —¿Todo bien, pareja romántica?—Loreta Clavel obviamente ya estaba enterada del chasco cableado que Dorian y yo nos habíamos llevado.

    —De maravilla, Loreta, tu interés es una inspiración.—repuso Dorian.

    —Aunque quizás no tan bien como tú.—no lo pude evitar. Por supuesto Loreta captó la indirecta sobre a qué me refería...y con quien... Si os imagináis una mirada de reojo en plan de te cortaría en pedazos, esa mirada pertenece a Loreta, y me la dedica.

    —Cinco minutos para el aterrizaje.—avisó Joe.

    —Los cinturones niños y niñas.—añadió Vincent.

    —Obedeced cielos, sino no habrán gemas de regalo.—Loreta me dedicó la última parte de su frase exclusivamente a mí.

    —Todos sentaditos y con los cinturones de sobeo.—a Harvey le había dado tiempo de aparecer de nuevo y de soltar otro de sus chistes pésimos.

    —Eh...algo está pasando en los sistemas...—la voz inquieta de Joe Vega irrumpió de golpe en la escena. Efectivamente, los sistemas de la nave se alteraron. Por fortuna seguíamos rumbo al planeta y cerca de aterrizar.

    —Joder, todas las pantallas tienen interferencias, así no hay quien maneje esto.—dijo Vincent.

    —Joe, ¿Qué ocurre?—preguntó Harvey con semblante bien serio.

    —No lo sé, las pantallas se han alterado, hay interferencias en todos los canales, los motores están bien, pero así es imposible calcular y recibir lecturas.—dijo Joe—

    Me levanté del asiento y fui hacia los paneles principales de la nave para ver si podía averiguar qué era lo que estaba ocurriendo.

    —¡Selyna!—dijo Dorian.

    —¡Dorian no pasa nada, déjame esto a mí, Joe sigue pilotando, Vincent ayúdale!

    —¡Eso está hecho, compañera!—Joe habló con mucho entusiasmo.

    —¡Claro, socia!—dijo Vincent.

    Todas las pantallas de la nave estaban alteradas, fuera lo que fuese lo que lo estaba provocando, no era algo común, de lo contrario la alteración habría sido mucho menor y las lecturas ya nos estarían empezando a llegar. De pronto la interferencia cesó y todo retomó su cauce habitual.

    —Pero qué...ha desaparecido...—no lo podía creer, así sin más.

    —¿Cómo es posible?—dijo Vincent.

    —Ni idea...pero sea lo que sea no es normal, no a ese nivel. Hemos tenido suerte de que los motores no se hayan afectado.—repuso Joe.

    —Habríamos podido dar impulso a los motores con la energía de nuestros cables ¿Os habéis olvidado de que son de energía renovable?—intervino Loreta.

    —No, pero la cuestión mayor es, aunque hubiésemos dado nuestra energía a los motores en caso de que fueran afectados, esa interferencia podría haber vuelto, volver a anularlos y hubiésemos tenido problemas más serios. El aterrizaje habría podido ser forzoso.—aclaró Dorian.

    —Para eso tenemos un piloto experto en muchas misiones que ha ejecutado mil maniobras distintas.—replicó Loreta.

    —Dorian tiene razón. El aterrizaje habría podido ser peligroso. Hemos tenido suerte.—dijo Joe.

    —Lo importante es que parece que ha cesado. Podemos proseguir con seguridad.—quise que mi intervención cerrara el debate.

    —Continuemos pues.—sentenció Harvey.

    La nave siguió su curso. Es lo que tiene el espacio, cuando viajas, los momentos más detestables son los previos al aterrizaje. Durante la travesía, aunque los peligros son incontables, das por hecho que perteneces al cosmos. Nunca te sientes a salvo hasta que no has aterrizado. Caso aparte el mundo al que llegas. La flora y la fauna no tienen menos peligro, sobre todo si subestimas ambas formas de vida. No lo hagas. Es un consejo de amiga. Mejor en alerta, vale por dos.

    —Vale, un minuto, va a empezar el aterrizaje...¡Joder! ¡Ha vuelto!—se alarmó Joe.

    —¡Mierda, allá voy!—esta vez tenía claro que iba a averiguar que era.

    —¡Selyna, ten cuidado, puede que produzca descargas!—me avisó mi chico.

    —¡Tranquilo, cielo, soy consciente, pero voy a averiguar que es!—nada me iba a parar.

    Empecé a trabajar con las computadoras de la nave, además de haber desarrollado mis capacidades de combate, por lo menos pude aprender más cosas a lo largo de mi adiestramiento para la guerra. Aunque no fuera una megaexperta, sí lograba manejar las computadoras de la nave con eficacia. Conseguí que el computador principal empezara a tomar notas y hacer cálculos. Por suerte los motores de la nave no habían sido afectados.

    —¡Joe, prosigue, cuando aterricemos podremos comprobar los análisis!—estábamos listos para aterrizar finalmente.

    —¡Entendido, compañera!—dijo Joe—¡Aterrizando en tres, dos, uno...comenzamos!

