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El té chismoso «La esperanza del mal»
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El té chismoso «La esperanza del mal»
Libro electrónico248 páginas3 horas

El té chismoso «La esperanza del mal»

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El Té Chismoso es hasta ahora la obra más ambiciosa de Wilian Arias, con una trama que nos recuerda a la famosa serie Once Upon A Time, ya que en ella se reúnen los héroes y villanos de sus novelas anteriores. Reunir a tantos personajes en una sola novela podría resultar caótico, sin embargo, en esta novela se presenta un nuevo personaje: el malvado hechicero Malouf, quien es el encargado de resucitar o liberar a los antagonistas de historias previas, además, con su gran poderío retrocede el tiempo, para que los príncipes y princesas de los reinos del continente Esperanza se enfrenten una vez más a sus enemigos. Gracias a esto, el autor logra la estabilidad de la trama, la cual es fácil de digerir.

IdiomaEspañol
EditorialAWABOOKS
Fecha de lanzamiento31 ago 2023
ISBN9798215636084
El té chismoso «La esperanza del mal»
Autor

Wilian Arias

Wilian Antonio Arias nació en el municipio de El Sauce, en el salvadoreño departamento de La Unión, en 1987. Aunque en un principio se estableció en Washington, D.C., y Virginia, actualmente radica en el Estado de Los Ángeles, California. No hay duda que Arias añora el lugar donde tiene sus raíces: San Juan Galares; ya que todas sus novelas y cuentos giran alrededor de hechos —algunos reales y otros producto de la imaginación— que suceden en los sitios que fueron parte de su vida: ríos, haciendas, caballos, vacas y todo tipo de animales domésticos que son parte del quehacer diario en los hogares campesinos de los países latinoamericanos, en especial en el oriente su país. Arias solo logró finalizar sus estudios de secundaria (bachillerato) para emprender junto a su madre el viaje con rumbo Norte. Su travesía por Guatemala y México hasta llegar a Estados Unidos estuvo llena de todo tipo de obstáculos, como sucede con la mayoría de inmigrantes. Pero también ha sido un obstáculo su adaptación a una cultura diferente. Sin embargo, a pesar de la dureza de los cambios, Arias encontró el ambiente perfecto para desarrollar sus dotes de escritor autodidacta, que lo practica desde que era un niño. Hasta la fecha el joven autor ha escrito seis libros que han sido publicados por la editorial Palibrio, SHARED PEN Edition y FT Editores § Sherezade Martinez.

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    El té chismoso «La esperanza del mal» - Wilian Arias

    El té chismoso

    «La esperanza del mal»

    El té chismoso

    (La esperanza del mal)

    Título:

    El té chismoso

    (La esperanza del mal)

    Autor:

    ©Wilian Arias

    Corrección y maquetación:

    Luis Solís

    (criticosliterarios@outlook.es)

    Diseño de portada:

    Javinzi

    Editorial: AwaBooks

    Primera edición: 08/31/2023

    Estados Unidos.

    No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico o por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los autores.

    Wilian Arias

    Solo el corazón remedia los males del alma, porque de él nace el mejor antídoto para curar las enfermedades del cuerpo y del alma.

    Ese antídoto se llama Amor.

    Índice

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16

    Capítulo 17

    Capítulo 18

    Capítulo 19

    Capítulo 20

    Capítulo 21

    Capítulo 22

    Capítulo 1

    La vida es como una taza de té: debe ser llenada hasta el borde y se debe disfrutar en compañía de amigos.

    Entre las cúspides del continente Esperanza existió una metrópolis llamada Warias. Esta se ubicaba en el corazón del continente y en ella coexistían dos castillos, el uno sobre el otro, uno a la vista y el otro bajo tierra. Quien presidía el castillo oscuro —es decir, bajo tierra— era un avieso hechicero. Estaba rodeado de cuantiosos sirvientes que lo atendían a cuerpo de rey, como un auténtico emperador de las tenebrosidades. Solía deleitarse con las maravillas de los azabaches arlequines y bufones. No carecía de ostentación alguna; por más costoso que algo fuera, lo obtenía. Pero su mayor pretensión era conquistar el corazón de la reina de Esperanza. Según sus reflexiones, para que la soberana llegase a ser suya, él debía gobernar todos y cada uno de los reinos del continente; es por ello por lo que trabajaba arduamente ideando un hechizo.

