Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Ghostly Whisper - Escándalos del Corazón: Ghostly Whisper, #2
Ghostly Whisper - Escándalos del Corazón: Ghostly Whisper, #2
Ghostly Whisper - Escándalos del Corazón: Ghostly Whisper, #2
Libro electrónico377 páginas5 horas

Ghostly Whisper - Escándalos del Corazón: Ghostly Whisper, #2

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

"Esta soy yo. Faye Lizzy Sandstrom. Trabajo para una agencia de escritores fantasma llamada Ghostly Whisper, con sede en Londres. Como ya había advertido, somos algo así como agentes secretos con licencia para escribir. Y todos nos conocemos. O casi."

Faye Lizzy Sandstrom, escritora fantasma apasionada por el terror, la fantasía urbana, la ciencia ficción y lo distópico, recibe un nuevo encargo. Esta vez se trata de una trilogía con el provocativo título "Escándalos de los Sentidos", encargada por el escurridizo "La Voz" de Ghostly Whisper, la agencia para la que Faye ha trabajado durante años. Tras conocer a Derek Einstein, su "vecino tatuado" profesor de kickboxing, la vida de Faye ha cambiado un poco. Pero a Faye no le gustan los romances, ni puede fingir lo contrario de forma suficientemente creíble. A medida que incluso su relación con Derek se convierte cada vez más en un desafío a su cinismo y Faye se encuentra en una crisis de inspiración, una nueva propuesta podría dar la vuelta a la tortilla e implicarla más allá de sus expectativas.

Entre sus amigos y colegas de toda la vida y un encuentro con Steve Earnshaw, un escritor encantador y misterioso que acaba de regresar a Londres y trabaja en Ghostly Whisper, Faye busca respuestas y está dispuesta a investigar. Porque el propio Steve parece ocultar un inquietante y sorprendente lado oscuro.

Así que Faye, a su pesar, podría descubrir que el verdadero escándalo es el amor puro e incondicional, el verdadero escándalo es utilizar el corazón en tus elecciones. Del mismo modo, para ella, el verdadero escándalo podría ser enamorarse perdidamente. ¿Pero de quién? 

Sin embargo, queda algo que Faye quizá nunca descubra: ¿quién se esconde detrás de "La Voz"?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 mar 2024
ISBN9781667471440
Ghostly Whisper - Escándalos del Corazón: Ghostly Whisper, #2

Relacionado con Ghostly Whisper - Escándalos del Corazón

Títulos en esta serie (2)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Romance contemporáneo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Ghostly Whisper - Escándalos del Corazón

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Ghostly Whisper - Escándalos del Corazón - Barbara Morgan

    D:\Dati\Downloads\LOGO GW SCRITTA NERA.png

    Página web: http://www.ghostlywhisper.com

    Facebook: https://www.facebook.com/ghostlywhisperltd

    Instagram: https://www.instagram.com/ghostlywhisperltd

    Twitter: https://twitter.com/GW_BooksEtc

    ––––––––

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes y lugares narrados son invención del autor o utilizados ficticiamente. Cualquier analogía con personas, acontecimientos y lugares reales es pura coincidencia.

    De conformidad con la ley sobre derechos de autor y el código civil, queda prohibida la reproducción de este libro o de cualquier parte del mismo por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, mediante fotocopia, microfilm, grabación u otros, sin permiso de la autora.

    D:\Dati\Pictures\Pictures\MATERLIALE GHOSTLY WHISPER\LogoRomaceBarbara.png

    Esta soy yo. Faye Lizzy Sandstrom. Trabajo para una agencia de escritores fantasma llamada Ghostly Whisper, con sede en Londres. Como ya había advertido, somos algo así como agentes secretos con licencia para escribir. Y todos nos conocemos. O casi.

