Poética
Por Antonio Almas
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La poética es un estado del Alma, un lugar más allá de la realidad. Es el vacío lleno de letras, un
escenario repleto de personajes, un dolor transfigurado en alegría.
La escritura es el exorcismo de los sentidos, la fórmula alquímica para la jovialidad de la lengua, el espacio lleno de voluntades que flotan en las hojas de un libro.
En esta blancura inmensa, el escritor se transfigura, dándole a su alma los instantes y haciendo de la respiración la palpitación jadeante del lector.
La forma poética es el arte de vivir más allá de un solo cuerpo, la multiplicación de los sentidos y las alas de quien quiere aprender a volar.
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Poética - Antonio Almas
Preludio
La poética es un estado del Alma, un lugar más allá de la realidad. Es el vacío lleno de letras, un escenario repleto de personajes, un dolor transfigurado en alegría.
La escritura es el exorcismo de los sentidos, la fórmula alquímica para la jovialidad de la lengua, el espacio lleno de voluntades que flotan en las hojas de un libro.
En esta blancura inmensa, el escritor se transfigura, dándole a su alma los instantes y haciendo de la respiración la palpitación jadeante del lector.
La forma poética es el arte de vivir más allá de un solo cuerpo, la multiplicación de los sentidos y las alas de quien quiere aprender a volar.
Deseamos lo que amamos, lo deseamos tanto que a veces cerramos los ojos para no ver lo evidente: que no somos amados. Esta fragilidad que nos permitimos no es solo una lección de vida, un karma o destino; somos nosotros los que no queremos dejar ir aquello que no nos quiere, justamente por haberlo querido tanto.
Pero todo esto forma parte del camino, las piedras y los agujeros, las curvas cerradas y los accidentes de ruta. Los errores y todo lo que dejamos que suceda son parte del aprendizaje, es lo que nos hiere y a la vez nos sana, lo que nos mata y nos resucita.
No debemos huir del error, pero tampoco intentar repetirlo, aunque esto sea un ciclo hasta que lo aprendamos.
––––––––
Cuando el mundo parece cerrarse sobre sí mismo, cuando la esperanza parece un mero espejismo, cuando cae el día y vuelve la noche, parece que no hay escapatoria de la oscuridad. Pero cuando se instala en nuestra Alma, cuando los ojos del espíritu se adaptan a esta falta de claridad, comenzamos a darnos cuenta de que la Noche no es tan aterradora después de todo. En ella hay tanta o más luz que durante el día, ya que está llena de pequeños soles que salpican el firmamento de nuestro mundo.
Aprender a ver en la oscuridad no es algo que podamos hacer sin antes sumergirnos en estos espacios menos claros de la vida. Hoy veo perfectamente en los brazos de la Noche, descubrí la luz de las luciérnagas y el cielo estrellado. Descubrí que no siempre es necesario el brillo de los ojos de los demás para iluminarnos por dentro, siempre tendremos la Noche para abrazarnos.
––––––––
Te escribiría un poema, pero sé que la melancolía del día no se alivianaría con la brisa de mis palabras, porque hay ausencias marcadas en tu piel de mujer, incluso cuando la niña sonreía en los momentos de alegría ya vividos.
Te escribiría una prosa, ligera y airosa, pero sé que hoy no es el momento, porque hay en ti un lamento silencioso que te recuerda que eres una hija y el padre no está aquí hoy para abrazar a la niña, ni mucho menos a la mujer en que te convertiste.
Te escribiría el abrazo que te falta, las palabras que querías oír a viva voz, todo aquello que te falta, pero nada de lo que dijese podría borrar ese dolor apremiante que en este día se vuelve tan intenso y evidente. Por eso no digo nada, solamente que él te oiga hoy y mientras estés aquí.
––––––––
Tú eres el Amor, y yo apenas te describo. Tú eres la perfección, yo solamente intento dibujarte como un loco que guarda de ti los rasgos y la nostalgia. Tú eres la magia y yo solo soy el aprendiz de hechicero, tú lo eres todo y yo apenas soy el vacío que intenta llenarse.
Eres tanto que casi nada de mí es suficientemente intenso para describir todo lo que hay en ti, eres más grande que el firmamento, abarcas la noche dentro de un día y la luz que ciega la oscuridad.
Tú eres la Diosa divina, la sensibilidad despierta y la Musa que me inspira, ese inmenso mar que ya es océano, ese inmenso río que ya es delta, esa inmensa magnificencia que para mí ya es una creencia.
––––––––
Me abriste los ojos, me expandiste los brazos nuevamente, me acogiste otra vez con tu sonrisa franca y entendí que fui salvado. Cuando venimos de las tinieblas, la luz quema nuestra vista y tendemos a cerrar los ojos de nuevo, o porque queremos alimentar la ilusión de que en la oscuridad está lo que buscamos, o porque tenemos miedo de vernos a nosotros mismos en la claridad.
Engañarnos a nosotros mismos es la peor mentira, la más falsa sensación de realidad. A la luz de la verdad, tenemos que asumir aquello que somos, lo que los otros son y lo que es el Amor verdadero, aquel que se escribe con letra mayúscula y no aquel que se usa hoy en día para alimentar la lujuria posesiva de cuerpos a granel. Aceptar que lo otro no es Amor, sino apenas aquel amor minúsculo, me hizo ver que tú eres