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POR SIEMPRE TRES
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Libro electrónico201 páginas3 horas

POR SIEMPRE TRES

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El exitoso autor Dean Cassidy ha vivido con la desgracia de amar a dos mujeres durante demasiado tiempo. Durante veintidós años ha amado a su esposa profundamente, pero el sol nunca se ha puesto un día en el que las imágenes del amor de su niñez no hayan aparecido en su mente - imágenes doradas con recuerdos de oro de la juventud.
 

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento16 dic 2016
ISBN9781507166024
POR SIEMPRE TRES
Autor

Tom Winton

Said to be a man who writes with his pen dipped in his soul, bestselling author Tom Winton has been listed as one of Amazon's Top 100 "Most Popular Authors" in both Literary Fiction and in Mystery, Thriller and Suspense. Born in New York City, he has done everything from working on a railroad gang in the Colorado Rockies to driving a taxicab in Manhattan. He's been a mailman, a salesman, an entrepreneur and more. Now living in Florida with his wife Blanche and their ill-tempered but lovable Jack Russell terrier Ginger, Tom is working on his sixth book. Tom's novels have been likened to such classics as Catcher in the Rye, To Kill a Mockingbird and more. His titles are Beyond Nostalgia, The Last American Martyr, Four Days with Hemingway's Ghost, Within a Man's Heart, A Second Chance in Paradise, and a short story collection The Voice of Willie Morgan.

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    POR SIEMPRE TRES - Tom Winton

    POR SIEMPRE TRES

    Capítulo 1

    Como fue antes

    ––––––––

    La gente debe pensar que no hay nada peor que no haber amado nunca a alguien, pero no creas eso ni por un minuto. De la manera en que yo lo veo, es imposible perder lo que nunca has tenido. Puede ser que lo desees, pero no puedes perderlo. No señor, por lo que yo he pasado debe ser mucho peor. Verás, por varios años he vivido con una desgracia que te atormenta el alma, amar a dos mujeres al mismo tiempo.

    Oh, imagino que algunas personas dirán, ¿Cuál es tu problema? Si amas a dos mujeres, simplemente quédate con la que más ames. Pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo. No hay manera de calcular o medir la emoción más profunda de los seres humanos. No hay manera de comparar su fuerza. No puedes decir simplemente que en una escala de uno al diez el amor que sentirás es un ocho, un nueve o un diez perfecto. Tampoco puedes pararte en una báscula y pesarlo. Simplemente no es tan fácil. El amor es mucho más que huellas digitales- dos huellas nunca son iguales. Créeme no solo estoy hablando por hablar. Sé de lo que estoy hablando. Ya he recorrido el camino.

    El primero de mis dos amores era el tipo en el que sientes como si hubiese fuegos artificiales por todos lados, y hasta este día, está lleno con recuerdos dorados de nuestra juventud. El segundo llegó a mí un poco más tarde, y desde el primer día, el sentimiento ha sido más sutil. Pero no me malinterpretes. La sutilidad de este amor no disminuye ni un poco su intensidad. Hasta que llegue el día de mi último aliento, ella tendrá tanto espacio en mi corazón como lo tiene mi primer amor. Aunque, lo repito de nuevo, nada ha sido fácil. Amar a dos mujeres es un infierno.

    La primera mujer que se robó mi corazón, era en realidad solo una niña cuando nos conocimos. Todo pasó en una noche fría de primavera en 1967, en el baile de de la Saint Agne’s High School for Girls en Queens, Nueva York. Me llevaron a la oficina del director dos chaperones musculosos, después de que un alborotador comenzara una pelea en la pista de baile. Obedientemente me senté en una silla de metal mientras dos hombres y la directora de la escuela discutían mi destino en el otro lado del salón. Me sentía muy ebrio por la cerveza que había tomado hace unas horas con mis amigos, y pensaba seriamente en salir corriendo. Pero no lo hice, no tenía tiempo para hacerlo. Solo había estado sentado ahí por un minuto o dos cuando de reojo vi algo. Algo se movía detrás de la puerta que estaba junto a mí. Lentamente voltee mi cabeza para ver qué era lo que se movía, y ahí estaba ella. Yo estaba totalmente deslumbrado, no podía creer lo que veía. Justamente solo a unos metros de distancia de mí, afuera en el pasillo, se encontraba lo más hermoso y pequeño que mis ojos habían visto. Ella se encontraba de pie sin moverse, con su pelo largo y negro enmarcando su cara, como si fuera una obra de arte de Louvre. Sus ojos negros y brillantes veían directamente a los míos. Mientras nos mirábamos, sentí como si el destino nos presentara. Yo estaba fascinado.