    Faye Lizzy Sandstrom, escritora fantasma apasionada por el terror, la fantasía urbana, la ciencia ficción y lo distópico, recibe un nuevo encargo. Esta vez se trata de una trilogía con el provocativo título Escándalos de los Sentidos, encargada por el escurridizo "La Voz para Ghostly Whisper, la agencia para la que Faye ha trabajado durante años. Tras conocer a Derek Einstein, su vecino tatuado" profesor de kickboxing, la vida de Faye ha cambiado un poco. Pero a Faye no le gustan los romances, ni puede fingir lo contrario de forma suficientemente creíble. Mientras que incluso su relación con Derek se convierte cada vez más en un desafío a su cinismo y Faye se encuentra en una crisis de inspiración, una nueva propuesta podría cambiar las tornas e involucrarla más de lo esperado.

    Entre sus amigos y colegas de toda la vida y un encuentro con Steve Earnshaw, un escritor encantador y misterioso que acaba de regresar a Londres y trabaja en Ghostly Whisper, Faye busca respuestas y está dispuesta a investigar. Porque el propio Steve parece ocultar un inquietante y sorprendente lado oscuro.

    Así que Faye, a su pesar, podría descubrir que el verdadero escándalo es el amor puro e incondicional, el verdadero escándalo es utilizar el corazón en tus elecciones. Del mismo modo, para ella, el verdadero escándalo podría ser enamorarse perdidamente. ¿Pero de quién?

    Sin embargo, queda algo que Faye quizá nunca descubra: ¿quién se esconde detrás de La Voz?

    ¿Dónde van los corazones rotos?

    ¿Pueden encontrar el camino a casa

    De regreso a los brazos abiertos

    De un amor que está esperando allí?

    Y si alguien te ama

    ¿No te amará siempre?

    Te miro a los ojos

    Y sé que aún te importo.

    (Where do broken hearts go, Whitney Houston)

    CAPÍTULO 1

    En la vida cambiamos. O la vida nos cambia. O no cambiamos en absoluto. Simplemente nos dejamos arrastrar, como pequeñas piedras por un arroyo. Eso es lo que soy. Una pequeña piedra. O tal vez solo una mota. A la que ese mismo arroyo ha ido suavizando los bordes, desmenuzando su rigidez, día tras día. En la vida cambias si quieres cambiar. Sigo reflexionando sobre esto. Quizá porque, en el fondo, detesto los cambios. Me transmiten una sensación de pérdida. Y perder me asusta. Personas, entornos, situaciones. Me aterroriza. Así que me aferro a mí misma. A mi gente. A mis lugares. A la circunstancia en la que mi vida ha sufrido un cambio, una pequeña revolución intrínseca. ¿Es eso lo que el amor hace a la gente como yo? No estoy segura.

    Aún conservo mis sagradas y legítimas dudas. Sobre la vida y sobre el amor. En este sentido no he cambiado y creo, o temo, que nunca cambiaré. No me dejaré llevar por la corriente. No, la verdad es otra. No lo creo y no lo temo. La espero. Mi cinismo se rebela. Porque mi cinismo se parece cada vez más a un pequeño animal enjaulado que lucha por liberarse.

    Esta soy yo. Faye Lizzy Sandstrom. Trabajo, casi a tiempo completo, para una agencia de escritores fantasma llamada Ghostly Whisper, con sede en Londres. Como ya se me había escapado, somos algo así como agentes secretos con licencia para escribir. Y todos nos conocemos. O casi.

    —¿Cómo es posible que después...? —interrumpo, entrecerrando los ojos y arrugando la nariz, como si esos dos movimientos simultáneos fueran a ayudarme a pensar. Entonces muerdo un trozo del crep de chocolate negro y plátano, mi favorito—. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cuatro meses? Quiero decir, ¿cómo es posible que después de todo este tiempo aún no sepamos nada de él?

    —Yo no diría nada. —Sean se apoya en el respaldo de la silla y se cruza de brazos, mordiéndose sus hermosos labios carnosos con aire deliberadamente provocador. Típica actitud de mi amigo Sean Edwards, nada nuevo. Si fuera remotamente consciente del efecto que tiene en el género femenino lo evitaría. O quizás no—. El sujeto en cuestión tiene encanto de sobra, carisma y aparentemente es uno de los mejores escritores del momento. Más le valdría dejar de escribir para otros y salir del armario. Según se dice.