    Y por fin, después de un largo viaje, el quinto planeta del sistema PI 11, en la zona oeste de la galaxia, situado más allá del Brazo de Perseus, nos dio la bienvenida. Sin embargo y como bien sabes, antes de que hubiésemos podido tocar tierra, algo interfirió con nuestra nave. Había que investigar. Joe completó su maniobra de aterrizaje y él y Vincent se apresuraron a los paneles de la computadora principal de la nave. Dorian y yo estábamos en medio, Vincent quedó a nuestra derecha, pero Joe Vega se puso a la izquierda...a mi izquierda. Yo me percaté de ello. Joe sonrió como quien intenta sonreír a una compañera de grupo que cae genial. Te diré que fui cortés y le devolví la sonrisa. No obstante, Vincent se percató de la jugada de su amigo y lo dijo todo con su irónica expresión. Joe le devolvió la mirada con mensaje codificado...ahora no. No sé si ambos se percataron de que me di cuenta. En cualquier caso, de esto te hablaré más adelante. Había asuntos más siniestros. Harvey Kramer y Loreta Clavel estaban justo detrás nuestro. Él ni se inmutaba, como si supiera que al final acabaríamos por salir de la nave y que esto era una pérdida de tiempo. Podía esperar. Loreta en cambio ponía cada vez más cara de impaciente, pero tuvo que resignarse. La cosa era demasiado seria e incluso ella se percataba. No le quedó otra que aguantarse.

    —Bien, veamos si el computador ha recogido algo.—yo estaba convencida de que algo semejante no era usual, lo que no me quitaba el desconcierto.

    —¿Cómo ha podido algo así influir en todos los cómputos de la nave? Parecía por un momento que íbamos a quedarnos flotando ahí arriba.—afirmó Joe.

    —Ya, pues más vale que lo averigüemos rápido, aquí hay trabajo que hacer.—recordó Vincent.

    —Aquí están las lecturas, veamos que nos dice.—empecé a analizar lo que la computadora principal había logrado recoger. Cuando la información que esta había recopilado fue comprendida por mí y los míos, no supimos que decir.

    —Es...es una señal de radio...y ha venido a parar directamente a nuestra nave...no puedo creerlo...—Dorian estaba perplejo, todo el mundo lo estaba. Incluso la cara de Loreta se había tornado bien seria.

    —No sé, cielo, pero en efecto, todo indica que es una señal de radio. La cuestión ahora es ¿De dónde procede? y no menos importante ¿Quién la ha mandado?—estaba tan asombrada como mi pareja.

    —¿Alguien reconoce el tipo de señal?—preguntó Vincent.

    —No. Desconozco esta clase de nivel de ondas.—Joe lo tenía claro.

    —Porque no es de nadie conocido, Joe.—dijo Dorian.

    —Podrían ser los krachiack, tal vez sea una emboscada de ellos.—sugirió Loreta.

    —La guerra ha terminado, no se atreverían a violar el pacto de paz, no tan pronto. Menos aún después de que la Federación Intergaláctica les haya permitido permanecer en sus planetas natales.—Aunque Loreta podría haber ido bien encaminada, algo me decía con todas las fuerzas de mis cables que los krachiack no tenían nada que ver. Esto era otra cosa.

    —Los vampigados tampoco tienen este sistema de señales de radio, ni los conorámides. Los mangasugos serían incapaces de mandar señales tan sofisticadas a nadie. Y los norlacs aprecian más los libros y los papeles que la tecnología. No ha sido ninguna civilización conocida. Estamos en un callejón sin salida.—sentenció Dorian.

    —Socio, esto ha tenido que venir de algún lugar, no viene de la nada, de eso estamos todo el mundo seguro ¿Cierto?—dijo Vincent.

    —Selyna, intenta averiguar si el computador sugiere alguna distancia estimada.—propuso Dorian.

    —Lo intentaré, pero esta maraña de datos es un desmadre increíble.—alguien tenía que decirlo ¿No os parece?

    Como buenamente pude, siendo una profana de esto, empecé a analizar más datos del computador con el objetivo de descubrir de donde venía la señal de radio...si es que era posible adivinar su origen. Cuanto bien habría hecho tener un hacker en aquel momento, aunque fuese de los bajos fondos, el tiempo que nos habríamos ahorrado. Era lo que había. La mayor parte de datos eran inentendibles para mí, se podía decir con toda claridad que ninguna civilización de la Vía Láctea era responsable de tal genialidad...o locura, no sé qué opinas tú. De todas formas seguí trabajando, todo lo que fuera avanzar sería un signo positivo, así que me esmeré en esta faceta de informática. Suerte para quienes tengan conocimientos avanzados. Tras un rato descubrí algo.

    —No puede ser...—sí, esa era yo. Asombrada.

    —No me lo digas, socia, procede de la galaxia Andrómeda.—ironizó Vincent.

    —No hace falta ir tan lejos, colega. De la otra punta de nuestra galaxia, seguro que viene del este, solo faltaría eso.—dijo Joe.

    —Ahora nos dirás que de un millón de galaxias de distancia ¿Verdad que sí, cielo?—vaciló Loreta.

    —Selyna, pequeña...¿De dónde procede?...—Dorian estaba inquieto.

    —Las lecturas dicen...que viene de aquí...—sorpresa con cables.

    2.

    MOVIMIENTO Y QUIETUD

    Las caras de sorpresa que pusimos eran para grabarlas o hacerles una buena foto. Un planeta desolado, del que no se tenía ninguna clase de información, sin la menor señal de civilización, al que apenas hace nada habíamos llegado y resulta que una señal de radio completamente desconocida podía proceder del mismo. Obviamente no se descubren cosas así todos los días en mundos de esta clase y menos todavía se queda nadie sin reaccionar y opinar. El debate no se hizo esperar.

