La Salvación de Talker
Por Amy Lane
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Volumen 2 de la Serie Talker
El pasado de Tate Walker es demasiado doloroso para borrarlo, a pesar de que el chico de sus sueños, Brian Cooper, está a su lado. Este ha hecho hasta lo imposible por él, pero Talker (que siempre ha sido bueno para ignorar el dolor) tiene problemas para enfrentarse a lo que le pasó cuando confió en el hombre equivocado en un mal momento de su vida.
Cuando la verdad resurge y envía a Brian al hospital, Talker se ve forzado a tomar una decisión: puede hacer frente a cada demonio de su frágil y sangrante corazón o puede dejar que Brian lo defienda, como lo ha hecho desde el inicio. Pero incluso Talker sabe que no debe dejar a su chico solo e indefenso cuando acaba de salvar su vida, y tendrá que encontrar las fuerzas necesarias para cuidar de él cuando este lo necesita más que nunca.
Amy Lane
Award winning author Amy Lane lives in a crumbling crapmansion with a couple of teenagers, a passel of furbabies, and a bemused spouse. She has too damned much yarn, a penchant for action-adventure movies, and a need to know that somewhere in all the pain is a story of Wuv, Twu Wuv, which she continues to believe in to this day! She writes contemporary romance, paranormal romance, urban fantasy, and romantic suspense, teaches the occasional writing class, and likes to pretend her very simple life is as exciting as the lives of the people who live in her head. She’ll also tell you that sacrifices, large and small, are worth the urge to write. Website: www.greenshill.com Blog: www.writerslane.blogspot.com Email: amylane@greenshill.com Facebook: www.facebook.com/amy.lane.167 Twitter: @amymaclane
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La Salvación de Talker - Amy Lane
Copyright
La Salvación de Talker©Copyright AmyLane, 2011
Publicado por
Dreamspinner Press
5032 Capital Cir. SW
Ste 2 PMB# 279
Tallahassee, FL 32305-7886
http://www.dreamspinnerpress.com/
Esta historia es ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o usados para la ficción y cualquier semejanza con personas vivas o muertas, negocios, eventos o escenarios, es mera coincidencia.
Portada: Reese Dante http://www.reesedante.com
Traducido por Y.M. García
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Publicado en los Estados Unidos de América
Primera Edición
Enero 2011
Edición eBook en Español: 978-1-61372-798-0
Para todos los Talkers del mundo, que han sufrido muchas veces, pero se levantan y continúan avanzando por aquellas personas que aman. Vosotros sois la definición de fuerza.
OSCURIDAD
BRIAN obligaba a Tate a ir a ver al psiquiatra de la escuela, que era un hombre muy agradable. Tenía unos cincuenta y tantos años, cabello gris con grandes entradas, era regordete y usaba una cola de caballo, Tate sospechaba que el Dr. Sutherland había fumado bastante hierba en su juventud alocada, pues parecía que durante estos últimos treinta años, continuaba sintiendo sus efectos.
Tate odiaba al hombre. Detestaba su voz ronca y aborrecía las deformes rebecas de color neutral y las camisetas con logo que usaba debajo. Le desagradaban los espumillones brillantes que decoraban su despacho por las fiestas de fin de año, pero en este momento, lo que más odiaba, aparte de su propia piel, eran los ojos perceptivos del hombre.
—Dime, Tate…
—¿Me podría llamar Talker, Doc? Me gusta Talker. Ya sabe, porque no solo es un nombre, es como una función ¿sabe? Como un sustantivo y un adjetivo y un nombre y un…
La mano de Brian, que siempre se encontraba en alguna parte de su cuerpo durante sus sesiones, apretó su rodilla y Talker se detuvo. Estaba hablando demasiado. Parloteando. Conversando sin parar porque se sentía incómodo. Brian lo sabía porque lo amaba y cuidaba de él, lo escuchaba y sabía sus secretos más dolorosos,así que cuando su novio le decía que tenía que centrarse, lo hacía.
Le gustara o no.
—De acuerdo —dijo el Dr. Sutherland con amabilidad, ignorando el hecho de que lo había estado llamando Tate
durante los últimos seis meses, desde que Brian lo obligaba a venir por la preocupación que sentía por él—. La primera vez que mencionaste lo de la violación…
—Cita —aclaró Talker molesto—. Fue una cita. Una de las peores. No lo exagere, Doc—Tate miró a su amante. Brian quitósu cabello rubio y algo largo de sus ojos para que Talker pudiera verlo claramente y se sintiera seguro—. Dile, Brian. Dile que no siempre tenemos que discutir los dramas.
