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Seduciendo a mi ginecólogo
Seduciendo a mi ginecólogo
Seduciendo a mi ginecólogo
Libro electrónico1053 páginas15 horas

Seduciendo a mi ginecólogo

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Información de este libro electrónico


Gisel, siempre había suspirado por aquel misterioso cliente. Un tiempo después, descubre qué es un ginecólogo. La invita a una sesión, pensando que los temblores de su cercanía: eran por alguna enfermedad. ¿Qué ocurrirá entre las sesiones?
 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 mar 2024
ISBN9798224432288
Seduciendo a mi ginecólogo

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    Seduciendo a mi ginecólogo - Giss Dominguez

    Seduciendo a mi ginecólogo

    Giss Dominguez

    Published by Giss Dominguez, 2024.

    This is a work of fiction. Similarities to real people, places, or events are entirely coincidental.

    SEDUCIENDO A MI GINECÓLOGO

    First edition. March 19, 2024.

    Copyright © 2024 Giss Dominguez.

    Written by Giss Dominguez.

    Tabla de Contenido

    Title Page

    Copyright Page

    Dedication

    Seduciendo a mi ginecólogo

    A mis dos niñas, Emma y Cami.

    Capítulo 26

    <<¿Por qué me siento así de mal?>>

    <<Maldito hijo de...>>

    Julián, se quedó ahí parado en el medio de las plantas.

    Sintiendose en instante , un imbécil, las lágrimas se asomaron en sus ojos por primera vez en años.

    <<¿Estoy... llorando?>>

    Se sintió confundido, y empezó a alejarse enojado y molesto consigo mismo. Por pensar que ella sentiría lo mismo por el.

    ...

    Por otro lado, Gisel había corrido tanto y Esteban la había encontrado, casi fue atropellado por un vehículo y había entrado básicamente shock.

    Sentándose en el banco y ella no pudo evitar ser besada por el.

    Él se había preocupado tanto que le salió su impulso de querer tener entre sus brazos y besarla.

    —Por favor no te vayas corriendo así, casi me da un infarto.

    —La vi... semidesnuda la ví desnuda en su casa y se veía feliz. Lo peor de todo es que es amable ¿cómo podría competir con alguien así? Además el la quiere... lo voy a olvidar. Juro que lo voy a olvidar, pero no quiero lastimarte. Yo no quiero que pienses que te estoy usando. Creo que solamente terminaremos lastimados.

    —No se... es lo que pasa cuando eres el personaje secundario. Pero sinceramente, no me importa. Me duele más tenerte lejos.

    Cuando escucha esas palabras el. Le da una leve sonrisa y un beso.

    El problema es que ambos nose dieron cuenta que tenían un espectador: llorando a un metro de distancia; llorando sin saber muy bien porque era el motivo de su llanto.

    Julián dio la vuelta tan deprisa, que incluso se sintió mareado.

    En cuanto llegó después de unos minutos a la casa, Eliana lo miro con preocupación.

    —¿No la encontraste?

    —Si la encontré... besándose con él inútil ese que tiene de novio.

    —¿Te estás escuchando verdad? estás celoso.

    Eliana se quiso acercar al lado de Julián, pero el mismo por primera vez escribo sus caricias.

    Se fue al bar; se sirvió una copa de whisky y empezó a beber. Eliana sorprendida, aún así se acercó a su lado sin saber muy bien que era lo que le ocurría.

    —Tú no eres así —comentó ella aterrada.

    —No, no soy así.

    Sigió bebiendo sin importarle la mirada inquisidora de su novia.

    —Estás enamorado de ella —Comentó Eliana.

    En ese instante Julián dejó la copa a un lado: prestándole atención a Eliana.

    Esas palabras: enamoramiento; le estaban dando vuelta a la cabeza una y otra vez.

    Y escucharlas firmemente era bastante extraño. Se da cuenta que tal vez, será posible que estuviera enamorado fervientemente.

    Es un tema bastante extraño. La miró, sorprendido por las palabras que había dicho Eliana.

    La mujer puso los ojos en blanco.

    —Eres tan idiota; ni siquiera tú mismo te has dado cuenta que estás enamorado de ella.

    —No sé... de qué estás hablando —comentó con voz ronca.

    Sigió bebiendo, sin prestar atención a lo que quería decir Eliana.

    —Ella... también está enamorada de ti —comentó Eliana.

    —Ella... está de novia con otro hombre.

    —¡Joder! ella me miró con una cara de tristeza, enseguida en cuanto me vio semidesnuda casi se pone a llorar y se fue corriendo. No seas idiota, ella está enamorada de ti.

    —No me importa, ella está con alguien.

    —Tú también estás conmigo, y sin embargo aquí estoy. Te consolando por otra mujer; eso es amor verdadero Julián... no lo olvides. No olvides que yo también te amo.

    Eliana después de decir eso, de sentir un nudo en la garganta, tomó su ropa y salió de la casa: dando un suave portazo.

    Julián suspiro, sintiendose el peor idiota de todo.

    Arrojó un vaso a un costado, viendo el cristal romperse en mil pedazos así tal cual su corazón.

    ...

    A la mañana siguiente Gisel, se levantó con un poco menos de ánimo.

    Aunque mira confundido de la habitación, la cual no reconoció.

    De pronto recordó que se había quedado dormida en la casa de Esteban, en cuanto abrió los ojos: se da cuenta que el mismo se encuentra a su lado.

    Se había quedado ahí, junto con ella hasta que el dejo el llanto descontrolado y se había calmado.

    Había tenido muchas pesadillas, demasiadas había ido a dormir sola pero no pudo evitar acostarse en la cama de Esteban.

    Nunca con anterioridad se había dormido en una cama que no fuera la de ella, y menos pensar dormí con un hombre.

    Sería la primera vez, y no se sintió mal , al contrario se sintió acompañada y se refugió de nuevo los brazos masculinos. Esteban, se sentía Muy cálido, No pudo creer que un hombre fuera así de atractivo.

    Gisel levantó la mano acariciando con delicadeza la barbilla y los vellos se erizan en el.

    Divertida se acercó y le dio un par de besos los labios. Se sintió contenida y feliz en ese instante. El pequeño instante en el cual podía tener entre sus brazos a alguien , el; ella, estaba firmemente convencida, de que se sentía bien en ese lugar.

    Empezó a suspirar una y otra vez, en ese instante se sintió bien. Así es la vida te llena de sorpresas.

    Se levantó algo contenta: quiso sorprender a su amigo o novio.

    Pues, la verdad es que aún no sabía ¿Qué eran?

    Se levantó, en cuanto lo hizo, empezó a caminar de un lado al otro, donde se cuenta que el lugar era bastante cálido.

    Al llegar, hizo una mueca al ver la cafetera: la cual era bastante tecnológica y decidió encenderla..

    Prefirió, usar la común y corriente de siempre: la que iba arriba de la estufa. Cuando calentó el agua, después de revólver por mucho tiempo una cucharada de café instantáneo, volcó el agua y leche.

    Después hizo lo mismo con otra taza y le agregó leche. Cuando tuvo listo listo, dirigió escaleras arriba con una bandeja, la llevaba con una mano. Puesto de que ella era mesera. En cuando ingreso en la habitación, vio a Esteban ya levantándose.

    Se estaba colocando el pantalón, y en ese momento ella se dio cuenta de que había dormido con él en calzoncillo, sonrojada y con las mejillas en tono rojo: miró hacia otro lado.

    —Yo quiero hacer eso también —comentó Esteban divertido.

    El estaba observando que ella sostiene la bandeja, con tan solo tres dedos.

    —Eso es por trabajar 8 horas diarias en un bar —comento divertida.

    Se acerco a su lado y le ofreció una taza de café.

    Esteban la tomo, y al probarla miro con sorpresa hacia ella.

    —Esto está esquisito ¿Tú lo hiciste? —quiso saber.

