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El Borde Del Paraiso
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Libro electrónico129 páginas1 hora

El Borde Del Paraiso

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Mejor que una aclamada pelcula de Hollywood.
Mejor que cualquier Best Seller del New York Times.
Como ningn otro libro, pelcula o novela que haya visto
o ledo en mi vida, esta novela que ahora tienes en tus manos
impact mi vida de una manera muy positiva. Si lo que su autor
cuenta es real, no lo s. Pero si s que hay verdades infinitas
acerca de la Gua en cada pgina de este libro. Lo cual te lleva
irremediablemente a preguntarte si ests viviendo tu vida de la
mejor manera. Si vas por la senda correcta.
Esta novela fue escrita por Ken Anderson, quien falleci
en marzo del 2006, pero a mi vida le dej un legado, el cual he
traducido para que aquellas personas como yo que disfrutan leer en
su idioma natal (el espaol) puedan disfrutar del mismo. Te invito
a que te pongas cmodo(a) y disfrutes conmigo cada capitulo, cada
escena de esta preciosa novela. Hagamos junto a Ken Anderson
un viaje a las afueras del paraso. A una periferia externa del
Cielo. Conozcamos hermosos personajes, lindos parajes, y eternas
verdades. Descubramos cul es la misin del personaje principal de
esta novela y vivamos con l el privilegio que le fue concedido de
viajar al Borde del Paraso.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento1 abr 2014
ISBN9781463378103
El Borde Del Paraiso

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    El Borde Del Paraiso - Maria Corina Recinos Garcia

    Copyright © 2014 por Maria Corina Recinos Garcia.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 28/03/2014

    Para realizar pedidos de este libro, contacte con:

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    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    523083

    ÍNDICE

    POEMA DE KEN ANDERSON

    INTRODUCCIÓN

    CAPITULO UNO

    CAPITULO DOS

    CAPITULO TRES

    CAPITULO CUATRO

    CAPITULO CINCO

    CAPITULO SEIS

    CAPITULO SIETE

    CAPITULO OCHO

    CAPITULO NUEVE

    CAPITULO DIEZ

    CAPITULO ONCE

    CAPITULO DOCE

    CAPITULO TRECE

    CAPITULO CATORCE

    REFERENCIAS BIBLICAS

    ACERCA DEL AUTOR

    SINOPSIS

    POEMA DE KEN ANDERSON

    Reflexionando un día

    En ventajas terrenales,

    Mis pensamientos volaron

    A conjeturas celestiales

    No escuché palabra sabia

    De dogma, teología.

    Ningún culto fue inferido,

    Ni nueva escatología.

    Porque nada más vi

    Que mi terrenal estado

    Tampoco pensé estar

    Con algún profeta recomendado

    Ni molesto, ni echando humo

    Ni sometido a la lectura

    No, no asumo

    Solo hago conjeturas

    INTRODUCCIÓN

    Mejor que una aclamada película de Hollywood.

    Mejor que cualquier Best Seller del New York Times.

    Como ningún otro libro, película o novela que haya visto o leído en mi vida, esta novela que ahora tienes en tus manos impactó mi vida de una manera muy positiva. Si lo que su autor cuenta es real, no lo sé. Pero si sé que hay verdades infinitas acerca de la Guía en cada página de este libro. Lo cual te lleva irremediablemente a preguntarte si estás viviendo tu vida de la mejor manera. Si vas por la senda correcta.

    Esta novela fue escrita por Ken Anderson, quien falleció en marzo del 2006, pero a mi vida le dejó un legado, el cual he traducido para que aquellas personas como yo que disfrutan leer en su idioma natal (el español) puedan disfrutar del mismo. Te invito a que te pongas cómodo(a) y disfrutes conmigo cada capitulo, cada escena de esta preciosa novela. Hagamos junto a Ken Anderson un viaje a las afueras del paraíso. A una periferia externa del Cielo. Conozcamos hermosos personajes, lindos parajes, y eternas verdades. Descubramos cuál es la misión del personaje principal de esta novela y vivamos con él el privilegio que le fue concedido de viajar al Borde del Paraíso.

    CAPITULO UNO

    —¡El Cielo! —exclamó La Voz—, ¡es la amplificación infinita del Momento más sublime en la Tierra!

    La Voz de seda, culta como la de una mujer pero viril y masculina como la de un hombre, parecía distante, como un lejano grito, aunque a la vez cercano, como un susurro destinado solamente para mí.

    —Repite por favor —dije.

    Pero el insistente silencio era tan intenso que me preguntaba si realmente había escuchado algo. De hecho, como descubriría más adelante, la Voz pudo haber estado de alguna forma dentro de mí (un flujo interno de concepto e indagación). Me encontraba encajado en una extraña mancha, congelado dentro de una sustancia transparente. Por un momento me sentí asustado. Cuando extendí mis brazos para liberarme, mis manos y mis brazos se movieron con una pausada gracia. ¡Y No toque Nada!