    —¿Cómo que procede de aquí? ¿El computador nos está indicando que nos encontramos en el origen de la señal?—dijo Dorian.

    —Eso es imposible, aquí no hay ninguna civilización. Tampoco ninguna base operativa, me habrían pedido los códigos de autorización para acceder.—añadió Joe.

    —Lo único que os puedo asegurar es que eso es lo que los datos están indicando.—respondí.

    —Digamos que asumimos que algo así es posible, entonces por esa regla de tres ¿En cuantos lugares dejados de la mano de las deidades humanas se podrían recibir datos así?—intervino Vincent.

    —Las señales de radio son muy complejas, se deben de tratar con sumo cuidado para lograr un objetivo con ellas. De lo contrario los cálculos y envíos pueden fallar. No solo se necesita un lugar sofisticado para su empleo, se debe de ser un verdadero genio. Cualquier error implica volver a empezar.—comentó Dorian.

    —O lo que es lo mismo queridos entusiastas, la mayor posibilidad es que se trate de una señal de radio estropeada, que haya ido a la deriva, y que por lo tanto no indique nada en absoluto.—Loreta intervino como si hubiese revelado ella misma el secreto mejor guardado del universo.

    —Se han dado casos así, eso es cierto, pero se han detectado más pronto o más tarde y corregido el problema. Esta señal no parece que haya sido detectada por nadie, por ninguna civilización y por lo tanto sigue por esta zona. Y aún está el hecho de que no es continua, va y viene, como un interruptor que se apaga y enciende caprichosamente.—mi sensación extraña acerca de esta situación iba en aumento.

    —Aún y así, no se trata de una señal de radio perjudicial, no ha dañado los motores de la nave en el momento del ciclo de aterrizaje, de modo que no se trata de una amenaza para lo que hemos venido a hacer aquí.—replicó Loreta.

    —Cielo, Loreta tiene razón. No sabemos nada acerca de esta señal de radio. Salvo que no es peligrosa y no entra dentro de los parámetros de la misión. Incluso en el caso de que si entrara y tuviéramos que llegar más al fondo de esta cuestión, no tenemos ni la tecnología ni tampoco un lugar en condiciones para averiguar más sobre ella. Es mejor dejarlo aquí por el momento.—Mi chico habló muy a su pesar, nada le hubiera gustado más que darme la razón a mí, sin embargo era cierto, no podíamos hacer mucho más para con este misterio en forma de señal de radio.

    —Bien, la cuestión es la siguiente ¿Esta señal de radio es un estorbo para el cometido?—Harvey Kramer alzó la voz por fin.

    —No, Harvey, no lo es...—me tomé la libertad de concluir yo misma con el debate.

    —Genial, pues si esta preciosa terapia de grupo ha tocado a su fin, os recuerdo que ahí fuera es donde está nuestro verdadero deber. Hay que ir en busca de la gema luz de luna o al menos comprobar que en esta bola no hay ni rastro de ella. De modo que, alegría buena gente, nos vamos de excursión.—Harvey Kramer levantó su asqueroso culo de la silla en la que estaba sentado, lo que significaba que también nos tocaba hacer lo mismo al resto. Por fin saldríamos fuera.

    —Joe ¿Qué hora es?—dijo Harvey.

    —Según el horario humano casi las 9:00 en este planeta. Es de día y está muy despejado. Sin problemas.—contestó Joe.

    —Magnífico. Todo el mundo equipado, salimos ahí fuera. Nuestra misión es cerciorarnos de la existencia de la gema aquí y en su defecto tratar de encontrar algo provechoso. Estad bien alerta, no quiero estupideces. Bastante es ya estar en un planeta perdido en una jodida esquina galáctica. Y ahora en marcha, a estirar las piernas se ha dicho.—concluyó Harvey.

    —El último que apague la luz.—dijo Loreta saliendo detrás de Harvey.

    —¿Listo, colega?—preguntó Joe a Vincent.

    —Después de ti, socio.—contestó al instante Vincent.

    —¿Vamos allá, mi querida gemóloga?—me dijo Dorian.

    —Tú primero, machote cableado.—dije.

    —No, insisto, las damas expertas en gemas merecen ser las primeras.—dijo mi chico.

    —¿Sin que me beses?—me acerqué a Dorian hasta que nuestras caras casi se rozaron.

    —Mmm, siempre se me olvida la mejor parte de todas.—después de esas palabras mi chico y yo nos besamos como siempre hacíamos, apasionadamente incluso para los orgánicos.

    Finalmente, toda la expedición estábamos fuera. El paisaje del quinto planeta del sistema PI 11, se descubría ante el grupo en todo su esplendor.

    Antes de que entre en detalles con el planeta en cuestión creo que hay un sujeto y una sujeto que reclaman desde hace un rato presentaciones como es debido. Lo prometido es deuda ¿Verdad? Pues vamos allá. Harvey Kramer, artificial creado en el año 2101. Hay una saga muy antigua de aventuras acerca de un arqueólogo con sombrero y látigo que va a caballo y suele luchar contra los nazis. En una de sus películas, el padre del protagonista dice así: Sabía que venderías a tu madre por un vaso etrusco Si fuera humano, vendería a su madre, a su padre, a su hermano, a su hermana, a sus primos y abuelos. Y lo haría por menos. Todo con tal de lograr sus metas y extenderlas a mayores dominios. Así es su proceder, un capullo que desayuna, almuerza, come, merienda y cena ambición. No necesito conocer absolutamente nada de su historial. Hay tipos a los que tan sólo escuchándoles ya sabes lo que piensan y de qué cable van, te das cuenta de lo que pretenden. Imagínate al leer estas líneas lo que a un individuo así le importan y le afectan los daños colaterales. Si esto fuera la época del Imperio Romano, Harvey Kramer sería Cómodo y ya se encargaría de que su reinado no durara solo doce años.

