El original, el primero, me quemaba desde que vi a Jesús Vázquez ponerle cara y nombre a esa infamia que retrata, ya desde el título, un documental de HBO Max sobre el atroz caso Arny, aún, casi treinta años después, su injusta. Para el pato que se acabó convirtiendo en cisne y tuvo la decencia y la elegancia de no tomarse la revancha. Para el tipo que lleva 30 años colándose en el salón de tu casa para ser tu primo, tu hermano, tu mejor amigo, tu yerno ideal, tu novio soñado, y sí, también tu saco de boxeo y tu diana. Y para el referente que decidió que el armario era un lugar espantoso, y cambió la negación, el miedo y la culpa por la normalidad, pero también por el peligro de pagar un precio demasiado alto. Y para el pionero que tuvo que inventarse el camino sobre la marcha, y se ha ido armando ante nuestros ojos en riguroso directo. Y para el hombre más guapo de España, que ha tenido que aprender a lidiar con los zarpazos del tiempo, mientras nosotros lo observábamos con lupa, y con una mano le obligábamos a mantenerse incorrupto mientras con la otra le recordábamos cada una de las velas que iba soplando. Y para el tipo al borde de los 60, que no le pide nada más a la vida que lo que le ha dado hasta ahora, incluido lo malo, porque, dice, le ha dado mucho más de lo que le ha quitado.
