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Pericles
Pericles
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Libro electrónico93 páginas1 hora

Pericles

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Pericles, el Príncipe de Tiro se va de su casa para escapar de la muerte solo para ganar un concurso de justas y casarse con una princesa.

Una vez que puede regresar a casa, su familia navega con él, pero una tormenta los separa, por lo que Pericles regresa solo. Años más tarde, Pericles encuentra a su hija y se reúne con la esposa que creía estaba muerta.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 mar 2021
ISBN9791259711472
Pericles
Autor

William Shakespeare

William Shakespeare (1564–1616) is arguably the most famous playwright to ever live. Born in England, he attended grammar school but did not study at a university. In the 1590s, Shakespeare worked as partner and performer at the London-based acting company, the King’s Men. His earliest plays were Henry VI and Richard III, both based on the historical figures. During his career, Shakespeare produced nearly 40 plays that reached multiple countries and cultures. Some of his most notable titles include Hamlet, Romeo and Juliet and Julius Caesar. His acclaimed catalog earned him the title of the world’s greatest dramatist.

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    Pericles - William Shakespeare

    PERICLES

    PERICLES

    DRAMATIS PERSONAE

    John GOWER, el presentador ANTÍOCO, rey de Antioquía PERICLES, príncipe de Tiro HELICANO, consejero de Tiro ESCANES, consejero de Tiro SIMÓNIDES, rey de Pentápolis CLEÓN, gobernador de Tarso LISÍMACO, gobernador de Mitilene CERIMÓN, un médico de Éfeso THALIART, un canalla

    FILEMÓN, criado de Cerimón

    LEONINO, un asesino Un SENESCAL

    Un RUFIÁN

    BOULT, su criado

    Tres PESCADORES, súbditos de Simónides Tres PIRATAS

    La HIJA DE ANTÍOCO

    DIONISA, mujer de Cleón

    THAISA, hija de Simónides MARINA, hija de Pericles y Thaisa LICÓRIDA, nodriza de Marina Una ALCAHUETA

    DIANA, diosa de la castidad

    Nobles, damas, caballeros, marineros y mensajeros

    ESCENA I

    Entra GOWER como Prólogo.

    GOWER De cenizas Gower ha resurgido

    y esta apariencia frágil ha asumido para ofreceros una antigua canción que hará vuestra delicia y distracción. Ya fue cantada antaño en festivales, en vigilias, fiestas y carnavales,

    y las damas y caballeros de antes la leían como reconfortante.

    Su fin es hacer al hombre excelso:

    et bonum quo antiquius, eo melius.

    Si vosotros, gente de hoy, mostráis estima por el vetusto estilo de mi rima

    y si al oír de un viejo bardo el canto sentís mayor satisfacción que espanto, yo a la vida con gusto volvería

    y como un cirio aquí la agotaría. Henos en Antioquía: la gran ciudad que Antíoco erigió para reinar.

    De toda Magna Siria la más bella, como aseguran los viejos libros de ella. Tomó el rey por esposa a una mujer que dejole una heredera, al fallecer,

    tan rozagante, lozana y tan jovial, tan desbordante de gracia celestial, que el padre se prendó de su belleza e indújola al incesto con presteza.

    ¿Mala hija? ¡Peor padre! Hundir en cieno a la progenie es ruin y en nada bueno.

    Mas ellos, ciegos por lo acostumbrado, no veían en su obrar ningún pecado.

    Y era tan bella esta dama pecadora que muchos príncipes, en mala hora, para sus lechos y como compañía

    de sus juegos maritales la querían.

    El rey, para ahuyentarlos y, en secreto, para aferrarla a él, dictó un decreto: quien quisiera desposarla y darle hijos

    debía resolver un acertijo

    o moriría. Así muchos lo hicieron

    y allí… cuelgan las testas que perdieron.

    Se revela una hilera de cabezas.

    Lo que ahora sigue, a vuestro juicio dejo pues no hallaré juez más cabal ni más parejo.

    Sale GROWER.

    Trompeta. Entran ANTÍOCO , PERICLES y acompañantes ricamente ataviados.