    —Gracias, Sean —suspiro resentida y me apoyo en el respaldo, imitando su postura y dirigiéndole la mirada—. ¡A mí y a mi autoestima nos hacía mucha falta!

    —¡Pero pastelito, no era contra ti! —Sean se burla y me guiña un ojo a su irresistible manera. Lo que me hace olvidar al instante el insulto velado y uno de los apodos con los que me llama desde hace años. Delante de cualquiera que se acerque—. He añadido según se dice, no era mi opinión personal.

    Kelly asiente, como confirmando las palabras de Sean. Nos encontramos, como siempre, en nuestra crepería favorita de South Kensington, la "Maison des Crêpes". En realidad pertenece a nuestra amiga y colega Camille Preston y a su socio Jeff, pero desde hace años se ha convertido en nuestro lugar de reunión, nuestro punto de referencia. Donde mente, corazón y garganta se reconcilian y viajan en simbiosis, en perfecto acuerdo.

    —Sabemos que es bueno, el canadiense. Y sabemos que no se mezcla con nosotros, pobres plebeyos miserables... —Kelly Knight se lanza a un nuevo análisis de la situación. Luego hace una pausa y entrecierra ligeramente los ojos oscuros—. No sabemos nada más.

    Entre nosotros, no nos conocemos todos. Ya no. Porque él ha llegado. El canadiense. La excepción.

    —Sí, aunque fue asignado a Brianne como redactor jefe, nunca asistió a una de nuestras reuniones. Solo a las oficiales. —Me encojo de hombros, indiferente. Puede, de hecho, no es asunto mío. Nadie está obligado a asistir a nuestro grupo ni siquiera fuera de las reuniones de Ghostly Whisper. A pesar de nuestra curiosidad por la última adquisición de nuestra agencia.

    Porque él, Steve Earnshaw, o el canadiense como a menudo le llamábamos entre nosotros incluso antes de que llegara físicamente a nuestra oficina de Londres, es exactamente como Sean le describió. Encanto de sobra, carisma, uno de los mejores escritores que hay. Al menos de los nuestros. Y no según se dice, como señaló Sean. Pude comprobarlo por mí misma, cuando conseguí hacerme con una de sus obras, cortesía de Brianne. Es muy bueno. Escribe sobre todo terror, distopía y ciencia ficción. De mis géneros favoritos, como autora y como lectora. Y es enigmático, esquivo y misterioso. No solo él, también su escritura. Tanto que en realidad podría ser él. La Voz, nuestro líder supremo. Aquel que, a través de su voz, dicta las órdenes de Ghostly Whisper. Y así, sencillamente, se revelaría el gran secreto. Después de andar a tientas en la oscuridad durante años en busca de la verdad, aquí está ante nuestros ojos. Expuesto en nuestras caras, sin ni siquiera una pizca de suspense, un poco de escalofrío y una corriente helada por nuestras espinas dorsales.

    He tenido una lista interminable de aventuras amorosas por su culpa. ¿Cómo puedo perdonarle? El hombre me lo quitó todo, o casi todo. Me había hecho adicta a la fantasía urbana paranormal y pseudorromántica. Los vampiros pagaron mi alquiler durante mucho, mucho tiempo. Pero desde hace meses ando a trompicones en los romances. En los que, uno tras otro, Brianne Avery me confía, impertérrita, con una alegría que ni siquiera se molesta en disimular y una constancia casi sádica. También en mi historia personal, con Derek. Ahí me explayo un poco menos, lo reconozco.

    Fue a través de una de estas historias, novela para chicas en concreto, que conocí a Derek. O quizá no realmente, porque mi vecino tatuado se había mudado al piso contiguo al mío en Fulham Broadway. Así empezó mi historia personal. E increíblemente, con altibajos, dura ya unos cuatro meses. Si fuera una romántica diría que estaba predestinado. Pero no lo soy.

