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Eres mía, italiana: Artistas, #2
Eres mía, italiana: Artistas, #2
Eres mía, italiana: Artistas, #2
Libro electrónico293 páginas3 horas

Eres mía, italiana: Artistas, #2

Por Orla

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Información de este libro electrónico

Una mujer con un pasado trágico y un hombre que ya no cree en el amor por haber sido traicionado.Presos de una borrachera, ceden a una boda rápida. 

Por mas que se empeñen en negarse, el destino los unirá. Comienza una carrera para esconder lo sucedido.

Una boda, un chantaje, una mentira...

¿Qué podría salir mal? ¿Podrán arreglar los malentendidos que los envuelven?¿Aceptarán que entre ellos hay mas que lujuria?

IdiomaEspañol
EditorialOrla
Fecha de lanzamiento13 mar 2024
ISBN9798224690459
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    Eres mía, italiana - Orla

    Eres mía, italiana

    Prologo

    Las Vegas

    Nicki estaba tomando su séptimo trago, primero fue al casino y estuvo allí apostando un buen rato, era bastante buena en el póker y el truco, pero luego de jugar unas manos, se aburrió. Ese día era el aniversario de la muerte de André, estaría cumpliendo veintiséis años. Aún recordaba su sonrisa, su cariño, su sinceridad. Ella lo adoraba, era su mejor amigo, casi su hermano y cuando éste murió, una parte de ella también lo hizo.

    Por mucho tiempo, apenas comió y solo lloraba, pero luego, debido a la insistencia de sus tíos comenzó a vivir nuevamente o a intentar vivir, en todo caso.

    Ya se estaba sintiendo borracha, esos días eran en los que ella más recordaba todo y quería desaparecer. De hecho, lo hacía, casi siempre se emborrachaba hasta caer rendida y se alejaba de todos unos días y/o se la pasaba llorando en el cementerio.

    Pero esta vez, tendría que conformarse con tomar hasta solo caer rendida en la cama. Por suerte el casino tenía hotel y ella se hospedaba allí. Deseaba con tantas fuerzas estar en Italia, pero sus tíos le pidieron por favor que viniera a ver a unos clientes a Las Vegas. Se había reunido con uno de ellos en la tarde, y este había aceptado los nuevos vinos y había solicitado más. Su familia era dueña de uno de los viñedos más importantes de Italia y lo distribuían por todo el mundo. La joven pidió otro trago y divisó que por las puertas entraba un hombre muy guapo. Este fue hasta la barra, pero en el lado contrario en el que ella estaba. Ella se le quedó viendo un buen rato, parecía pensativo y se arriesgó. Fue hasta donde estaba y se sentó junto a él.

    —Hola...

    —Hola— respondió el sujeto, aún mirando hacia delante.

    —Soy Nicki... ¿estás bien? ¿Eres de aquí?

    —Mmm... soy Dylan, solo estoy de paso ¿y tú? — dijo el mirándola y levantando una ceja, intrigado.

    —Tampoco, estoy aquí por... podría decirse que negocios...

    —Negocios ¡eh! Yo también, en realidad, ya terminé lo que tenía que hacer, pero me daba pereza tomar un vuelo de nuevo a casa.

    —Qué suerte tienes. Yo tengo que reunirme con un cliente mañana de noche.

    —Mmm...— la miró y le tocó el pelo, ambos sintieron esa corriente eléctrica que los atravesó.

    —¿Puedo sentarme contigo y tomamos juntos? — preguntó ella.

    —Claro, entonces... dime ¿qué hace una chica tan bonita como tú, sola, un viernes por la noche?

    —Yo (...)

    Estuvieron charlando largo rato, de todo y nada a la vez. Nicki se mostraba mimosa con él, ya estaba bastante tomada y solo reía.

    DYLAN LA MIRABA, DISFRUTANDO de la vista. Había llegado exhausto, pero contento por haber firmado un nuevo contrato. Su empresa estaba creciendo a pasos agigantados, y, tanto él como su socio y amigo Ryan, estaban de acuerdo con que debían expandirse a Europa. Cuando llegó al bar, lo hizo con una idea, tomar algo y luego ir arriba a su habitación a dormir un rato. Su vuelo saldría al amanecer y solo le iba a dar tiempo para dar una cabezadita y luego marcharse a su casa, a Chicago. Sin embargo, cuando esa mujer se le acercó, y luego de hablar unos instantes, se dio cuenta que sus planes podían fácilmente cambiarse. La chica se veía muy feliz, pero ida a la vez. Era raro, pero ella le generaba curiosidad y le daba ganas de querer conocerla mejor. En cierto momento, en el que ella se quedó callada, pudo ver tristeza en su rostro y, queriéndole animar, le dijo

    —¡Ey!, quita esa cara. ¡Vamos! ¿qué quieres hacer? ¿quieres salir a caminar? La noche esta preciosa— apenas terminó de decir eso, se dio cuenta lo cursi que sonó. Bueno, esa noche se estaba comportando como un adolescente. Era obvio que el alcohol lo ablandaba.