    Loreta Clavel, año de creación 2102. Te lo resumiré en pocas palabras, una zorra cableada retorcida. La Corporación X la contrató a ella junto a Harvey Kramer porque al parecer dominan esta clase de excursiones. No sé si sentirme segura con la decisión de incorporar a este dúo o al contrario. En cualquier caso, la gente de arriba les quiere a bordo. Ya has asistido en persona a la fiesta pijama que Harvey y Loreta tenían montada en la habitación donde estaban. Entonces, aparte de que su actitud despide aroma de psicótica, ¿Con qué nos quedamos? ¿Con la sensación de que Loreta es la típica fresca con cables que complace a Harvey a sabiendas de sus aspiraciones? ¿O tal vez sabe que los hombres, tengan órganos o cables, siempre son cegados por lo mismo y puede ser una ventaja? Juzga tú.

    Vamos con el planeta. ¿Has visto esa clase de películas en donde las y los protagonistas están en un lugar donde hace un viento que parece que traiga voz propia? Pues lo mismo. Aunque el viento no era fuerte parecía traer susurros con él. Menos mal que era de día y no de noche. Aparte de eso, el planeta era rocoso, plagado de montañas y senderos hasta donde alcanzaba la vista. Obviamente agua tenía que haber. También vegetación, aunque ni mucho menos sobresaliera. Terrenos llanos desde luego, pero mi grupo y yo estábamos en pleno territorio de montañoso. Las montañas y sus senderos eran la principal y más atractiva atracción. En este caso, si el planeta nos ofrecía tamaño paraje, significaba que las posibilidades de localizar cavidades subterráneas eran considerables, por lo tanto buenas nuevas. Dorian y yo íbamos delante, Joe y Vincent nos seguían de cerca. Harvey y Loreta cerraban la marcha, aunque parecía que fuesen turistas aparte. El equipo de geología sólo alcanzaba para que fuésemos Dorian y yo quienes bajásemos a las profundidades. Hubiese estado bien más material, para que o Joe o Vincent nos acompañaran, pues no esperaba que Harvey o Loreta se prestasen a hacerlo, dado que su trabajo era hacer que el resto cumpliéramos con nuestros cometidos. Al menos había equipo para quienes dominábamos la materia.

    La senda que recorríamos tenía cuestas y las montañas eran cada vez más imponentes, sin embargo ni rastro de algo que indicara una posible entrada a una cavidad subterránea. Requeríamos ayuda de la tecnología. A fin de cuentas de este planeta no conocíamos nada de nada.

    —Vincent ¿Qué detectan las sondas, alguna lugar accesible para que nuestro dúo experto pueda lucirse?—dijo Harvey secamente.

    —Menos imposible, nada de nada. Este lugar está bien muerto. Me cuesta creer que aquí haya algo de provecho.—respondió Vincent.

    —Ten fe campeón, acabamos de llegar, la fiesta es larga. Sigue buscando.—mandó Harvey.

    —Menuda mierda de planeta. Esto acabará sirviendo de cárcel para lunáticos perdidos. Dudo que La Corporación X pierda el tiempo tratando de sacarle el más mínimo recurso.—dijo Loreta.

    —No es el primero ni será el último. Demasiado con que haya agua aquí.—añadió Harvey.

    Dorian y yo examinamos en nuestros aparatos detectores las lecturas de las sondas. En efecto, nada. Todo hacía indicar que por este territorio no lograríamos nada.

    —Es inútil seguir buscando por aquí, deberíamos cambiar de lugar. Puede que haya más suerte.—dijo Joe.

    Harvey echó un vistazo a una cadena de montañas bastante más larga e imponente. Quizás no fuese tan mala idea pensó, después de todo apenas habíamos pisado tierra en aquel mundo tan silencioso, salvo cuando su sutil viento nos hablaba.

    —Cambio de rumbo, nos vamos a aquella cadena de allí. Veamos esa teoría de que cuanto más grande más opciones. Vamos, circo ambulante con cables.

    Nos desviamos en dirección casi literalmente hacia el este. La cadena de montañas que nos saludó, junto con el viento parlanchín, era realmente grande. Hacía que su hermana pequeña de antes palideciera a su lado. La subida por el sendero era más complicada, pero nada que no dominásemos. No era tampoco lo más preocupante, sino lo que vimos cuando estábamos empezando a atravesar su zona céntrica.

    —¿Qué coño es eso?—dijo Harvey.

    —No lo sé, pero no ganarán el premio a las montañas más sugerentes.—replicó Loreta.

    —Son cavidades, montones de cavidades que dan acceso al interior de las montañas.—repuso Dorian.

    —Hay muchas, están en todas y cada una de las montañas.—dije mientras procuraba observar con detenimiento qué clase de entradas eran.

    —Pues menudas cavidades, le añaden encanto al planeta, más del que ya tiene por sí mismo.—Loreta sí que era un encanto, si es que encanto es sinónimo de borde.

