Antes de que Amanezca: El Fulgor de las Tinieblas

Por Johnn A. Escobar

Todos los secretos más antigüos y aterradores de la humanidad convergen en el pueblo maldito de Crowswood, situado en Oregon - Estados Unidos. En donde la sangre correrá y atraerá consigo a las personas que creyeron huir de su pasado, llevándolos hacia la verdad y la desolación.

• Idioma: Español
• Editorial: Johnn A. Escobar
• Fecha de lanzamiento: 31 ene 2023
• ISBN: 9781005807375

Johnn A. Escobar

Johnn A. Escobar nació en Buenos Aires, Argentina el 5 de Junio del año 1991. Estudio en el Instituto Superior Mariano Moreno y posteriormente en el Instituto Terciario Interval. A partir del año 2015 comienza su carrera como escritor. Autor de la serie literaria compuesta por nueve libros: El Fulgor de las Tinieblas. Los títulos que componen la serie son: Por el sendero de las tinieblas. El Ejército Errante. La Torre Imperial. La casa en la colina. La noche de la bestia. La Primicia. El Misterio de Crowswood. La Marca de Fuego. Antes de que Amanezca. Además de la serie literaria ha publicado las novelas tituladas: El Ángel Caído. El Despertar de Cthulhu: De la ignorancia a la sabiduría; de la luz a la oscuridad. Testimonio de una vida. Y dos libros de cuentos: Vencedores Vencidos. Cuentos de una noche sin luna. Ha escrito varios géneros literarios, entre los cuales se encuentran misterio, thriller, sobrenatural, fantasía oscura, terror y erótico.

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Antes de que amanezca

Johnn A. Escobar

Copyright © 2022 Johnn A. Escobar

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Los personajes y eventos descritos en este libro son ficticios. Cualquier similitud con personas reales, vivas o muertas, es una coincidencia y no es la intención del autor.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o de otro modo, sin el permiso expreso por escrito del editor.

A la memoria de Brian Alan Escobar.

No me moví, pero contemplé la aparición. Reinaba un loco desorden en mis pensamientos, un tumulto incontenible.

Edgar Allan Poe

I

Crowswood

La noche se hallaba en su máximo esplendor y el frío invernal recorría las calles a sus anchas; por su parte el señor Barraud continuaba trabajando, como le era costumbre, en su oficina dentro de la edificación del periódico local de nombre La Gaceta.

Habían transcurrido varios años desde la muerte de su querida esposa Oriana, mientras que su única hija Amy Barraud, tras graduarse en la High School Crowswood, estudió periodismo en Florida y posteriormente inició una prolífica carrera en el canal the latest news, situado en el Estado de New York. Pese a la distancia que había entre ambos, Joe Barraud hablaba por teléfono con su hija dos veces cada semana y ello era más que suficiente para él, quien guardaba un orgullo enorme por el éxito de su querida Amy.

Los empleados del periódico culminaron su horario laboral a las seis y media de la tarde, como era natural se retiraron a sus respectivos hogares y a las tres de la madrugada tenía que llegar el encargado de abrir las puertas a las cuatro camionetas que distribuían los periódicos impresos, para luego ordenar los informes y entregarlos a Barraud en persona tan pronto como arribaba.

Pero en ese lapso de tiempo intermedio donde la soledad reinaba a sus anchas, dentro de La Gaceta, era cuando Joe Barraud prefería permanecer en su oficina trabajando frente a su computadora, revisando hasta el más mínimo detalle de la última tirada distribuida el día anterior, comparando los números de ventas y la relevancia de las noticias publicadas en la edición digital de La Gaceta, junto con las visitas al sitio. Aunque en verdad, él terminaba esas labores antes de las ocho de la noche y luego continuaba inmerso en un nuevo proyecto, el cual tenía como eje central algo que nunca antes había mencionado, los extraños acontecimientos ocurridos en Crowswood.

Pese a ciertas experiencias que pudo vivir en persona durante el pasado, originalmente se propuso hacer caso omiso de todo, sin embargo la distancia con su hija y la soledad de la casa volvieron sus días más vacíos, volcando su interés en cada hecho inexplicable sucedido en el pueblo desde sus orígenes.

