PERSEO Y LA CABEZA DE MEDUSA
Con la intención de burlar a la muerte y a los inclementes dioses, el rey, desesperado, decidió encerrar a su hija , cuando esta llegó a la adolescencia, para que nunca conociese varón y pudiese engendrar hijos. Pasó el tiempo, y un día, la joven, que ya parecía haber asumido tan cruel castigo, notó que por el techo de la fría y lúgubre torre se filtraba una extraña lluvia de oro y que unas diminutas gotas humedecían la tersa piel de su vientre y que se había transformado en lluvia para poder abrazar a su amada. No nos cuesta trabajo imaginar la sorpresa que se llevó Acrisio cuando, nueve meses después, su hija dio a luz a un pequeño que estaba a punto de convertirse en uno de los héroes más afamados del mundo griego.
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