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Cazador: Domador de Dragón, #1
Cazador: Domador de Dragón, #1
Cazador: Domador de Dragón, #1
Libro electrónico209 páginas3 horas

Cazador: Domador de Dragón, #1

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Para sobrevivir, uno debe matar.
  
Los dragones han aterrorizado la aldea de Julianna por generaciones. Nada le impedirá tener éxito en su primera cacería de dragones. Hasta que conoce a uno de ellos, que sí puede hacerlo. Él no es lo que le dijeron que sería. ¿Una bestia grande y furiosa? No. ¿Un hombre de aspecto normal? Pues... Sí.
  
Ash está igual de sorprendido por su primer "cazador de dragones". Ella no es grande y difícil. Claro, ella tiene una espada de diamante de fuego, de la que está muy orgullosa, y una armadura que realmente luce incómoda, pero su corazón es más grande de lo que ella está dispuesta a admitir.
   
La guerra entre sus dos razas se está volviendo cada vez más grande y sangrienta. El peligro se esconde detrás de cada arbusto, roca y posada. Cuando los dos se unen, se dan cuenta de que tienen más en común de lo que sus líderes quieren que sepan. Juntos, Julianna y Ash podrían descubrir cuál es el verdadero propósito de esta guerra y encontrar la manera de detenerla. Por el bien de toda su gente: dragones y asesinos de dragones por igual.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 dic 2019
ISBN9781071520741
Cazador: Domador de Dragón, #1

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    Cazador - J.A. Culican

    Capítulo Uno

    Sostuve la espada en el aire mientras el sol brillaba a través del filo, cegándome por un breve instante. Eso era algo con lo que tendría que tener cuidado en el futuro. También era más pesado de lo que esperaba después de entrenar extraoficialmente durante tanto tiempo con las demás viejas y maltratadas espadas. Espadas normales y aburridas. Pero esta no era un arma ordinaria. Además de ser la espada tradicional de mi familia y mi decimoctavo regalo de cumpleaños, sabía que estaba ahuecada en la parte más gruesa del eje principal.

    — No vas a matar a un dragón sosteniéndola en el aire así, Juliana — dijo Jasper con una sonrisita socarrona—. ¿Esperas que simplemente bajen del cielo y se empalen en ella?

    Bajé la espada y le saqué la lengua a mi hermano. A los diecinueve años, él era exactamente un año y un día mayor que yo, un hecho que le gustaba presumir en todas las oportunidades que tenía. También era más alto, más popular y francamente molesto.

    — Jasper, deja a tu hermana en paz. Si mal recuerdo hace un año casi te cortaste el dedo gordo del pie. Todos tenemos que empezar en alguna parte — La voz de mi padre llegó a nosotros.

    La sonrisita condescendiente de Jasper se transformó en un ceño fruncido y me reí al notarlo. Sabía por qué lo tenían entre ceja y ceja, pero eso siquiera era mi culpa. Él también había recibido una espada para su decimoctavo cumpleaños que era prácticamente idéntica a la mía.Ambos cargamos el emblema familiar y un dragón forjado en el mango, en cuyos ojos yacían incrustados nuestras piedras de nacimiento. Si él hubiera nacido un día después o yo hubiera nacido un día antes, las fechas serían exactamente iguales. El suyo tenía ojos de azabache, un elemento común encontrado en forma natural en las montañas de la Tríada, mientras que los ojos de mi dragón brillaban con diamantes de fuego, una joya infinitamente rara y por lo tanto más cara. Ambas espadas cuestan más de lo que una familia promedio en Dronios pagaba en un mes de alquiler, pero gracias a los dos diamantes de fuego, la mía también podría alimentarlos y vestirlos durante el mismo mes si alguna vez tuviera ganas de venderla, lo que, por supuesto, yo nunca haría.

    — Bien, ahora — mi padre me dio una palmada en el hombro que casi me hizo soltar la espada—. Tu hermano te mostrará algunos movimientos para que puedas acostumbrarte al peso y a tenerla en tus manos, y cuando crea que estés lista, los dos entrenarán juntos. No espero que ganes, pero sí que prestes atención a lo que Jasper dice y que al menos logres bloquearlo. ¿Lo has entendido?

    — ¡Sí, papá! — me volví hacia él y, poniéndome de puntillas, lo besé en la mejilla.

    — Ven aquí, hermanita. Te mostraré cómo un verdadero guerrero sostiene una espada — la voz tensa de Jasper llegó a mis oídos.