Aunque hubiera podido elegir otra actividad, la firme decisión de centrarse en tal investigación, fue debido a una serie de acontecimientos sumamente misteriosos relacionados al desaparecido escritor Sebastian Collingwood, a quien tuvo el placer de conocer hacía algunos años cuando éste último visitó Crowswood.

Aquel autor tras abandonar el pueblo continuó trabajando e incluso brindaba algunas charlas y conferencias, pero poco a poco comenzó a distanciarse de la sociedad, para finalmente publicar una novela corta y desaparecer definitivamente del ojo público, siendo una incógnita dónde se hallaba o si continuaba con vida.

Con una amplia cantidad de preguntas abiertas en su mente y estando casi seguro que la desaparición de Collingwood estaba vinculada al pueblo, el señor Barraud decidió iniciar una investigación privada, valiéndose únicamente de su experiencia como periodista, recopilando información en abundancia sobre una especie de culto o secta, de características mundiales y que también se hallaba presente en Crowswood.

Barraud no era un hombre demasiado complicado en su proceder, por tanto la meta era clara, planeaba utilizar el periódico La Gaceta para exponer a los miembros más influyentes de ese grupo, ya que todo indicaba que estaban vinculados a la desaparición repentina de varías personas en diversos países.

Las horas iban transitando y cuando Joe Barraud finalmente culminó su trabajo observó el reloj en la computadora, notando que estaba a cinco minutos de las once de la noche. A pesar de estar habituado a permanecer en sus oficinas hasta tarde, por primera vez percibió el silencio a sus alrededores y lo invadió una sensación de intranquilidad, desconociendo la razón. Sintiendo como se le erizaban los cabellos de la nuca y de tanto en tanto un escalofrío le recorría su espalda.

De pronto, por debajo de la puerta una densa niebla verdosa comenzó a penetrar en la oficina, Barraud tras percatarse de ello casi había perdido el control de sus emociones, estaba aterrado y su corazón latía fuertemente.

La niebla verdosa se extendió llenando cada recodo de la oficina, siendo entonces que Joe Barraud trató de huir de allí, pero no lograba ver hacia dónde se dirigía. Con cada paso que daba comenzó a sentir un horrible frío en cada espacio de su cuerpo a la vez que el sudor pronto empapó sus prendas, la piel se le tornó rojiza mientras tosía de forma constante y sin posibilidad de detenerse.

Un ardor intolerable fluyó en sus extremidades inferiores, casi no pudo procurar un solo paso más, para eventualmente caer de rodillas. Seguido a eso un dolor le llegó desde el estómago, las náuseas lo doblegaron y finalmente emergió por su boca y nariz un líquido purulento e interminable, generando la imposibilidad de respirar, para al cabo de unos segundos yacer sobre aquella sustancia amarillenta, desprovisto de vida.

La densa niebla verdosa, con lentitud, una vez más se filtró por debajo de la puerta dejando en la oficina el cadáver de Joe Barraud tendido sobre el suelo a pocos pasos de su escritorio.

En la residencia Marshall, la ausencia de sonidos era algo común luego de las diez de la noche, esto último debido a que sus tres habitantes se marchaban a sus respectivos cuartos durante esa hora.

Ian Marshall y su esposa Chloe trataban de conciliar el sueño, normalmente no resultaba un problema para ellos, pero algo se los impedía en esta ocasión. Ambos estaban sumamente agotados, pero de forma extraña al cerrar los ojos no podían dormir, siendo invadidos por una sensación persistente de temor que no contaba con justificativo aparente.

Tras más de una hora sin éxito en alcanzar el tan deseado descanso, Chloe rompió el mutismo.

—¡No sé qué sucede! Pero por alguna razón no logro conciliar el sueño, me siento invadida por algún tipo de preocupación.

Ian lanzó un suspiro leve antes de hablar.

—Me sucede exactamente lo mismo, siento cansancio y la necesidad de dormir, sin embargo cada vez que cierro los ojos la intranquilidad me domina...

En ese momento Ian calló para oír con atención unos pasos ligeros en el pasillo frente a su habitación, él abandonó la cama, Chloe hizo lo mismo siguiéndolo de cerca. Con cuidado Ian abrió la