    —¿Mmm?—de repente su cara adquirió un leve sonrojo— oye ¿quieres casarte conmigo?

    —¿Qué? ¿casarnos? Eso es muy drástico— resopló el, riendo, creyendo que era tan solo un chiste.

    —¡Vamos! —se levantó ella—Será divertido. ¿Acaso eres un hombre aburriiiido, que siempre hace lo que debe y no se arriesga? — se mofó ella mirándolo con ojos chispeantes.

    —¡Oye! — se quejó él — atacando mi vanidad, no lograrás nada.

    —¡Vamos! Sabes bien que lo que sucede en Las Vegas, se queda en Las Vegas— insistió ella tirando de él y llevándolo hacia un pasillo a unos metros.

    Llegaron a un salón donde había unas cuantas parejas disfrazadas. En cierto instante cuando aún esperaban en la fila, Nicki comenzó a reírse y Dylan la miró extrañado

    —¿Qué sucede?

    —Es que...— unas carajadas salieron de ella— es que... mira allí— señaló hacia una pareja que estaban haciéndose cariñitos— esa pareja es un aguacate ¡un aguacate! ¿Entiendes? Cada uno es una mitad. Al hombre le queda genial el carozo, tiene tanta barriga. Son tan graciosos ¿no te parece?

    —Lo que creo es que estas demasiado borracha— dijo él queriendo sacarle de la fila.

    —¡Claro que no! — levantó dos dedos y le dijo— mira, aquí tengo... dos... si, dos dedos.

    Minutos después, les llegó el turno a ellos, ella dio sus datos, los que alcanzó al balbucear en todo caso y él hizo lo mismo, sabiendo que se iba a arrepentir luego.

    Algunas firmas después, ya eran marido y mujer. Nicki se reía sin parar, y se preguntaba y respondía cosas tontas que le despertaban más risas. Dylan rebuscó en su cartera la llave de su habitación y la hizo entrar casi a rastras, ya que ella estaba pegada a él y casi no lo dejaba caminar. Una vez allí, ella fue directo a la cama.

    —Mi habitación es una suite ¿no te gusta? A mi me encanta, tiene resortes ¡mira! — se paró encima y comenzó a saltar una y otra vez como niña pequeña.

    —¡Ya para! ¡te vas a caer! — la retó el, preocupado— aunque lo niegues, se te subió a la cabeza el alcohol y si sigues así te darás en la crisma. —La sacó de la cama y la colocó sobre la cómoda. Cuando él la puso allí, ella le vomitó encima y lo miró avergonzada. El suspiró y le dijo— quédate aquí, me iré a cambiar al baño.

    Dylan fue hasta el tocador, se quitó la camisa y la limpió como pudo. Salió y vio que Nicki dormía en el centro de la cama, acurrucada, abrazándose a si misma. La ubicó en una posición que le resultaría más cómoda y la tapó con cuidado para no despertarla. Aunque si se ponía a pensar, ni una estampida la despertaría.

    Casado... estaba casado... ¿cómo se dejó convencer? — pensaba Dylan— ve una cara bonita y hace lo que esta desea. Se quitó el pantalón y se situó a su lado, quedándose tan solo en bóxer. Mañana debería arreglar ese problema, no podía estar casado. Él no era partidario del matrimonio, es más, se había jurado jamás cometer el error de casarse. Además, ni siquiera podía echarle la culpa al alcohol que había injerido porque él no había tomado lo suficiente como para emborracharse, al grado de perder el juicio y cometer una locura.

    En cambio, Nicki si, al otro día probablemente tendría un terrible dolor de cabeza. Tendrían que anular o divorciarse. El no permanecería casado bajo ninguna circunstancia. Era muy bonita y seguramente sería fogosa en la cama, él ansiaba desnudarla y hacerle el amor, hacerla explotar una y otra vez hasta que cansados cayera rendidos, pero no se ataría a nadie. Nunca.

