El Gobierno de Su Majestad ve favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, y hará todo lo posible para facilitar el logro de este objetivo, quedando claramente entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatus político que disfrutan los judíos en cualquier otro país». Estas soLan las palabras clave de un documento histórico dirigido al barón Lionel Walter de Rothschild, «el judío más importante de Inglaterra», y firmado en nombre del Gobierno británico por el ministro de Asuntos Exteriores, el muy honorable Arthur James, lord Balfour (1848-1930), el 2 de noviembre de 1917. La Declaración Balfour, como se la conocía, fue la gloria suprema de delicadas negociaciones entre destacados partidarios judíos de la llamada causa sionista y algunos estadistas británicos. La visión de conjunto del tratado era observar el regreso de los judíos a Tierra Santa para que, después de casi 1.800 años en el exilio, pudieran comenzar a reconstruir la Commonwealth judía.
La causa de que ciertos estadistas británicos dieran su apoyo al sionismo era su fe religiosa sobre el inminente fin de los tiempos
Cómo y por qué el Gobierno británico llegó a emitir tal declaración en el apogeo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y un mes antes incluso de la caída de Jerusalén, bajo el mando del comandante en jefe de los Aliados, el general sir Edmund Allenby, debe estudiarse en profundidad. Porque el asunto se vuelve esencial ahora para comprender por qué Howard Carter entró en el Consulado Británico de El Cairo en la primavera de 1924 y amenazó con hacer público el contenido de los documentos en papiro encontrados en la tumba de Tutankhamón, que revelaron el «verdadero relato del Éxodo de los judíos de Egipto». Pero como toda historia, conviene empezar por su principio…
EL RETORNO DE CRISTO
Recordemos que en aquel momento existía en El Cairo una preocupación creciente por la decisión de la Sociedad de las Naciones dos años antes de ratificar el mandato de Gran Bretaña sobre Palestina, acordado sobre la base de que el Gobierno británico estaba comprometido con el establecimiento del Hogar Nacional Judío. Dado que el nacionalismo egipcio era evidentemente proárabe, todo el asunto se estaba convirtiendo en un dolor de cabeza considerable para los diplomáticos británicos que trabajaban en Egipto. Entonces ¿dónde empezó todo? ¿Cómo llegó un pequeño grupo de altos estadistas británicos a idear la firma de la Declaración Balfour, allanando el camino para el establecimiento el 14 de mayo de 1948 de lo que sería el actual Estado judío de Israel?
El interés claro de Gran Bretaña por lo que luego se conocería como sionismo se remontaba más de 300 años atrás, hasta la época puritana. Todo cristiano temeroso de Dios tenía que estar preparado para los últimos días, cuando las almas de los justos ascenderían al reino de Dios en los cielos. También sería el tiempo de la Segunda Venida de Cristo, cuando el hijo