    —Su magnificencia... —Evaristo Everildo, uno de los siervos, se dirigió al soberano, que se hallaba apostado en la butaca real. Era notorio el nerviosismo en su siervo.

    —¡Habla! —dijo el obscurecido rey—. ¡Apresúrate! Con presteza debes dirigirte a mí.

    —La reina Marisol del Cielo yace cohibida —Evaristo exteriorizó la información.

    —¡Encinta, embarazada! —Digno Medin agregó diferentes sinónimos del estado en que se hallaba la reina Marisol del Cielo—. El heredero a la Corona de Esperanza emergerá en nueve intervalos.

    Refunfuñando, el rey lanzó contra el piso su cáliz de plata; como sangre, se esparcía su rojizo néctar. Los asistentes en el salón se alarmaron por la reacción.

    —¡Maldita sea! —El hechicero se apostó en pie; empezaba a notarse su mirada entre la etérea bruma. Su atuendo consistía en una gabardina negra con púas semejantes a las del puercoespín; en uno de los dedos de la mano izquierda portaba un anillo con un fuliginoso saltamontes de ojos rojos—. Tengo que prepararme para la llegada del aborrecido principito de Esperanza.

    —Es un infante, trae la estrella en la frente. La providencia será el símbolo de que estará protegido por todas las hadas que viven en aquel reino misterioso —continuó Evaristo Everildo—. Se anuncia que el arrendad de Esperanza despertará a su reina para amparar lo que arraiga al continente.

    —La gran queda de expectativas aún no está escrita. —El hechicero se paseaba de un andurrial a otro; parecía que danzaba con el destino, vaticinando el futuro terriblemente fatuo—. La gran noche de Malouf Piedra Santa llegará varias primaveras más tarde. Entre tanto, seré el hombre más eficaz del orbe; haré algo grandioso, algo que me hará el amo y señor de lo que todos aman. Seré el poseedor de toda fortuna, porque sin caudal no hay poder, mucho menos amor, ya que el amor es la patria del interés y la comodidad. Yo seré el patrono de este continente, pero para ello necesitaré discípulos. A aquellos que han fracasado yo les daré la oportunidad para que retomen desagravio y se apoderen de los reinos de Esperanza. Cuando los tengan en su poder, cada jurisdicción me los devolverá.

    —¿Sería posible elaborar un hechizo que sea capaz de levantar a los muertos de sus tumbas, amo? —preguntó Evaristo Everildo, incrédulo.

    —Soñar no cuesta nada, ¿o sí? —intervino Digno Medin.

    —Desde luego que sí, claro que cuesta. —El hechicero tomó otro cáliz; una de sus damas de compañía le sirvió más jerez—. Y vale la pena toda inversión que se haga por un sueño. Es por ello por lo que, a cambio de sus vidas, me darán sus reinos; así yo seré inmensamente opulento y la reina Marisol del Cielo no podrá rechazarme, porque yo seré el que haga honor a la Corona. Seré su única esperanza.

    —Bueno, entonces... —vaciló Evaristo—, podría revivir a nuestra madrecita preciosa.

    —Hermano, no seas tonto —dijo Digno Medin—. Él dice que, entre más grande sea el objetivo, más posibilidades hay de triunfar. Pero yo pienso que, entre más grande es el objetivo, más grande es el sopapazo que se da uno por volar tan alto, porque eso es muy ambicioso.

    —¡Yo seré el hechicero más implacable que jamás haya existido sobre las magistrales tierras de Esperanza! —ofendido, el hechicero se levantó de su sitial—. Seré impávido como el aura y peligroso como el mar. Haré que el cielo y la tierra tiemblen en la ciudad Warias. Ahora, vayan por la información que les pedí.