    AL OTRO DÍA, DYLAN despertó primero, vio que nada había sido un sueño, el anillo estaba puesto en su dedo al igual que en de la chica. Ella dormía plácidamente, su brillante pelo rubio extendido sobre la almohada. Estaban frente a frente, de costado, él inconscientemente, la tenía sujeta de la cintura. La miró un buen rato, la joven parecía estar teniendo un mal sueño o se sentía mal porque tenía el ceño fruncido y apretaba las manos. Él procedió a aflojarle los dedos y acariciarle la cara con ternura. Esa mujer era preciosa y él, aunque no lo admitiría en voz alta se divirtió mucho con ella. Nicki era graciosa y lanzaba de repente esas frases desconcertantes que le hacían pensar en qué tipo de vida tuvo. Siempre que él le hizo una pregunta muy personal, ella redireccionaba la conversación a algo en lo que se sentía cómoda. Él lo dejó pasar ya que, como había decidido, se quedaría en Las Vegas a disfrutar de ella unos días, hasta que se acabara la chispa. Luego arreglarían el divorcio y si te he visto, no me acuerdo. Simple.

    Deslizó su pulgar debajo de sus ojos, tenía ojeras. Ella reaccionó instintivamente y, aún dormida, agarró su mano y la puso debajo de su cabeza.

    —No me dejes André— murmuró ella— por favor no me dejes, te quiero demasiado... por favor... por favor— siguió ella.

    Dylan se salió de la cama enfurecido. El no sería plato de segunda mesa de nadie. Él, pensando en quitarle la ropa y ella pensando en otro. ¿Un amante? ¿Novio?. Se sintió como un tonto, traicionado, le había preguntado si había un hombre en su vida y aunque ella le contestó que no, por experiencia sabía que las mujeres mentían a diestra y siniestra. Esta no era la excepción. No tendría sexo con una mujer que cuando estaba con él, pensaba en otro.

    Buscó su ropa y se la puso. Escudriñó la habitación y encontró su reloj. Revisó si no se olvidó de algo y miró nuevamente hacia la cama. Tendrían que arreglar su estado civil pronto. El no permanecería casado y menos con una mujer tan falsa. Le quitó la alianza que ésta tenía y la colocó en su bolsillo, yendo hacia la puerta.

    —Hasta pronto. Espero que te arrepientas de haberme conocido, tanto como lo hago yo— susurró él, para luego salir y cerrar la puerta con fuerza.

    Capítulo 1 - Italy

    Ya hacía dos semanas que Nicki había vuelto de África, había alquilado una nueva casa, su familia y amigos le había sugerido que se la comprara, pero ella se negó, no quería algo que la atara a un lugar. Pensó mucho para decidirse, si su hogar era pequeño, tal vez no habría tanto desorden, que era lo que la caracterizaba. La casa tenía un patio atrás, especial para que su nuevo perrito disfrutara de él. Lo encontró lastimado a unas calles de una panadería a la que siempre iba. Estaba sucio y flaco, así que imaginó que no era de nadie y se lo quedó para ella.

    Bostezó y se recostó una vez más. Se sentía muy cansada. Mientras estuvo en África, hizo todo lo que pudo para ayudar a los niños y personas del lugar, ella particularmente estaba con los más pequeños, los cuidaba y les daba todo el amor que podía. Allí necesitan más dinero que ayudantes, así que, desde que tuvo más solvencia económica (propia) comenzó a donar dinero a una cuenta que había sido creada para esos fines.

    Desde hace casi un año que estaba yendo y viniendo, aportaba su granito de arena y eso la hacía sentir mucha satisfacción. La primera vez que fue, pescó un virus que la mantuvo enferma varias semanas. A veces se sentía indispuesta y debía recurrir a las pastillas que el doctor le había recetado, pero en lo posible, trataba de no tomarlas. No le gustaba depender de medicamentos.

    En poco tiempo sería la boda de su amiga, quien ya había dado a luz mientras ella estaba aún en África. Su sobrinita era preciosa, la vio cuando aún dormía, pero reconoció que era una completa ternurita. Gina y Ryan, sus padres, estaban embobados por ella y Nicki no podía culparlos, además, también estaba el pequeño Marco, el niño que sus amigos habían adoptado hace poco. Marco era moreno y tenía una particularidad, tenía heterocromía, y de acuerdo a lo que escuchó, las personas no querían adoptarlo precisamente por eso, porque lo veían como anormal, no entendía cómo había gente tan cerrada. Ella, por el contrario, lo veía adorable. Si era por ella se lo comía a besos. En ese momento, escuchó unos pasitos y miró hacia el suelo, sonrió y habló.