    —Vincent, esas mierdas de agujeros, quiero saber si son naturales o alguien ha cavado con pésimo gusto.—ordenó Harvey.

    —No tienen pinta de ser naturales. Otra cosa es cómo están en tantas partes y quien ha hecho algo así. Este planeta está deshabitado.—dijo Vincent.

    —Puede que antaño lo estuviera, hace décadas, tal vez siglos atrás. Quizás murieron todos por falta de recursos, o puede que ellos mismos los agotaran y sellaran su destino.—comentó Joe.

    —Entonces fue lo mejor que les pudo pasar, considerando su nivel de decoración en sus propias montañas. Serían estúpidos salvajes.—soltó Loreta.

    —¿Te parece graciosa la idea de una extinción Loreta?—intervine.

    —¿Graciosa? No...¿Justa? Seres así sobran en la galaxia, princesita.—dijo Loreta.

    —Y gente como tú también.—de nuevo no lo pude evitar.

    —Por fortuna, encanto.—Loreta hizo amago de ir hacia mí.

    —No me cabe duda...—reconozco que mi enfado para con esta tía iba en aumento.

    —Cielo, ya basta, por favor. Loreta también va por ti. Sigamos investigando, si estas entradas existen aquí será por alguna razón. Doy por hecho que lo ves razonable, Harvey.—dijo Dorian.

    —Lo veo, Dorian. En marcha todo el mundo.—concluyó Harvey.

    Inmediatamente después de proseguir la marcha, Joe Vega se me acercó.

    —Has estado genial, Selyna.—me dijo.

    —Gracias, Joe.—le respondí.

    —Olvida a esa loca, sólo quiere provocarte, tú vales mucho más que ella.—Joe me dedicó unas palabras dignas de todo un caballero.

    —Gracias, Joe, de verdad, pero yo no quiero compararme con nadie. Loreta y su actitud son problema de Loreta. De nadie más.—le dije.

    —Más razón aún para decirte que pases de ella...y de que eres genial, Selyna, alguien muy admirable. Voy a estar a tu lado, para ayudarte en este cometido tuyo de la gema...y a Dorian, claro.—No hace falta decir que Joe se refirió a Dorian con menos efusividad que cuando hablaba de mí.

    —Lo sé, Joe, eres muy buen piloto, Dorian y yo tenemos suerte de teneros a Vincent y a ti como compañeros. Lo conseguiremos todos juntos.—respondí a Joe con amabilidad y aplomo.

    —Selyna, para mi tu eres más que una compañera de expedición o trabajo. Tú...tu para mi eres...eres una amiga, Selyna, soy un privilegiado por conocerte, no juzgas a la gente como Harvey o Loreta y solo ves lo bueno de gente como Vincent o yo. Eres una amiga, siempre te apoyaré en todo...—dicho esto y temiendo que alguien le acabara por oír, Joe sonrió y volvió junto a Vincent que seguía examinando las sondas.

    A estas alturas no hace falta poseer demasiada intuición para saber algo...delicado...Joe Vega, siente algo fuerte por mí desde que me conoció, desde que me vio por vez primera antes de la misión. Resulta increíble comprobar como las mujeres tenemos el don y el poder de provocar deseos en los hombres, cuando no ha sido intención nuestra hacer que dichos sentimientos tengan lugar. No es culpa nuestra, no es nada negativo, tenemos ese don, entre muchos otros.

    Reconozco que es una putada. Cuando un buen hombre no ve sus sentimientos hacia una buena mujer correspondidos. Duele, soy consciente, más que una herida fuerte de metralla o una caída a buenos metros, al menos en cierta forma. Joe Vega, bien sabes que jamás quise hacerte daño, si te sirve de algo lo lamento de veras. Dorian es mi alma gemela, siempre lo será. Algún día, Joe Vega, cuando menos te lo esperes, conocerás a alguien, te enamorarás como un chiquillo y ella te corresponderá con esos sentimientos. Entonces serás uno de los artificiales más felices de la Vía Láctea. Tú harás plena justicia a esa chica, y ella a ti. Tengo ese presentimiento, y como no podía ser de otra manera, te lo dedico por entero. Siempre les deseo la dicha completa a la buena gente.

    Continuamos la marcha adentrándonos más y más hacia el interior de aquella cadena de montañas y sendas fotogénicas. A medida que avanzábamos mi sentido de alerta aumentó, supongo que cuando llegas a un nuevo lugar es normal que te ocurra. ¿Piensas igual?

    No estábamos lejos de la garganta de aquella inmensa cadena montañosa, cuando la voz de Vincent me sacó de mis pensamientos.

    —¡Movimiento!—dijo de golpe y porrazo.

    —¿Qué?—fui la primera en hablar.

    —¿Por dónde, Vincent?—dijo Joe.

    —¡No lo sé, no veo nada, pero la sonda no para de advertirme!—dijo Vincent.

    —¡Vincent, yo no detecto nada con mi aparato!—dijo Dorian.

    —¡La sonda lo confirma, socio!—insistió Vincent.

    —¡No registro lecturas de ningún tipo! ¿¡Alguna dirección clara!?—dije.

    —¡No, ninguna!—respondió Vincent.

    —¿Cómo coño es posible que las sondas se rallen así?—se quejó Loreta.

    —¡Vincent, debes estar equivocado!—dijo Harvey.

    —¡Oye te digo que aquí hay algo más aparte de nosotros y no sé dónde puñeta está!—Vincent estaba muy convencido.