    —Si tantas ganas tienes de volver a verle, mañana será la ocasión propicia, ya que tendrá que asistir a la reunión de Ghostly. Se hablará de la reunión de verano, Brianne está de los nervios, al igual que todos los demás responsables. —Kelly me saca de mis pensamientos—. Aunque imagino que al final se irá sin dignarse a decir una palabra, como las otras veces.

    —No tengo ganas de volver a verle... —suspiro, a la defensiva.

    —¡No, yo diría que estás más ansiosa por borrarlo de la faz de la tierra! —Sean suelta una carcajada y se estira, pasándose las manos por el pelo rubio.

    No me atrevo a admitir que tiene razón. Puede que no lo elimine de la faz de la tierra, pero con gusto lo enviaría de vuelta al remitente. A Canadá o donde fuera. Pero no puedo hacerlo. Ahora es parte de Ghostly en toda su extensión. Además, Brianne lo adora. A pesar de que es antipático, distante y muy, muy reservado. Ni siquiera el encanto lo salva.

    —No parece viable como plan, aunque podría considerarlo —le respondo a Sean, dando un sorbo a mi chocolate—. Aunque no creo que Brianne me lo permitiera.

    —Ahora por lo menos puedes relajarte un poco más, Faye. —Camille aprovecha un momento de tranquilidad en el comedor para acercarse a nuestra mesa. Suspirando, mira a su alrededor y lanza una mirada a su compañera detrás del mostrador. Luego coge una silla y se sienta con nosotros—. Ahora que Alex ha vuelto y que Tracy vuelve a estar activa después de su... colapso...

    Todavía no sabemos cómo llamar a lo que le ha pasado a nuestra colega Tracy Weber. Colapso quizás no sea la palabra adecuada. ¿Excesiva implicación en las historias que escribía? ¿Intrusiva tensión profesional? El hecho es que se vio atrapada por una especie de depresión y tristeza tras escribir demasiadas historias de amor y comedias románticas. La confrontación con la realidad se abatió sobre ella y la dejó sin escapatoria. Porque la vida no es un cuento de hadas. O quizás lo sea, para algunos. De vez en cuando. Casi nunca un cuento de hadas a la larga, en cualquier caso.

    Alex Benson es otro tema espinoso para mí. Un poco como Steve Earnshaw, pero en un nivel diferente. Alex es mi mejor amigo. Siempre lo ha sido. O tal vez debería decir que lo era, por cómo han ido las cosas entre nosotros en los últimos meses. Porque desafortunadamente no han sido lo mismo desde entonces. Tanto que casi me hace eliminar de mi mente que hubo un antes. Desde su matrimonio con Sally, pasado por mi descubrimiento de que Derek y Sally habían estado juntos durante años y nadie se había molestado en decírmelo... hasta la extraña relación que surgió entre Alex y yo después. Y que me confundió totalmente. Tanto que muchas veces preferí ignorarlo. Ignorar, entre otras cosas, que ha vuelto a trabajar a tiempo completo para Ghostly Whisper, aunque sigue viviendo en Leeds y solo viene a Londres en circunstancias excepcionales. Sé que tiene la intención de volver permanentemente, tarde o temprano, con Sally y sus gemelos. En el pasado me habría alegrado, pero ahora la idea no me entusiasma.

    —Sí, siempre queda la esperanza de que Brianne se dé cuenta de que soy un auténtico genio del terror y ¡nadie puede dar más miedo que yo! —evito mencionar a Alex y la nota dolorosa que evoca su comportamiento hacia mí.

    —Por cierto... ¿pasa algo entre ellos? —Camille me señala con la mirada y luego desplaza sus ojos claros hacia Sean, seguramente el más al día sobre el tema. Siempre lo está—. Quiero decir entre Brianne y el canadiense... Steve...

