El nacimiento de Ataecina

Por Antonio Almas

Un diálogo entre dos seres místicos, el amor elevado a la divinidad.

De la interacción entre los personajes nació la creación del momento, día tras día, simulados en un escenario ensayado donde cada uno sabe su diálogo de memoria, porque son sus propios sentimientos los que se revelan en una ficción ilusoria. Quimera, utopía la simple magia de las palabras que no dejan de ser filosóficas ni mágicas, cuando todo parece culminar en un acto de existencia poética que llega ardiendo en los dedos y que en realidad desencadena movimientos telúricos en los cuerpos de los actores.

Esta obra no es una representación teatral, sino mera ficción encarnada por los que la han visto, hombre y diosa, seres de otras dimensiones representados en una historia de ilusiones.

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 2 feb 2019
• ISBN: 9781547546602

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TABLA DE CONTENIDOS

Prefacio

Los personajes

Entorno

El escenario

Primer acto

Segundo acto

Tercer acto

Cuarto acto

Quinto acto

Sexto acto

Séptimo acto

Octavo acto

Noveno acto

Décimo acto

Prefacio

De la interacción entre los personajes nació la creación del momento, día tras día, simulados en un escenario ensayado donde cada uno sabe su diálogo de memoria, porque son sus propios sentimientos los que se revelan en una ficción ilusoria. Quimera, utopía la simple magia de las palabras que no dejan de ser filosóficas ni mágicas, cuando todo parece culminar en un acto de existencia poética que llega ardiendo en los dedos y que en realidad desencadena movimientos telúricos en los cuerpos de los actores.

Esta obra no es una representación teatral, sino mera ficción encarnada por los que la han visto, hombre y diosa, seres de otras dimensiones representados en una historia de ilusiones.

Los personajes

Amergin, hijo de Míl, un gran poeta irlandés, que supuestamente vivió en el siglo VI, en la época de los Tuatha Dé Danann, que en su tiempo controlaban Irlanda, además de generar una tempestad mágica a fin de evitar que los Milesianos llegaran a la isla. Las palabras mágicas de Amergin calmaron la tempestad permitiendo que su gente llegara a la isla, convirtiéndose en el primero de su raza en pisar suelo irlandés. (página 16 del libro The Encyclopedia of Celtic Mythology and Folklore, Patricia Monaghan, 2014).

Ataecina o Ataegina es la Diosa del renacer (la primavera), la fertilidad, la naturaleza, la luna y la curación en la mitología lusitana. La veían como la diosa lusitana de la Luna. Su nombre procede del celta Ate + Gena, que significar renacer. Ataecina, Ataegina o Dea Sancta, son los nombres más comunes de esta divinidad.

El animal consagrado a Ataecina era la cabra, que tenía un culto de devoción, en el que se invocaba a la diosa para curar a alguien, o para lanzar una maldición que podría ir de pequeñas plagas a la muerte. Su culto también tenía que ver con la producción salinera, pues está relacionada con la misma, en lugares como Alcázar del Sal y en Esposende.

Ataegina era venerada en Lusitania y Bética, con santuarios dedicados en Elvas (Portugal), y Mérida y Cáceres en Extremadura (España), así como en otros lugares, especialmente cerca del río Guadiana. También era una de las principales diosas adoradas en lugares como Myrtilis (hoy Mértola), Pax Julia (Beja), ambas ciudades en Portugal, y especialmente en la ciudad de Turobriga, cuya ubicación se desconocía. La región era conocida como Baeturia Celticorum o Beturia Céltica. En la colina de San Lorenzo (Castro de S. Lourenço, Esposende – Distrito de Braga) se encontró una oda dedicada a Dea Sancta, y está relacionada con el culto a la sal a semejanza de otra inscripción, que fue encontrada en Cáceres (España).  (Wikipedia).

Entorno

Los dos personajes que escogí para personificar este diálogo son de ascendencia celta, pero dada la presencia de los celtas en la península ibérica, este cuento, donde de alguna forma Amergin crea a través de la prosa poética a la Diosa Ataecina, es una novela de ficción presentada en forma de diálogo.

Aquí los personajes interactúan por medio de palabras y se estimulan mutuamente para la creación de un momento amoroso que culminará en el compartir poético y sentimental de ambos, sin que éstos se toquen o existan.

Este diálogo ficticio intenta demostrar la fuerza de las palabras cuando son dirigidas y recibidas con intensidad. Anteriormente presenté a Amergin y a Ataecina como lo relata la historia, porque siempre procuro que los personajes de mis libros provengan de la realidad, de la mitología o de las creencias populares, para llegar a ser reales a los ojos de quien lee mis obras. Sin embargo, todos somos ellos, todos podemos vestirlos, sentirlos, serlo. Basta con predisponernos a leer con la misma intensidad como la que tuvo el autor que los creó y los sintió.

Para que haya un diálogo, como todos sabemos, es necesario que exista más de un sujeto, y en el que, el creador y la Diosa hablan, se provocan y se elevan a su humanidad para sentir en la piel los placeres de lo divino y de la lujuria, usando la prosa como dedos, bocas y otros órganos del cuerpo para vestir las frases y separar literalmente los cuerpos de los prejuicios, generando