Unstoppable
Por Wilian Arias
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La odisea de un homosexual, solo la conoce el que la vive.
…yo soy quien debe aceptar y simplemente amar quien soy, ¿acaso tus padres te confesaron que eran heteros? Fabri, no necesitamos confesar quienes somos, no a los demás sino a nosotros mismos, es nuestra vida, la viviremos con o sin su aprobación.
Este parlamento resume la idea central de una ¿cursi historia de amor? Que va más allá de los conflictos de un adolescente que vive el trance de "salir del closet" cuándo el verdadero encierro es el que tiene en su oscura mente que no lo deja ser feliz.
Wilian Arias
Wilian Antonio Arias nació en el municipio de El Sauce, en el salvadoreño departamento de La Unión, en 1987. Aunque en un principio se estableció en Washington, D.C., y Virginia, actualmente radica en el Estado de Los Ángeles, California. No hay duda que Arias añora el lugar donde tiene sus raíces: San Juan Galares; ya que todas sus novelas y cuentos giran alrededor de hechos —algunos reales y otros producto de la imaginación— que suceden en los sitios que fueron parte de su vida: ríos, haciendas, caballos, vacas y todo tipo de animales domésticos que son parte del quehacer diario en los hogares campesinos de los países latinoamericanos, en especial en el oriente su país. Arias solo logró finalizar sus estudios de secundaria (bachillerato) para emprender junto a su madre el viaje con rumbo Norte. Su travesía por Guatemala y México hasta llegar a Estados Unidos estuvo llena de todo tipo de obstáculos, como sucede con la mayoría de inmigrantes. Pero también ha sido un obstáculo su adaptación a una cultura diferente. Sin embargo, a pesar de la dureza de los cambios, Arias encontró el ambiente perfecto para desarrollar sus dotes de escritor autodidacta, que lo practica desde que era un niño. Hasta la fecha el joven autor ha escrito seis libros que han sido publicados por la editorial Palibrio, SHARED PEN Edition y FT Editores § Sherezade Martinez.
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Unstoppable - Wilian Arias
AWABOOKS
Primera edición: noviembre, 2022
Madrid, España
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NOTA
La odisea de un homosexual, solo la conoce el que la vive.
...yo soy quien debe aceptar y simplemente amar quien soy, ¿acaso tus padres te confesaron que eran heteros? Fabri, no necesitamos confesar quienes somos, no a los demás sino a nosotros mismos, es nuestra vida, la viviremos con o sin su aprobación.
Este parlamento resume la idea central de una ¿cursi historia de amor? Que va más allá de los conflictos de un adolescente que vive el trance de salir del closet
cuándo el verdadero encierro es el que tiene en su oscura mente que no lo deja ser feliz.
Ustoppable
WAFA
Cree en ti
y serás Imparable
CAPITULO 1
Fabricio
Soy Fabricio, un « cute boy» , tengo diecisiete años de edad, soy el « litle babe» de mamá, disque apenas empiezo a lidiar con mi vida. ¡No! ¿Eso creen?, no es así, desde muy chico mis familiares y conocidos me han hecho la misma pregunta: «¿Tienes novia?», día con día me han martirizado, me han metido al armario haciéndome vivir como una mentira. Desde que tengo uso de razón estoy confundido con las típicas preguntas que se haría cualquier chico en tormentos de aceptación.... es mi pesadilla, porque solo mis parientes conocen mi secreto.
Voy a contarles mi historia, algunas vivencias como cualquier otra; la historia que a ti también te puede estar pasando, te puede pasar o te pasó.
TODO COMENZÓ A MIS doce años, en mi ciudad, aquí, justo en Washington DC, Estados Unidos de América, cuando estudiaba en High School. Estaba con mis amigos, ellos charlaban sus cosas mientras me alejaba distraídamente, siempre les buscaba defectos, aunque no entendía porque, algo de ellos me disgustaba en especial de Wallis Williamson, a quien solía llamar Wallis. Ellos tenían sus chicas, algunos las llamaban sus novias, otros los ligues de los que contarían sus vivencias, mientras yo, no tenía una novia de cual hablar, era virgen a esa fecha, solo un chico bobo, inexperto, cobarde y miedoso, había tenido fantasías; pero no era con chicas sino con chicos.