    Ascendiendo en la ciudad Warias, entre las nubes existía el castillo Azul y Blanco. El soplo de la señorita Auras anunciaba la entrada al mismo. El galán e impetuoso perfecto joven Tiempo caminaba entre las nubes. Allende, aquel mágico cerúleo y níveo alcázar —el cual solo podía ser visto por las hadas madrinas y otros seres mágicos del mundo de la bondad— era gobernado por Addy Angélica de la Flor, quien era como una reverenciada emperatriz. Se percibían flores y yerbas. En el interior del palacio, en la corte real del castillo, allí se encontraba la reina de las hadas.

    Addy Angélica era agraciada y apacible; gobernaba con justicia desde hacía muchísimas décadas, y seguía siendo la más lozana y encantadora, ya que, cientos de años atrás, su longevo padre Adalberto le brindó una pócima de juventud eterna. Adalberto era un científico erudito, novador de brebajes y sustancias extrañas mezcladas con el poder herbolario. Aquel anciano le dijo que no habría mejor reina para el castillo que ella. Su hija tenía las dos bellezas que se necesitaban como requisito para el poder sensitivo y místico. El mismo docto longevo fue quien rejuveneció al señor Tiempo, ese que, a pesar de todo, tenía la misma edad del cosmos, pero seguía luciendo perpetuamente jovial, con admirable preciosidad que solo se igualaba al encantador de belleza; Adonis.

    La reina Addy Angélica de la Flor vivía rodea de hadas madrinas, mariposas, palomas, conejos, ángeles y demás criaturas del reino de la bondad. El castillo Azul y Blanco tenía un bello jardín, semejante al paraíso que dicen que solo se contempla después de la muerte, allá en el reino donde no necesitas más que un corazón puro para ingresar. Su jardín era hermosísimo, había flores de todos los colores, plantas, animales y riachuelos. Pero lo más bello eran las plantaciones de girasoles.

    Un día, Angélica recibió a las damas del futuro, que trajeron para ella malas noticias.

    En la corte, doce damas con aureolas ingresaron danzando; caían pétalos de flores sobre sus largos y brillantes cabellos. Una a una tomaron asiento formando medio círculo frente a la reina. Los serafines se encargaron de cerrar las puertas y de quedarse como custodios de la privacidad.

    —Decidme, ¿qué les ha traído a mi presencia el día de hoy? —se expresó dócilmente la reina de las hadas.

    —La desesperanza y la esperanza —Camelia Sinensis tomó la palabra—. Como sabemos, es el primer día del año, y como tradición hemos traído la lectura del futuro; venimos para pronosticar lo bueno y lo malo del año.

    La reina Addy Angélica de la Flor aún no prestaba preocupación, no conocía qué le develarían. Camelia, de su pomposo vestido de pétalos de la flor que le daba su nombre, fabricó un abanico y prosiguió mientras se refrescaba:

    —Debería solicitar un tecito de manzanilla, como también debería impregnar de lavanda vuestro castillo, disculpando a mis queridas amigas Manzanilla y Lavanda.

    Es menester explicar que las damas representaban doce tipos de té y solían vestir según las hierbas. El sabor de la Camelia Sinensis era fresco, ligeramente amargo y astringente; gusto agradable para mucha gente.

    —Hoy las lecturas marcan discrepancia —dijo Manzanilla. Cogiendo un pétalo de las flores de su vestido, lo depositó sobre una cristalina taza.

    —Son dos caras, como dos gotas de agua: idénticos, solo que una representa la esperanza del mal y la otra, la del bien —Linaza habló con entereza y misterio; acomodaba su aureola confeccionada a base de briznas de manzanilla—. Se fabricará una ciclópea taza de té a la que todos los humanos podrán ingresar. No se llenará con té, será... una taza té, donde el trabajo reunirá al amor y la expiración, la esperanza y la batalla por el poder. Ahí conoceremos, en un conservador baile, el verdadero rostro del amor. El amor y la muerte escalarán hasta nosotros, la maldad y el bien intentarán atravesar hasta nuestra morada; solo uno de ellos llegará a conocer el verdadero castillo Azul y Blanco.

    Habían despertado la curiosidad en la reina Angélica y no le daban tranquilidad.

