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Del consultorio a la cárcel
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Libro electrónico74 páginas1 hora

Del consultorio a la cárcel

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Información de este libro electrónico

Carmen, una joven de escasos recursos economicos que trabaja en un consultorio medico, donde se siente atrapada entre cuatro paredes, con un sueldo que apenas alcanza para sobrevivir, recibe una oferta de empleo que le ofrece el doble de su salario y le garantiza que podra viajar por toda Colombia. Su vida cambia de estar entre cuatro paredes, sin luz solar, a conocer muchos lugares y trabajar a plena luz del sol. Su familia, su casa y su vecindario empiezan a ser, lentamente, transformados por la entrada de dinero extra. La inocente joven, sin saberlo, se va adentrando en una organizacion criminal que la conducira a la carcel.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 mar 2023
ISBN9781684987320
Del consultorio a la cárcel

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    Del consultorio a la cárcel - Lucarbo

    Table of Contents

    Título

    Derechos de Autor

    Sobre el Autor

    cover.jpg

    Del consultorio a la cárcel

    Lucarbo

    Derechos de autor © 2023 Lucarbo

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    NEWMAN SPRINGS PUBLISHING

    320 Broad Street

    Red Bank, NJ 07701

    Primera publicación original de Newman Springs Publishing 2023

    ISBN 978-1-68498-731-3 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-68498-732-0 (Versión electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Dedicado a mi familia.

    Mientras pasaban las horas en la oficina, Carmen se arreglaba el cabello y pensaba en el momento de ver a su novio Javier. Lo había conocido hace unos pocos meses durante una reunión en la casa de una compañera de trabajo. Cuando lo vio de lejos no le impresionó en lo más mínimo, su cabello bien cortado y sus impecables ropas le parecieron puestas solo para la ocasión. Parecía haberse hecho el corte de pelo pocas horas antes de la reunión. Después del brindis Carmen empezó a desplazarse por el salón, sus pies tropezaron, pues, no estaba acostumbrada a usar zapato alto y fue a caer directamente en los brazos del hombre, quien no la dejó caer al suelo. Ella le dio las gracias e intercambio algunas palabras con él. Ese fue el principio. Durante toda la fiesta él la buscaba para conversar. De pronto ella se dio cuenta de que nunca en su vida había hablado con un chico que tuviera una conversación interesante, que hablara de tan variados temas como este. Su vida había girado alrededor de muchachos vacíos, cuya conversación era de marcas de ropa, zapatos o de la película de moda. Nadie quien verdaderamente valiera la pena.

    Carmen supo que Javier venía de una familia pobre, que había sido becado siempre en la escuela, luego en el bachillerato y, finalmente, en la universidad. El buen muchacho estaba cursando el tercer año de abogacía. Javier quiso ser abogado desde que era un niño cuando vio a sus padres ser desalojados de su hogar, sin derecho a llevarse nada, porque no habían podido pagar una deuda. La familia entera fue arrojada a la calle por dos policías y un juez. Sus padres comenzaron a caminar por las calles sin rumbo, con un bebé en brazos que no dejaba de llorar, y seguidos por cinco niños cansados y con hambre. Esa noche Javier, acostado bajo un puente, con la luna y las estrellas de testigo, se prometió a sí mismo que esto no volvería a pasar y que él iba a ser abogado para defender a las familias pobres de esta clase de atropellos. En la escuela el niño siempre se ganaba el cariño de los maestros por su exagerada dedicación al estudio. Javier devoraba libros en la biblioteca sobre leyes, casos legales, literatura, etc. Javier se leyó la enciclopedia de los clásicos a la edad en que un niño solo quiere leer caricaturas. Todo lo que Javier había logrado había sido con su propio esfuerzo. Javier asistía a la universidad de día y trabajaba en la noche cuidando una fábrica. El joven tenía que hacer grandes recorridos. Caminaba toda la fábrica una y otra vez, pues, ese era su trabajo. Apenas tenía unas pocas horas para dormir. Pero en sus manos Javier siempre mantenía un libro de lectura o de estudio. Esta era la única forma que el estudiante lograba mantener su alto nivel académico para seguir siendo becado.

    Carmen empezó a admirarlo desde esa noche. Los dos jóvenes se siguieron viendo los domingos, único día en que Javier y Carmen tenían tiempo. Javier, generalmente, aprovechaba cualquier momento libre para hacer los trabajos dejados por sus profesores. Ahora había hecho un espacio para ver a Carmen y planear el futuro juntos. Tener esta clase de novio era muy complicado, Carmen no lo veía en toda la semana y las ganas de verlo iban en aumento conforme pasaban los días. Tampoco quería que él conociera donde vivía ella, pues, las condiciones de su humilde casa eran de gran pobreza. La enamorada muchacha quería compartir todos sus días y noches con él. Javier no quería apresurar las cosas, quería primero llegar a ser un abogado para poder comprarle una casa y una lavadora a su madre, para evitar que tuvieran que estarse cambiando de vivienda continuamente. Las arrugas ya empezaban a notarse en el rostro de la tierna madre y a Javier le dolía verla con sus manos rojas y encallecidas lavando ropa ajena. Javier consideraba que su obligación era proporcionar una vida mejor a su madre antes de pensar en su propio futuro. Además, estaban sus hermanos que aún cursaban la escuela secundaria. También era obligación de Javier ayudarlos a estudiar. Sus hermanos se merecían un futuro mejor y este no podía ser posible sin el estudio.

    —¡Señorita! ¡Señorita! ¿Puede atenderme? —Carmen inmediatamente bajó de la nube en que se hallaba.

    Un paciente nuevo, Carmen tendría que abrirle la historia clínica. Ella entregó al nuevo paciente un formulario y un lapicero. La muchacha le explicó cómo llenarlo y se recostó en el sillón.

    Carmen pensaba que tenía que encontrar otro trabajo urgentemente. Estar allí encerrada nueve horas al día no era nada agradable para nadie, y menos para Carmen que le gustaba el sol, el aire libre, lo natural. Aquí en la oficina sin ventanas Carmen no sabía si llovía, hacía sol, frío o calor. En la oficina siempre la temperatura era la misma, siempre el mismo ambiente, el aire corría en una sola dirección y todo parecía estar quieto, siempre en el mismo lugar. La encargada del archivo le había sugerido que, para salir de la monotonía, tratara de meterse a internet a buscar páginas de chistes e, inclusive, juegos. Carmen lo intentó un par de veces, pero esto no era para ella. Esto no calmaba sus ansias de volar, de buscar algo mejor.

    El problema era que la pobre muchacha trabajaba de lunes a viernes de 8 a.m. a 6 p.m. y sábados de 9 a.m. a 3 p.m. ¿En qué momento podría tener oportunidad de recorrer las calles en búsqueda de algo nuevo? Además, Carmen no sabía qué era lo que realmente estaba buscando. Carmen

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