Si supieras cómo llueve…
Es que, en esta ciudad,
el agua es elemento viviente, sintiente y es alimento.
Llueve mucho.
Hazte en tu respiro, hazte ahí. Sé.
Hazlo libremente, con serenidad, en tu constante,
sabiendo bien por qué y para que, respiras así, consciente.
Es que es la mejor forma de atenderte,
de estar presente, de amarte.
Y te vas desvinculando de tus sentidos.
Deja, por lo menos aquí, que la lluvia corra, pase.
Ve desactivando lo que te conecta aquí, con cada respiro. 
Ve hacia adentro sin guardarte temor.
¡Nos tememos tanto!
Es por eso que no te permites guardarte ahí, en ti.
No tanto por lo que conoces,
sino por lo que desconoces de ti.
Pero respirando, te vas acercando más,
te vas abriendo valerosamente.
Vas descontando sensaciones, asaltos de tu mente, distracciones,
hasta que logras mantenerte ahí, en tu serenidad.
Respira llegando a este punto estable,
en el que ya sabes estar.
¿Para qué? Dirás.
¡Para tanto! En realidad, para todo.
En principio para soportar lo que existe.
Y está en desavenencia con lo que debería existir.
Dirás, ¿acaso sé lo que debería existir?
Sabes.
Luego, para resistir tanta distorsión.
¿De qué? Dirás.
¿Qué está distorsionado?
La conciencia del Ser.
Eso está distorsionado.
¿Cómo? Dirás
Respira porque es ahí donde podrías estar,
distorsionando todo.
¿Qué sería?
En principio, la fuerza del bien.
¿Sabes acaso qué es eso?
Se trata de una corriente, una constante,
creada para que todo orden de luz se imponga.
Y lo que es más hermoso,
es que la forma de imponerse, está en ti.
Y podrías no saberlo.
Ni siquiera querer saberlo.
Respira porque igual deberías proponerte avanzar.
Establecer, establecerte aún más,
en lo que esa fuerza del bien es.
¿Cómo?
Es que están los circuitos.
Los que esencialmente te configuran
y que has ido apagando o prendiendo,
a razón de todo lo que has vivido.
Y que, dentro de tu distorsión,
no distingues qué ha sido en bien y qué no tanto.
Y te has confundido, te has disminuido.
Te digo más.
Esa fuerza del bien es tan accesible,
tan fiel, tan copiosa, tan divina, tan infinita.
¿Por qué tendrías entonces que negártela?
Y reconócelo bien, lo has hecho.
Tendrías que ver, ¿qué tanto?
¿Por qué? ¿Para?
Refuérzate, restituye, revitaliza,
te la mereces, más hoy.
Dame tu nombre.
Dame tu nombre.
Dame tu nombre.
Completo.
Existen fuerzas inimaginables
que jamás han dejado de considerarnos,
de atendernos, de asistirnos, de confiar.
Existen mundos plenos de luz.
Existen seres inmensurables en su fuerza de amor.
Y existes tú.
Quien hoy respira así, conscientemente, para estar ahí,
en los espacios del Universo consciente.
En la propuesta de disolver distorsión y mucho más.
Muéstrate.
Muéstrate en tu Ser.
Tan solo para ti, para nadie más.
Porque lo que ocurre,
es que ya no tendrías nada que mostrar.
Eres.
Simplemente eres.
Parte de esa fuerza.
Eres en esa fuerza.
Eres el bien.
Eres la luz.
Eres amor.
Todo esto te parecerá nada,
ante lo que sabes Es.
Ante lo que sabes Es.
Ante lo que sabes Es.
Así que no muestres más tribulaciones,
ante lo que toda esta distorsión es.
Mantente en luz.
Sé paz.
Sé amor.
Sé.
Respiras profundamente,
con fuerza nueva,
con fuerza inmensa,
con fuerza.
Hay que seguir.
Hay que seguir.
Hay que seguir.
Om Namaha ShivayaSi supieras cómo llueve…
Es que, en esta ciudad,
el agua es elemento viviente, sintiente y es alimento.
Llueve mucho.
Hazte en tu respiro, hazte ahí. Sé.
Hazlo libremente, con serenidad, en tu constante,
sabiendo bien por qué y para que, respiras así, consciente.
Es que es la mejor forma de atenderte,
de estar presente, de amarte.
Y te vas desvinculando de tus sentidos.

https://shaktianandama.com/2023/04/26/la-fuerza-del-bien-esta-en-ti/