    —, no sé muy bien: usar tu máquina extraña, hice café a mano , siempre se hizo, revolviendo el café castaño con una cucharita y después dándole la leche y el agua caliente.

    Después de decir eso se encogió de hombros y empezó beber el café junto con Esteban.

    El mismo la miro divertido.

    Aunque más sorprendida y un poco más enamorado.

    —Me agradas, mi papá... nunca se tomó el tiempo de prepararme el desayuno a diferencia de mi madre. Mi padre siempre fue una prestigiosa abogado, con un buffet de los mismos, y con mucho dinero por exposición. Pero a mí me faltó mucho el cariño de ellos. Siempre recibí regalos replicados, lo más costoso y más inaccesible para cualquier niño. Pero a mí no me interesaba; hubiera dado todo por tener una cena familiar de vez en cuando y ahora estoy solo. Soy abogado, porque mi padre quiso que estudiará eso y además a mí me gustaba. Al menos me dejaron estudiar lo que quería.

    —Pues en mi caso siempre fuimos más que nada humildes, pero siempre fui feliz —comentó Gisel.

    — Eso es de lo más importante.

    —Lo se. De qué vale tener tanto dinero si después al final no lo puedes disfrutar.

    Esteban. Apoyó la espalda, con una taza de café.

    —Con mi papá siempre salíamos cada domingo a conocer un lugar nuevo de la ciudad, ibamos y nos perdíamos en montañas infinitas, con ríos tan helados que se congelaban los huesos, caminamos por horas al borde de los ríos para ver si encontramos algo raro, algún rincón. A veces tenemos la esperanza de encontrar algún fósil de dinosaurio. Pues una vez encontramos una cueva oculta entre las montañas.

    —Eso es increíble, me hubiera encantado tener una infancia así.

    — Sí, aún recuerdo cuando subimos por esa montaña que tenía escalera... Piedras improvisadas. Yo creo que tenía 10 años, en cuanto llegamos vimos un montón de cosas raras, avión esqueletos con dos cabezas y también había muchos fósiles de dinosaurios. Pero creo que el lugar está un poco escondido, el hombre empezó a explicar y yo cómo me encanta ver muchos documentales, Aún recuerdo que cuando empezó hablar de un ratón gigante yo le dije que eso era un capibara.

    —Se nota que aún eres muy inteligente ¿tus padres están vivos?

    —Los dos están muy sanos y siempre hablo con mi papá , aquí es con el que más tengo conversación. Pues lamentablemente ambos están divorciados; hace poco lo han hecho. Mi mamá se dio cuenta: después de casi 30 años de matrimonio que no era feliz. Ella es un caso especial, ahora creo que está saliendo con el amigo de mi papá.

    —Lo lamento Giss...

    —Si es un poco raro. De igual forma no me habló con ella; me habló con mi papá.

    —Debe ser agradable confiar tanto en tu papá.

    —Si, lo es. Por eso es que tampoco le quiero estar contando mis problemas amorosos a mi padre, cuando él también los tiene. Así que de vez en cuando nos vemos, y siempre hablamos de todo, el más que un padre, siempre fue mi mejor amigo. Eso es algo muy difícil encontrar hoy en día.

    —Me alegra que me cuentes un poco más de ti —comento Esteban.

    Ambos se quedaron debiendo la taza de café después de hacer un pequeño brindis, improvisado y de comer medialunas.

    Cuándo se hicieron las 10 del medio de la mañana, Gisel se da cuenta que de nuevo se le estaba haciendo tarde.

    Ella tendría que ir y cambiarse la ropa a su casa.

    —No te molesta si me puedes llevar a mi casa —comentó apenas se puso de pie

    —Claro que no.

    —Iremos a almorzar juntos.

    Esteban aintió, acercándose a su lado.

    En cuestión de minutos, después de subirse al vehículo se habían llegado a la propiedad y Gisel, o más bien el lugar donde ella alquilaba.

    En cuanto le hicieron. Esteban miro cada rincón curiosidad. Se dio cuenta que la esencia de ella: se encontraban en cada rincón.

    Desde las mariposas hechas en papel colgada junto con la ventana; hasta los cubiertos que combinaban en rosa pastel colgados en la cocina.

    Incluso había un pequeño mantel de color blanco en la mesa y unos sillones de colores grises.

    Todos combinaba en unos tonos armoniosos y tiernos.

    Se sintió plenamente en un lugar acogedor, incluso mucho más de lo que él se sentía en su casa.

    —No es mucho lo que tengo en realidad, apenas hay una habitación y un baño. Es un lugar pequeño, pero aún así es mucho para mí. incluso la primera vez que me mudé aquí me sentí , una adulta realizada —bromeo Gisel.

    —Lo eres, has conseguido todo esto sola a diferencia de mí que todo me lo han dado —comento Esteban.

    —Pero eres un buen abogado, seguramente que si quisieras tener algo así lo conseguiría pronto —comentó dándole fuerzas a su amigo.

    El mismo le agradeció.

    —¿Que comeremos? —quiso saber él.

    — No lo sé, mira que tengo en la heladera. Creo que tengo carne picada, pollo y demás cosas. No lo sé...

    —Si quieres podemos..

    Giselle

    Me sentía bastante nostálgica, después de mucho tiempo, de no tener compañía era un poco raro tener que cocinar con alguien.

    Le estaba agarrando un cariño extraño, a Esteban: algo que me aterraba.

    No quiero encariñarme con las demás personas, eso era algo que me había puesto en mi cabeza desde que era una pequeña niña. Tenía un hermano, pero con él no tenía una relación tan duradera , lo preferiría. No diría que no somos unidos, porque lo somos; pero él está en sus cosas con su familia y yo estoy en las mías.

    Esteban empezó a cortar la cebolla y yo lo miré divertido.en a las 10:30, pero a las 12 yo siempre estaba almorzando porque ingreso a la universidad la 1.

    Empecé a cortar un morrón de color rojo y empecé a calentar el aceite en la olla.

    Después de agregar las cebollas, empezamos a revolver y lavamos.

    —Color favorito —quise saber.

    —Negro ¿y el tuyo?

    —Blanco y gris ¿de qué equipo sos?

    —Soy de boca ¿y tú?

    —No sé, no me interesa mucho el fútbol —dije divertida.

    —¿Qué te hubiera gustado ser de grande?

    —En un momento tuve muchas carreras en mente: cuando era niña, creo que tenía , 9 años, quería ser profesora de matemática; después quise ser astrofísica y también escritora.

    —¿Por qué no lo eres? Hay muchas aplicaciones, en las que puedes escribir.

    —Tienes razón, y sé que también pagan bien. Y lo tendría que intentar. Además estoy estudiando literatura ¿Y a ti qué te hubiera gustado ser de niño?

    —Me hubiera gustado ser bombero, me encantaba mucho los camiones. Tenía una colección increíble. Tendrías que haberla visto.

    —A ver qué otra pregunta te puedo hacer... —dije pensativa y divertida —¡Ya se! ¿cuántas novias has tenido?

    — Sinceramente dos, la primera con la que dure un mes y era apenas un niño —dijo divertido y me reí.

    — Supongo que eso cuenta también, la verdad que yo nunca tuve un novio ni siquiera en el jardín.

    —Después bueno la chica que me dejó plantada.

    —¿No supiste más de ella verdad?

    —Aveces... ¿Has pensado en casarte alguna vez? — quiso saber.

    —La verdad que no, nunca. Ni siquiera tuve novio, yo ya me estaba resignado a morir virgen y con gatos.

    —Y lo de virgen lo podemos solucionar, pero lo de los gatos... también —dijo divertido y le pegué con la cuchara.

    Él se rió, de pronto empezó a sonar el teléfono cuando yo seguí cocinando hasta que tape la olla, para que se hiciera la carne picada.

    Pues, finalmente ya empecé a limpiar un poco el lío que habíamos hecho, y Esteban se acercó a mí.