    Después ella se movió y lentamente levantó su dedo índice frente a sus labios, los apretó como si me dijera ‘Shhh’ y después caminó dentro de la oficina como la reina de Queens.

    Como si ella fuera la dueña del lugar, caminó directamente al escritorio de la directora y les dijo a ella y a los chaperones algo que no pude escuchar. Después de no poder escuchar lo que ellos decían mientras discutían, la niña que parecía del cielo volteó a verme, me miró como si estuviera molesta y caminó por el piso de linóleo hacia donde yo me encontraba sentado.

    Con una voz molesta, así como el gesto en su cara, me ordenó, ¡Vámonos!, Nos vamos a casa. Después me entere que ella me había salvado diciéndoles que yo era su hermano. También les dijo que otro niño había comenzado la pelea.

    Después de haber dejado la oficina, mientras caminábamos en el pasillo, nos detuvimos y nos presentamos mutuamente en voz baja para que no pudieran escucharnos. Justo ahí y en ese momento, nuestros nombres se grabaron en nuestros corazones. Como si se hubiera celebrado un matrimonio. No, no había flores, certificados, ceremonias o algo que nos uniera legalmente. Pero nada de eso importaba. Lo que importaba era que nos amaríamos por siempre.

    Si, solo éramos una pareja de niños que vivían en la ciudad, niños de clase baja, pero nosotros compartíamos un romance de clase mundial, de ese tipo de amor que los adultos nunca conocerán. Desafortunadamente nuestro amor no perduró. Theresa Wayman y yo no pasaríamos el resto de nuestras vidas juntos y yo era el culpable de esto.

    Arruiné todo en una sola noche. Después de doce meses de conocernos, con mi deseo sexual de adolescente al límite, unas cuantas cervezas Rheingold y una mujer desconocida bajo mi brazo, yo solo descarrilé el curso de nuestros destinos.

    Lo había mandado todo a volar. Estaba tan enojado como Theresa lo estaba por mi infidelidad, en verdad creía que ella me perdonaría. Pero estaba equivocado. El destino no lo permitiría. No tendríamos ningún momento para reconciliarnos, porque temprano en ese mismo día le confesé que había recibido una noticia por el correo. Solo faltaban unos días para convertirme en miembro del ejército. Y como si eso no fuera suficiente, la madre alcohólica y esquizofrénica de Theresa también era parte de la razón por la que no podríamos estar juntos de nuevo. Decidió repentinamente que era tiempo hacer uno de sus actos de desaparición, como ya lo había hecho varias veces años atrás, rápida e inesperadamente se llevó a Theresa, y sin dejar rastro de a donde irían, dejaron Nueva York. Sin la existencia de Facebook o sitios en la red que ayudaran a buscar personas, estaba seguro de que no volvería a ver a Theresa Wayman otra vez.

    Seis años después me casé con otra mujer. Y a pesar de que también la amaba profundamente, nunca hubo un día en el que no pensara en Theresa. A pesar de que me mudé muy lejos de Nueva York, siempre buscaba ese cabello tan negro como el de los cuervos y esos ojos cafés como el chocolate oscuro. Claro, como estaba casado me sentía como el peor infiel, pero no podía evitarlo. Entonces, después de más de dos décadas de que le fui infiel a Theresa, ella me encontró una noche en una librería de Atlanta. Pasamos un tiempo reviviendo esa noche y se sentía tan bien estar con ella de nuevo. Pero eso no iba a pasar. No existían palabras que pudieran describir lo difícil que fue para mí dejar a Theresa esa noche y regresar a casa el siguiente día. Pero como lo mencione antes, también amaba a mi esposa y a mis dos hijos.