    —Ven aquí bebé, dale un besito a mamá— el perrito, como si entendiera dio un cómico saltito hasta la cama y le lamió la cara.

    Ella lo abrazó fuerte y lo dejó sobre la cama. Fue hasta al baño y se dio una ducha rápida. Luego, agarró el peine e intentó peinarse, pero como estaba tan enredado, desistió, y lo dejó así. Como su cabello era lacio ni se notaba que estaba despeinada. Se puso un poco de perfume y salió rápido. Hace diez minutos tendría que haber llegado a la casa de Gina y por, sin querer, aplazar la alarma, iba tarde. Condujo rápido y tocó el timbre. Su amiga la recibió contenta y la abrazó efusivamente unos segundos.

    —¡Ey! ¿qué sucede? es obvio que me has extrañado ¿no? — rio Nicki

    —Por supuesto que sí. Ven pasa— le contestó Gina— Maia duerme, pero Marco está jugando con autitos que le trajo mi hermanito.

    —¡Uy! Las veces que vengo, la niña duerme ¿a quién habrá salido?

    —¿Tal vez a su tía? Tú eres la persona más dormilona que conozco— la reprendió ella.

    —En fin... no estábamos hablando de mí. ¿Como está Marco? Mira lo que le traje— salió corriendo y fue al maletero del coche a buscar el monopatín que le compró.

    —Nicki... no tenías que molestarte— miró el regalo— le gustará mucho, te lo aseguro. Mi papá le dio un cuatriciclo eléctrico, pero aún es pequeño para usarlo. Estoy segura que el monopatín lo podrá utilizar desde ya. ¿Quieres dárselo tu misma?

    —Claro que si— dijo ella yendo hacia donde estaba Marco.

    —Tiiiia— gritó el pequeño cuando la vio. Se lanzó hacia ella y ésta lo abrazó fuertemente y besó en sus cachetitos redonditos. Aspiró su aroma a bebé y le sonrió.

    —¿Como está mi niño adorado? Mira lo que te traje— comentó ella mostrándole el juguete.

    —Gracias— dijo sonrojado el niño, miró hacia su mamá y preguntó— ¿puedo jugar afuera?

    —Claro que si cariño, solo ten cuidado. La tía y yo te estaremos viendo desde aquí, ¿sí?

    El niño salió feliz, subiéndose al monopatín al instante. Gina se le quedó mirando y Nicki le preguntó

    —¿Está todo bien? Me miras raro Gi.

    —No, no pasa nada. Pero, ¿puedo preguntarte algo?

    —Claro, dime— contestó Nicki extrañada.

    —¿Estás saliendo con alguien?

    —¿Qué? ¿saliendo con alguien? Mmm... no ¿por? — ni se le ocurriría contarle que desde hace unos meses tenía un sueño recurrente: un hombre con mirada penetrante y dulce sonrisa la visitaba en sueños. Su amiga pensaría que estaba loca. De hecho, ella mismo lo pensaba, ni siquiera conocía a ese sujeto, pero cuando soñaba con él se sentía segura y protegida. El único que lo sabía era Lucca, su mejor amigo y en ocasiones le cargaba con eso, diciéndole que era una señal de que necesitaba un hombre.

    —Nada, solo me preguntaba si estabas con alguien.

    —Ahh, pues no. De hecho... si, de hecho, la última vez que estuve con alguien fue esa vez que tu aún estabas aquí. ¿Recuerdas? — señaló ella traviesa.

    —¿Y no estuviste con nadie desde esa época? — siguió indagando su amiga.

    —Mmm...—se frotó la barbilla— no, ¿por? Estoy saliendo con Lucca, ahora que volvió de Nueva Zelanda, estamos pasando mucho tiempo juntos, pero sabes que es gay, y lo hacemos en modo amigo.

    —Lo se. Me gusta como es contigo él, te cuida y te quiere mucho.

    —Si, tengo suerte. Entrenamos juntos y siempre está alentándome a que siempre puedo más. Tiene un sentido de la moda fenomenal, me ayudó a comprar un vestuario para los eventos próximos. Ahh... hablando de eventos, con respecto a lo de los documentos de la fundación... ¿sabes si Ryan pudo hacer algo?