    —Voy a comer y después me tengo que ir a trabajar, tengo que ir a terminar un.caso

    —Cierto que eres un prestigioso abogado... lo lamento —comente divertida.

    — Sí, pero después te iré a buscar universidad ¿quieres?

    —Claro, y después iremos a tu casa y te tocará cocinar a ti de nuevo.

    —Oye eso es injusto, yo corté la cebolla.

    —Sí lo sé y después dormiremos juntos —comenté en tonos seductor.de se acercó a mi, y me dio un beso en los labios.

    No pude evitar reírme divertida ante el gesto tierno de parte del.

    Ambos nos quedamos envuelto en un tierno amor, y nos quedamos atrapados en una burbuja el cual yo por primera vez sentía. Supongo que era curiosidad, puesto que nunca había tenido un novio. Nunca había experimentado lo que es...

    Narrador.

    Para Esteban era muy el contrario. Nunca había sentido algo así por alguien. Ni siquiera se podría comparar lo que había sentido por su novia, la cual lo había abandonado.

    Todo esto era una novedad, por eso para el mirarla sonreír era lo más lindo que le podía pasar.

    En cuanto llegó al trabajo, tuvo que soportar a su ex prometida mirarlo con confusión.

    —Ya luego es raro verte llegar tarde, además vienes bastante sonriente ¿De dónde vienes? —quiso saber ella.

    —Eso a ti no te incumbe.

    Da un paso por su lado, sin importarle mucho si era mujer y la empujó con la mitad del cuerpo. La misma lo miró con el ceño fruncido, sin entender la actitud de su expareja. Se encogió de hombros, y aún así siguió persiguiéndolo replicando sus pasos detrás de el.

    Al día siguiente, tenía que soportar a mi ex prometida en el trabajo. Me levanté , cada mañana, un poco reacio a la idea de tener que ir al lugar de trabajo. Más que nada; porque es bastante frustrante tener que cruzarmela. Pero de igual forma le asignaron el mismo caso en común.

    A regañadientes, me puse de pie, dispuesto a empezar mi día. Al cual no tenía mucho ánimo de empezar, en cuanto llegue a la cocina: me encuentro con la cafetera y la enciendo.

    A continuación recuerdo cuando y ella, no había podido encenderla; entonces hizo el café a mano.

    No puedo evitar sonreír.

    <<Ella es tan .. linda>>

    En ese instante me quedé un poco pensativo. Un mensaje me saca de mis pensamientos, en cuando le prestó atención al teléfono: me doy cuenta que tengo un mensaje.

    Mensaje de Gisel:

    Hola ¿cómo estás?

    Tengo un segundo el teléfono entre mis manos, acariciando con el pulgar de mi dedo: la pantalla algo rota pero aún funcional.

    Después de contestarle, me senté y empecé a beber la infusión caliente. A mi lado se encontraba un paquete de galletas, el cual acabo de abrir.

    Tengo un hambre feroz, a pesar de ser delgado.

    Bostece, estirando mis brazos en cada lado de mi cabeza y después me despabilo: frotando con mi mano mi rostro; el cual tenía algunas lagañas y unos cabellos en algún qué otro lado.

    —Debo parecer un... indigente o drogadicto.

    Suspiro dándome cuenta que en ese preciso instante, me encuentro cansado.

    Había dormido anoche, pero a decir verdad había dado demasiadas vueltas en la cama pensando una y otra vez en Giselle.

    Su sonrisa, su imagen y su pensamiento siempre me invadían.

    Cierro los ojos, ella aparece frente a mí.

    En la noche anterior, había hecho cosas que prefería no mencionar; pero en con tan solo recordar lo que había hecho anoche conmigo mismo pensando en ella, y mis mejillas se tornaban rojizas.

    Recuerdo estar en la cama: solo.

    Los besos intentos que nos dábamos, cada vez que nos veíamos: me estaban descontrolando lentamente.

    Al pestañear: la veo frente a mí. Con su típica sonrisa mordiéndose los labios.

    Y desnuda.

    En mi imaginación, era preciosa, tan bella que mi pene : se pudo completamente duro.

    Tan erecto, que me dolía. Lo tomé, sintiendo el jugo debajo de mi piel. Comencé a masajear arriba, abajo.

    Mi respiración al igual, que los latidos de mi corazón: se aceleraron.

    Seguí masturbándome. Gisel frente de mi, se pellizcaba los pesones. Empecé a gemir mientras la veía, embelesado. La otra mano que no estaba dándole atención a sus pechos, bajo.

    Suspiré, en cuánto termino mi café después de haber recordado todo lo que había ocurrido.

    ...

    Yo estoy saliendo en mi vehículo. Me encantaba, me gusta mucho los vehículos deportivos, era más bien el tipo sencillo. A pesar de haber tenido el dinero por mucho tiempo: siempre andaba en bicicleta.

    No tenía miedo...

    Mi prometida me insistió tanto, en comprar un vehículo que para mi me parece innecesario. Debido, a que todo me queda bastante cerca: hospital; mi trabajo y mi casa.

    Incluso ahora la casa de Gisel, me quedaba a escasas cuadras. Por ese motivo, debido a que la ciudadad no era de un gran tamaño, no me parecía sumamente necesario tener un vehículo.

    Además me encantaba andar caminando, de un lado al otro

    En cuanto llegué, estaciono el vehículo y me bajo al gran edificio que tenía enfrente.

    Lo majestuoso, y los cristales: me recibieron apenas llegué.

    Sin mirar mucha atención mi alrededor, me encontré con más y una mirada en mi. No me interesa.

    A lo largo de estos años, he trabajado Aquí, aunque con anterioridad con mi padre; me aprendí a evadir las miradas. En cuanto subo al ascensor, la típica musiquita empezó a sonar.

    Resoplo con algo de impaciencia, moviendo mis piernas de un lado al otro y apretando mis manos.

    En cuanto llego a mi planta, doy pasó largos y bastante agitados. A decir verdad, en este día en particular:el sueño y la falta de dormir, me habían pasado factura.

    En cuanto llego a mi oficina, largo un sonoro suspiro; dejo mi maleta un lado en uno de los sillones marrones de cuero y me siento en la silla giratoria que tengo enfrente.

    Tomo los papeles y empiezo a trabajar sin parar.

    <<Giselle...>>

    A veces la sonrisa de Giselle: me invadía los pensamientos, dejaba los papeles a un lado y me pasaba la mano por la cara; intentando no pensar tanto en ella.

    Un golpeteo, seguido de la puerta abierta: me distraen.

    Mis ojos se posan sobre una persona que ingresó: me encuentro con mi ex prometida.

    La misma, entra , si fuera su casa o su oficina mejor dicho, contorneando las caderas de un lado al otro y sonriendo.

    <<No, la soporto...>>

    Pongo los ojos en blanco y cansado de su presencia: hago lo mismo de siempre y la ignoro.

    Antes, siempre estaba pendiente de su presencia, y verla me alegraba el día; pero ahora me doy cuenta de que siempre fue solamente una interesada. La cual solamente quiso aprovecharse de mi.

    Es una abogada, pero si llegó hasta donde estaba: fue gracias a mí. Me he dado cuenta con el tiempo, que Mia no era la persona que había fingido ser.

    —Hola, ¿cómo estás?

    —Yo estoy bien, ahora que te veo me siento mucho mejor —comentó mi ex, enfatizando la palabra mucho.

    Seguí leyendo los papeles sin prestarle atención, eso mismo provocó en ella, que se acercara un poco más a mí.

    Movió la cadera en forma coqueta y sonriéndome.

    —¿Cómo te encuentras hoy? ¿Estás bien?

    Suspiré, en ese instante me di cuenta de que todo podía mejorar un poco más: cuando ella desapareciera de mi vida. Pero sabía que no iba a ser tan fácil; después de 2 años no la habla visto. De un momento al otro: aparece , si nada en la oficina.

