Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Morir Es Fácil
Morir Es Fácil
Morir Es Fácil
Libro electrónico80 páginas1 hora

Morir Es Fácil

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Todos queremos saber qu hay despus del fi n? Pero

Realmente hay un fi n? Todos solemos aceptar que la vida

culmina en muerte...y... no ser la muerte el primer paso

de la vida? Muchas de las respuestas a tu extenso

cuestionario emergern de las alas del ngel que vaga entre

las hojas de este libro.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento13 dic 2010
ISBN9781617643279
Morir Es Fácil
Autor

Ariam Molina

ARIAM MOLINA: Nacido el 23 de septiembre de 1975 en la Habana, Cuba. Actor, licenciado en cultura física y compositor con más de 70 títulos en su haber. Dotado de una pintoresca imaginación, desarrollada por la vivencia bajo un régimen que proponía una cruda realidad donde solo un mundo de fértiles ideas ayudaba a soportar, debuta en la literatura con esta propuesta de pequeño volumen que encierra una inmensa carga de motivación e inspiración haciendo uso de un excelente dominio de la ficción que ponemos en sus manos.

Relacionado con Morir Es Fácil

Libros electrónicos relacionados

Fantasía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Morir Es Fácil

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Morir Es Fácil - Ariam Molina

    Contents

    PRIMER DIA

    SEGUNDO DIA

    TERCER DIA

    CUARTO DIA

    QUINTO DIA

    SEXTO DIA

    SEPTIMO DIA

    PRIMER DIA

    Era un despertar de cielo despejado. Solo flotaban en el azul infinito algunas nubes que aburridas salían a estrenar sus últimas gotas de agua condensadas y se entretenían formando imágenes disímiles haciendo un intento por animar el día. El sol empezaba su caminar y dejaba a su paso caer los más intensos rayos borrando cada rastro de rocío y oscuridad vestigios de la noche anterior. La calle amanecía extrañada de no sentir el ajetreo de zapatos apurados o el quejoso claxon de una maquina tratando de espantar algún perro, que escapado de las manos de su dueño, juguetón, se interponía en su camino. Todo era paz, todo encajaba con la quietud de un domingo. Era domingo. Un día despejado, tranquilo pero quizás uno de los más convulsos en uno de los momentos más difíciles que viviría aquella familia.

    Ya el sol había culminado su laboriosa mañana entre cálidos e iluminados recorridos y se disponía a tomar posición, justo en el medio, donde comenzaría su partida. Aunque brillaba intensamente y calentaba el asfalto como es típico de un día de verano, en uno de los hospitales del lado Este de la ciudad, en la sala D de terapia intensiva, habitación siete, se volvía frío y oscuro el día. Desde la angosta puerta que dividía la sala de espera de las habitaciones donde intensivistas trabajaban se podía sentir, junto al distintivo olor de estos recintos, como en el último cubículo del largo y lustrado pasillo doctores y enfermeras hacían todo lo humanamente posible por sacar del estado de coma, en que había caído apenas algunos minutos, al paciente Jesús Doimeadios, quien hospitalizó varios días atrás en estado grave. Su familia reunida en la sala de espera no esperaba otra cosa que la recuperación cuando las palabras del doctor colmaron sus oídos.

    —Su estado de salud se deteriora rápidamente, hemos hecho todo lo que está al alcance de nuestras manos, solo queda esperar. Lo único que lo puede salvar son sus ganas de vivir y un milagro en el cielo, es su propia guerra.

    Fueron las palabras del doctor. Matizadas con un profesionalismo impecable y perfectamente dichas.

    Era un valle al borde de la nada; cualquiera lo hubiera descrito como un apacible y sosegador pedazo de edén si no fuera por algunos, escasos y bien extraños entes, que allí se dieron cita. Formaban un deshabitado, pero casi perfecto semicírculo alrededor de él, quien se encontraba en el exacto punto que hacia centro del semicírculo, parado en un borde indefinido mirando a la nada. Si a alguien en ese lugar le hubiera importado el tiempo seguro se asombraría de las dos horas que aproximadamente llevaba inmóvil. El, un alargado e interesante personaje, quien parecía haber emergido de la espectacular Aurora boreal, se mantenía inmutable. De pronto todo se vuelve silencio. Los escasos presentes dejan de murmurar y él comienza a hablar.

    —Mi nombre es Pedro del Valle San. Me presento ya que muy pocos me conocen por mi nombre porque por alguna razón me llaman el coleccionista loco de la rara idea. He estado Buscando y buscando la manera de encontrar comunicación con usted, señor creador de todas las cosas, al que llaman de miles de forma pero yo lo denominaré con la que creo más correcta para dirigírmele; UNIVERSO. Al final el que busca encuentra y yo lo he logrado después de seguir el sabio consejo del único, de los pocos que me creyeron con razón, que me supo explicar donde empezar. Busca dentro, de lo más profundo de ti, me dijo. "Lo que buscas está en todo y en todos porque todo y todos somos parte de lo mismo. Con plena convicción hallarás dentro de ti lo que quieres, es ahí donde están todas las respuestas. Ahí una vez la fuente que emana el gran poder fue colocada." Yo seguía mirando y escuchando aquellas palabras. "Te haré una pequeña historia para que entiendas mejor. Siguió hablando aquel sabio. Cuando el universo fue creando cada cosa, todo instrumento que utilizaba, que no eran más que una brillante idea, reacciones químicas, pensamiento y energías derivadas de los mismos movimientos y distintas fuerzas, lo iba sustituyendo por otro que le resultara más conveniente para una nueva y más compleja creación. Estos instrumentos desplazados, que no por eso dejaban de ser importantes y necesarios, se fueron acumulando. Ese gran ejército de herramientas debía guardarlo en algún lugar. Decidió entonces colocarlos dentro de su última creación, que mejor tributo para quienes ayudaron en sus intenciones creativas. Estas eran unas criaturas especiales. Tenían un elevado nivel en lo que el universo llamo ‘‘El cofre’’ que más tarde estas criaturitas haciendo gala de su autonomía y gran poder de elección, haciendo uso de las concesiones que el universo hacía y aun hace con ellos, lo llamaron Cerebro. ¿Propia elección y autonomía? pregunté, creyendo que le había descubierto un error aquel ser que parecía inmaculado en su conocimiento. Vida dirás, requerí como si no me hubiera bastado interrumpir con la pregunta. Me miró a los ojos y los de él se veían llenos de lástima como quien retiene en ellos toda la compasión ante la ignorancia de otro y siguió. "Elección y autonomía porque todas las cosas creadas tienen vida propia."

    Desde entonces he emprendido el camino hacia mis adentros en busca de usted y hoy después de tantas sesiones intentando he descubierto un inexplorado rincón en mi cerebro y justo ahí he logrado tenerle frente a mí. He tomado, gracias a este ejercicio, tal dimensión y tan insólito es lo que voy a pedirle que han acudido a este encuentro algunos curiosos. Entonces podré exponerle en

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1