    El polvo se arremolinaba alrededor de mis pies en el momento que crucé el campo de entrenamiento hacia él. Me pregunté distraídamente si mi padre me declarará ganadora si clavara la espada en las entrañas de su único hijo. Bien, probablemente no, pero era un pensamiento agradable.

    — Estás sosteniendo tu espada como una niña — dijo, sacándola de mis manos.

    — Si logro sostener mi espada como Morganna ya estaré bastante feliz — respondí. La legendaria espadachín ha puesto a los hombres de rodillas tanto en sentido figurado como literal. ¡En efecto, prefería seguir sosteniendo mi espada como una niña!

    Él se acercó y volvió a colocar la espada en mi mano, esta vez en una posición ligeramente diferente. Maldición, esta vez se sentía mejor sostenerla.

    — Ahora, cuando te lo diga, levanta tu espada e imita la pose que te mostraré.

    Esperé hasta que él empuñó su propia espada y se puso en una posición que sabía era una postura de bloqueo. Un pie estaba ligeramente detrás del otro para estabilizarlo, en caso de que lo necesitara. Inclinó su brazo izquierdo detrás de él mientras que el derecho sostenía su espada frente a él protegiéndose el pecho. Seguí su ejemplo y me puse en posición, pero al hacerlo, no me sentí del todo cómoda. No me pareció una postura estable. Mis pies no estaban lo suficientemente separados y si estuviera en una verdadera pelea con espadas, habría dejado varios puntos de mi cuerpo expuestos. Abrí ligeramente mi postura.

    — Presta atención, Jules — espetó Jasper—. Esto es importante.

    Miré por encima del hombro y noté que mi padre todavía estaba exactamente en el mismo lugar, mirándonos con su mano levantada para bloquear el resplandor del sol. Era importante que hiciera exactamente lo que decía Jasper. No quería decepcionar a mi padre. Cerrando la distancia entre mis pies, traté de imitar la postura de mi hermano.

    — Eso está mejor. ¡Ya estás aprendiendo!

    Él me llevó a través de más posiciones de bloqueo antes de pasar a otras formas de defensa. Después de una hora y media protegiéndome, sobre todo de los comentarios sarcásticos de mi hermano, de vez en cuando de golpes simulados de su espada, comencé a cansarme.

    — Ya estoy harta de defensas. Me estás enseñando a protegerme contra otro espadachín, pero estaremos persiguiendo dragones. Necesito aprender a atacar — estaba siendo infantil, pero él me estaba tratando como a una niña pequeña y eso me molestaba.

    — El concepto es el mismo. Aún tendrás que defenderte de los dragones.

    No puedo ver en qué me ayudarían sus movimientos si un dragón de pronto decidiera prenderme fuego.

    — Ve a tomar un trago de agua si sientes que te estás muriendo de cansancio — dijo entonces, su boca dibujando su típica sonrisa maliciosa. — Comenzaremos con los movimientos de ataque en cinco minutos — sus cejas se estrecharon antes de darse la vuelta, echándome prácticamente.

    No quería admitirlo frente a él, pero sí necesitaba un descanso. La espada era mucho más pesada que con las que estaba acostumbrada a practicar. De hecho, comencé mi entrenamiento hace un año, el mismo día que Jasper lo hizo, observándolos a él y a mi padre desde la ventana de mi habitación, deseando tener la edad suficiente para unirme a ellos. Al día siguiente, mientras cargaba las semillas del cobertizo, encontré una vieja espada de práctica y la tomé para mí. La sensación de tener la espada en la mano mientras sostenía la empuñadura aquella primera vez quedó grabado a fuego en mi mente, la fuerza y ​​el poder que representaba aquel acto ardía en todo mi ser. Todos los días, veía las sesiones de entrenamiento de Jasper y luego practicaba los mismos movimientos en mi habitación. Hoy finalmente estaba entrenando con una persona real y no sólo con las sombras.

    Agarré la jarra que había sido dejada en una vieja mesa de madera, luego de servirme una copa de agua, le serví una a Jasper y otra a papá. El agua estaba tibia después de estar bajo el sol ardiente, pero de todos modos me refrescó.

    — Lo estás haciendo bien, pequeña — mi padre tomó su copa y le dio un trago antes de hacer una mueca—. Esto sería mejor si fuera cerveza helada.

    — Sí, pero estarías demasiado borracho como para verme patear el trasero de Jasper, y por favor no me llames pequeña. ¡Cumplí dieciocho hoy, soy una mujer ahora!

