Desde mediados de siglo, la cultura de masas ha ido generando el molde sobre el cual se construye la mayor parte de las secuencias de relatos de abducción y la imagen del extraterrestre que tenemos en nuestros días. La gran cantidad de elementos que aparecen en estas experiencias llevaron a los pensadores de la escuela psicosocial francesa a cuestionar la veracidad de las mismas. Creemos que el planteamiento francés fue válido, tanto para el tema que nos ocupa como para el fenómeno OVNI en general. Esta nueva forma de pensar el fenómeno no tuvo demasiados adeptos entre aquellos cuyas mentes estaban más cerca del corazón que del verdadero espíritu científico.
Por nuestra parte, objetamos que los postulados psicosociales, en muchos casos, intentaron hacer una panacea psicologizante del asunto: todo tendría una respuesta relacionada con los fenómenos de masa o los rebuscados contenidos del inconsciente humano, todo estaría resignificado en el entramado social de la época. Si bien es mucho lo que le debemos a esta escuela de pensamiento, no podemos por ello aceptar la totalidad de sus postulados. Creemos que –al igual que el escepticismo radical– esta postura simplifica la cuestión y la lleva a un reduccionismo explicacionista, que si bien calma la conciencia, no es del todo satisfactorio. Podría explicarse lo que es el contagio cultural desde la perspectiva psicosocial a partir de la génesis de una mitología, pero de una mitología moderna que, a diferencia de las antiguas, se propaga a una velocidad que raya con la idea de instantaneidad.
Los medios informativos nos permiten saber lo que ocurre al otro lado del mundo en cuestión de segundos. Gracias a las redes de información a escala global, podemos hablar de una omnipresencia de ideas y conceptos. Asistimos a una época en la que los logros en materia de comunicación superan la capacidad de asimilación del ciudadano medio de una urbe cosmopolita. La televisión es, sin duda, el medio de penetración más poderoso de este siglo; la prevalencia de la