    Lo habíamos entendido, no hacía falta especificar los sujetos en cuestión. O al menos, eso entendí yo. Como entendí que Brianne no nos acompaña en la crepería tan a menudo como antes. Como siempre lo había hecho, de hecho.

    —No lo sé, no he oído nada al respecto. —Sean sacude la cabeza con una mueca de decepción—. Últimamente parece una geisha dispuesta a servirle, pero él no le exige ningún tipo de rendimiento fuera del trabajo. Guapo y astuto también... sin embargo, me temo que es un snob con mil exigencias. Incluso cuando tuve que redactar su contrato me resultó difícil.

    Sean se paraliza. Es evidente que no puede revelar todas las cláusulas del contrato de mi archirrival. Pero si hablaba de exigencias, significa que tenía un favoritismo que a mí y a otros no se nos concedía. Quizá plazos menos ajustados, menos estrés, menos ansiedad por el rendimiento... O quizá un servicio de masajes, sauna, piscina, pizza a domicilio a todas horas del día y de la noche y cortesía de Ghostly Whisper incluidos en el contrato.

    —Espero por su bien que no dejara que la corrompiera. ¡Es de los que te rompen el corazón! —Viniendo de Kelly, el alma negra y rockera de nuestra pequeña compañía de amigos, casi da miedo. Tanto que yo, Sean y Camille apuntamos nuestras miradas hacia ella, extrañados—. ¿Qué? Todos tenemos corazón. ¿O no?

    —Sí, lo tenemos. Pero nos sorprende que estés dispuesta a admitir su existencia, más allá de reconocerlo como el músculo que nos mantiene vivos. —Sean y Camille asienten mecánicamente a mis palabras.

    Kelly, picada, con una mueca se zambulle de cabeza en su sabroso crep. Quizás para evitar que nuestras conversaciones converjan en su relación con Rudolph Valentine, nuestro escritor erótico. Que ahora ha continuado de forma extraordinaria durante cuatro meses, a pesar de que Kelly lo ha ignorado durante años. De hecho, despreciado sería la palabra más adecuada para resumir su opinión anterior.

    —¿Y tú... con Derek? —Cuando se trata de corazón que rima con amor, Camille nunca pierde una oportunidad. Dejando a Brianne fuera de juego y con Kelly centrada en otra cosa, aquí está ella abalanzándose sobre mí—. ¿Cómo va todo?

    —Bien... —Desgraciadamente ya no tengo una crep en la que zambullirme, ya me la he zampado entre palabra y palabra. Para recuperarme de la frustración causada por el genio Earnshaw—. Normal...

    —¿Bien o normal? Las mujeres sois peligrosas cuando decís bien. —Sean apoya los codos en la mesita y apoya la cara en las manos, estirándose hacia mí.

    —Estás desinformado, cariño. Somos peligrosas cuando decimos ¡nada! —Camille estalla en carcajadas y yo la sigo. Esperando que decidan cambiar de tema.

    —Entonces, ¿es el gran amor? —Sean no cede. Como ávido fan del gran amor podría competir con Camille, aunque es abogado y contable, sus áreas son los contratos y las finanzas.

    —No creo en el gran amor —replico antes de que Sean o cualquiera de las chicas pueda añadir algo más. Con su, y no solo su, absoluta necesidad de definirlo siempre todo. Relaciones, situaciones, personas. Incluso los sentimientos.

    Estar bien debería ser más que suficiente. Lo es para mí. Para mí y para Derek. Definirlo todo daña mi estado de ánimo, me hace sentir incómoda, fuera de lugar. Igual que me siento con las historias de amor que Brianne me impone implacablemente. Con todas esas subcategorías obstinadas en las que se han categorizado últimamente, y que hacen que mi interior se retuerza a lo largo de la escritura, ansiosa por salirme de los carriles que me han dado. Una historia es una historia. ¿No es suficiente? Evidentemente, no. No lo es.