    —¡Espero que sea un mal funcionamiento de la sonda!—dijo Joe.

    —¡Amén, socio, pero la señal es fuerte! —dijo Vincent.

    Todo el grupo nos pusimos a mirar de un lado a otro. La sonda no dejaba de darnos la alerta de proximidad de algo, pero no se sabía que era lo que podíamos tener encima. No dejamos de mirar de lado a lado, por todas partes, mientras la señal de la sonda seguía insistiendo en que teníamos compañía muy cercana.

    De pronto, de golpe y sopetón vi algo, un trozo de montaña...¿Se había movido?...y estaba muy cerca del grupo...nos acechaba bien camuflado...¡Estaba encima nuestro!

    —¡Cuidado!—el chillido que se me escapó retumbó en aquellas montañas.

    Encima nuestro, sin haberlo podido ver hasta ahora, acechándonos en silencio, se encontraba la forma más horrorosa que he visto en mi vida cableada. Tenía el cuerpo de una hormiga gigante, pero se componía de patas y garras de Mantis Religiosa, Era enorme, podía medir tranquilamente más de dos metros de altura y más de cuatro de largo. Nos miraba con sus gigantescos ojos redondos, como si controlara cada uno de nuestros movimientos y a cada miembro del grupo. Lo tenía todo calculado, era su territorio y la criatura como tener una pesadilla y querer recurrir a toda clase de tratamientos médicos para solamente tenerla una vez en la vida. Te envidio, lees esto, pero no estás aquí. Si en el futuro vives una experiencia así, equípate con lo mejor. Aunque ya te digo la mejor de las ideas, no te aproximes a su territorio. Aquel lugar, que creímos deshabitado, dejado de la mano del Cosmos, estaba ocupado. Así fue como conocí a una de las criaturas más agresivas y peligrosas de la galaxia. La Hormiga Religiosa.

    Loreta Clavel fue la primera en desenfundar, la criatura lo vio perfectamente y se abalanzó sobre ella. Al tiempo que disparaba fue capaz en el último momento de efectuar un salto muy hábil y evitar ser atrapada por las pinzas de su terrible adversaria. Fue la señal que necesitábamos para disparar a matar, al tiempo que echábamos a correr. Los disparos sólo lograban enfurecer más a la hormiga religiosa. Era territorial, no le gustaban las visitas. Aparte de ser silenciosa y estar compuesta por alguna sustancia biológica que dificultaba su detección con las sondas actuales. Si no fuese por el pánico que genera, hasta una habría podido decir que sentía admiración por ellas. Aunque su mérito era intachable. Añadamos su capacidad de camuflaje y tenemos un ser admirable entre los de su clase.

    La hormiga religiosa dio un salto de atleta desde las montañas en su lado izquierdo, colocándose en el lado derecho, sus ojos se posaron en Vincent, efectuó otro brinco tremendo ignorando los disparos del grupo. Su mortal garra derecha iba a abrir como si fuera un plátano maduro la cabeza de Vincent. Una servidora pudo darse cuenta de la jugada a tiempo y disparó a discreción. Casi todas las balas dieron en las zonas de su espalda. Sin embargo, las dos últimas alcanzaron parte de su zona de abajo, donde tiene el estómago. En ese momento fue cuando emitió sonidos de dolor. Era la única manera.

    —¡Hay que hacer que se alce, solo así le podemos dañar! ¡Distraedlo!—grité.

    —¡Selyna! ¿¡Qué vas a hacer!?—exclamó Dorian.

    —¡Dorian, distraedle!—insistí.

    —¡Venga, vamos! —Dorian alentó al resto, quienes por supuesto no dejaron de disparar.

    En ese momento di un salto lo mejor que pude hasta una de las montañas más cercanas y accesibles a mi posición. Quedé justo arriba de la hormiga religiosa, la cual por supuesto se percató enseguida de donde estaba. Los disparos de los demás no le afectaban apenas, de modo que puso toda su atención en mí...

    ¡Es lo que quería!

    —¡Ahora!—grité al mismo tiempo que me lanzaba sobre la criatura como si quisiera suicidarme.

    La hormiga religiosa cayó en la trampa, dejo al descubierto su estómago. Dorian y los demás abrieron fuego. Loreta lo hizo como una posesa. Las balas de las pistolas acribillaron a la criatura, que finalmente cedió y cayó derrotada al suelo. Sus intentos por alzarse eran en vano y Harvey Kramer, quien sino, el jefe oportuno, se acercó y remató al animal con saña. Le reventó los dos ojos. Ya os he dicho la clase de tipo que es Harvey Kramer. La hormiga religiosa expiró. El movimiento desenfrenado dio paso a la quietud.

    3.

    ¿QUIÉN SABE DESPEDIRSE?

    Nos encontrábamos alrededor del cuerpo de la criatura tan impresionante a la que habíamos tenido que eliminar en legítima defensa. La incertidumbre circulaba por nuestros cables, pero debíamos afrontar que este gigantesco animal se nos había puesto por en medio y era por alguna razón. Tocaba analizar la situación y decidir el próximo paso a dar. Había una misión en marcha, ya estábamos en el planeta donde supuestamente la podríamos llevar a buen puerto. El cometido era realmente emocionante, mención especial para mi chico Dorian y para mí. Sin embargo, ciertos imprevistos lo estaban oscureciendo. Una señal de radio desconocida de la cual no sabíamos nada y una criatura enorme y peligrosa, no vista hasta la fecha, que logró darnos un buen susto. Incluso las sondas habían fallado al detectarla. La cuestión era cual sería nuestro próximo movimiento.

