Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

LOS GUIBORIM: LA RAZA LEGENDARIA: LA GRAN CRUZADA UNIVERSAL, #8
LOS GUIBORIM: LA RAZA LEGENDARIA: LA GRAN CRUZADA UNIVERSAL, #8
LOS GUIBORIM: LA RAZA LEGENDARIA: LA GRAN CRUZADA UNIVERSAL, #8
Libro electrónico127 páginas1 hora

LOS GUIBORIM: LA RAZA LEGENDARIA: LA GRAN CRUZADA UNIVERSAL, #8

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La historia nunca antes vista sobre el origen de los titanes y de los semidioses, y el aparente exterminio de ellos en el universo de la Gran Cruzada Universal, con páginas de nuevos contenidos para quienes desean conocer el verdadero origen de todas las cosas.
Este libro contiene la historia más completa del origen de los Titanes y de los Semidioses, las confrontaciones entre hombres y seres que pensábamos que hacían parte de la mitología, pero que existieron y ejercieron una influencia muy poderosa en la historia de la humanidad. Una historia perfeccionada por vibrantes descripciones de las épicas batallas presentes en los anales de la historia, enconadas rivalidades y audaces rebeliones que finalizan tras la llegada del Mesías prometido. Más tarde, tras el acontecimiento que partió la historia del Universo en dos, dejando muy marcado el antes y el después, las fuerzas antagónicas se reorganizan para la dinámica de una nueva batalla, suceso que desemboca en el establecimiento de nuevos Reinos y el surgimiento de una nueva estrategia para librar LA GRAN CRUZADA UNIVERSAL que involucra a los tres reinos que forman un Universo desconocido al que conocemos.
Acerca de esta nueva entrega de la SAGA podemos decir que: "Se reúne aquí todo el saber acumulado, todas las teorías eruditas y todo el cúmulo de relatos populares, leyendas judaicas y cristianas, en una crónica que empieza por la Era Antediluviana y sigue por la Era de la Edad de los Gigantes, Nefilim, Titanes, y la aparición de los primeros hombres híbridos, la llegada del Diluvio y el juicio, el castigo de los seres híbridos,  establecimiento del Reino de Israel, la Rebelión del Hombre y las incursiones repetidas de seres sobrenaturales en la historia de la humanidad". Además, podemos aseverar que "Todos estos sucesos son descritos, como principales desencadenantes de la decadencia de la naturaleza humana, que una vez fue creada para señorear sobre toda la creación." Durante esta entrega responderemos algunas preguntas sobre:
Los Nefilim o Nephilim (hebreo: הַנְּפִלִ֞ים) ​, eran –según el relato bíblico de Génesis 6:1-4– una legendaria raza de gigantes híbridos​ surgidos como resultado de la unión antinatural entre ángeles malvados (demonios) ​ y mujeres humanas, ​ los cuales habrían existido en la época de los patriarcas Enoc y Noé, y se habrían extinguido posteriormente durante el diluvio universal. ​Además del relato que da la Biblia en Génesis, esta palabra hebrea solo se menciona otras dos veces, ​ específicamente en Números 13:33.

 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 sept 2022
ISBN9798215101469
LOS GUIBORIM: LA RAZA LEGENDARIA: LA GRAN CRUZADA UNIVERSAL, #8

Lee más de Felipe Chavarro Polanía

Relacionado con LOS GUIBORIM

Títulos en esta serie (1)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Ficción cristiana para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para LOS GUIBORIM

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    LOS GUIBORIM - Felipe Chavarro Polanía

    LA CAÍDA DEL SEÑOR DE SHAKAJ

    Las trompetas sonaron, y los ruidos estruendosos de las huestes de toda la ciudad que se prepararaban para recibir a una embajada muy importante para el rey, llenaban con ecos la gran ciudad.

