Es inevitable que crezca el temor en nuestro corazón si no alimentamos sabiamente nuestro espíritu y nuestra alma. Cuando no nos alimentamos con la Palabra de Dios, permitimos que el mundo sea quien nos alimente con temor. El miedo está controlando la imaginación de aquellas personas que están sin alimento espiritual. ¿Estás lleno de duda o fe? ¿Resentimiento o paz? ¡Ya basta de alimentar tu incredulidad!

Si sientes que no hay salida para esa situación, aumenta la intercesión. Muchas veces Dios permite que las personas toquen en fondo para que vuelvan en sí. El llanto y el pensamiento de víctima por las circunstancias pasadas no cambia nada. Lo que nos lleva a cambiar es un arrepentimiento genuino, duradero y verdadero.

Cuídate. Sobre todo tus relaciones. No te juntes con rebeldes. El rebelde le quita la dulzura a la vida. Al juntarte con ellos, todo te sabe mal. Te sabe a amargura. Así que sé sabio en escoger con quién relacionarte.

Y sobre todas las cosas, permite que Dios sane toda herida de tu corazón, para que así, seas libre en Cristo Jesús. La falta de perdón, da cabida al enemigo. Ciérrale las puertas de una vez por todas y enfócate en agradar Dios por encima de todo.