¡Ah! Se me olvidaba presentarme oficialmente, ¡hola! Yo soy Fabricio Claros Noriegas, me pueden decir; Fabricio, aunque para mis amigos soy Fabry. Bueno este es el colegio en el que estudio, Bell Multicultural Hight School, esta es la cancha de basquetbol. Me encantan los deportes, y estas tres chicas que vienen hacía a mí, ellas son el trío de locas amigas mías.
Alyssa Chavarría es la flaca más rebelde, amo sus cabellos pintados, su estilo, su delgadísimo cuerpo, somos los más flacos, y compartimos créditos de gustarnos el mismo chico, con la diferencia de que ella ha sido honesta conmigo, me ha confiado sus sentimientos por Wallis, cosa que yo no, pues ni yo mismo he aceptado lo que soy.
En mi casa. Era la hora de la cena. Un momento antes de pasar a consumir los sagrados alimentos, déjenme contarles que; por ahora vivo en esta bella casa, rodeado de lujos, comodidades, ese hombre de barba grande es mi padre, Porfirio Noriegas, la mujer que esta a su lado es mi madre; Margarita Claros de Noriegas, y el chico que se lame hasta los bigotes con el muslo de pollo, ese es mi hermano mayor: Luis Alexis, musculoso, típico de los gimnastas, ¿es guapo como yo, ¿verdad? La chica con la boca llena, esa es mi hermanita mayor que yo, si la ven gordita es por amor a la comida, es Mónica, esta es mi familia, no somos ricos, pertenecemos a lo que llaman una clase media, mis padres, no son dueños de ningún emporio, son empleados de hoteles, sino que son asalariados, algunas veces trabajan tiempo extra, días feriados y hasta enfermos; pero todo lo hacen por darnos una mejor vida. A los tres se nos inculcó el hábito de la responsabilidad, trabajamos para ayudar con las necesidades de nuestro hogar.
Terminamos la cena, todos estábamos en la hora de dormir, este es mi cuarto, bien adornado, con muchos pósteres de chicas hot (Britney Spears, Billie Eilish, Marilyn Monroe, entre otras), bellas, sexy, por ahí tengo revistas triple x, esta es mi compu.... aquí es donde tomó mis largas siestas, para mí, mi cuarto sagrado, este soy yo, un chico común y corriente, con tantos lujos que tengo; pero ni estos lujos pueden calmar la pena que por dentro llevo desde hace mucho. He dicho que tengo los pósteres de chicas medias desnudas en las paredes de mi habitación, claro; pero en realidad lo decoró mi hermano, por mi tuviera pósteres de princesas de Disney o postales de diferentes lugares turísticos del mundo, sobre to do de esas siete maravillas en las que he fantaseado hacer el amor con el chico de mis sueños, con ese, al que cada que lo veo me hace dedicarle esa canción de Olivia O’brien «I love I hate you».
Cuando trato de dormir se me dificulta, puede llegar la madrugada y no dejo de pensar en que parece un galán de revista para adolescente, a veces se parece a uno de los «One-Direction», ¿Saben? En ocasiones me sonríe, siento que le gusto; pero cuando lo veo rodeado de tantas hermosas chicas, me pongo energúmeno, ¡lo odio! Basta con una sola sonrisa burlona de él para ponerme a temblar hasta el rabo y lo amo... así vivo, amando y odiándolo.
DIA DE ESCUELA
La mañana del lunes. A eso de las 6: 00 AM., la alarma del reloj mañanero sonaba y sonaba en el interior de la recámara del joven Fabricio. En la cocina, Margarita, la madre preparaba el desayuno, solía cantar mientras preparaba el café, ponía la mesa, lavaba los trastos y eso era más efectivo que cualquier alarma para sus hijos, y más cuando empezaba a gritarles para que asistieran al comedor.
—¡Hijos! ¡Hijos! Ya es hora de levantarse, el desayuno esta servido, mis amores, vengan en seguida, se hará tarde para ir al colegio y nosotros al trabajo. —mascullaba Margarita. Luis Alexis y Mónica, se sientan a la mesa y comienzan el desayuno. Como siempre y así era como los habían educado, los dos a su madre saludaron de beso en las mejías, pronto entró su padre, dio el vespertino beso a su señora, tomó asiento en la cabecera y se dispuso a leer, sabía que debía aguardar por la llegada de su otro hijo, quien, por cierto, era cuento de todos los días que fuera el último en aparecer.