    —¿Por qué? —La pregunta aparentemente ingenua de Sean también despierta el interés de Kelly.

    Por qué, pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué no creo en el gran amor?

    —Porque los grandes amores siempre acaban mal. Sobre todo si uno empieza a creer en ellos.

    CAPÍTULO 2

    Ninguno de los tres se atrevió a responder. O tal vez no tenían la disposición, al menos por una vez. Entre otras cosas porque, mientras tanto, nuestro Rudolph Valentine cruzaba la puerta del local en dirección a nuestra mesa. Guapo, elegante, con el pelo negro peinado hacia atrás y la habitual expresión atrevida en sus penetrantes ojos azules.

    ¡Salvada in extremis por un escritor erótico! Esto podría proporcionarme material adecuado para una historia. Un thriller psicológico con tintes oscuros, tal vez.

    —¿Estás feliz al menos, pastelito? —Sean me lanza su mirada cariñosa y fraternal cuando salimos de la "Maison des Crêpes", después de despedirnos de nuestros amigos.

    Al detenernos en la entrada, vemos a Kelly y Rudolph alejarse juntos, cogidos de la mano. Ambos vestidos de oscuro, él con un traje de alta costura y ella con unos vaqueros negros y una cazadora de cuero, bien podrían ser los protagonistas de una novela. Siguen causando un efecto extraño juntos, curioso. No solo para mí, al parecer.

    —Soy feliz a pesar de... —suspiro y aprieto los hombros. Luego me acaricio el pelo castaño y lo muevo sobre un hombro, enrollando un mechón alrededor de un dedo—. Nunca he tenido ninguno de estos problemas.

    Miento, lo sé. Quizá Sean también, pero no comenta nada. Miento sabiendo que miento. Seguramente porque detesto el tema en cuestión. ¿Pero no debería ser así? ¿Ser felices todo el tiempo, sin importar quién esté a nuestro lado?

    —Y tú, ¿eres feliz Sean? —vuelvo la pregunta hacia él, agarrándome los brazos y masajeándolos suavemente para intentar protegerme de la corriente gélida por la que me siento envuelta. Estamos a finales de febrero, aún nos quedan unos cuantos días de frío—. ¿Cómo te va con Craig?

    —Muy bien, la verdad. —Sean asiente y sonríe, echándose el mechón de pelo rubio hacia atrás. Un gesto suyo habitual que siempre le ha dado cierto encanto. De hecho, realza su belleza natural, si eso es posible.

    Pero tampoco se delata. Quizá prefiere esperar, sentirse más seguro. No recuerdo exactamente cuándo empezó a salir con Craig, también porque esperó bastante antes de hablar abiertamente de ello, pero debió de ser unos meses antes de que yo conociera a Derek.

    Espero de verdad que sea feliz con él. Yo con Derek... no lo sé. Ni siquiera puedo definirnos. Tal vez sea mi culpa. No soy capaz de expresar la felicidad total, completa. No soy capaz de experimentarla. Tal vez ni siquiera existe. O tal vez tengo miedo de experimentarla, así que me esfuerzo por resistirme. Mejor no arriesgarse, ¿no?

    No sé si Derek puede comprenderme de verdad, si la mayoría de las veces finge para hacerme feliz, si se esfuerza. No quiero eso, pero hace tiempo que me pregunto si hace un esfuerzo por conocerme, por respetar mis tiempos, mis ritmos. Mis espacios. Mis límites, sobre todo. La verdad es que él ha tenido una relación duradera en el pasado. Con Sally. Yo no. Así que me temo que no lo sé... ¡No sé cómo hacerlo, claro!

    Pero todo entre nosotros, a pesar de nuestras diferencias, parece estar avanzando. De alguna manera sigue adelante. La vida no es un cuento de hadas, no es una aventura maravillosa con final feliz. Tampoco lo es el amor. La única certeza es que hay un final. Siempre. Y en la propia palabra final, quién sabe por qué, nunca he visto nada feliz.