    —¿Qué es este puto bicho? —dijo Joe.

    —¿Que qué es? Socio, yo más bien preguntaría de donde coño ha salido y por qué no hemos podido detectarlo con claridad, su nombre puede esperar.—contestó Vincent.

    —Tiene la estructura de una hormiga, pero sus garras y pinzas de masticar son propias de una mantis religiosa.—mientras decía estas palabras seguía impresionada.

    —Una hormiga religiosa. —Todos miramos a Loreta cuando dijo eso—. No me miréis así, incluso a los bichos más repugnantes se les pone nombre.

    —Pues mira por donde creo que acabarán por bautizarlo así. La cuestión ahora es de donde ha salido y que hace en este planeta. Las posibilidades son más de una, pero puede tratarse de una criatura nativa —dijo Dorian.

    —Pues si es un ser nativo me parece que no le ha hecho mucha gracia nuestra visita —afirmó Joe.

    —Tampoco me esperaba flores y desfiles de una especie de este calibre —dijo Vincent.

    —Si hubiese sido un ser natural de este planeta, La Corporación X lo hubiera sabido y nos habrían equipado para la ocasión. No se trata de eso —sentenció Loreta.

    —¿Y qué sugieres tú, Loreta? —le pregunté.

    —Puede que se trate de una especie en vías de extinción, o quizás es simplemente que quedan pocos miembros de la misma. No hace falta ser muy intuitiva para saber que si aquí hay más fauna, este ser será el primero de la cadena alimenticia. Pueden ser los principales predadores, pero no abundar. No sería ni la primera ni la última vez.—Loreta estaba muy convencida de su teoría.

    —Es una posibilidad, pero no parece encajar dentro del patrón de esta criatura.—añadí.

    —Cielo, tenía entendido que eras gemóloga y no bióloga.—Loreta se quedó muy a gusto.

    —Sólo intento aclarar esto. Por si no te has dado cuenta este ser casi nos mata.—le respondí.

    —Gracias por el recordatorio, pero tengo ojos. Y para tu información, no eres la única que trata de esclarecer esto, bienvenida al club. Quizás yo no sea una gran experta en criaturas y animales, pero tú tampoco. Nadie del grupo lo es. De modo que para bien y para mal, incluso lo tuyo son teorías. No sabemos nada de este bicho y no podemos descartar nada a la ligera ¿Me equivoco?—Loreta disfrutaba con la situación, pero eso no quería decir que no tuviera buena parte de la razón.

    —No...no podemos. Entonces ¿Qué deberíamos hacer?—pregunté en señal de que esto era algo colectivo.

    —La verdad, cielo, es que hay que reconocer que no sabemos nada de esta criatura. Así que dadas las circunstancias, lo más probable es que tomemos la decisión que tomemos, debamos asumir riesgos.—dijo Dorian.

    Los minutos pasaban lentos, con el cadáver aún caliente de la Hormiga Religiosa a nuestro alrededor, sin una decisión tomada. La sorpresa era aún muy reciente, sin embargo, debíamos reaccionar lo más aprisa posible. Alguien que todavía no había hablado tomó la palabra. Harvey Kramer.

    —Disculpad, brillantes analistas, pero, ¿Alguien ha caído en esta otra posibilidad?—dijo.

    —¿En cuál?—respondió Joe.

    —Venimos de una guerra, los krachiack estuvieron explorando territorios para nuevas bases no muy lejos de aquí. Es posible que hasta aquí no llegaran, pero no es ningún secreto que a esos cabrones salvajes les gustan mucho los animales, no solo los domésticos, también los...exóticos.—dijo Harvey.

    —¿Adónde quieres ir a parar?—preguntó Vincent.

    —Sencillo, la explicación más probable es que se trate de uno de los amiguitos de esas escorias. Quizás querían venir aquí y llegaron o quizás no. Puede que sólo pasaran por aquí. Sin embargo, tal vez fueran derribados por los nuestros, y a esa criaturita la llevaran en la nave. La trágica historia, la nave krachiack fue derribada, nuestro colega tenía hambre después de un viaje encerrado en una puta mazmorra oscura y lo compensó con las partes nobles de los krachiack de abordo...ya se me entiende.—argumentó Harvey al grupo.

    —Sí, pero, ¿Qué ocurre entonces con los restos de la nave?—pregunté de inmediato.

    —Pues no sé, ¿Qué pasa con ellos?—dijo Harvey.

    —Si hubiesen restos de algún transporte suyo lo habríamos detectado, de eso no me cabe ninguna duda, nuestras naves están sobradamente capacitadas para esa labor, Harvey. Más aún si hacemos referencia a una como la que tenemos nosotros, de la propia Corporación X.—mi argumento no pudo ser rebatido esta vez por Loreta, pero Harvey tenía cuerda para un buen rato.

    —Completamente de acuerdo, cielo. Salvo por el hecho de que tal vez no haya nada que localizar. Puede que nuestro difunto colega tuviese tanta hambre que almacenar krachiack en la panza no fuese suficiente aliciente. Había llegado al planeta recientemente y con cierta brusquedad. Se entiende entonces que una criatura orgánica con sus necesidades y sin ser alimentada por días, encontrara un tentempié desesperado en los restos de la nave. A fin de cuentas, para adaptarse a los sitios desconocidos, digo yo que estos bichos requerirán estar en forma y conocimiento del terreno. Considerando las circunstancias y lo que Loreta ha dicho acerca de La Corporación X, esta es sin duda la mejor conclusión a la que podemos llegar.—Harvey hablaba firme.