    Aún recuerdo el día: que me quedé sin habla en cuánto la vi.

    ¡Qué iluso!

    Al parecer el amante, con él que se había ido; ha sido un desgraciado que la había golpeado y le había hecho sufrir.

    Enseguida después de haber sido lastimada, por alguien más; había vuelto corriendo hacia mi.

    Al parecer, no esperaba encontrarse con un muro.

    Capítulo 27

    Esteban

    Yo nunca, quise hablarle ni siquiera escucharla. A pesar de eso, supe de la historia porque cada día venía rogándome y contándome un poco... un trozo de la misma.

    —¿Qué quieres? —espeto con molestia.

    —Nada, solo quería venir a verte —comento con una sonrisa y añadió: —debido a que somos compañeros de este caso, me hace muy feliz —dijo con una sonrisa falsa, o lo que yo suponía.

    No me importó, a pesar de que seguía hablando sin parar; dejé de escuchar. En su lugar, empecé a pensar en gesell: en su sonrisa; en las veces que me hablaba, su dulce voz; la manera en la que sabe escuchar, se queda en silencio prestándome atención; sus ojos mirándome con intensidad los.ojos.

    No podía evitarlo sentir algo por alguien así.

    Gisel es tan transparente y buena persona.

    <<Es perfectamente imperfecta>>

    —Es lo que yo pienso... —termino hablando mi ex prometida y yo la miré con la ceja levantada: puesto que no le había dado ni un ápice de atención.

    La misma, me miro del mismo modo.

    —No sé, de qué estás hablando —comenté con sinceridad y seguí leyendo los papeles.

    —Te estaba explicando mi . de vista, desde el caso; pero al parecer ni me has escuchado...

    —Supones bien —comenté.— Puedo hacer este caso, solo. No te necesito, me parece una estupidez que hayas insistido tanto en hacerlo conmigo. Sabes que no te soporto Mía, ni siquiera soporto decirte por tu nombre. Así que puedo decirte cómo no me interesa tener una compañera , tú.

    —Te dije hasta el cansancio que lo lamentaba. Yo me vengo hace 2 años robándote cada día, tu perdón. Ahora no lo pido, solamente quiero que nos llevemos bien , compañeros de trabajo. Te lo digo en serio.

    —No te creo. De igual forma no me interesa tus palabras, me da lo mismo. Si quieres puedes ayudarme y yendo a fotocopiar estas cosas, y desaparécete un rato... por favor.

    Resopló mi ex prometida, sin embargo no se quedó ahí, se dió la vuelta y me hizo caso.

    Aunque en un momento, se giro antes de llegar por la puerta y me habló:

    —Es... bonita ella. Aunque yo soy más bonita —comentó y finalmente desapareció de mi vista.

    Puseblos ojos en blanco, y empecé a escribir unas cosas que tenía que hacer en la computadora.

    Estamos resolviendo el caso, de un divorcio. Porque yo era abogado de familia, al parecer a la mujer la acusan de infidelidad, ella dice ser completamente fiel a su..

    A su esposo, a pesar de que esa ley ha caducado. El esposo dice que por eso, se puede quedar con todos sus bienes. Además de que supuestamente la mujer ha hecho lavado de dinero, ha cambiado a su nombre algunas propiedades: sin tener el permiso del esposo.

    Así que estaban investigando en primer lugar si lo que dice mi cliente cierto, y es bastante difícil hacerlo.

    Tenía que saber si estaba tratando con una persona que me estaba mintiendo, o más bien al contrario.

    Después de algunos minutos de paz, escucho de nuevo esos zapatos rebotar contra el suelo una y otra vez: en un tacón extremadamente y exageradamente altos.

    Al levantar mi vista me vuelvo a encontrar con ella, la misma se sienta , si nada cruzando las piernas y empieza a leer.

    Al hacerlo significaría darle la razón a lo que me dice; la verdad que no tengo muchas ganas de hablar con ella, no la hecho, pero tampoco quiero ser su amigo.

    Después de varias horas de trabajar y discutir sobre algunos temas, por primera vez después de 3 años me doy cuenta de que estamos teniendo una conversación civilizada.

    Veo, qué es la hora de ir a buscar a Giselle, había pasado el tiempo volando entre tanto trabajo.

    —Mia, me tengo que ir.

    —¿Tú irás a buscarla, verdad? —comentó con un puchero.

    Pero en este caso: no me enterneció. Antes, iba corriendo a comprarle las cosas que ella me pedía.

    En este caso ni siquiera me volteó a verla, sino qué me alejo dando pequeños saltitos.

    Me siento en este instante, bastante frustrado. La verdad es que volverla a ver detonaba en mi la idea de tener que volver a sentir algo, pero no era así.

    Más bien al contrario, me sentí hasta alegre de no tener que verla.

    En cuanto llegué a la universidad, me doy cuenta de que el lugar estaba alborotado de personas: de un lado al otro. , siempre hay entre la multitud, muchas mujeres, curiosas mirándome pero no me interesa.

    Una hermosa chica, me dio una linda sonrisa y se subió al vehículo.

    —Hola —comentó y sus mejillas se tornaron rojizas.

    No entendí muy bien el motivo de su sonrojo, pero de pronto esa sonrisa se apagó.

    <<Sonríe Giselle, por favor...>>

    En el momento de que desvío la mirada... hacia él.

    Hacía Julián.

    Mis suposiciones eran ciertas, Julián sentía lo mismo por ella, y lo estoy comprobando en este momento.

    La sonrisa que él tenía mientras hablaba con, no sé quién demonios era, se apagó en el instante que la vio a Gisel con alguien, conmigo.

    Ambos se quedaban mirando el uno con el otro, encendí el vehículo y aceleré. Sin embargo, ella lo siguió con la mirada hasta desaparecer.

    —Lo lamento... No quise que lo vieras.

    —Ya luego, está bien. El trabaja en la universidad del frente, no sabía que era profesor.

    —¡Qué coincidencia!

    —Supongo.

    —Tranquila...

    —Coincidencias del demonio. Yo... odio tener que verlo y encontrármelo en los recreos. De igual forma creo que ya me acostumbré, al menos tengo una amiga, y creo que tiene más problemas que yo.

    —¿A qué te refieres con que tiene más problemas que tú? —quise saber con curiosidad mientras manejaba.

    Estoy doblando por una plaza, y freno de golpe al ver que cruzan personas.

    —Pues, el profesor que tenemos, el cual se llama al igual que tú Esteban, es el exmarido. Tienen una hija en común y están divorciados. Para ella es muy difícil tener que verlo todos los días, además...

    Deja de contarme.

    —¿Además..?

    —Yo creo que ambos se quieren todavía, a ambos tienen un brillo especial en sus ojos, cuando se miran. El problema es que bryanna me contaba que se había confundido un poco con otro profesor, que se llama Teo.

    —Es una chica un poco... inestable.

    —¿Que? ¿Por qué? Él la dejó.

    —O sea me estás diciendo que está enamorada de su ex marido, pero le gusta otra persona. No tiene sentido. Debería estar un tiempo sola.

    Giss, me miró con el ceño fruncido.

    —Es... lo que ha hecho. Ella había empezado la universidad principio de año, y después por problemas tuvo que dejarla. Estuvo seis meses sola, y de vez en cuando ve a su ex marido: cuando iba a buscar a su hija. Pues, ahora después de 6 meses de estar soltera, está planteando seriamente si tener algo con Teo.

    —Pues debe ser difícil. Aunque si está confundida, debería estar segura de las cosas.

    Gisel, me miró de forma intensa durante unos segundos.

    —Siento que lo que me estás diciendo, recae directamente en mí. O es simplemente lo que me parece —comentó.

    —La verdad... es que no quise decir nada. Yo sé que estás enamorada de Julián, eso lo hemos hablado hasta el cansancio. Sin embargo, eso a mí no me interesa; yo siento algo por ti, eso es verdad.

