A pesar de la situación y de la condición del hombre Dios proporciona las oportunidades para que su pueblo se vuelva a el. “Convertíos a mí con todo vuestro corazón” se refiere al arrepentimiento y obediencia que Dios espera como parte del pacto. Resalta que el arrepentimiento debe ser genuino, entendiendo que delante de Dios no podemos fingir. Es la razón por la cual el arrepentimiento no son los cambios en nuestras acciones, si se refleja por medio de nuestro comportamiento. Primeramente es venir a Dios sin hipocresía, sin máscaras, sin disfraces. Joel está enfatizando que a Dios le desagrada una conducta simulada sin una mente transformada. El campo de trabajo de Dios es el corazón del hombre.

Los judíos expresaban su dolor rompiendo sus vestidos al enfrentar una situación dolorosa o de aflicción. Pero Joel no exhorta a que rasguen sus vestidos, es decir, no pide que lo manifiesten exteriormente, sino que rasguen su corazón. Que el arrepentimiento no sea por un dolor externo, sino por el lamento de la condición interna.

¿Por qué un llamado colectivo? Vea la sociedad, estamos en una crisis mundial. Por eso razón el lamento, el arrepentimiento debe de ser colectivo. Tocar la trompeta, convocar a la asamblea para ayuno, es un llamado a un lamento nacional. Debemos de ver la seriedad de nuestra condición. Los ancianos debían de ser los primeros en arrepentirse y los que seguían de ellos deberían ver el arrepentimiento y aprender de la humillación de Dios de ellos.

Aunque persistimos en provocar la ira sobre nosotros, y somos insensibles, Dios no exhorta diario al arrepentimiento. Debemos orar y humillarnos verdadera y sinceramente. Oremos para que vivamos bajo Su gobierno hasta que seamos llamados a su presencia.