    Todo el grupo miró entonces fijamente a Harvey Kramer.

    —¿Qué quieres decir con eso, Harvey?—pregunté la primera antes que nadie.

    —¿Tú que crees, guapa? Significa, como es lógico, que seguimos adelante.

    —Harvey, tu teoría es muy interesante y no te digo que no tenga tablas para ser la explicación definitiva, pero es sólo una teoría. Si seguimos adelante podemos correr grandes riesgos. No estamos equipados con suficientes armas.—dijo Dorian.

    —¿Y qué sugieres, Wallas, volver con los cables entre las piernas y marcharnos de aquí?—dijo Harvey.

    —Quizá sea nuestra mejor opción. No conocemos nada acerca de esa criatura, podemos volver más adelante con mejor equipo armamentístico.—intervine. Como era lógico en él, Harvey contestó a su modo.

    —Claro, cielo, y hacer perder el tiempo y el dinero a nuestros creadores, que dicho sea de paso han depositado su confianza en este grupo para semejante cometido. Ya te digo yo que eso no va a pasar, de aquí no sale nadie hasta que no tengamos lo que queremos y nos queda un largo trayecto, de modo que proseguimos.

    —Harvey, yo no lo tengo nada claro.—dijo Joe.

    —Yo sí, Joe. También que tú eres el piloto.—respondió Harvey.

    —Esta situación es arriesgada, creo que deberíamos reconsiderarlo.—exclamó Vincent.

    —Ya lo he hecho, Vincent. No hay indicios para creer que esta criatura es nativa, he reconsiderado que seguimos teniendo un cometido, de igual forma mi querido y amoroso grupo, que yo estoy al mando. Seguimos adelante.—el tono de Harvey no admitía réplica y en efecto La Corporación X le había puesto al mando.

    —Harvey, nos estamos arriesgando y puede que de forma innecesaria, piénsalo bien. Ya sé que tú estás al mando, pero podemos estar yendo muy a ciegas.—advirtió Dorian.

    —Lo he pensado hace tiempo, Wallas. Nadie se arriesga innecesariamente cuando hay tanta pasta y reputación en juego para todos los cableados presentes. Lo de ir a ciegas no pasa de suposición general. Y sí, amiguete, tienes toda la razón, yo estoy al mando. Proseguimos.—concluyó Harvey.

    —Ánimo, querido grupo, ir de excursión es muy divertido, después podemos tomar fotos.—la vacilada de Loreta me hizo desear lanzarle un pedrusco a la cabeza.

    —En fin, es lo que hay, supongo ¿Vienes, socio?—dijo Vincent a Joe.

    —¿Acaso hay alternativa?...cuando esto acabe tenemos que asegurarnos de no volver a ver nunca más a ese capullo, no quiero estar a sus órdenes en ninguna otra misión.—Joe dijo esas palabras dedicadas a Harvey por lo bajo, cuando estaba al lado de Vincent.

    —Vamos, cielo.—me dijo Dorian.

    —Sí, vamos...que remedio.—me resigné.

    Con toda la incertidumbre de la galaxia, y el gilipollas cableado de Harvey Kramer como jefe, reanudamos la marcha. Cada vez estábamos más cerca del interior de aquella increíble cordillera de montañas, con esas sendas que parecían no acabar nunca. Existían claras opciones de que pudiera haber una especie de abertura o entrada con acceso a una cueva subterránea. Aunque nunca se puede dar nada por exacto en la geología ni en ramas similares. Quedaban las muchas cavidades encontradas, pero tenían más pinta de proporcionar recorridos en línea recta o poco profundos, y las gemas suelen ser localizadas en zonas profundas. Ese fue el motivo por el cual, al menos en un principio, las cavidades que todavía nos rodeaban fueron descartadas. No al cien por cien, desde luego, pues en caso de no haber alguna que indicara un acceso claramente subterráneo, podrían empezar a cobrar su importancia. Siendo tan numerosas, resultaría complicado escoger. Al cabo de un rato, Harvey Kramer alzó la voz.

    —Vincent, el centro de esta cordillera ¿Cuánto nos queda?—preguntó Harvey.

    —Según la sonda, no mucho, estamos cerca, llegaremos en pocos minutos.—respondió Vincent.

    —Wallas, Jensen, sois la voz de la experiencia en excavación de todo el planeta, así que os lo preguntaré ahora ¿Estas cavidades de mierda son descartadas a vuestro criterio en un principio?—preguntó Harvey.

    —Las gemas suelen localizarse en excavaciones profundas. Aunque estamos en una galaxia de más de doscientas veinte mil millones de estrellas, las leyes físicas y químicas que se han conocido en La Tierra se repiten innumerables veces. Si en alguna parte de este condenado lugar está la gema luz de luna, es muy abajo de nuestros pies. Ya te aviso que más vale que en caso de recurrir a esas cavidades, alguna nos dé una buena sorpresa.—argumentó Dorian.

    —Dorian tiene razón. Puede que la gema esté aquí, en esta cordillera, o puede que no. Sin embargo, en caso afirmativo, o damos con una cavidad más fiable, o tendremos que excavar.

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