    ANTÍOCO Joven príncipe de Tiro, estáis bien advertido del riesgo que asumís.

    PERICLES Lo estoy, Antíoco, y considero que, ante recompensa tan gloriosa, la muerte como riesgo es poca cosa.

    ANTÍOCO ¡Música!

    Música.

    Traed a nuestra hija con sus galas nupciales, como si el mismo Júpiter fuera a desposarla. Al ser concebida, y antes de intervenir Lucina, la naturaleza rodeó de dicha su presencia

    y, reunidos en consejo, se sentaron los planetas a urdir las mejores perfecciones para ella.

    Entra la HIJA DE ANTÍOCO.

    PERICLES Vedla, viene ataviada como la primavera.

    De todas las gracias es ella la primera

    y su pensamiento destaca en excelencia. Su rostro es libro de alabanzas: allí se leen solo placeres exquisitos y en él no tienen cabida las tristezas: la ira traicionera jamás será su dulce compañera.

    ¡Oh, dioses, que me creasteis hombre y que mandáis sobre el amor, y que mi pecho ávido llenáis

    de deseos de probar este fruto celestial

    o morir en el intento, acudid en mi ayuda

    y dadme, así como yo acato vuestra voluntad, la gracia de lograr esta inmensa ventura!

    ANTÍOCO Príncipe Pericles…

    PERICLES … que querría ser hijo del gran Antíoco.

    ANTÍOCO Aquí, en este jardín de las Hespérides, hay un fruto de oro, mas peligroso de tocar

    ( Señala las cabezas.) pues lo guardan mortíferos dragones.

    ( Señala a su hija.) Su rostro, como el cielo, incita a contemplar su gloria infinita, que habréis de merecer.

    Mas si no la merecierais, ya que han osado tocarla vuestros ojos, seréis sacrificado.

    Estos bravos príncipes también fueron famosos y los rumores los volvieron codiciosos;

    ahora os cuentan con sus lenguas mudas que aquí reposan, insepultos, bajo estrellas, mártires todos de Cupido y sus querellas,

    y con sus rostros exangües os advierten que en las redes del amor ronda la muerte.

    PERICLES Mucho agradezco que me enseñéis, Antíoco, lo frágiles que somos los mortales

    y que mediante estos despojos tan brutales

    me preparéis para morir, si cabe.

    Pues la muerte es un espejo que refleja que la vida es un suspiro y fiarse de ella

    es un error. Haré mi testamento como hace el enfermo del mundo que, al atisbar el cielo, entristece y no busca ya el gozo terreno.

    A vos, y a todo hombre de bien, os dejo una dichosa paz: es deber principesco;

    mis riquezas, a la tierra, pues de allí vinieron;

    ( a la princesa) y a vos el fuego puro de mi amor eterno.

    ( A ANTÍOCO.) Si he de andar por esa senda de vida o muerte, dispuesto estoy, Antíoco: golpead bien fuerte.

    ANTÍOCO Ya que desoís mis consejos, leed el enigma ( arroja bruscamente el acertijo)

    y si al haberlo hecho, no explicáis su sentido,

    moriréis cual murieron cuantos os han precedido.

    HIJA DE ANTÍOCO ( A PERICLES.)

    ¡Que, entre todos ellos, seáis el afortunado!

    ¡Entre todos ellos, os deseo a vos felicidad!

    PERICLES Como un audaz campeón acepto el reto

    y no busco consejo en otros pensamientos que la bravura y la lealtad.

    Levanta y lee el acertijo.

    «Aunque no soy culebra me alimento de carne de quien fuera mi sustento. Busqué un marido y cuando lo buscaba en un padre encontré lo que anhelaba. Él es padre, hijo y esposo amante;

    yo soy esposa, hija y también madre.

    ¿Cómo es posible esto en solo dos? Si quieres seguir vivo, resuélvelo.»

    ( Aparte.) ¡Flaco remedio! Poderes que dotáis al cielo de incontables ojos que escrutan a los hombres,

    si aquello que he leído y me estremece es cierto,

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