    —Ya, está bien... lo sé.

    ––––––––

    Capítulo 28

    Esteban

    No hicimos, ni hablamos nada hasta llegar a su casa, en cuanto llegamos me bajé bostezando.

    Ella se quedó en el vehículo y no entendí muy bien porque no se movió.

    Me volví a subir al mismo, y le hablé:

    —¿Estás bien?

    —¿Podemos ir a tu casa? —me propuso.

    Yo la miré sorprendido.

    Aunque no le iba a decir que no.

    —Claro... podemos.

    —Iré a buscar algunas cosas para asearme: un cepillo de diente —bromeo.

    Me reí.

    —Está bien. Te esperaré aquí.

    Ella bajó dando saltitos y me saludó en cuanto llego a la vereda, se dio la vuelta y entró a su casa.

    Suspiré, la verdad que también estaba mal de mi parte estar con alguien: el cual estaba enamorado de otra persona; pero me dolía muchísimo tener que apartar la de mi vida, y creo que por eso te estaba siendo un cobarde.

    Tal vez debería dejarla que olvidé estando sola. Pero de igual forma no puedo dejarla sola. No quiero que se dañe, que se lastimé por algo.

    Además siento que cuando estoy con ella: yo sonrío un poco más.

    Tal vez yo no le hago mal del todo, o es lo que yo quiero creer.

    En ese instante, me siento , bastante seguro al respecto de que yo siento algo por ella.

    Estoy enamorado de ella, y eso es algo que nadie ni ella me va a hacer cambiar.

    Incluso estoy conforme.

    Con que no me miré del mismo modo: , el cual lo mira a él.

    Lo sé, soy un idiota.

    Después de esa conclusión un poco extraña de mí mismo, su visión me desconcentro. Me hace volver a la realidad.

    Viene cargando un pequeño bolso. Aunque bastante repleto de cosas.

    Incluso puedo ver asomándose un cepillo de dientes, por un borde descosido.

    —Ya estoy lista, traje el pijama y el cepillo de dientes; el peine; toallas sanitarias por si me viene el período y...

    —Ya, ya; ya entendí —dije divertido.

    Ella era muy sincera.

    De vez en cuando, y eso lo valoraba; pero aveces te comentaba detalles que no tenía mucha relevancia.

    Ella se encogió de hombros divertida y se puso el cinturón de seguridad. Cuando comencé a manejar, de vez en cuando le echaba un vistazo a Gisel.

    De perfil, incluso se veía más adorable.

    Estaba jodidamente perdido, por ella.

    Quería llegar a mi casa; había estado desolada todo el día.

    Abro la puerta. En cuanto lo hago, Giselle ingresa dejando el bolso sobre la mesa.

    Después de cerrar la puerta, corro a su lado tomándola por sorpresa en un abrazo y la beso.

    Me mira sorprendida, aunque se deja llevar. Nuestras lenguas, se entrelazan la una contra la otra.

    La tomo del trasero sin importarme nada y le dio todas las votaciones del día.

    Empezó intensificar el beso y se deja llevar, pero mientras me está sacando el saco: enciendo mi cabeza.

    Me doy cuenta de que no quiero esto...

    No quiero lastimarla, tal vez esté haciendo una idiota. Por no aprovechar sacarle la virginidad a una mujer, pero no está bien.

    Ella está en: despechada.

    —Seré sincero... tengo todas las ansias del mundo, de hacerte el amor. Pero no quiero que lo hagas porque estás despechada. Quiero que lo hagas porque quieres de verdad.

    —Tienes... razón.

    Suspiró y asintió.

    —Te quiero...

    —Tienes razón... Lo lamento.

    No dije nada, simplemente a,dé mi corbata, mi camisa e intenté disimular el bulto que tenía entre mis pantalones.

    Ella lo miro, y se relamio los labios.

    Es eso solo hizo que me bulto crecieron poco más.

    Frustrado conmigo mismo, por no poder controlarme: me alejo, dados largos pasos fuera de su alcance.

    Un rato más tarde, ambos nos encontramos después de habernos relajado: cocinando.

    En parte era bastante divertido hacerlo, estaba cortando la cebolla y las verduras. Yo estaba preparando una salsa.

    Haríamos, matambre a la pizza

    Era muy rico, además no llevaba tantas cosas ni ingredientes. Era algo fácil de hacer, mientras terminado de hacer la salsa. Agregamos todos los condimentos y pronto nos encontramos esperando para que se hiciera el matambre.

    —Hacemos un buen equipo de cocina —comentó divertida mi amiga.

    —Lamento lo que pasó hace un rato —comenté compensar.

    Tampoco quería que pensara que no la deseaba. Para mí no era cualquiera todo lo contrario. Daría lo que fuera por tenerla entre mis brazos y hacerle el amor toda la noche. Pero sentía que no era el modo; ambos terminaríamos lastimado.

    —Yo sé... sé que me quieres cuidar. Cuando esté lista, te lo diré; te lo haré saber.

    Asentí, sin decir nada más y ambos nos dirigimos hacia el sofá. Puse una película y pues vamos a mirar las cosas mientras comíamos unas palomitas.

    —Se terminaron, iré a preparar más.

    Ssentí, y ella se alejó. No puedo evitar girar y observarlo.

    Me llama la atención que era muy ágil en la cocina, agrego el aceite , después la palomitas y empezó a esperar al parecer que se caliente las mismas. En cuanto empezaron a saltar, empezó a revolver la olla y después de que terminaron de hacerlo, agrego al parecer unas cucharadas de azúcar.

    Volvió a tapar la olla. En ese instante, abrió la tapa de nuevo, empezó a revolver.

    En cuanto regresó, lo hizo con un bol lleno de palomitas acarameladas. Las dejó en la mesa ratona, y me habló.

    —Espera que se enfríe.

    —¿Cómo haces eso? Es decir de dónde aprendiste a hacer palomitas que quede tan ricas.

    Ella se rió.

    —Aprendí en una feria, de donde hacían palomitas —comentó , si nada.

    Después de que se enfriaron, empezamos a comer.

    Ella me empezó a tirar... palomitas, yo también hice lo mismo.

    Ambos estábamos envueltos en una guerra de pochoclos, que iban y venían . en un momento voy a tomar un puñado a la cara.

    Divertido, me acerqué a ella y la besé.

    Se veía tan adorable cada vez que ella sonreía, que no me podía resistir y perderme entre sus brazos una y otra vez.

    Nos besamos... en un beso tierno y largo y ella tampoco se quería separar de mi, lo supe porque en cuanto quise alejarme, ella me tomo de la mano y la colocó, sobre su cintura.

    Sentí su lengua, al parecer queriendo conocer cada rincón de mi boca con su lengua. Nos separamos. Después de varios minutos por falta de aire, sus ojos me miran con curiosidad y mis ojos verdes... le prestaron la misma atención.

    Volví a atrapar sus labios, mordiendo el inferior y profundizando el beso.la tomé del trasero: sin hacer ningún tipo de cuidado, porque ya no estaba soportando tanta tensión sexual, y la puse debajo de mi.

    Ella levantó sus piernas desnudas, las entrelazo con mi cadera. Ambos no vemos envueltos en un juego de caricias, el cual para mí era más peligroso, que para ella, puesto que yo estoy enamorado.

    Con mi mano, empecé acariciar su muslo, los cuales estaban desnudos debido que tenía un pequeño short; el cual era demasiado provocador para mi.

    Después de juguetear un poco con su piel: me di cuenta que era tiempo de separarnos, cuando me quise alejar. Ella me frenó de golpe.

    — Ya luego quiero que te quedes —comentó en un susurro inaudible.

    —Quiero quedarme —dije con un hilo de voz.

    La volví a besar. Después de minutos, de jugar el uno contra el otro, probando lo que había debajo de nuestra piel, nos separamos.

    Ella se quedó abrazada en contra de mi pecho, con la respiración agitada y yo estaba del mismo modo.