    Papá sólo se rió de mí, pero Jasper escuchó lo que dije y se volvió de donde había estado practicando su juego de pies. Tomó la tercera copa y la vació fácilmente. — Creo que tendrás suerte si logras bloquearme, la verdad siquiera creo que logres patear algo — él dijo—. Ya que tendrás tu trasero en el suelo antes de que sepas lo que te golpeó.

    — Ahora escuchen ustedes dos — Papá comenzó antes de vaciar su copa—. Guarden sus energías para la pelea.

    Bajé mi copa y volví al centro del polvoriento campo de entrenamiento para esperar a Jasper. Lo amaba. Él era mi único hermano después de todo, pero era un completo y absoluto fastidio.

    Recorrí el círculo de entrenamiento levantando más tierra mientras observaba mi entorno. Nuestra casa se encontraba a las afueras de Dronios, el pequeño pueblo al que mi familia pertenecía desde el principio de los tiempos. Las montañas de la Tríada se levantaban en el fondo con la promesa del poder que sólo un dragón podría traerme. El único lugar conocido donde vivían los dragones.

    Dos horas después y él ya me había mostrado todos los movimientos que conocía, tanto de ataque como de defensa, y observó cómo practicaba cada uno de ellos unas diez veces. El sol estaba considerablemente más bajo en el cielo cuando papá se nos acercó. Me alegré de que el calor del día se hubiera ido con el sol poniente, pero ahora que este se encontraba justo detrás de Jasper, tenía dificultades para verlo, y él, por supuesto, se negó a moverse.

    — Creo que ya te has esforzado mucho por hoy — dijo papá mientras pasaba un brazo por mis hombros sudorosos—. Voy a dejarte entrenar con tu hermano, pero Julianna, deberías usar los movimientos que aprendiste hoy para bloquearlo. Si crees que puedes recibir un ataque, por supuesto, hazlo, pero no espero que des un golpe.

    — Sí, como si eso fuera a suceder — dijo Jasper mientras se ponía su armadura de entrenamiento—. Ni siquiera sé por qué estoy vistiendo esto — él me sonrió mientras yo levantaba la armadura que me correspondía.

    — No lo vistas entonces. Sólo espero que ayer hayas recibido suficiente dinero por tu cumpleaños para pagar la cuenta de tu sanador — repliqué.

    — ¡Niños! — mi padre puso los ojos en blanco y un nudo de inquietud creció en mi estómago. Quería que él se sintiera orgulloso de mí, no que pensara que era una niña pequeña y patética.

    — Lo siento, papá — bajé la cabeza.

    Jasper tomó su espada y caminó hacia el círculo dibujado con tiza en el suelo.

    — ¿Papá?

    — ¿Sí, mi niña?

    — ¿Cómo puede esto ser una pelea justa? — tomé mi espada, ahora mucho más cómoda con su peso.

    — Este es tu primer día. Creo que te llevará meses, si no años, ser tan buena como tu hermano. Él se está volviendo bastante conocido por su esgrima. Él no te hará daño.

    — Eso no es exactamente lo que quise decir — me molestó que mi padre esperara tan poco de mí—. La espada de Jasper ha sido impregnada con el alma de su primer dragón. La mía aún está vacía.

    — ¿Qué sugieres? Puedo pedirle a tu hermano que intercambien espadas si lo deseas, pero a pesar de que su espada le da la fuerza del dragón, que claro, será pasada a ti cuando la sostengas, aún así estoy seguro de que te ganará.

    — Yo no quiero su espada. Eso tampoco será justo. Quiero usar la tuya — fue increíblemente descarado de mi parte pedírselo. Normalmente no me habría atrevido, pero estaba empezando a enojarme tanto con mi padre como con Jasper por tratarme como si fuera un caso perdido.

    Él bajó la mirada hacia donde la espada estaba envainada en su cintura. Había sido forjado en las montañas de la Tríada hace más de treinta años por los duendes mineros que trabajaban allí. La legendaria lámina estaba hecha del metal más raro de todos y había ganado el alma de más de trescientos dragones. Nunca la había visto lejos de mi padre. Él me miró mientras repasaba la idea en su cabeza.

    Con eso crecieron mis esperanzas. ¿Realmente me dejaría usarla?

    — No, Julianna. No puedo dejar que uses mi espada.