    —El hechicero más poderoso le dará vida a lo más protervo que rodea a cuatro reinos —continuó Valeriana—. Esos reinos serán perjudicados, porque de ellos se sacará lo malo para alimentar la sed de poder en ese malvado hombre.

    —En la medianoche de brujas, los muertos se levantarán de sus tumbas y de los presidios saldrán los malhechores —intervino Tila—. El mal de todos los reinos de Esperanza volverá para convertirse en una nueva pesadilla para las princesas de todos los reinos. Sin embargo, su majestad será más que una reina con un pomposo atuendo; será la luz de la esperanza.

    —Una mujer nacerá, traspasará las ciénagas de la muerte por amor y su último baile será en la noche de Halloween, cuando sea una señorita —aclaró Eucalipto.

    La hermosa Té Verde, pariente de Camelia y ataviada del color de su nombre, agregó:

    —Armas poderosas nacerán tanto del bien como del mal.

    —Un arma secreta yacerá en las flores, en la magia de la naturaleza y del alma del ser humano. —Té Negro, nerviosa, miraba a sus acompañantes—. Siendo nosotras las esencias reales de los tés del mundo, nos corresponde trabajar arduamente; seremos reconforte para sus hadas madrinas y para todos los mortales, pues té es lo que beberán.

    La reina Addy Angélica de la Flor se apostó en pie y preguntó:

    —¿Muertos dijeron?

    —Sí, todos aquellos que han muerto por causar mal en los reinos del continente, todos resucitarán y le darán vida a la más oscura tenebrosidad de Halloween —la dama Té Rojo, hermosa y petulante, se manifestó explayando con vanidad la perfección de su delgada y exuberante línea—. Desde Coronalandia hasta Rickylandia restablecerán sus pesadillas olvidadas, nacerá un nuevo y horrendo capítulo en las vidas de todos. El mal, como un negro manto, lo cubrirá todo.

    —¿Y cómo evitar esa profecía? —preguntó perturbada la reina Angélica.

    —Solo con el tiempo se nos revelará una carta que contiene un escrito secreto para ello —contestó Té Rojo.

    Dos mundos estaban a punto de unirse con la Tierra para darle vida a lo más caótico, a una histórica batalla por ambición y desmedida sed de poder. Una poderosa lucha se preparaba con el tiempo, un enfrentamiento en donde solo el bien o el mal ganaría.

    El futuro había sido leído.

    Nueve meses después, nació el heredero de la Corona de Warias y Esperanza. Este, después de algunas semanas de nacido, fue nombrado como el delfín Néstor León del Cielo.

    Y dos primaveras después, de la fortuna de un pulcro afecto entre dos pajes del palacio nació una agraciada chiquilla, la cual fue bautizada con el nombre de Elaine Andrómeda Montaño. Todo tomó un nuevo giro una mañana en la que Plácido, el padre de la bebé, tomó a su mujer y la llevó a las afueras del palacio, hacia los confines de la ciudad, cerca del afluente y tras del bosque de Esperanza, donde la dejó a su suerte, con la pequeña Elaine en una casita que le dispensó. Este hombre le expresó muchas cosas que fragmentaron el corazón de la joven. Y así comenzaría una nueva vida al lado de su hija y la abuela de la pequeña.

    En el palacio, el rey tenía a un hombre de confianza, era un sabio conocedor de muchas cosas; por lo mismo lo tenía viviendo casi como parte de su familia. Pero todo cambió cuando el principito enfermó y el hombre no supo cómo remediar el mal. Hizo de todo y nada conseguía. Todos pensaban que el principito moriría; buscaban ayuda por todos los medios y nadie podía descubrir lo que ocurría, nadie le daba soluciones. En su desesperación, el rey salió desencantado y trajinó por las calles de la ciudad. Caminaba desconcertado hasta que tropezó con un anciano mendigo, quien, al ver la tristeza en el rostro del rey, se dirigió a él con todo el respeto debido. Le preguntó qué ocurría. Entonces, el rey decidió contarle; y por obras de un milagro, ese mendigo se convirtió en el portador de la salud para el príncipe, cuando le dijo creer saber lo que el niño padecía. Sin importarle la apariencia de aquel viejo, el rey permitió que su hijo fuese visto por aquel hombre.