    Después de terminar de ver la película, la pagamos y nos dirigimos hacia arriba. En cuanto llegamos a la habitación, me quito el pantalón y me recosté en la cama.

    No sabía si ella dormiría conmigo, o más bien al contrario se quedaría en su propia habitación. Pero al parecer, era lo primero.

    Apareció con un pijama que constaba de un pantalón largo y una blusa. Yo me miré un poco avergonzada, puesto que tenía solamente calzoncillos.

    —¿Puedo dormir contigo? —comentó con las mejillas encendidas.

    —Claro, cómo te sientas más cómoda —comenté.

    Tragué saliva, en cuanto ella levantó la cobija ingreso.

    Es de esos días un poco fríos, y ella al parecer lo sintió; porque enseguida se arropó hasta arriba de las orejas, y me miró divertida.

    —Tengo frío —comentó.

    —Es una propuesta... ¿para que yo te pueda abrazar? —comenté.

    —Puede ser. Digo... No, simplemente quise decir que tengo frío —dijo divertida y me sacó la lengua.

    La tomé de la mano , comprobando, que si , estaba helada. Estiro un poco más mis pies para darle un poco más de calor y ella los entrelazo con sus piernas.

    Las de ella eran suaves, a comparación de las mías velludas, y rasposas. Ambos nos quedamos ahí, enfrentados. Aunque a algunos centímetros de distancia nos separa: y empezó a pestañear, cada vez en forma más lenta, hasta que finalmente ambos nos quedamos dormidos.

    ...

    En el medio de la noche, me sentí con un poco con frío, al abrir los ojos me doy cuenta de que estaba destapado.

    Y de que Gisel, estaba envuelta , si fuera una oruga.

    Me acerqué a su lado, hasta que pude sentir su calor en contra de mi espalda.

    Me sentía bien con ella. Así que no pude evitar aspirar el dulce aroma a Jazmín que ella manaba de su cabello.

    Supongo que en un par de años, si aún continuaremos juntos, le quitaré las cobijas.

    Me quedé pegado a su lado y ahí estaba cubierto; el problema es que estoy en calzoncillos, así que puse un almohadón, entre medio de su trasero y mi parte íntima.

    No quería visitarme, asustarla en la mañana.

    Cerré los ojos dejándome ganar por el cansancio.

    ...

    Un brillo, me molestaba. Así que pestañeo un par de veces, hasta que finalmente abrí los ojos por completo. Me doy cuenta de que es de día, y en parte me está costando un poco respirar.

    Cuando me doy cuenta, tengo el cabello de Giselle en contra de mi rostro.

    Lo aparto con sutileza y ella se gira, quedando abrazada extremadamente pegada a mi. El almohadón no estaba y lo peor de todo es que obviamente , cada mañana... tengo mi pene erecto.

    Avergonzado porque ella me pueda ver de ese modo, me intento apartar pero ella me abraza más contra ella. Incluso su cadera está apegada a mi, no puedo evitarlo, empiezo a apoyarme un poco más de lo necesario en ella.

    Me siento satisfecha, mientras estoy refrescándome contra de su vagina.

    Ella abre los ojos y me quedo enseguida quieta.

    —Lo lamento, es que , cada mañana sabrás qué...

    —Lo entiendo y sigue haciendo lo que estabas haciendo que se siente bien —comentó en un susurro.

    La tomé el trasero, y sin poder evitarlo empecé refregarme contra ella. Sus caderas también ayudaban, haciendo movimientos circulares y empecé a gemir.

    Ella estaba jadeante las mismas condiciones e hizo algo que me empezó a enloquecer.

    Bajo la mano, empezó a tocarse. También me había sorprendido , pero no pude evitar seguir refregando mi contra de ella.

    —Esteban, quiero que me penetres —comentó excitada.

    —No... —le susurré al oído.

    —Por favor Esteban, te necesito dentro mío —comentó en un susurro, apreté los ojos, deje de estar apoyado en ella, para tomar mi miembro.

    Ella empezó a bajarse el pantalón. La miro con sorpresa, pero no quería.

    Así que simplemente empecé a masturbarme contra mí mismo, pero ella puso su mano arriba de la mía.

    —Ahora —comentó exigente y no lo aguante mas.la arrastre, debajo de mí, le baje su tanga.

    Primero empecé a tocarla, para ver si todo lo suficientemente húmedo, y vaya que lo estaba. Incluso me entraron tres dedos mientras ellas gemía sin parar.

    —¡Ay que rico!

    Empecé bombardearla una y otra vez, pero ella acabo.

    —¡Más!

    La miré sorprendido al parecer estaba muy excitada. Ella tomó mi miembro y lo acercó a su vagina. Suspiré, porque la verdad es que tampoco quería quitarle su virginidad.

    Siento, que en parte ese puesto es para Julian.

    A quién en verdad ama.

    No lo aguante más, la penetre de una estocada. Ella abrió los ojos con sorpresa.

    —Me duele —comento.

    —Lo sé, las primeras veces duele pero te trataré , una princesa.

    Empiezo a embestirla, ella en el principio se quejó; pero de pronto apretó su vagina más en contra mío.

    Ver sus piernas en contra de mí, me hacían entender que al aparecer está disfrutando el momento. Empezó a gemir una y otra vez, mientras con mi pene, la embestía de forma lenta.

    Pero yo me estaba enloqueciendo. No hay que acelerar el ritmo , en el trabajo más velocidad, y sus amigos también se aceleraron.

    Ambos nos estábamos besando, con mucha lujuria y pasión.

    De mi parte , había más que amor, sabía que de la suya no. Sin embargo, me sentía bastante satisfecho de tenerla entre mis brazos y de haber sido el primero de haberle hecho el amor.

    Empecé a enloquecer y a besarla sin parar, ella estaba más que predispuesta a mi. Después de algunos minutos, no aguanté más y que acabé y ya. Abrí los ojos sorpresa al darme cuenta de mi estupidez. Podría dejarla embarazada, me separé algo asustado.

    —Podría dejarte embarazada — comenté asustado.

    En cuánto dije esas palabras ella abrió los ojos con sorpresa, y me dijo:

    —Pues, tendré que consultarle a mi ginecólogo —comentó algo aturdida, al darse cuenta tu ginecólogo era Julián.

    —Supongo.

    Ella se alejó, corriendo al baño junto con su teléfono en la mano. No entendía muy bien Qué es lo que iba a hacer, pero yo estaba más que satisfecho. De haberle hecho el amor a la persona que amo.

    A pesar de que más una vez, insistí en que no quería. Puesto que yo quería que para ella fuera especial. Pero bueno, ella había decidido hacer el amor conmigo. Esperaba que fuera por decisión propia , y no en parte por haber estado excitada conmigo.

    Después de eso, aparece un poco pálida, no quise preguntarle a la conversación que habían tenido; a decir verdad en este momento me sentía , un intruso con ella.

    —¿Estás bien? —quise saber algo preocupado.

    —Solo quiero que me abraces —comentó y se quedó refugiada entre mis brazos.

    No dije nada, para que aparecer allá no necesitaba palabra.

    Solamente que la consuele, de un momento al otro no estaba llorando. Aunque sí pude sentir mi camisa un poco empapada. Efectivamente había largado algunas lágrimas, y yo la tenía entre mis brazos.

    —Te quiero —comentó sorprendiéndome.

    —Yo te amo —dije sin pensarlo y en cuanto lo dije, esas palabras retumbando en la habitación por largos minutos.

    Hasta que finalmente ella levantó la barbilla observándome algo confundida.

    —Ya luego, sé que no me quieres del mismo modo, pero aún así me siento feliz de tenerte. El tiempo que pueda hacerlo.

    —Eres él hombre más especial que conocí en mi vida —comentó y me besó de nuevo con una manera diferente.

    —¡Eso porque no has tenido novio! —dije divertido

    —Puede ser

    Se rió.