    Así que era eso. Entraría a una pelea en completa desventaja incluso antes que esta diera comienzo. Podría haberle llorado.

    — Pero... — mi padre continuó— Entiendo tu punto de vista. Y tienes razón. Deben hacer esto de manera justa. ¡Jasper! — él llamó a mi hermano que corrió hacia nosotros.

    — No me digas que ella se acobardó — él sonrió.

    — Dame tu espada. Ambos usarán mis viejas espadas de entrenamiento. Ellas no son tan pesadas como estas espadas, pero son idénticas entre sí, lo que hará que la lucha sea justa.

    El semblante de Jasper decayó y ahora era yo la que sonreía.

    — Iré a buscarlas, papá. ¿Dónde los guardas? — pregunté inocentemente. No podría decirles que había tenido a una de ellas en mi poder por todo un año.

    — Están en un cobertizo detrás de la casa.

    Rodeé la casa y me dirigí hacia la parte de atrás, donde encontré una de las espadas. Afortunadamente, teníamos una puerta trasera, por lo que ninguno de los dos iba a verme corriendo a mi habitación para recoger la otra que tenía debajo de mi cama, donde había estado escondida durante los últimos doce meses. Llevé las dos espadas al exterior y se las entregué a mi padre.

    Él sacó algo pequeño de su bolsillo y lo puso sobre la punta de una de las espadas.

    — ¿Qué es eso, papá? — cuestioné.

    — Esta tinta aparecerá como una marca azul cada vez que Jasper golpee tu armadura. Cuanto menos azul tengas al final del duelo, más éxito habrás tenido en defenderte.

    — Sólo asegúrate de ponerlo en mi espada también — respondí. Puede que no hubiera estado practicando para atacar, pero mi padre me había dicho que podía intentarlo.

    Jasper todavía tenía una expresión amarga en el rostro cuando tomó la posición inicial. Le hice frente e hice una reverencia. Las formalidades siempre deben seguirse en cualquier duelo, incluso uno en el que todos piensan que vas a perder. Jasper retribuyó mi gesto y también hizo una reverencia.

    — A mi señal — escuché a mi padre decir, pero no rompí el contacto visual con Jasper.

    — Uno, dos, tres — El estridente silbato sonó cuando mi padre retrocedió. Inmediatamente, Jasper se abalanzó sobre mí. Lo bloqueé, pero a duras penas. Él no estaba jugando. ¡Él realmente estaba tratando de lastimarme! Papá obviamente pensó lo mismo porque hizo sonar el silbato por segunda vez para señalar el final del duelo. El duelo más rápido de todos los tiempos, después del cual Jasper se llevaría una reprimenda por ser demasiado duro conmigo y yo recibiría una palmada en la espalda por bloquearlo.

    No, no es así como esto va a acabar. Ignoré el silbato y empujé mi espada hacia adelante. Tenía por objetivo pillarlo con la guardia baja y funcionó. Él no estaba listo para mí. Él miró a papá con una ceja levantada. Desvié rápidamente la mirada para ver la expresión de mi padre. Quién se encogió de hombros como diciendo Continúen. ¡Bien! ¡Claro que continuaría!

    Jasper volvió a cambiar su expresión a una sonrisa burlona y se lanzó de nuevo. Esta vez estaba lista para él. No necesitaba bloquearlo; era demasiado rápida para eso. Para el momento en que su espada debió haber golpeado la armadura que cubría mi estómago, yo ya estaba a varios centímetros a la derecha. Salté detrás de él y planté mi primer punto azul justo en el medio de sus omóplatos. Él giró su espada, pero la vi venir y me agaché, rodando hacia su frente. Antes de que tuviera la oportunidad de defenderse, lancé la espada hacia adelante nuevamente, esta vez dejando una mancha en su pecho. La risa de papá se hizo eco a mi alrededor, impulsionando mis movimientos. Él estaba disfrutando esto tanto como yo.

    — Suerte de principiante, Jules — escupió Jasper mientras se lanzaba hacia adelante intentando un movimiento elegante que él no se había molestado en mostrarme antes.

    Entonces, así es como quieres jugarlo, ¿eh? Bloqueé su espada, que él logró anticipar, y me aparté sólo para lanzarme de nuevo de inmediato. Tenía mis propios pasos elaborados y después de bloquearlo por segunda vez, fui capaz de atacarlo de nuevo. Dibujé punto tras punto por toda su armadura y fue sólo cuando mi padre volvió a sonar el silbato que pude ver realmente cuánto

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