La vida en ocasiones nos empuja a la orilla del campo en el que  Dios nos ha puesto a sembrar y terminamos perdiendo la cosecha por luchar batallas que no nos competen y por servir en  sitios que Él no nos mandó servir. Por eso es importante no perder el enfoque en el propósito de Dios para nuestra vida y defender nuestro campo de lentejas parados en el medio. No permitas que te roben la cosecha, pelea por los tuyos, por tus hijos, por tu ministerio, por la unción que te fue dada. Y cuando el Señor te de la victoria no te detengas, no bajes la guardia, no aflojes… persevera y al final de tus días podrás decir como el apóstol Pablo: ‘he acabado la carrera, he guardado la fe…’

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