    —En realidad me han dicho que soy el hombre más aburrido que ha conocido, así que me halagas —comenté.

    Ella se río divertida y me abrazó.

    Me quedé ahí, , un bobo atrapado entre sus brazos, pero aún así me sentía feliz con mi amiga. No esperaba que ella se sintiera del mismo modo.

    ––––––––

    Capítulo 29

    En cuanto ingresé al baño, me doy cuenta que efectivamente estoy temblando. Me miro al espejo, intentando a ver si había algo diferente en mi . pero no , me veo exactamente igual de cómo me vi ayer. Pensé que una vez que dejará de ser virgen, mi cuerpo cambiaría, pero no al parecer estaba equivocada.

    De pronto recordé las palabras de Esteban.

    <<Puedes estar embarazada...>>

    No quería estar embarazada, apenas a los 22 años, y encima estando en la universidad.

    Llamé a la única persona que me podría ayudar. Julian. Después de tres tonos, estába bastante desesperada por saber que hacer. La verdad es que no lo sabía.

    No pensé, que tendríamos sexo. No de qué decirle y de qué manera hablarle ya que no nos hemos cuidado.

    —Gisel ¿cómo estás? ¿Estás bien?

    —Claro, ¿Por qué no lo estaría?

    —Es que son las 6 de la mañana —comentó , si fuera lo más normal del mundo.

    —¡Oh! No me he dado cuenta de la hora, disculpa.

    —No me molesta. Pero... ¿qué te pasa?

    —Pues ¿me pasas el número de mi ginecóloga? —quise saber.

    —Respecto de tu ginecóloga, voy a tener que volver a ser yo; puesto que ella está embarazada y a pedido licencia de maternidad.

    —¡bueno! No importa —comenté para cortar. Pero, estaba muy nerviosa.

    —Dime ¿qué es lo que pasa? ¿te sientes mal por algo? dime soy tu doctor, más allá de todo.

    —Yo... acabo de tener sexo —comente.

    Hubo un silencio bastante aterrador del otro lado, incluso la respiración de Julián se pauso. No entendí muy bien porque, sabía que él no me amaba , que tenía una novia hermosa. Así que tampoco entendí porque reaccionó de ese modo.

    —¿Has tenido sexo con Esteban..? —dijo tartamudeando.

    —Si y no nos cuidamos.

    —Gisel ¿cómo no te vas a cuidar? te dije un montón de formas de protección, en las primeras sesiones.

    —Lo sé, es lo que pasa que estábamos los dos muy...

    —¡No sigas por favor! No quiero saber lo exitada que estabas con otro hombre. Yo... quiero decir, que tendrías que haberte cuidado —carraspeó.

    —Pues, es un poco raro esto pero no sé qué hacer.

    —Pues, vente a mi consultorio, te daré una pastilla.

    —Gracias Julian.

    Julián, el corto, ni siquiera entendí porque cortó tan repentinamente.

    Pero de igual forma me encogí de hombros algo distraída y me acerqué a Esteban. Pero me sentía en ese instante por alguna razón , la cual no entendía: culpable. En cuanto llegué a los brazos de Esteban, las lágrimas salieron, ni siquiera yo pensaba.

    De un momento al otro , ya me encontraba llorando en los hombros de Esteban. Casi digo de julian

    <<Julián...>>

    Me quise dar un cachetazo mental. Por aún seguir pensando en alguien, él cual tiene novia y además acabo de tener sexo con otro hombre. Senti sus caricias detrás de mi espalda; haciéndome estremecer y relajándome un poco más.

    A pesar de eso, mis nervios cómo se hicieron un poco más presentes.

    Suspiré, lo hice un par de veces sintiéndome bastante penosa. Las lágrimas, querían caer en mis mejillas, pero no se las permití. Al contrario, cayeron sobre la blusa de Esteban. Me sentí en ese instante, bastante confundida. Una hora más tarde.

    Me encontraba en las 7 de la mañana, desayunando un café exquisito junto con unas galletas. Los dos hicimos un brindis improvisado. , cada vez que tomamos café.

    Me sentía bien. Aunque en parte me sentía culpable; no entendía muy bien mis sentimientos.

    Era , si una parte de mí, me hiciera recordar cuando era una niña la cual había mentido.

    Aún recuerdo cuando encontré dinero en un cajón y en vez de decirle a mis padres, fui y compré un montón de cosas: lapiceras; un montón de golosinas y tijeras en el kiosco. Lo peor de todo, que era tan inocente que al final me las intercambiaron por gomitas de colores.

    En cuanto llegué a la casa, se dieron cuenta de que faltaba dinero y me regañaron.

    De ese modo me siento en este momento.

    Culpable.

    <<¿Por qué me siento así...?>>

    A pesar de haber hecho algo que no tenía nada de malo.

    Suspiré, después de beber hasta la última gota de café.

    Los dos estamos en silencio, al parecer perdidos en nuestros propios pensamientos.

    Bajo la duda, en la tenue luz de la televisión.

    —¿Estás bien? —quiso saber el de repente.

    —Creo... que sí. Aunque he estado mejor. La verdad que no pensé que el sexo doliera tanto en la primera vez; aunque después... lo disfruté mucho.

    —Pues, según los libros y las películas duele al parecer.

    —Lo curioso es que... Julián nunca me mencionó que dolía la primera vez.

    —Tal vez él quería hacerlo contigo —comento.

    Me giro para verlo sorprendida, y él también del mismo modo.

    Él, al parecer me había dicho sin pensar.

    —El ya tiene con quién hacerlo, con su novia. Así que de igual forma... es algo irrelevante —comenté.

    Él no dijo nada, me abrazó: tomando mi cintura y dejando un beso en mi hombro desnudo.

    Me quedé ahí entre sus brazos, con el teléfono en la mano viendo historias de Facebook. Hasta que me di cuenta que eran las 8 de la mañana.

    Tengo sueño, debido a que no habíamos dormido mucho.

    Estaba agarrando sueño; pero tenía que empezar mi día.

    —¿No tienes que trabajar? —pregunté, en cuanto dije esas palabras me vio asustado.

    —Giss, tienes razón; pero podría ir un rato más tarde —ronronea en contra de mi cuello besándolo.

    Cierro los ojos sintiéndome de nuevo, con placer. El empiezo acariciar con sutileza mi espalda, pasa a través de mi columna vertebral, erizando mi piel cada vez más.

    Empezó a dejar besos encima de mi hombro. Después empezó a bajar hasta mi espalda, pasando por mi cintura y dejando una línea de besos, los cuales no parecían tener fin.

    Me doy la vuelta, lo tomo del rostro besándolo con pasión.

    Me subí encima de su regazo, ayer me apretó de nuevo contra el.

    De pronto recordé, que no me había cuidado y me separé de esos besos; haciendo una mueca.

    —Tengo que ver con que me dio cuidarme —comenté.

    — Ya luego lo sé, tienes razón. Lo mejor va a ser que nos separemos.

    Yo asentí, pero ninguno de los dos se separó.

    Capítulo 30

    Me rió divertida, porque el introdujo las manos debajo de mi blusa y empezó a hacerme cosquillas. Lo miré con una ceja levantada, puesto que yo no tenía cosquillas.

    Después de haber tenido tantos primos mayores, los cuales me hacían cosquillas hasta el cansancio, había tenido que fingir la habilidad de no sentirlas. De esa manera me hacian cosquillas, después se cansaron de hacermelas.

    El verdadero problema, es que ya no siento cosquillas, después de los 13 años ya no siento nada de ese tacto .

    Me entristece, porque en parte era divertido ser cosquilluda.

    Esteban cómo me miró sin entender muy bien ¿por qué no me estaba riendo?

    —Yo, no siento cosquillas —comenté finalmente.

    —¿De verdad? Yo nunca había conocido a alguien que no tenga cosquillas —comenta.

    —Pues aquí la tienes.