— ¡Buenos días, mamá! —saludó a su madre el joven Luis Alexis, recibiendo un reciproco beso maternal. Mónica al igual que su hermano fue afectuosa:
— ¡Hola mami y papi! ¡Buenos días, mamita! —después de consentir con sus arrumacos a su madre, hizo exactamente igual con su padre.
— ¡Buenos días hijos! ¿Y qué pasa con su hermano? —preguntó Margarita. Desde hace unos ocho años que su hijo había empezado con ponerse cremas y perfumes como si fuera a seducir al amor de su vida, y es que Fabricio no salía hasta no estar perfectamente engalanado, anillo de oro entre sus dedos, una cadena de oro a cuello, un arete en una de sus orejas, el peinado debía estar a la moda y hacerlo ver un guapo, creía que de esa forma haría temblar de placer al chico que le gustaba, pero aun así; era él quien planchaba sus atuendos, y cubría con leve maquillaje las imperfecciones de su rostro, pese a ello, no era un afeminado, quizás era lo más parecido a un metrosexual.
— Lo de siempre ¡la vanidad! ¡La tonta vanidad! Mi hermano no sale del cuarto sino se tapiza la cara de polvo, moja su camisa de ese perfume Chrome, que es su favorito, se pone ese arete de su oreja y a veces una esclava de fantasía, que es su favorita, según porque se la dio alguien especial, bueno, no es porque sea mi hermano, pero el condenado se ve como un flaco sexy rico de revista, aunque dura más que una mujer para estar listo, por eso cuando lo invito a salir, le aviso un día antes y le digo que saldré a tales horas para cuando realmente sea el momento esté listo, porque si odio esperar. —reían con las ocurrencias de Luis Alexis, que a pesar de todo adoraba a su hermano menor.
—Parece como yo para alistarse. —murmuraba Mónica.
—Ey sí, mamá, mi hermana tiene razón con lo que dice —replicaba Luis Alexis apoyando el comentario de su hermana. Su madre, Margarita los sermoneó muy ligeramente:
—Muchachitos, ¿Qué están diciendo? ¿Cómo se les ocurre hablar locuras a buena mañana? No quiero que se digan cosas así, ni murmuremos de él, porque si recae sería nuestra culpa.
—Tranquila mamá, no es mala voluntad, es solo una bromita mañanera, usted sabe que a mi hermano lo queremos tal y como es, si un día nos dijera que le gustan otras cositas, no lo rechazaríamos. —Objetaba Luis Alexis y su hermana Mónica susurraba:
—Sí ya lo aceptamos, sabemos qué es, por eso estaba donde estaba, si mami, no te enojes mamita linda; pero sabemos que solo hace falta que él lo acepte que es lo que es, ojalá que no vuelva hacer lo que hizo.
—De él no esperes nietos y si los espera pues tendrán cuatro patitas —dijo Luis Alexis y aprovechando la bromita, Mónica añadió:
—Espera gatitos o perritos. —No paraban de hacerle burlas a su hermano, hasta que su padre dejó de leer, los observó y dijo:
—Pues ustedes tampoco sobrinos, tendrán felinos para llamar sobrinitos y como van parece que de ustedes no esperaremos nada.
—¡Porfirio! —expresaba Margarita, sorprendida de que hasta su marido aceptara que probablemente Fabricio fuera homosexual.
—Mira corazón, no es hora de hablar de este tema; pero ya lo conversamos tú y yo, sabemos que nuestro hijo es muy diferente, nos guste o no, en su momento nos dirá que le gustan los gatitos para que sean nuestros nietos. Pero no permitiremos que recaiga. —decía Porfirio.
—Porfirio, dilo por su nombre, en su momento nos dirá abiertamente que es de otra preferencia, solo debemos estar para apoyarlo, porque cuando se reconozca estará atravesando una dura batalla por no rechazarse así mismo. Sus jueces no somos nosotros sino su propia mente.
—Somos su familia, y estaremos aquí para decirle que lo aceptamos como sea —dijo su padre, Porfirio.
—Ay sí, pero que el primer novio que nos presente sea un francés, o un guapo escocés —parloteaba Mónica.
—De esos que no podes atrapar —le decía Luis Alexis.
— Ay es que todos los que me gustan son gay, y son guapísimos, mami, todos y todas tienen una pareja y yo, yo nada. —Balbucía Mónica con un aire de lamento.