    Entretanto, Janes el arrogante congregó una hueste muy numerosa en el bastión de Sefer. La ciudad de Shakaj era una fortaleza imponente; la gran muralla que la rodeaba era más gruesa que la de aquella legendaria ciudad fortificada por los gigantes que muchos conocían como Jericó. Shakaj también era considerada como una fortaleza inexpugnable, pero los rumores sobre guerras y escaramuzas que amenazaban tanto al rey Gaah como a su reino, ya habían llegado a los oídos de todos los habitantes de la Ciudad, hasta tal punto que los rumores habían cobrado especial relevancia, y ahora no eran considerados como simples infundios, sino como hechos sin precedentes que habían contribuido a la decadencia de muchos reinos, y ahora ya eran sombras que se cerraban sobre ellos desde el norte, y desde el este. Fue entonces que el rey Gaah designó a Janes, su mejor hombre para la defensa con el fin de que acelerara esfuerzos para proteger la Ciudad ante cualquier ataque, y reforzara la guardia en las estancias del palacio del Rey, para evitar cualquier infiltración enemiga a toda costa.

    Por fin había llegado el día de Rosh Jodesh, y Janes se apresuró a aderezar los preparativos para recibir al vidente más amado en todo el reino, pues justo antes de que terminara la cuarta vigilia de la noche, los centinelas que estaban apostados en los lugares más lejanos del reino, habían enviado mensajeros para informar que Tzur había sido visto muy cerca de los lindes del reino, y que avanzaba a paso firme y alocado, como si fuera portador de malas noticias. Algo muy extraño para alguien tan querido como Tzur en todo el reino. Sin embargo, este no era el acontecimiento más misterioso de aquel amanecer de Rosh Jodesh, pues todos los miembros de las huestes de la guardia de la ciudad, estaban sorprendidos al ver que Janes el arrogante aderezara con tal atención al detalle la llegada de Tzur, pues para nadie era un secreto que él aborrecía a Tzur, y a todo aquel que tuviera que ver con él. Sin embargo, todos los preparativos fueron terminados de manera apresurada, pero con gran excelencia ante la sorpresa de todos las huestes del reino. Y allí mientras el color gris espectral típico de los doce muros de la ciudad cambió a un blanco que la aurora arrebolaba apenas, las banderas blancas aparecieron de pronto en las almenas, y flamearon en la brisa matutina. De repente, el repique claro y vibrante de las trompetas de plata llenó el ambiente.

    Tzur y Bejor, junto con otros once hombres de aspecto fiero llegaron al clarear el alba, y se apostaron frente a la gran puerta de los hombres de Shakaj, y los batientes de hierro esmaltado en escarlata, que estaban repujados para formar un árbol con doce frutos diferentes se abrieron ante ellos.

    ---¡El vidente! ¡El vidente! ---gritaron los hombres tras la gran puerta.--Ahora sabemos con certeza que los rumores sobre guerra son ciertos y que la tempestad se avecina.

    ---¡Esta sobre toda la región---dijo Tzur con una voz atona y carente de emociones---.

    Y acto seguido continuó diciendo con una voz más extraña:

    ---¡Yo he cabalgado para apresurar su caída sobre vosotros! --¡Dejadme pasar! ¡Tengo que ver a vuestro señor Gaah mientras aún está sentado sobre el trono! ¡Suceda lo que suceda, Shakaj ya nunca será la ciudad inexpugnable que habéis conocido! ¡Dejadme pasar! ¡Ahora!---.