    ¿Cómo no podría haber amado a Maddy Frances? Con su tolerancia como la de un santo a todos mis errores, ella merecía tener un halo dorado sobre la cabeza. Y no era solamente eso. Ella era mi compañera, mi pilar, mi inspiración y además de mis hijos, la única luz en mi vida. Incluso después de encontrar mi cuerpo inconsciente y avergonzado en un fallido intento de suicidio – mientras sostenía en mano una foto borrosa a blanco y negro mía y de Theresa- su amor por mí nunca dudó.

    Si, Maddy Frances me amaba profundamente, y aunque sea difícil de creer, yo también la amaba de la misma manera. Y a pesar de que me encontraba tan confundido, si lava hirviendo hubiera surgido a través de la tierra y hubiera cubierto toda la superficie, yo hubiera caminado descalzo hasta llegar a esa mujer.

    De nuevo, eso hubiera sido nada comparado con todo lo difícil que tuvimos que pasar Yo y Maddy en los primeros diecisiete años de nuestro matrimonio.

    No solamente era mi falta de habilidad para sacar a Theresa de mi mente y corazón, lo que hacia las cosas difíciles entre nosotros. El dinero, o debería decir, la falta de él, siempre había sido un problema. Maddy, como muchas otras esposas del país, estaba forzada a trabajar. Las cosas habían cambiado en nuestro mundo. A la mayoría de los hombres de clase trabajadora en los Estados Unidos, no se les pagaba lo suficiente para sostener a su familia. Además, a pesar de que yo siempre había querido trabajar, siempre había tenido serios problemas para encontrar un trabajo. Simplemente no podía tolerar la injusticia que había en ellos. Y mientras en mi mente eso es una buena cualidad, nos costó bastante. Ahora he perdido la cuenta de cuantos trabajos he dejado y pasamos muchos problemas mientras yo encontraba otro.

    Pero todo eso cambió en 1993.

    Me había dado a mí mismo, la oportunidad de escribir un libro en mi tiempo libre y pronto lo había terminado. Su título era, Look What They’ve Done to Our Dream, estaba basado en los tiempos difíciles que mi familia y otras personas, de los que yo fui testigo, habían pasado. Pero no paso mucho tiempo para que eso también fuera un intento fallido. Después de enviar cartas con preguntas y algunos manuscritos a casi todos los agentes literarios en Nueva York, nuestro buzón de correo pronto se había inundado con cartas de rechazo.

    Al final me di por vencido. La pérdida de la esperanza que había tenido en mucho tiempo dañó aún más mi espíritu. Después, cuando me rechazó el último agente al que había contactado, toqué fondo. En verdad creía que escribir un libro era solamente otro de mis sueños rotos.

    Pero estaba equivocado.

    No tenía idea que la siempre optimista, Maddy Frances, había enviado una carta y tres capítulos de mi libro directamente a varias editoriales. Incluso tampoco sabía que Libros Olimpo la había contactado, pidiéndole ver el resto del manuscrito.

    Y aunque Maddy muriera por compartirme las buenas noticias, ella tenía que contenerse. Ella sabía que, si me daba esperanza de nuevo, también podría hacerme caer. Como dije, ella era optimista, sin embargo, no era tonta. Lo último que ella quería causar es que intentara suicidarme de nuevo, como lo había hecho en aquella cochera hace algunos años.

    Como resultó que no tuve otro colapso mental. En vez, en una tarde lenta en un sábado, mientras me encontraba en mi trabajo de ventas en la Searcy’s Furniture, recibí la noticia más emocionante de mi vida. Recuerdo que eran casi las tres en punto cuando Maddy llamó, al principio ella me asustó horriblemente. Siendo una persona muy discreta, no era normal que ella gritara en el teléfono, ¡Dean! ¡Dean! ¡Dios mío! ¡Dean!.

    Pensando que seguramente algo horrible había sucedido a uno de nuestros hijos, el vello de mi espalda se erizó como las cerdas en un cepillo.

    ¿Qué pasa? ¿Qué sucedió Maddy? le supliqué, apresuradamente para que me diera una respuesta rápida.

    ¡Ella quiere publicar tu libro!