    No dijimos nada, simplemente me quedé apoyada en su pecho y él empezó a repartir caricias en mi espalda.

    De pronto, nos dimos cuenta que era aún más tarde. Me puse de pie a regañadientes, y me fui a bañar.

    Mientras estaba desnuda en la ducha, terminando de borrar mi cuerpo, y dándome pena de usar los shampoos de hombre de él.

    Ya que me había olvidado traer los míos.

    Siento la puerta ser abierta.

    Esteban cómo empezó a quitarse la camisa, junto con el boxer.

    Me quedé sorprendido observandolo.

    No me había puesto a verlo con detalle, y él es muy atractivo.

    <<Está muy bien distribuido...>>

    Tiene el cuerpo todo unificado, los músculos los tiene por doquier.

    <<Me siento de nuevo....mojada>>

    Incluso un buen trasero y unas buenas piernas. Lo recorrí con los ojos de arriba, abajo hasta centrarme, en su gran miembro el cual ya estaba erecto.

    <<Quiero que me penetre de nuevo...>>

    —¿Estás feliz de verme? —comento divertida.

    —Si... Lastima que no podemos usar esto —dijo señalando su miembro.

    —Pues supongo —comenté algo avergonzada.

    Puesto que él nunca me había visto con anterioridad, desnuda. Intenté cubrirme con mis manos, pero no parece suficiente.

    Él me sonrío, sin embargo no hizo nada. Empezó a pasar jabón en el cuerpo, yo divertida empecé salpicar lo.

    Esteban se río, introdujo la cabeza entre la regadera, atrapandome en un beso.

    Parecíamos de esas típicas películas románticas, de los cuales los amantes: se besan abajo de la lluvia.

    Nada más, que tenía un ojo medio pegado debido al jabón, mientras intentaba apartarme de sus besos.

    —Amor llegarás tarde —lo regañé.

    <<¿Le acabo de decir amor..?>>

    El asintió y empezó a echarse shampoo. No pudo evitar reírse, al darse cuenta que yo había usado del mismo, se acercó a mí, olfateo mi cabello.

    —Te queda bien mi champú amor.

    Ante esa palabra, me sonroje.

    —Lo lamento... me olvidé traer esas cosas —dije tartamudeando.

    —Sí verdad... no te preocupes.

    —No pensé que me a bañar y aquí —comenté apenada.

    —No te cubras cómo eres hermosa. Nunca había visto una mujer tan perfecta , tú —comentó en mis labios y me dio un casto beso pero tierno.

    En ese instante, por primera vez mi corazón latió, por el.

    Me quedé un par de minutos observandolo, mientras se fregada la cabeza , un chiquito, con champú y luego se agregó acondicionador.

    Después de pasar el jabón por todo su cuerpo, principalmente de sus testículos: me quedé embobada.

    Al final me doy cuenta, es la primera vez estaba viendo un hombre desnudo.

    Tal vez era eso, o eso es lo que pensé.

    Cuando quite mi vista, de su cuerpo masculino. Yo empecé a terminar de enjabónarme: , siempre tenía la dificultad de hacerlo mi espalda.

    Cuando intenté llegar con más esfuerzo, de pronto sentí que el jabón me lo habían arrebatado.

    Al girar algo confundida y con una ceja levantada me doy cuenta que Esteban me está refregando la Espalda.

    Él empezó a acariciar mis pechos. Confundida y con los ojos abiertos con sorpresa, me dejé llevar.

    Esteban entre besos; comenzó a pellizcar, con sutileza mis pezones y luego empezó a bajar hasta mi zona íntima. Me quedé perdida ahí entremedio de sus caricias.

    En cuando me di cuenta que ya estaba libre de jabón: salí al exterior y tome un toallón al azar.

    Empecé a acercarme y él me miraba de la ducha. Le saqué la lengua

    Y me aparte.

    Tomé mi misma ropa. Aunque a diferencia me voy a cambiar la ropa interior.

    La guarde en una bolsita, dispuesta a llevarla para lavar.

    —Si quieres puedes lavar tu ropa aquí —comentó Esteban desde el baño.

    Me parece una buena idea , además ahorrare el jabón.

    Dejé la ropa en el suelo, me cambio completamente. Yo quería usar la misma ropa de ayer, pero me di cuenta que se darían cuenta , que no había estado en mi casa.

    Básicamente me da igual.

    Me puse un vestido largo que llegaba hasta los talones. Pero de igual forma marcaba de buena manera mis curvas.

    No eran muchas pero algunas tengo.

    No enía puesto un corpiño, puesto de que lleva unas telas, que lo disimulaba.

    Me empecé a ver en el gran espejo que había a un costado.

    Nada que ver, al trozo de vidrio de mi pieza.

    Incluso tiene luces en cada rincón.

    ¡Me siento tan pobre..!

    En ese momento me sentía de alguna manera extraña. Sabía que tenía que ir al consultorio de Julián, pero me sentía bastante feliz.

    —¡Me tengo que ir! —grité.

    —¡Te extrañaré! —comento y yo me aparte de la habitación.

    Había dejado primero la ropa sucia el canasto, y después bajé a gran velocidad por los peldaños.

    En cuánto salgo al exterior, el sol me atrapó. Empecé a caminar con prisa, puesto que no quería molestar a Esteban para que me llevara.

    Tan solo son unas cuadras.

    En cuanto llegue frente a frente al consultorio, empecé a sentir los latidos de mi corazón un poco más pesado.

    Mis pasos, empezaron a dificultarse, debido a que mis piernas comenzaron a transformarse poco a poco e gelatinas.

    Tragué saliva, haciendo un gracioso ruido en el acto.

    <<Me voy a desmayar>>

    La secretaria , siempre me atendió con amabilidad, y después de esperar unos minutos Julián apareció.

    Lo mire embobada, a decir verdad aún no me acostumbro a la idea de verlo con su ropa habitual, y con guantes de látex.

    Solo en mis sueños...

    En el momento que él me miró: mi mundo entero se puso patas para arriba.

    —Por aquí señorita Gisela —comentó y yo me levanté, después de tomar mi cartera.

    —Con permiso —comenté algo apenada y él me indicó con su mano que me siente la camilla.

    En cuanto lo hice, sentí que un líquido me bajaba por la vagina; algo confundida se lo dije.

    —Julian, siento que algo me baja por bragas —comenté algo confundida.

    El carraspeó algo incómodo, al parecer.

    El se acercó a mí con guantes de látex.

    —Recuéstate y levántate el vestido que realizaré un tacto.

    —¿Un qué...? —pregunté aterrada que eso me doliera.

    —Tranquila, nunca te haría daño.

    Suspiré, asintiendo.

    Hice lo que él me mandó por levanté mi vestido y el bajó mis bragas, no puedo evitar erizarme con el contacto.

    Además lo hizo con una lentitud que me hizo enloquecer.

    Sus dedos empezaron a acariciar con sutileza mi vulva, también empezaron a pasar levemente la yema de su dedo, por mis labios vaginales. Cerré los ojos dándome cuenta que me estaba excitando, de nuevo.

    Pronto también sentí un dedo sobre mi clítoris.

    —¿Eso es necesario...? —dije con la voz entre cortada.

    Estaba muy excitada.

    El nego, cuando empecé a sentir que me penetra con dos dedos.

    Cerré las.piernas por instinto, con una mano acaricia mi clítoris hinchado y con la otra siento que está sus dedos dentro de mí.

    —Ay... —gemí, no pude evitar hacerlo —lo lamento...

    —Está bien. Aunque ese flujo vaginal , es esperma.

    —Pensé que había salido en cuanto me bañé con él —comenté sin pensarlo.

    Él abre los ojos con sorpresa, y ahí y apretó el puño. No entendí muy bien su actitud.

    —Al parecer, has tenido una noche alocada de sexo —comento en forma seca.

    —No me importa. De igual forma estás bien. Te estaba haciendo tacto, y

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