    Todos se sorprendieron ante su misteriosa salutación, y por la actitud sin precedentes con la que el vidente entró por las puertas de la Ciudad de Shakaj. Para colmo ese día tan misterioso, la hospitalidad sin precedentes que Janes el arrogante y Jambres el contumaz mostraron al enterarse de su venida, ensombreció aún más su visita. Pues según cuentan las viejas historias, en otro tiempo, estos dos hombres curtidos en numerosas batallas, se hubieran esforzado, como era su costumbre, en estorbar su visita. Todos en el reino sabían lo repulsiva que era la presencia de Tzur para estos dos adalides. Sin embargo, ese día, misteriosamente todas las huestes que estaban bajo su mando, retrocedieron ante las palabras imperiosas de la salutación de Tzur, y no le hicieron más preguntas; y en cambio se replegaron para observar con cierta perplejidad los semblantes de los once acompañantes de talante bravío que iban cabalgando unos corceles muy corpulentos y de aspecto brutal y encabezaban la marcha, mientras Tzur y Bejor iban detrás. De algún modo, era como si todos ellos lo estuvieran escoltando en una marcha de guerra. Todos estaban atónitos en la ciudad al ver que Tzur jamás había sido visto en un corcel de aquel aspecto por las calles de la ciudad, pues siempre había entrado en la ciudad a lomos de su hermoso semental blanco cuya piel brillaba a la luz matutina, y sus crines le flotaban al viento. 

    De pronto, se escucharon unas voces que decían:

    ---Este caballo ha de ser sin duda, uno de los corceles enviados por el eterno para la guerra.

    Sin embargo, el vidente más amado y respetado en toda la región, ya avanzaba con paso arrogante y sin mediar palabra alguna, como nunca antes se había visto. Atrás habían quedado los días en que el vidente se detenía para hablar y saludar a todos los que se topaban con él junto al camino. Al parecer, los rumores del enemigo que iba de un lado a otro incendiando campos y bosques, destruyendo reinos de antaño inexpugnables, y traspasando con lanzas a todos los hombres que se le resistían, habían cambiado al vidente por completo. En aquellas tinieblas, era imposible saber a cuántos reyes, videntes y hombres del común, la guerra había transformado. Y mientras Tzur avanzaba dejando atrás las puertas de la ciudad, una sombra mortecina se asomó y se abrió paso sobre toda la región.

    La imponente arquitectura de Shakaj, construida en doce niveles, estaba embellecida con cordones escarlata y de plata, y el servicio matutino del Rosh Jodesh ya había comenzado. Y allí, desde todas las portezuelas, y desde la gran puerta del muro Kadosh, se escucharon ecos provenientes de muchas voces que recitaban estas palabras:

    <>

    Y luego, justo cuando Tzur terminaba de cruzar el gran túnel abovedado, y cruzaba por un vasto espolón de roca que llegaba al círculo principal de la ciudad, se escucharon los clamores de los Shofar, y un cántico con voces fuertes y dulces que decía:

    <

    ¡Cuán innumerables son tus obras, Oh Señor! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios….Escondes tu rostro, se turban, les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra.

    Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice alma mía, a Yahweh. Haleluyah.>>

    Y allí, justo cuando terminó aquel cántico, el aroma de las libaciones perfumó el ambiente de toda la ciudad, y todas las mujeres de Shakaj salieron a marchar como gacelas. Entonces, la ciudad coronada de almenas, recibió al vidente más esperado para aquella fiesta en el mes de Nisán, pero se estremeció con su misteriosa petulancia.

    Por ese camino llegaron al fin al patio alto, y a la plaza de la fuente al pie de la torre blanca de Cainán; imponente y soberbia, que media unos noventa metros desde la base hasta el pináculo, y allí se hondeaba la bandera de los hombres de armas de Shakaj, flameando a quinientos metros por encima del mar rojo. Era sin duda una fortaleza infranqueable desde el mar por su altura, a menos que el adversario entrara desde el muro más custodiado de la Ciudad; el más pequeño entre todos, y en donde se guardaban las armas del ejército, o quizás claro está, escalando las cuestas inferiores de las torres de Jaquin y Boaz que estaban flanqueadas por grandes bastiones que llegaban al borde mismo del acantilado rocoso más alto en todo puerto Sudán.

    Ese día, y de una manera misteriosa, Tzur, Bejor y sus once acompañantes fueron admitidos inmediatamente, en completo silencio, y sin ser estorbados por Janes el arrogante, y Jambres el contumaz, como si la noticia de su llegada hubiera precedido al aciago vidente, junto con sus acompañantes y los capitanes que le habían denostado por décadas, ahora lejos de aborrecerlos los reverenciaban.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1