Para su sorpresa, Brian cerró los ojos como si estuviera por hablar de su propio dolor.
—Te lastimó… —dijo suavemente—, te lastimó mucho y...
—¡Pero ya lo superé! —lo sintió antes de que ocurriera, esa sensación de estar en una bifurcación, un camino guiaba hasta donde estaba actualmente y el otro hacia donde quería llegar. Le había ocurrido con menos frecuencia desde que él y Brian comenzaron a salir juntos, pero este tema —el de la peor cita del mundo—le hacía experimentar tensión en los hombros y hacía que su corazón latiera más rápido.
Cuando su cuerpo respingó, los ojos color cielo de Brian lo volvieron a mirar de inmediato y su nuez de Adán se movió rápidamente.
—Sí —dijo con voz ronca—. Ya acabó, te entiendo. Todo terminó.
Talker hizo un gesto de dolor al escuchar la frialdad en la voz de su novio.
—Brian —dijo suplicante, sabía que su voz transmitía el dolor que sentía y no pudo evitarlo. Jamás había sido capaz de reprimir ese tipo de cosas: su corazón, su dolor, sus sentimientos, nada. Hasta antes de que Brian se convirtiera en su amigo, había sido un enorme nervio expuesto sin ningún tipo de protección para cubrirlo del peligro. Después de que Brian saliera del armario y se convirtiera en la pareja de Tate, este se había sentido protegido por una armadura cubierta de terciopelo. Se sintió cálido y a salvo, nada lo podría herir.
Excepto sus recuerdos.
Brian sacudió la cabeza y alejó la mirada.
—No te preocupes, Tate —dijo cortantemente—. Lamento ser tan infantil, es solo que… —miró a Tate con aflicción y luego centró su atención en el psiquiatra, como si el hombre fuese la última esperanza que le quedaba y este en respuesta, lo hubiera lanzado de un edificio de diez alturas. Durante un minuto, Talker temió que Brian hiciera realidad una de sus peores pesadillas, que se marchara del despacho y lo dejara ahí solo, con su psiquiatra como única compañía.
Brian no lo hizo, porque era su piedra angular. Cerró los ojos con fuerza y cuando los abrió, todavía estaban rojos y llenos de lágrimas.
—Te lastimaron y tú no… reprimiste tanto dolor, habían tantas cosas que no quisiste ver. Pero yo sí las vi, todas. Me dolió y no dejará de hacerlo hasta que hables con honestidad y no lo estás haciendo en estos momentos.
Talker frunció el ceño y acarició la mano de Brian. Tenía una mano amplia y fuerte, como el resto de su cuerpo. Su novio no solía pensar muy rápido, pero siempre tenía la razón y en muchas ocasiones Talker necesitaba de alguien que no permitiera que saliera huyendo e hiciera algo estúpido sin pensar en las consecuencias.
—No quiero herirte —al pensarlo, Talker se sintió devastado. No quería que Brian estuviera expuesto a las consecuencias de sus actos. Brian había cuidado muy bien de él y Talker no quería herirlo jamás.
Brian se encogió de hombros, aunque obviamente le costó mucho esfuerzo hacerlo.
—No te preocupes, es solo que… solo que… ya sabes. Habla con el psiquiatra, ¿sí?
Tate prestó de nuevo atención al Dr. Sutherland.
—De acuerdo, quería saber acerca de "la peor cita del mundo". Fue horrible, ¿sabe?
—¿TATE?—la voz de Brian distrajo a Talker de sus recuerdos—. ¿Tate? Tate, cielo… ¡Talker!
Los hombros de Talker se sacudieron con tanta fuerza que incluso los tendones de su cuello tronaron y tuvo que ocultar su gesto de dolor.
—Lo siento, Brian, estaba pensando.
Los brazos de Brian rodearon su cintura y Talker se dio cuenta de que había estado soñando despierto justo frente al guardarropa del lugar donde trabajaba. Recostó su cabeza contra la de Brian, sintiendo su calidez y dejando ir un poco de su vergüenza. Brian movió su cabeza con delicadeza, evitó las puntas del cabello que llevaba en el centro de la cabeza al estilo mohicano y Talker deseó por un momento, dejárselo crecer. Brian continuaba quejándose de que su estilo le sacaría un ojo un día de estos.
—Ya lo sé, cielo —dijo Brian, logrando que Talker se centrara en ese