—Bueno no es hora de hablar cosas de esas, apúrense, que no quiero que les agarre la tarde y dejemos que de eso se encargue Fabricio, sabrá cuando nos dice su verdad —les decía Margarita. Era muy lindo escucharles decir que lo apoyaban fuera o no del ambiente homosexual.
Fabricio se presentaba a tomar el desayuno, y lo dicho, lucía radiante, su piel tersa, parecía un muñeco de porcelana, esos ojos color cafeína, ese cabello pintado de color ambarino que enamoraba inclusive a sus padres y hermanos, gracias a que trabajaba solía darse sus gustos como tener joyería de fino y exquisito deleite, ropa de selectas marcas, cortes y tintes que lo hacían ser envidiado y querido por ser tal cual él quería; pero a su vez, no dependía del dinero de sus padres sino del que se ganaba por sí mismo, cuando salía de clases solía trabajar en una pizzería, era cajero, y algunas veces asistía a los dishwasher o busser-boy.
— ¡Buenos días mamita! ¡Buenos días familia! Uy, los veo de tremendo animo, de seguro fui el tema matutino —les decía Fabricio, sabía que era lo mismo todos los días, sus hermanos siempre hablando del largo tiempo que empleaba para prepararse para ir a la escuela.
— ¿Por qué solo saludas a mamá con más afecto? —le preguntaba Luis Alexis.
— ¡Ay, que pesado eres Fabry! —expresó Mónica, haciendo un gesto risible.
— Bueno, ya muchachos, dejen de pelearse, por favor, que es ese comportamiento tan maleducado, apúrense que se les va hacer tarde para ir al colegio, desayunen tranquilos, Mónica sirve la leche hervida.
— Mami; pero la lactosa no me sienta bien —decía Fabricio.
— Hice tu café —le respondió su madre, raudamente analizó como era escudriñada por sus hijos y esposo, a quienes dijo: — Hice suficiente café, no me pongan caras de niños castigados.
—¡Ay, mami! por Fabry no te preocupes, tú sabes que él tiene a su amigo que lo recoge todas las mañanas, ¿verdad Fabichis? —comentaba Mónica, con un poco de recelo porque ni un chico hacía por ella, lo que hacían por su hermano.
—Bueno y a ti que, ¿a caso te gusta algún amigo mío? Porque si te gusta te puedo hacer una cita con uno de ellos —le respondió Fabricio.
—Ummm, ¿no te vas a poner celoso? —le preguntaba Luis Alexis.
—¡Ay, estúpido que sos Fabri! ¡¿Tú crees que yo?! O sea, yo, que tú y yo tenemos los mismos gustos, ¡ay, no Fabry! ¡Ni en sueños! —remilgaba Mónica. Todos la miraban con las completas intenciones de soltar carcajadas. Fabricio se enfurece y sale hacia afuera justo cuando llegaba su amigo con los demás chicos de ese su inseparable grupo.
—Ey man, ya apúrate Fabisqui —gritaba Braulio Iraid, un chico de cabellos ondulados, piel trigueña, con descendencia hondureña, aunque él era nativo estadounidense.
—Ay voy man, espera hombre, ni que fuera tan tarde —les decía Fabricio. Wallis le abrió la puerta del carro, se miraban como si fueran Romeo y Julieta, al menos eso pensaba Fabry como sus amigos también que los observaban, y de en cuando murmuraban o les hacían burlas; pero ninguno de los dos se reconocía sentir algo por el otro. Vestían uniformes escolares en colores especiales, patrón de tejido único, azul cielo liso, botón personalizado, hermoso suéter escolar. Eran tres más incluyendo a Braulio, otro de ellos añadió:
—Apresúrate Fabric, ya sabes que hoy tenemos que hacer la travesura del día. —Fabricio iba sentado junto a Wallis, ese chico que lo tenía a palpitares, sintiendo como si el corazón se le fuera a salir de un vuelco.
CAPITULO 2
COLEGIALES
Con mis amigos viajábamos en un solo carro por ir divirtiéndonos con nuestras ocurrencias, por lo cual teníamos tiempo para llegar al colegio y antes para hacer la travesura del día, por ejemplo: " un día le botábamos el periódico al señor de la esquina. Otro día le robábamos el pan al vendedor de