    —Se que fue al registro. Y me comentó que quieres que sea secreto tu apoyo. ¿Puedo preguntar por qué?

    —Es que... prefiero que la gente piense que soy frívola o hasta tonta. No quiero que piensen que soy buena persona, ni tampoco deseo reconocimiento ni nada de eso.

    —Ay Nicki, no importa lo que la gente piensa, tú eres hermosa, por dentro y por fuera— dijo Gina mirándola cariñosamente.

    —Puede ser, pero es mejor que nadie lo sepa.

    —Está bien. ¿Estarás aquí para la boda verdad?

    —Intenta detenerme— en ese instante, las chicas escucharon un balbuceo desde el monitor del bebé y Nicki se apresuró a pedir— ¿puedo traerla? Ansío verla— dijo toda ilusionada ella.

    —Ve, yo me quedaré viendo a Marco, está feliz con su nuevo artilugio.

    —Gracias, gracias— soltó ella y salió corriendo hacia la habitación.

    Minutos después Nicki regresó con la niña en brazos y con una sonrisa, mirándola hipnotizada.

    —De verdad Gina, esta niña es una dulzura, mira esos ojazos y esa naricita tan perfecta. ¿Y estas manitos? Son suaves y delicadas. Te pasaste al hacerla— rio ella.

    —No puedo creer que sea mía, a veces la miro y me asusto de lo que casi me pierdo— comentó emocionada.

    —Gracias a Dios ambas están bien. Cuando llegué y Alina me contó lo que te sucedió... me dio mucho miedo por ti y por Maia. No sé qué haría sin ti, eres una de las personas a la que más quiero y necesito. Tu y ella son mis mejores amigas— dijo ella acariciando la cabeza de la niña distraídamente.

    El embarazo de Gina era de riesgo y estuvo muy complicada un tiempo.

    —Nosotras también te adoramos. Y queremos que seas feliz.

    —Pues yo soy feliz así. Las tengo a ustedes, con mis tíos me amigué, mis esculturas van genial y la fundación también.

    —Está bien, no te insistiré mas.— En eso escucharon en sonido de las llaves y entró Ryan con un ramo de flores en una mano y en la otra, un conejito rosa de peluche y un camión de bomberos de casi treinta centímetros.

    —¡Hola chicas!

    —Hola amor. Llegas pronto— respondió Gina

    —Si, de hecho, el cliente pospuso nuestra reunión para la tarde, así que fui al centro comercial y compré algo para nuestros hijos y como a ti te encantan los jazmines... no dudé en traértelas. El vendedor me dijo que son frescas, puedes sentir su aroma.

    —Gracias. No era necesario. Me mimas mucho— le abrazó ella. Él la agarró de la cintura y la envolvió en sus brazos.

    —Nada es suficiente para ustedes. Adoro mimarlos.

    —Bueno, gente— carraspeó Nicki y continuó— Aquí tenemos niños. — alzó las cejas, pícara—En fin... justo le preguntaba a Gina si pudiste tramitar los papeles de la fundación.

    —Ohh, claro. Ya está todo hecho. Hoy de tarde te lo iba a llevar, pero aprovecharé ahora— miró a su mujer y tomó su mano— ¿me acompañas?

    —¿Y cómo para qué te va a acompañar? ¿Acaso no sabes cómo quitarte la corbata o abrir el cajón para buscar los papeles? — se rio de su propio chiste— es broma, es broma, es la costumbre de siempre tener que dar una réplica. Disculpen chicos, vayan, vayan— dijo ella mientras besaba a la niña en su mejilla.

    GINA Y RYAN ENTRARON en la habitación y él la abrazó fuertemente.

    —Hace horas estuvimos juntos, pero te extrañé mucho cuando estuve fuera. Te amo demasiado pelirroja.

    —Yo también te amo. Muchísimo, tú y nuestros hijos son lo que jamás creí tener, pero ahora no puedo imaginar mi existencia sin ustedes— unos segundos después indagó— ¿averiguaste si mi hermano y Nicki están verdaderamente casados? - como Ryan ayudaba en la parte legal de la fundación de Nicki, hace poco se enteró que la chica estaba casada, y con nada menos que con su cuñado y mejor amigo.

    — Si, definitivamente lo están. Es legal. ¿Tanteaste la situación con ella? ¿qué te dijo?

    —Es raro, le

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