Inflexiones
Por Antonio Almas
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Sólo una parte de todo lo que somos es visible a los demás. Para percibir, para sentir lo que está detrás de las diversas capas con las que nos vestimos, es necesario estar atentos. La transparencia no es tan translúcida como el agua. No porque pretendamos engañar a alguien, sino porque simplemente, en este mundo tan egocéntrico, tenemos que usar subterfugios para protegernos.
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Inflexiones - Antonio Almas
Sólo una parte de todo lo que somos es visible a los demás. Para percibir, para sentir lo que está detrás de las diversas capas con las que nos vestimos, es necesario estar atentos. La transparencia no es tan translúcida como el agua. No porque pretendamos engañar a alguien, sino porque simplemente, en este mundo tan egocéntrico, tenemos que usar subterfugios para protegernos.
En lo abstracto de mis sentidos dejo mi cuerpo curvarse, soltando mi alma en el espacio ínfimo de este instante en el que parto. No me quedo encerrado en este lugar lúgubre, no espero la hora de salida, me voy, sin más demora, para allá, al otro extremo de la realidad, cruzando el vacío que cual pared, le impide al cuerpo seguir, adelante.
En tierra abandono restos, sobras de lo que ya no soy. El aire es mi mundo, donde me siento libre, donde cobro vida. Quemo los sentidos que en pedazos de cenizas se derraman en un rastro de partida, en un lamento de adiós.
No miro hacia atrás, porque ya no necesito sentir aquel ardor que me provocaba el inmenso dolor de de saber existir sin entender por qué. Hay en este silencio que me sujeta por los brazos, un etéreo momento de éxtasis prolongado que me hace luz, energía.
En la curva del tiempo soy un cuerpo en abandono, parte de un silencio callado que no soporto. Piérdome en laberínticos pensamientos, pesadillas que incrementan mis miedos. Espero que la ausencia parta, para que mi cuerpo acompañe mi alma. Espero que se disipen los fantasmas, y que en mí las tormentas se hagan lluvia, que la vida sea lavada de toda la miseria.
Espero la señal de los tiempos, el momento en que vendrá mi llamado, cuando Alguien recoja mi energía, cuando el cuerpo muera y se disuelva en la Tierra. Partiré consciente de que en cualquier instante fui semilla, árbol y fruto, fui alimento, ruina y muro, donde se ampararon los que mi sombra necesitaron.
Sólo espero, y en este sendero tengo paz, mientras llega mi turno de volver a casa.
Es difícil deducir de los silencios los deseos que no se dicen. No todo es lo que parece, muchas veces es más bien el reflejo de la luz lo que nos ofusca y nos hace desviarnos del camino, otras veces es el aviso que nos indica cuándo cambiar de rumbo. Cabe a nosotros ser capaces de leer lo que no fue aún escrito, de sentir lo que aún no fue sentido, para que en algún momento, seamos capaces de superar lo que tenga que ser superado. Inventarse es descubrir en sí el camino propio, el destino son las ganas de ser aquello que aún no se es. Lamentablemente nos dispersamos en vez de concentrar en nosotros todo lo que nos gusta, y luego, luego viene el abismo y simplemente nos dejamos caer.
Rasgo de mi cuerpo las telas que lo envuelven, con las uñas gastadas recorro la piel que se araña en secos deseos de hacer la carne doler. No quiero estar aquí, no quiero quedarme en esta sofocante envoltura, deja que mis alas rasguen la mordaza de esta carcasa. Grito, en un espasmo de locura, en un deseo incoherente de libertad, en un lamento adolorido de ansias de ser lo que no soy.
No lo entiendes, no comprendes que esto que ves no es del todo lo que soy, que es sólo un reflejo de la luz que define la sombra de un cuerpo muerto. Mírame con ojos cerrados, para que veas realmente lo que emana de mi alma, lo que realmente es reflejo de mi aura, o ¿te cegarás? ¿No te darás cuenta de que también puedes ver no sólo aquello que puedes tocar? Ah, mujer, ¿Por qué no sientes el calor que te transmito cuando en sueños te inundo de locura? ¿Por qué no desechas la piel y decides de una vez por todas ser eterna, plena e inmortal?
––––––––
Hay una paz disfrazada de calma en la violencia cotidiana, que sólo pudre el cuerpo en fétidas ciudades que mezclan la tristeza humana y la ocultan en los lujos de la sociedad actual. Las generaciones emergentes pierden la noción de orientación, el mundo real se restringe, se contrae, y muere encerrado en cuatro paredes. Las facilidades dejan al ser humano menos preparado, lo hacen dependiente de un mundo hueco, construido sobre cimientos que se desmoronan. No podemos seguir adelante y levantar la casa sin que exista un apoyo, una base que sea el fundamento de lo que vendrá. ¿Cómo podremos mañana aplicar reglas que hoy no cumplimos? ¿Cómo podemos en el futuro castigar a los prevaricadores si hoy no somos castigados por prevaricar?
Esta bola de nieve que baja por la colina de la sociedad actual terminará engulléndonos a todos, y explotará más abajo, en el valle, al chocar de frente con una roca espesa y dura, después, volveremos al inicio, y comenzará de nuevo la aventura humana en la Tierra.
––––––––
Preguntándome he tantas veces por los caminos que he de tomar, por la sanidad de los días y la locura de las noches que atormentan los sueños y explotan en pesadillas con vacíos inconmensurables. No sé de donde viene todo esto, si de una vertiginosa caída en el abismo de los sentidos, o si de una eventual ascensión a los cielos durante un anticipar mórbido de fatalidad anunciada. No peso los valores más que a los sueños, sino que estos equilibran ambos lados de mi balanza, no dejándome escoger lo que me apetece, cuando lo que me apetece es hacer lo que no debo