    Derek sigue trabajando en el gimnasio, en Fulham Broadway. También vuelve de vez en cuando para ayudar en el de Oxford Circus. Pero intenta dedicarse cada vez más a su trabajo original, como informático. Y se esfuerza por apoyarme en todos mis retos. Cuando escribo me siento a menudo intratable, nerviosa e impaciente. No puedo seguir una rutina y mi horario siempre está desajustado. Derek también parece muy metido en su trabajo y está bastante estresado. Esto es la vida real. Y no, definitivamente no es un cuento de hadas, ni la historia contada en una novela romántica. Seguimos viviendo uno al lado del otro, cada uno en su piso, aunque casi siempre dormimos juntos en uno u otro. Vivir juntos de verdad sería prematuro, aunque viviéramos en lados opuestos de la ciudad. Mejor mantener casas separadas por el momento.

    —¿Qué te preocupa, Faye? —Sean se vuelve decidido hacia mí, mirándome fijamente a los ojos y masajeándome suavemente los hombros. De un modo u otro, aunque a menudo bromea sobre ello, siempre puede darse cuenta de cuándo algo va mal o me molesta. Creo que tiene una empatía extraordinaria, al menos conmigo.

    —Alex vuelve a Londres. Con Sally y los niños. —No hace falta mentir. Aunque Sally y los niños no sean el centro de la cuestión.

    —¿Y qué? —Sean ladea la cabeza, frunciendo el ceño—. Hubieras estado encantada hace apenas unos...

    —¡Hace apenas unos meses, lo sé! —le interrumpo. Sean lo sabe todo. Creo que es el único que realmente lo sabe todo. Todo lo que pasó entre nosotros. Incluyendo la relación pasada de Sally y Derek.

    —Yo no me preocuparía tanto si fuera tú. Cada uno habéis encontrado vuestro camino, vuestras vidas... Os habéis distanciado, pero es natural. —Sean sonríe e intenta consolarme. Pero quién sabe por qué esta vez no logra ser tan convincente—. Yo estoy bien con Tyler ahora, nos llevamos estupendamente, a pesar de que hemos dejado atrás una relación que terminó hace años. Trabajamos sin problemas en la gestión de la boutique y todo va bien. Cada uno tenemos nuestra vida privada.

    —Lo entiendo, Sean. Y me alegro por ti... por vosotros. Pero no es realmente igual entre Alex y yo, nunca hemos tenido una relación.

    —Puede que nunca hayáis estado tan equilibrados, pero aún así estabais muy unidos. Y es como si vuestro equilibrio se hubiera roto, más de una vez. Primero con la llegada de Sally. Luego con Derek, luego...

    Prefiero no continuar la conversación. Sean tampoco prosigue, mientras yo le hago un gesto con la cabeza, señalando la parada de autobús, no muy lejos. Seguimos caminando, nos despedimos con un beso en la mejilla mientras yo espero el 14 hacia casa y él se dirige al metro.

    No pasa nada. Todo irá bien. Intento convencerme de ello, saborear el momento. No permitiré que me alteren. No dejaré que nada ni nadie rompa ese fragmento de felicidad que estoy experimentando con Derek. Incluso conmigo misma. Especialmente conmigo misma. Con la gente de mi vida, de mi trabajo. Ese breve fragmento de felicidad que a menudo nunca llegamos a reconocer, siempre aspirando a una alegría mayor, más intensa. Pero que forma parte de nuestra vida cotidiana, tejiendo hábilmente los hilos de nuestro destino, de nuestra experiencia. A menudo de forma totalmente extraordinaria e inesperada. Más de lo que sería capaz de hacer en uno de los relatos que escribo, por encargo, para Ghostly Whisper.

    CAPÍTULO 3

    Llego a mi parada de Fulham, vigorizada por mi improvisado pensamiento positivo unido a las alentadoras palabras de Sean. Me dirijo directamente a casa. Entro en mi piso y dejo el bolso y el abrigo en el sofá. Cojo las llaves de Derek, pero llamo antes de entrar en su casa. Al otro lado de la puerta me recibe solo el ladrido festivo de Fred, así que me doy cuenta de que Derek aún no ha vuelto.

