“las puertas del hades no prevalecerán contra la iglesia”. Satanás sabe que no puede contra Dios, pero si puede hacernos claudicar, satanás no puede contra la iglesia, pero a los creyentes si nos puede hacer caer o debilitarnos. Y desde el cielo, el Edén, en el éxodo, al tomar la tierra prometida, el tiempo de los jueces, los reyes, a través de toda la historia satanás ha tratado y seguirá tratando de intervenir en los planes de Dios. 

Pablo ha hablado del comportamiento del creyente en sus deberes terrenales, como debe dirigirse en lo cotidiano. Ahora, quiere hacer consciente a la iglesia de la verdadera lucha. La vida espiritual es una lucha constante la enfrentamos por medio de nuestros conflictos diarios, en el ambiente social donde nos desarrollamos. Y esa guerra invisible de la cual, en ocasiones no somos conscientes.

Aunque el creyente goce de la salvación, este en una iglesia funcional y sana donde se ejerzan los dones adecuadamente, viva en un sometimiento armonioso, siempre estaremos expuestos a las amenazas. Por eso, aparte de todo eso, el creyente debe prepararse y estar dispuesto a confrontar y fortalecerse para resistir. El creyente y la iglesia siempre serán el blanco favorito de Satanás. Pablo le está haciendo ver a la iglesia que la única solución es el esfuerzo en el Señor. El dejar nuestros deberes cristianos no es una opción. Por eso son deberes. Son la marca de nuestro compromiso con Dios y con su cuerpo. Por eso el creyente no debe ni siquiera pensar en claudicar, o en disminuir el esfuerzo o la responsabilidad. 

Dios no disminuirá sus deberes y satanás está al acecho, debes ponerte en forma, que Dios te active y actuar. La petición del creyente para con Dios debería ser: Dame fuerza para resistir, dame fuerza para hacer tu voluntad, dame fuerza para mantenerme firme ante la tentación, dame fuerza para mantenerme firme en una sociedad que está en contra tuya, dame fuerza para ejercer mis dones, dame fuerza para poder amar de la manera que tu amas, dame de tu poder para realizar mi trabajo con excelencia, dame de tu poder para cumplir el propósito que tienes para mí, dame de tu poder para sobreponerme al cansancio.

No es una guerra cualquiera, es una guerra donde el contrincante es implacable, sutil, inteligente, tramposo, ventajoso y despiadado. El creyente no debe de bajar la guardia ni acomodarse. Necesita la fortaleza de Dios para mantenerse firme. Los soldados en tiempos de guerra no buscaban la forma de ir a casa o de incumplir en sus deberes, el saber que están en guerra les permitía estar preparados siempre firmes, alertas, para hacer frente. En tiempos de guerra los recursos son aprovechados, se dejan de utilizar las cosas innecesarias o irrelevantes. Un soldado en tiempos de guerra no está buscando su comodidad, está alerta a favor de su país.