    El anciano aseguró que el niño no tenía nada grave, que simplemente se trataba de un empacho y desgane; era lo que hacía que el niño se viera paliducho, demacrado y deshidratado. Entonces, el sabio sirviente del rey se molestó mucho, desatando en su mente un odio contra el mendigo, quien fue nombrado protector y mano derecha del futuro príncipe de la ciudad Warias. El sabio perdió sus privilegios y bajó de estatus; pasó a ser un simple sirviente de palacio. Desde aquel día, el principito también se volvió el centro del odio para el hombre, y más tarde que temprano su desquite sería mortífero.

    Wilian Arias

    Capítulo 2

    La vida es un milagro para quienes no saben si verán el mañana. Solo si sabes cuándo es el fin de tu vida, es cuando verdaderamente amas y aprecias tu vida.

    Veinticinco primaveras después, en el corazón de la ciudad Warias, el hada Mía Ada Primavera Solar viajaba entre las nubes. Ella era un hada bebedora, y no precisamente de agua, sino de los mejores néctares del mundo. De repente, se reencontró con una vieja amiga suya, a quien no reconoció al inicio.

    —¿Cuántas copas me pasé hoy? ¡Uy!, perdón por los eructos, siempre me salen después de una buena embriaguez; pierdo la clase y el glamur. ¡Dios mío! ¿Será ella? Se parece, pero, ¿por qué no averiguar el chisme en vez de estar dudando?

    Mía Ada era atractiva y brillante, pero chismosa por naturaleza. Según ella, era comunicativa y actualizada.

    —¡Hola! ¿Tú eres de la tele, hadita? —curioseaba Mía.

    —¿Perdón? ¿No me reconoces, tesorito? —preguntó la dulce y vanidosa Bellita—. Trabajo para la familia real de una celebridad.

    Boquiabierta, estupefacta e impactada era como se encontraba el hada Mía Ada.

    —¿Qué? Por las flores de la Corona real de su excelencia Addy Angélica de la Flor, ahora sí que me hace falta un té —dijo Mía Ada.

    —¿Un té?

    —¡Sí!, de tequila mucho.

    —Ay, ¿aún sigues con tu vicio? ¿Y la abstinencia qué?, ¿cuánto duró? —comentó Bellita.

    —Lo mismo que le duró la dieta a mi amiga Rellenita, ¿conoces a la Gordipeso? Ay, es que eso de olvidar una adicción no es fácil. Además, yo no soy la única adicta, todos tenemos un vicio; unos el café, el chocolate, el traguito, y otros el chisme, que es peor que la embriaguez.

    El hada Bellita le respondió sonriente:

    —Querida, si soy yo con aquella que te pusiste una de las buenas.

    —¡No! ¡¿Rellenita?! —Mía Ada no podía salir de su asombro—. ¿Eres tú, mi Rellenita?

    —Bueno, ahora soy exrellenita. Ahora soy Bellita, porque soy noventa, sesenta, noventa, una hadita diva divina.

    —Imagino que debiste correr por todo el mundo para rebajar tantos kilos y kilos de masa, y mira, ¡cuánta elegancia la de Francia!

    —Sí, cariño, nada más que esta elegancia no es de Francia, es mía y de Esperanza —Bellita se ruborizaba—. Para ser exactos, es de Rickylandia.

    —¡Cuéntame todo! ¿Al fin lograste encontrar a tu ahijada olvidada? A esa fea horripilante que, por cierto, eras quizás como ella.

    —¡Sí! Pronto te contaré cómo era esa pobre desdichada, mujer que hoy, gracias a los poderes de mi pluma mágica, es toda una doncella bella como yo.

    —Lo dudo —se reía Mía Ada.

    —¿Y por qué dudar de mí? —Bellita se llevó los puños a las caderas—. ¿Me ves cara de la mamá de Pinocho? Ah, es verdad, Pinocho no tuvo mamita.

    —Dudo de ti porque, cuando aquella niña enferma quería una bella Barbie en aquella triste y nevada Navidad, le diste algo espantoso como

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