    Moví mis pies de manera similar y parecía estar de alguna forma suspendido en un vacío sin límites y a la vez colocado con seguridad.

    —Pareces ser un buen candidato —la voz habló de nuevo—. Tus circunstancias (tú, tu mismo ser mortal, esto que te rodea) te harán reaccionar e indagar de una manera muy diferente a lo que comúnmente ocurre por acá. ¡Lo cual es excelente!

    —No entiendo.

    —¡Claro que no! ¡Lo que observes y experimentes te ayudará a ver la brecha entre lo máximo de lo temporal y lo mínimo de lo eterno para prepararte mejor para tu misión!

    No tenía idea de a qué se refería la Voz. Tal vez, razoné… podría comprender mejor mi situación si repasaba como fue que llegué a estar en tal estado.

    Recuerdo aceleración y un empuje hacia arriba o quizá hacia afuera. La anticipación prevaleció ante el miedo mientras que al mismo tiempo estaba lleno de un profundo sentimiento de insatisfacción. Este sentimiento de insatisfacción llegaría a ser la clave de mi experiencia.

    Además recordé un lugar de trabajo donde me quedé parado viendo hacia un escritorio repleto de tareas incompletas. Un teléfono sonó. Luego como una puñalada de dolor. Solo por un momento, dolor, y súbito alivio. Luego este lugar.

    No recordé nada más y me preguntaba si tal vez, la insatisfacción habría adormecido mi memoria.

    —¡Precisamente! —exclamó la Voz—. ¡La insatisfacción te hace calificar para tu especial misión!

    —¿Mi misión?

    —Se te ha sido concedida una oportunidad y una responsabilidad sin precedentes. Estas en Trascendencia limitada.

    —¿Trascendencia?

    —¡Trascendencia no! —la Voz reprendió—. ¡Trascendencia limitada! Aún no has escapado completamente de la mortalidad pero así debe ser, para que lleves a cabo tu misión.

    —¿He muerto? —pregunté.

    —La muerte no tiene ninguna función aquí. Existe fuera de esta esfera. Si no fuera por estas circunstancias la palabra muerte estaría ausente de tu vocabulario.

    —¿Cuáles son estas circunstancias?

    —Primero, déjame decirte lo que no son. Aquellos a quienes conocerás aquí han experimentado (que es, están experimentando) completa Trascendencia.

    —¿Yo no?

    —No, aún no.

    —¿Pero podré?

    —Si. Ahora, sin embargo, tu estado es uno de raro y limitado privilegio.

    —¿Cómo puedo describir mi estado actual?

    Tal descripción pertenece a la esfera de la cual has emergido y a la cual has de volver pero no existe en el vocabulario aquí.

    Si mi estado no se puede describir, ¿se podrá tal vez definir? —pregunté—. ¿Cuál es la definición de Trascendencia Limitada?

    —¡Ser mortal entre los inmortales!

    Antes que pudiera preguntar más, entré a un lugar (o mejor dicho, me encontré rodeado de un lugar) de tal convincente belleza que tuve que proteger mis ojos. Tal esplendor excedía mi limitada imaginación humana y consecuentemente, no podría encontrar palabras para expresar lo que vi. Vi ambas, la deslumbrante presencia y la ausencia total de alguna fuente de luz, como el sol o una lámpara. Lo que miraba irradiaba su propio brillo. La luz no emanaba de los objetos que vi, sino más bien, todo era intrínsecamente brillante. Vi lo que parecía como árboles, enormes en circunferencia y altura, complejos en diseño y en detalle. Gemas vivientes (flores, a falta de un mejor término) que se convirtieron en mi alfombra y mi dosel. Florecían en miles de colores. Dibujé fragancias en mis profundidades, aunque no tenía necesidad de aliento; me deleitaba en el espectro total del color, pero sin necesitar la vista. Criaturas (pajariles y angélicas) se precipitaban entre los árboles y bailaban entre las flores. Sabores gastronómicos estallaron en mi lengua aunque no consumí alimento ni abrí mi boca. Las nubes rugieron sobre mí, incendiadas con diez millones de tonos (aurora y espejismo, salida y puesta de sol, arco iris gloriosos a la vista).

    ¡La amplificación infinita del momento más sublime en la Tierra!

    Mientras experimentaba un cálido abrazo de intimidad, mis alrededores se extendieron hacia interminables distancias de horizontes: uno adentro del otro, adyacentes entre sí, más allá de sí mismos. Cada uno era más extenso y maravilloso que el anterior, la estrecha cercanía más lejana y la inconmensurable lejanía más cercana. ¡Y entonces, música! Diez mil dedos audibles acariciaron mi carne buscando intensificar mi espíritu. Sinfonías corales. En estruendoso crescendo, suave andante, ritmo rápido y arrullo tranquilizante.

    —Ves solo el comienzo —dijo la Voz—. Escuchas solo un preludio.

    Aunque abrumado

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