    Entonces sentí como la piel de mis brazos se erizaba. Debí haberme visto como la piel de un pollo. Estaba impactado.  No tenía idea de quien era la persona que quería publicar el libro, pero la noticia era increíble – mucho mejor que tener a Ed McMahon y a todo su cortejo, incluyendo sus globos, marchando hacia la puerta de mi casa con uno de esos cheques enormes de cartón.

    Le pregunté, ¿De quién estás hablando? ¿Qué editorial llamó?, Nadie estaba interesado excepto por esa agencia pequeña en Jersey- "

    Maddy interrumpió, Si cariño. Uno de ellos tenía el manuscrito Lo siento, no te lo dije porque....

    Entonces me dijo como ella había enviado mi manuscrito, por qué no me había contado que Olympus Books se había interesado, y todas las cosas buenas. Y sí, por primera vez en mi vida todo era realmente bueno. Ella también dijo que incluso aunque fuera sábado, la agente que había llamado de Olympus Books, llamada Fran Danforth, me esperaba en su oficina para regresarle la llamada.

    Para que en verdad puedas entender el impacto que esta grandiosa noticia tuvo en mí, primero debes saber que mientras crecía en Nueva York, yo tenía muy poco. Viví con mi familia en un pequeño departamento, y dormía en la misma habitación que mis padres hasta que cumplí dieciocho años. Si quería una botana, usualmente tenía que conformarme con un sándwich de mayonesa hecho con pan blanco. Hasta que cumplí diecisiete años y me conseguí un trabajo de medio tiempo repartiendo despensa, siempre había usado suéteres de segunda mano y estaba forzado a llenar mis zapatos con bolas de periódico para que me ajustaran.

    Las cosas no fueron más fáciles después de que me case con Maddy Frances. Siempre había comprado tenis baratos y cortaba tablas de espuma del tamaño de una suela para ponerla dentro y agregarle suavidad.

    Maddy, Yo y los niños aprendimos a cortar toallas de papel por la mitad y usarlas más de una vez siempre que fuera posible. Diablos, incluso Maddy compraba leche en polvo porque era más barata que la leche fresca de vaca. También había veces que cuando me encontraba solo en la cocina y nadie miraba, agregaba un poco de agua a nuestra cátsup, mostaza o aderezo para ensaladas y agitaba las botellas muy bien.

    Después de varios años de hacer eso y más para ahorrarnos algunas monedas, solo puedes imaginarte como me sentí cuando Fran Danforth me dijo aquel día en por teléfono que Olympus estaba listo para darme un anticipo de ocho mil dólares.

    Dios, creíamos que éramos ricos. En toda nuestra vida, ni una sola vez, ni Yo ni Maddy habíamos tenido tanto dinero.

    Debiste habernos visto cuando llegamos esa tarde a casa del trabajo y dimos la noticia. Nos sentamos y sonreímos como cuatro querubines, hablando y soñando sobre todos los libros que vendería. Hombre, ¡estábamos emocionados! Tan emocionados que, por primera vez en muchos, pero muchos meses ordené una pizza - ¡con cuatro ingredientes!

    ––––––––

    Capítulo 2

    Emociones contradictorias

    Desde que las cosas se movían muy lentamente en el mundo de las editoriales, nuestras vidas no cambiaron de la noche a la mañana. Tuvimos que esperar nueve dolorosos meses para que Look What They’ve Done to Our Dream fuera publicado. Pero teníamos esperanza. Y eso nos ayudó a lidiar con la espera. Teníamos grandes esperanzas, y una vez que el libro fue publicado no nos decepcionamos. Todo tipo de cosas buenas sucedieron al mismo tiempo.

    Poco tiempo después de que el libro fue publicado, tomé una excursión de libros que duraría siete días. Y cuando manejaba mi vieja camioneta de regreso a casa después de mi última visita, me estacioné en un área de descanso de la Autopista de Florida, para decirle a Maddy que me estaba acercando y que pronto estaría de regreso en casa. Ella de nuevo tenía noticias fenomenales. Fran Danforth había llamado a casa diciendo que mi libro estaría en la lista de los Más Vendidos del New York Times. No podía creer lo que escuchaba. Fran dijo que sería el número ocho de la lista. Otra vez sentí la piel como de gallina, pero

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