    —Eh... —Una vez dentro, me agacho para acariciar a nuestro cachorro de labrador color miel. Que en realidad es solo de Derek. Pero elegimos el nombre juntos, mezclando confusamente los nuestros—. Tienes muchas ganas de salir, ¿verdad? ¿Todavía no ha vuelto tu dueño? Tendrás que arreglártelas conmigo.

    No me importa haberme creado estos nuevos hábitos. Incluyendo hacerle la comida a Fred, sacarlo a pasear si Derek llega tarde. Miro el móvil y me doy cuenta de que he recibido un mensaje. No es Derek, es Brianne. Quiere hablar conmigo. Me pregunto por qué no me ha llamado directamente.

    En ese momento oigo movimiento fuera. Lo reconozco, incluso antes de que se abra la puerta. Unos instantes y lo encuentro frente a mí. Me rodea la cintura con los brazos y me atrae hacia él, apoderándose de mis labios con tal ímpetu que mi móvil casi resbala de mis manos.

    Se lo devuelvo, rodeándole el cuello y luego acariciándole el pelo.

    —Diría que me has echado de menos... —Vuelvo a besarle y sonrío.

    Se aparta un poco, para mirarme a los ojos, pero no me suelta. Sus fuertes brazos alrededor de mi cintura siguen dándome los mismos cosquilleos que en los primeros días. Después de todo, lo cotidiano no es tan malo. Me gusta lo cotidiano.

    Como me gusta Derek Einstein. De hecho, diría que a veces me gusta demasiado.

    —Te he echado de menos —admite, dejando que sus manos recorran mis brazos. Mientras tanto, Fred también saluda a su dueño con entusiasmo, subiéndose a sus vaqueros con las patas—. Llego un poco tarde, lo siento. Si quieres podemos salir.

    —Sí, tendré que responder a Brianne mientras tanto —suspiro, mostrándole mi teléfono.

    —¿Nueva historia en camino?

    Derek sonríe y arruga la nariz, señalándome con sus ojos azul verdoso. Desde que se enteró de que soy escritora fantasma, ha mostrado una curiosa e irresistible atracción por mi trabajo. Bueno, no exactamente desde el primer momento. Al principio estaba enfadado. Cuando se enteró de que estaba utilizando nuestra relación como argumento para escribir una historia que la propia Brianne me había encargado. A él más que a nada, no solo nuestra historia. "El vecino tatuado", como se titulaba el archivo de mi ordenador que había dejado abierto sin querer y que Derek descubrió.

    Ahora lo sabe todo al detalle, o casi. Y todo el asunto le intriga, quizá demasiado.

    —Sí, es muy probable. Tiemblo.

    Y tanto que lo hago. Después de la novela para chicas y varios romances, Brianne ya podía confiarme cualquier cosa. Ya no me cogería por sorpresa, pero siempre es mejor no arriesgar el destino. Hago un poco de escena, con Derek. Le divierte y me gusta dejar que me consuele.

    Pero Derek, inesperadamente, empuja la conversación hacia otro lado.

    —¿Has conseguido escribir algo propio mientras tanto? Dijiste que lo intentarías.

    Eso, es un pequeño punto delicado. Una pregunta incómoda que me veré obligada a responder. Aunque tiene razón, dije que lo intentaría, sin especificar cómo ni cuándo.

    —Sí, un poco. Pero es mi experimento de alto secreto, ya lo sabes. —Tan secreto que está casi siempre quieto y solo en mi cabeza—. Trabajo en ello en mi tiempo libre.

    Derek entrecierra ligeramente los ojos y me escruta, buscando la verdad en mi mirada. ¿Qué me pasa? ¿Por qué no puedo evitar ser tan transparente con la gente? Con los que me conocen bien, al menos. O

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1