En la vida, como en los juegos, las reglas siempre ponen a prueba nuestra integridad y nuestro carácter. Podemos tratar de aplicar astucia a las reglas para romperlas, y hasta es posible que nos salgamos con la nuestra; sin embargo, no podemos aplicarle astucia a la integridad. Para no violar nuestro carácter con nuestro comportamiento, es necesario que nuestro deseo de ser honestos sea mayor que el deseo de que nos vaya bien y que tomemos la decisión consciente de actuar con honestidad, aunque nos toque perder. Pero la integridad va más allá del simple hecho de evitar quebrantar las reglas; es irse convirtiendo día a día en el tipo de persona que hace lo correcto y que está agradecida por el juego de la vida... con todo y las reglas de juego que conlleva.

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